sábado, 22 de junio de 2013

Confundir al arquitecto con los inquilinos (y agredirlos por odio a un edificio)

("Los primeros mártires", pintura de Geròme)

La metáfora del edificio molesto y el odio hacia sus inquilinos es lo que me viene a la mente cuando pienso en el odio anti cristiano que, por alguna razón, últimamente veo crecer (más y más) a mi alrededor. De hecho, antesdeayer tuve un sueño muy intenso que creo que se basaba en alguna percepción peculiar sobre este asunto. Aún no lo he entendido del todo, porque era un sueño muy simbólico, y en él aparecían elementos que no sé cómo interpretar. Pero me desperté pensando: "Oh, Dios mio, en un futuro posible y no muy lejano, tal vez vaya a perseguir a los cristianos de a pie, tal y como ya ha sucedido en otros momentos de la historia".

En el sueño, veía la tierra (es decir, el suelo, literalmente) alrededor de un monasterio medieval. En esa tierra había, sembradas, "semillas crísticas", que yo percibía como huevos luminosos con cuerpos de luz que se gestaban, acurrucados, en su interior. Me parecía captar que esas "semillas crísticas" se correspondían con personas físicas vivas que estaban relacionadas de algún modo con aquel lugar. El caso era que veía como aquellos huevos luminosos enterrados iban emergiendo, subiendo hacia el exterior...hasta que, despacio, algunos salían del todo y empezaban a ascender, flotando, subiendo hacia el cielo. Por alguna razón, la visión me conmovía tanto que me ponía a llorar con gran intensidad. Luego desperté pensando, no sé si acertadamente, que esos huevos luminosos "ascendiendo" con cuerpos humanos en su interior significaban muertes...

Le he dado unas cuantas vueltas al sueño en estos 2 días, sin verlo claro. Pero, en todo caso, me ha empujado a reflexionar sobre la extrema rabia anti cristiana que percibo en muchísimas partes. Rabia que entiendo, porque en cierta época yo también la viví, al descubrir cuán corrupta era la Iglesia, o lo enfermizas que son realmente algunas de sus posturas y muchas de sus ideas. Pero con el tiempo fui adquiriendo perspectiva y refinando mi enfoque. Donde antes, al oir "cristianismo", lo veía todo rojo, ahora distingo un montón de colores, gamas de grises y elementos distintos en el paisaje. Y eso que ni soy cristiana (es decir, no creo en la Iglesia, ni me adhiero a sus dogmas) ni pretendo serlo. Pero tengo un compromiso con la verdad y el discernimiento, el cual me ha hecho sentarme a escuchar a muchas personas, inclusive las del bando contrario a mis ideas, para aprender y saber mejor lo que se cuece en su terreno.

No hace mucho, uno de mis conocidos se leyó un libro sobre la persecución anti religiosa desatada en la Guerra Civil. La Guerra Civil es una herida sangrante en nuestra historia reciente, y digo sangrante porque está lejos de haber sido curada o cicatrizada. Y el caso es que hubo atrocidades y salvajadas en los dos bandos. Que ganara uno a costa de crueldad, y que la victoria diera como resultado a una penosa dictadura, no significa que los perdedores hubieran sido unos santos, o se hubieran comportado siempre como héroes. En ambos bandos, insisto, hubo barbarie y horror. En el libro sobre esta persecución, se narran los horrorosos asesinatos de muchos religiosos (miles, contando sacerdotes, frailes, monjas y seminaristas) sólo por el hecho de serlo. A veces, este asesinato iba asociado a torturas, como el caso de aquellos sacerdotes a los que arrojaron al mar después de haberles cosido la boca, una crueldad totalmente gratuita, digna del peor sadismo. A mi juicio, la Guerra Civil se convirtió en la "excusa" y "oportunidad" para vengarse de los resentimientos y heridas psíquicas mutuas, y en ese sentido, no pudo ser justa para nadie, porque donde entra el deseo de "vengar" o "castigar", se acaba la verdadera justicia.

      (Arriba, iglesia conventual quemada durante la Guerra Civil, y profanación de las tumbas de religiosos)

En fin, me quedé reflexionando acerca de lo próxima que estaba, en el tiempo, aquella persecución religiosa del día de hoy. Y me pregunté si podría repetirse algo similar. Parece difícil, y sin embargo, el odio hacia la Iglesia crece, azuzado en parte por el desacuerdo intelectual (que comparto bastante) y la indignación desatada por la crisis y los recortes (que hacen que la gente se enoje contra algunos privilegios eclesiales) Pero entonces es cuando pienso que la "culpa" de los arquitectos de la "estructura" eclesial la podrían acabar pagando los creyentes de a pie, la gente que va a la iglesia y cree en esa religión, gente entre la cual hay de todo, como en botica. Personas excelentes y lobos disfrazados con piel de cordero, y en el medio, personas del montón...que simplemente van a la iglesia porque lo han aprendido así o porque sienten que "les ayuda" o reconforta de algún modo.

Entonces, imaginemos que hay un edificio mal contruido, o que molesta a determinados colectivos en un lugar por cualquier razón, pero las personas de fuera, en lugar de pedir responsabilidades al arquitecto, al constructor o al alcalde, se dedicaran a agredir e insultar a sus inquilinos. Lo veríamos como algo absurdo, y sin embargo es lo mismo que sucede con la Iglesia. Es una construcción muy rígida, muy organizada y apuntalada por dos mil años de esfuerzos para mantenerla fuerte, pero se engañan los que creen que los cristianos de a pie tienen algún poder de decisión en ella, o responsabilidad en las decisiones o discursos de, qué se yo, el papa, los cardenales o los obispos. Aunque todos los creyentes se fugaran en masa de las misas y dejaran vacíos los templos, la estructura eclesial jerárquica no desaparecería, al menos de momento. No hasta que dejaran de ordenarse sacerdotes, cosa bastante difícil...porque entre millones y millones de personas ¿Quién podría impedir que algunos sintieran la "vocación" o el deseo de volverse sacerdotes? El espíritu es, realmente, misterioso, y, como dicen los cristianos, "sopla donde quiere y cuando quiere".

Muchos cristianos dicen "No, la Iglesia somos todos". Pero esa no es la exacta verdad. Es decir, es cierto que todos los cristianos cuentan a la hora de saber cuán extendida está una religión, pero en realidad, la Iglesia se caracteriza por estar dominada y dirigida por una estricta y férrea jerarquía piramidal, en la cual uno de los requisitos para ordenarse sacerdote, obispo o cardenal es jurar obediencia al superior de turno. ¡Obediencia, incluso si lo que se te pide va en contra de tus ideas! Así que el primer pilar de la estructura o arquitectura eclesial es la jerarquía piramidal; y el segundo la obediencia a los superiores. Sin estas dos cosas todo el tinglado se desmoronaría. Estos dos elementos son como los hierros y el cemento con los que se ha construido el "templo" eclesial. Y poca gente, de entre sus creyentes y "usuarios", piensa verdaderamente en las implicaciones de ambos elementos. Acuden al templo porque encuentran en él las imágenes y los ecos de una doctrina que les gusta o les ayuda. Porque, por dentro de ese armazón estructural, hay imágenes de la bondad y la compasión de Jesús, de María (una madre amorosa) o de otros "santos" famosos por su caridad hacia los demás (etimológicamente y en origen, caridad significaba "amor") Así que la gente se siente atraída por eso (pues la huella de Jesucristo es ancha y profunda, y también la necesidad de sentir internamente el amparo de una "verdadera madre") y se meten en el "templo" sin preguntarse con qué fuerzas se hizo -y se sostiene- su estructura de poder. O se dicen que eso no importa, que lo que importa es encontrarse, dentro del templo, con la huella de Cristo, y que con Cristo basta.

Incluso aunque se considere a la Iglesia como una secta, no es de cajón perseguir a las víctimas de una secta. En teoría, a los que están dentro de las sectas hay que ayudarles, (si es que se dejan) o en todo caso dejarles estar y que sigan su camino. No perseguirlos, ni mucho menos masacrarlos. Sólo en caso de infringir delitos deberían ser llevados a juicio.

La realidad cristiana, y concretamente la eclesial, es demasiado compleja como para resumirla en resentimiento y odio generalizado hacia los creyentes, o incluso hacia los religiosos que ocupan el escalón más bajo de la estructura. Además, es precisamente en este nivel de la pirámide donde se ven más algunos casos de personas entregadas verdaderamente a la ayuda de los demás. De acuerdo, no es algo generalizado, pero los hay. Por eso, a mí me produce tristeza pensar en esta "manía", en esta burla constante que se hace de lo cristiano, e incluso en este desprecio generalizado de las religiones organizadas. Y no porque no comparta la mayoría de los argumentos esgrimidos por escépticos, críticos, o incluso creyentes que no abogan por la religión estructurada, sino por una espiritualidad libre (grupo entre el cual me cuento). Sino porque los respionsables de la mayoría de atropellos son "los de arriba", o sea, el equivalente a los jefes de la secta.

Además, conozco demasiado bien lo que es estar dentro del "templo" eclesial de manera ingenua, incauta y bienintencionada, porque yo misma estuve en esa situación cuando era niña y adolescente. Y me veo a mí misma, mirándome en las imágenes de mi propio pasado, y me entra un escalofrío al imaginar una persecución masiva, un odio agresor capaz de volver a suscitar que los anti eclesiales entren en las iglesias para destruirlas y atacar a sus ocupantes. Porque entonces me imagino a mi niña sufriendo eso, y no puedo dejar de ver que muchas otras personas son hoy así, como yo lo era. Niños inclusive. No puedo aceptar mi infancia sin aceptar a los cristianos "eclesiales", porque no son diferentes de lo que yo era, y sé, de buena tinta, que yo no era "mala". En todo caso, bastante ingenua... y demasiado sumisa.

Por lo tanto, enfoquemos bien el asunto: la lucha ideológica requiere disolver la falsedad de ciertas ideas. Es en el campo intelectual en el que se puede trabajar para que, generación a generación, menos personas adopten determinados puntos de vista y la libertad ideológica y personal crezca. Mientras tanto, no es de recibo alentar el odio hacia colectivos humanos, todo porque sus ideas no nos gustan, siempre y cuando no nos agredan o estén cometiendo un delito.

¿La "culpa" es de las religiones?

(Arriba: "El legado" de Cristophe Vacher)

De un tiempo a esta parte, no sé si porque estoy más sensible, o porque realmente abundan más, no paro de ver mensajes, consignas y artículos culpando a las religiones (especialmente a la cristiana, tal vez por ser próxima) de todos los males que padece la sociedad. Se acusa a las religiones de fomentar un espíritu sumiso y de encefalograma plano, de inducir a la intolerancia, el machismo, etc.
Esto me produce asombro, porque es muy fácil ver que los países donde se impuso el ateísmo (comunismo, por ejemplo) no están exentos de todos estos vicios. Es más, si miramos por ejemplo a China, con el enorme infanticidio femenino, cabe preguntarse: ¿De veras la Iglesia es la causante del machismo?¿Lo es cualquier religión? ¿Por qué están tan mal las mujeres en China...?

La verdad es muy simple: las religiones, todas ellas, surgen de algún fundador, el cual a su vez surge de una sociedad. Como seres humanos que son, los fundadores de religiones no escapan a las limitaciones y condicionamientos culturales propios de su tiempo y grupo social/cultural. Y esto es así por muy super hombres que fueran, y eso considerando que lo fueran, cosa que los ateos no creen. Así que, yo les diría a los ateos que tan furibundamente atacan a las religiones como si fueran la "raíz" del mal: ¿De veras creéis que los fundadores de las religiones son hombres como los demás? ¿No será que creéis, secretamente, que no son humanos o que son super hombres? ¡A ver si vais a ser más creyentes que nadie! Porque si creéis que son hombres, es fácil ver que la religión por ellos fundada es una creación humana, y por lo tanto un fruto de su tiempo y de su sociedad. ¿A qué extrañarse tanto, entonces, de que la religión acoja muchos de los mismos errores que existen en esa sociedad? Sólo creyendo que la religión "debería" ser algo divino, es posible exigirle una perfección y pureza impolutas, y enfadarse con tremenda rabia cuando se descubre que no es así. Uno se siente estafado (e indignado) sólo cuando previamente creyó lo contrario.

Yo no creo que las religiones sean divinas, ni obra de Dios. Lo siento, soy creyente, creo en Dios, pero no en las religiones como "su obra directa y perfecta". Las religiones son obras de hombres que, eso sí, intentaban estar más conectados con Dios, y ayudar a otros a vivir lo mismo. El significado etimológico de religión es "re-ligar", y se refiere precisamente a esto: al deseo de re-ligar al ser humano con Dios. Esto alude al hecho de que las religiones surgieron de la percepción de que se necesitaba volver a unir al hombre con lo sagrado, pues esta conexión o fluidez comunicativa se había perdido. No es casual que prácticamente todos los fundadores de religiones fueran hombres visionarios y "oyentes", capaces de "percibir" señales desde el "Otro lado", mensajes dados por seres espirituales, ángeles, divinidades, etc. Hay que leer sus biografías para comprenderles y entender mejor el origen de las religiones fundadas por elloos.

Pero no se puede olvidar que eran seres humanos quienes "oían" o "veían", y por lo tanto traducían la experiencia pasándola por el filtro de su personalidad, de su cultura y de -al menos- parte de sus creencias previas. Muchas personas que rabian contra la religión se quejan, por ejemplo, de que todos los fundadores fueron hombres, y acusan a la religión de ser machista por esa razón. Pero en realidad, es lógico que sólo haya habido fundadores reconocidos masculinos en sociedades donde la mujer era un cero a la izquierda. Aunque hubiera habido una mujer "conectada" capaz de fundar algo (que seguro que las hubo), la hubieran matado, o ridiculizado.

Adonde quiero ir a parar es al hecho de que el machismo, así como otros vicios (intolerancia a la diferencia, fanatismo, cerrazçón, conservadurismo) no son creaciones de las religiones, sino de las sociedades que, a su vez, crearon a las religiones. No sé si ve claro lo que quiero decir, pero para mí es obvio dónde está la "raíz" del mal, y no es el la religión, sino en la manera de pensar y organizarse de las sociedades que, por alguna razón (y probablemente, más por inercias inconscientes que por ideologías en principio bien elaboradas), degeneraron en todas esas cosas. Lo que sucede es que la religión, al acoger y ensalzar (dando volumen e intensidad) parte de esta ideología social, ha contribuído (y contribuye) a perpetuarla. Es como hacer un monumento de piedra que preserva una idea, o un concepto: éste durará más en la mente de los hombres, solo por el hecho de haber construído algo tan perenne, capaz de sobrevivir a las generaciones. En este sentido, las religiones sí son responsables de la "duración" de ciertas ideas, pero sólo si no se reforman ni transforman (cosa que, en algunos casos, sí se ha producido. Por ejemplo, del deseo de reformar y mejorar surgen múltiples variantes del cristianismo, y hoy en día, en algunas hasta se ordenan sacerdotisas mujeres, aunque esto es una minoría)

Así que el problema de las religiones, para mí, es otro, y empieza por el hecho de que éstas, como cualquier otra institución humana, recogen estos "males" de su sociedad y no siempre saben rectificarlos. A veces lo han intentado, con mayor o menor fortuna, como en el caso de Jesucristo, quien quiso luchar contra el machismo de su tiempo e incluyó mujeres entre sus discípulas y confidentes, para escándalo de sus colegas hombres. La leyenda cristiana otorga a las mujeres un rol prioritario, especialmente en la etapa post-mortem de Jesús, ya que fueron mujeres las únicas que acudieron a la tumba a embalsamar su cuerpo; las únicas que descubrieron que el cuerpo no estaba; y las primeras a las que éste se "apareció". ¡Todo un honor!. Al margen de que uno se crea esta leyenda o no, lo que importa es lo que significa, y está claro que el cristianismo primordial era mucho más revolucionario que "la construcción" jerárquica, imperial, machista y acartonada en la que se convirtió después.

Así que uno se podría preguntar, incluso, hasta qué punto llega el poder transformador y revolucionario de un hombre con visión espiritual y con verdadera intención de modificar las injusticias sociales. A mí me da la sensación de que, por más sagrado, santo o "dios" que sea un fundador, su potencia transformadora se puede estrellar contra la masa colectiva de millones de personas que piensan lo contrario, con lo cual, aunque muchas personas sí vivan cambios profundos gracias a su mensaje, éste se ve invariablemente manipulado, desviado, oscurecido o empequeñecido. Somos como somos, y el poder de uno solo llega hasta donde llega. No es posible olvidar el poder de millones, así es la cosa, y de ahí que los posibles cambios se gesten siempre muy lentamente...Yo siempre les digo a los que creen que el mundo está cambiando "rápidamente" para bien, que no sólo se fijen en los círculos de seres humanos privilegiados que "trabajan la nueva espiritualidad" en nuestra sociedad. También hay que mirar al resto del mundo, y eso nos dará una idea de cuánto puede tardar un cambio, si es que llega a producirse.

El hecho de que sean las sociedades el nido donde se cuecen los errores y vicios humanos, y no tal religión o tal otra, explica porqué cosas como el machismo existen en prácticamente todas las culturas del mundo (si exceptuamos algunas tribus indígenas o culturas minoritarias, que, por cierto, no son ateas), inclusive en estados que se declaran ateos. También explica que tantas religiones (casi todas) releguen a la mujer a un segundo plano, sin importar si son orientales, occidentales, del norte o del sur. Y ojo, porque hay muchos modos de relegar a la mujer o empequeñecerla, y algunos no son evidentes. Reglamentar de manera rígida qué es lo que "tiene" que hacer una mujer o qué es lo que no, ya es un modo de recortar sus potenciales y oprimirla. La mayor parte de las sociedades han hecho esto, convirtiéndose en estructuras asfixiantes para sus miembros (a menudo, inclusive para los varones)

Así que el problema del "mal", para ser comprendido, ha de ser enfocado con ayuda de la antropología. Porque observando qué clase de estructuras sociales surgen en diferentes tribus o comunidades, y los vicios y virtudes de las mismas, es más fácil deducir qué costumbres, qué inercias o qué pensamientos y creencias de base originan los problemas posteriores. No hay sociedades 100% perfectas, pero el estudio comparativo de las mismas arroja luz sobre algunos problemas que a nosotros nos parecen irresolubles. En el caso de las religiones, queda más que claro que ser creyente no causa "el mal". Sólo si crees en según qué. Y, en todo caso, esa creencia surge de tu sociedad, con lo cual...

domingo, 16 de junio de 2013

Aberraciones surgidas al extrapolar la ciencia a la espiritualidad.

                    
                                                (Arriba, pintura de Stephanie Frossad)

Para matizar mejor lo dicho en la anterior entrada, volveré a decir que no es que no crea en absoluto en una evolución posible, sino que no me parece que pueda extrapolarse tan alegre y resumidamente el concepto evolutivo científico a la espiritualidad. Las extrapolaciones, sobretodo sin son precipitadas y excesivamente resumidas, siempre conducen a errores. Como el error que algunas personas del mundillo espiritual hacen al comparar ciertas premisas de la física cuántica con nuestras posibilidades "energéticas" como seres humanos. Así, la típica frase de que "el observador afecta o cambia la realidad", se debe interpretar con mucho cuidado, pues en origen se hizo para hablar de fenómenos descritos por la física cuántica que, aunque "funcionan" (y son comprobables) a un nivel subatómico, no son verdaderos (ni se cumplen) para cuerpos enormes compuestos de millones de moléculas como el nuestro.

Tal vez "mirar o no mirar" a una partícula hace que ésta esté o no esté en una caja cerrada, pero esto no se cumple con una persona. Si tú no la miras, no va a dejar de "estar" ahí. Sencillamente, no la verás, pero ¡vaya si va a estar! Lo sé de buena tinta, por la cantidad de veces que he sido ignorada por unas personas, pero saludada o reconocida por otras. ¿O acaso he de pensar que existo y no existo a la vez? Bien, por descabellada que parezca esta posibilidad, hay personas que verdaderamente se lo creen. Así me lo dijo una vez una mujer, para mi pasmo: "Tú eres un personaje de la película que yo me creo, de la realidad que yo genero". Me quedé boquiabierta, sin saber qué decir. La buena mujer (porque realmente era muy maja, la verdad) se había empachado de lecturas -hum- espirituales de última moda, y de verdad creía que yo era "relativa" a "su película" del mundo.

No sé si a causa de circunstancias x, o de que realmente yo no existía "del todo" para ella, salvo relativamente y dependiendo del argumento que quisiera imprimir a su película, nuestra relación se esfumó sin ruido, diluída en nuestras vorágines, y nunca más he vuelto a saber de ella (aunque lo he intentado). Pero nunca olvidaré aquella frase, dicha con tanta contundencia y fé. Fue una ocasión reveladora para mí, en la que comprendí cuán fácil era, para el buscador espiritual promedio, extraviarse o perderse con las extrapolaciones científicas. Lo cual explica, por otra parte, la facilidad con la cual muchas personas de éstas dan la espalda a las realidades "negativas" de un mundo que ellos "no proyectan" (Por el amor de Dios, ¡no es "su" película! y por lo tanto no es bueno prestarle atención!) Y también explica la fé que tienen, tantas personas en que ya casi lo hemos logrado como humanidad: en breve daremos el "salto cuántico" y ¡patapam!, todos en éxtasis viviendo en la Nueva Era.

La realidad, sin embargo, es tozuda como una mula, y refuta sin cesar ese principio según el cual "aquello a lo que no prestas atención, desaparece de tu vida". Se pueden encontrar en la historia, por ejemplo, los casos de pueblos indígenas que no prestaban atención ninguna a, por ejemplo, las naves de Colón y el Imperio Español. Vamos, es que ni siquiera sabían de su existencia, ¿cómo iban a proyectar entonces la venida de algo impensado, nada menos que para conquistarlos y en muchos casos hasta exterminarlos? Voy a ser más dura aún y meto el dedo en la llaga al recordar que, incluso, para algunos de estos indígenas, existía un mito o leyenda que hablaba del "retorno" de un dios de tez blanca y barbas, que vendría "otra vez" a ver a su gente, y que por esa razón acogieron tan bien a los españoles. Los tomaron por dioses benefactores. Proyectaron "que eran buenos". No malpensaron en absoluto. No "miraron" la negra faceta ansiosa y codiciosa de aquellos blancos barbudos. Ni se la podían imaginar, vamos. No entendían la fiebre del oro, ni nada. Y sin embargo, mira lo que les pasó: la realidad -contemplada, o no; proyectada mentalmente, o no- les aplastó, cayéndoles encima como una maza implacable.

(El "aura" de divinidad o santidad que parecía emanar de los españoles era solo un espejismo...No todo lo que brilla es santo)

En fin, que nuestra mirada al otro le afecta, sí, pero no de la manera en que se suele decir, cuando alguien está extrapolando los principios de la mecánica cuántica a la vida humana. Realmente, si miras "mal" a alguien, lo vas a afectar y a empeorar todo, porque probablemente se cabree, pero mirarle "bien" no es garantía de nada. Como estrategia, a veces sale bien, pero a veces es como ponerse tierno para que el león te coma con más facilidad. ¿Quién sabe? Sabe sólo quien conoce, no el que se cree que conoce, y las consecuencias de un acto son las que demuestran si había conocimiento real, o no. La realidad es como es, independientemente de cómo la pensemos. Al menos en el nivel multi-celular de grandes y pesados seres materiales que viven el tiempo lineal. ¿Que existe una dimensión de la vida diferente, etérea, mental,  no sujeta a estas limitaciones, como por ejemplo la onírica...? Ok, pero no confundamos churras con merinas. Si uno quiere cuidar su cuerpo, en principio deberá tener en cuenta las leyes físicas y conocer, cuanto más mejor, su medio, o su entorno (biológico, geológico, botánico, animal y social) De ello depende la supervivencia de esto tan precioso que tenemos que es el cuerpo, y la vida corporal. Para la "otra vida" valen otras leyes, tal vez, pero ésas hay que observarlas en su justa medida y para los justos asuntos.

En el caso de la evolución, parece bastante probado (y probable) que el ser humano surgió tras x proceso evolutivo (aunque a los científicos aún les faltan piezas) Pero extrapolar esta muy probable verdad al ámbito espiritual, y deducir cosas como que "evolucionamos espiritualmente a mejores personas" es mucho decir. Es, como mínimo, saltarse varios pasos y mezclar unos argumentos con otros, incluyendo falsos supuestos. Es, en suma, un "pastel" que yo, personalmente, encuentro indigesto.

Un falso supuesto es, para empezar, decir que la humanidad "evoluciona", entendiendo por evolución un cambio lineal y sostenido. Si así fuera, no coexistirían en un mismo tiempo planetario (ahora) sociedades con diferentes valores, o incluso con modos tan diferentes de vida como las sociedades tecnológicas y las ágrafas (no escriben ni leen) o las que no usan (ni conocían hasta hace poco) la rueda. Pero coexisten, lo cual demuestra que este "cambio sostenido" no es "lo natural" del ser humano, sino sólo el camino tomado por algunas sociedades, no por todas. Salvo que digamos que las sociedades tribales de la Amazonia, por ejemplo, no son "naturales". O, peor aún, no del todo humanas. Este último fue el argumento, por cierto, esgrimido por "civilizaciones conquistadoras" para masacrar o intentar eliminar de las tierras ocupadas a los "poco humanos" indígenas que las poblaban, por ejemplo los aborígenes de Australia. Tan "primitivos" ellos que, ¡horror, no habían evolucionado...! ¿Os dais cuenta a qué extremos perversos conduce mezclar conceptos científicos con ideología social, humanista o incluso espiritual? El genocidio está servido cuando se plantean estos pastiches mentales.

                                   
Otro falso supuesto es, por lo tanto, que la evolución es "a mejor". Partiendo de la hipótesis de que lo natural del ser humano es evolucionar, y que esto solo puede llevarnos a una mejora de la, hum, raza, se verán como antinaturales y siempre "peores" a los que no cumplan estos requisitos evolutivos, como por ejemplo las sociedades cuyo modo de vida no haya cambiado en siglos o incluso milenios. Y una vez que se interioriza la idea de que unas sociedades son espiritual, moral o humanamente "peores" que otras, no existe casi ningún paso hacia su ataque e intento de dominación y/o exterminio. Cuesta poco utilizar, dominar, someter y hacer sufrir al que "casi no es humano". Por eso, a mí se me ponen los pelos como escarpias cada vez que leo afirmaciones similares, vengan de quien vengan. (Por cierto, últimamente se está difundiendo una última variedad de esta "alterización" del otro para cosificarlo y convertirlo en "objetivo del que defenderse" a raíz de las teorías de diversos difusores de "material espiritual canalizado", que afirman, con múltiples y elaborados razonamientos, que existen muchos individuos entre nosotros que no son del todo humanos, sino algo así como máquinas "sin alma" manejadas por los poderes oscuros. Esta idea, que yo considero otra aberración resultante de mezclar churras con merinas, merecería un análisis más amplio, pero la menciono aquí porque su raíz es cientifista - que no cientifica- fruto de extrapolaciones varias)

Otro falso supuesto resultante del mito evolutivo dice que las sociedades tecnológicas son moral o espiritualmente mejores que las "primitivas". Cuando, en realidad, basta con repasar la historia del siglo XX para comprender que inventar cosas no nos hace mejores, aunque sí más eficaces para según qué, como por ejemplo matar al vecino. Y si no, mirad a Hiroshima y Nagasaki. Ahora bien, aún me acuerdo de aquel librito medio naif y medio "como para niños" ("Ami y las estrellas") en el que se aseguraba y recontra aseguraba que cualquier civilización que hubiera creado platillos volantes sería ¡sin duda! espiritualmente más "avanzada" que la nuestra, ya que (oh, gran argumento) para crear cosas así y no haber sido destruidos, esos seres tuvieron que haber trascendido mucho, y haber llegado a ser la ostia de buenos, tolerantes y tal. Y yo, lo siento, en este punto estoy más cerca de Stephen Hawking cuando dijo, no hace mucho, que en caso de existir civilizaciones extraterrestres tan avanzadas como para crear naves espaciales capaces de venir hasta nuestro planeta, tal vez sería mejor para nosotros no estar en su punto de mira, porque, dada la cantidad de recursos y materias primas que -seguramente- requiere una sola nave de esas para ser construida y alimentada, no habría que descartar la posibilidad de que quisieran, ejem, tomar algunas cosillas "prestadas" de nuestro planeta, tan único y tan precioso él. Y ya se sabe lo molestos que pueden ser los habitantes de un lugar llenito de recursos naturales que se desean obtener.

Bien, yo no creo que los extraterrestres, en caso de existir y de mostrarse algún día por aquí a cuerpo presente (quiero decir, cuerpo material) tengan que ser "malos" de por sí, desde luego, pero tampoco voy a ser tan ilusa de pensar que han de ser todos bondad, amor y luz, sólo porque sean tecnológicamente muy superiores. Eso mismo fue lo que pensaron los nativos de las islas americanas al ver las naves de Colón y ya ves. Y además, no me gusta ninguna de las "grandes civilizaciones" que han surgido en la humanidad (Inclusive la egipcia, sobre la cual, por cierto, hasta el mismo Anubis tiene mucho que decir). Prefiero a muchos de los indigenas que a ninguno de los Imperios (y TODAS las civilizaciones han sido imperiales, antes o después) Porque un Imperio se sustenta, básicamente, en crecer anexionándose lo ajeno, y su tamaño pasa a ser anómalo y aberrante como un cáncer, y molesto como una plaga para los vecinos. Prefiero los tamaños "naturales". Los tamaños de sociedades sostenibles, el equilibrio y no las plagas. Así que el "modelo Imperial" no me vale, y cuando leo a tantos "espirituales" relacionan a los et´s con sus naves y la creación o "Siembra" de civilizaciones en la Tierra, me digo: ¡Que se metan sus imperios por donde les quepa, que mira adónde nos han conducido! ¡Razón de más para mantenerse prudentemente alejada de esa "gente", si acaso les diera por volver de visita! Fijo que nos la iban a meter doblada otra vez.

De hecho, según mis guías, una aparición masiva de seres resplandecientes al bordo de naves espaciales ultra sofisticadas, sería el modo perfecto de "impresionar" a la psique humana corriente (tan impresionable y voluble, ella) y someterla, haciéndola asumir de inmediato que "los de fuera" son como dioses, o casi, y que es bueno dejar en sus manos el gobierno de nuestros problemas. Sería demasiado fácil caer en la tentación de suplicar: "Salvadnos de nosotros mismos, ya que vamos a la deriva como especie". Pero qué peligro, porque no creo que tengamos ahora un discernimiento interno tan avanzado como para distinguir al "alien civilizado" altruista del egoísta. Somos como gentes perdidas en el desierto que se mueren de sed, y que fácilmente pueden beber, por desesperación, aguas envenenadas. Realmente , yo al menos prefiero no verme en ese dilema.

"¿Sabes por qué no nos aparecemos a tí con efectos especiales, nitidez y esplendor?- me preguntaros los Guías una vez, ante mis súplicas para "verlos" o sentirlos mejor- Podriamos hacerlo, pero no queremos, porque la impresión psíquica que vivirías sería tan intensa, que quedarías sometida a nuestra voluntad. Serías una marioneta en nuestras manos. Y no deseamos eso. Queremos que crezcas a tu ritmo. Cuando alcances nuestro "nivel", entonces tal vez nos veas. Antes, será mejor para tí que no, y no intentar tampoco "forzar" el "ver". Por eso, desconfía de las apariciones espectaculares o los grandes efectos especiales reportados en según donde, porque no siempre son buenos. Pueden ser un instrumento muy eficaz de dominación psíquica". Ni que decir tiene que esto me dio mucho qué pensar. Por eso me encojo de hombros cada vez que alguien me habla de los efectos especiales vividos en tal o cual cursillo, taller o experiencia meditativa, o cuando oigo decir a alguien cosas como "se movió una energía muy potente", como significando que el curso, taller o experiencia fue "bueno" solo por esa razón. También la bomba atómica es potente, me digo, y no por ello es mejor ese "tránsito" que una muerte dulce en la cama. O también era contundente Hitler cuando gritaba, o la energía colectiva de un estadio de futbol cuando se marca un gol, y ya ves. La contundencia no dice nada, pero es que nada, acerca de la calidad moral o espiritual de algo o alguien. Sólo es un rasgo físico más a tener en cuenta.


Otras veces, los ángeles en concreto me han dado un argumento similar para explicar la fugacidad de sus "presencias". Yo querría notarlos "siempre, muy cerca", pero ellos vienen y se van y me dicen que es por esa razón: Sentir la intensidad de su energía siempre es una enorme influencia, y mi mente quedaría totalmente identificada, confundida con su energía (como, de hecho, me sucede cuando "se acercan" mucho y operan en mi campo inmediato de energía, que de repente lo veo todo diferente, como desde su perspectiva, y absorbo su intención, su querer, su impulso) Y ellos no quieren eso: quieren que "yo" sea "yo" en la medida de lo posible, porque a fin de cuentas tiene un sentido vivir el "yo". ¡Para eso hemos nacido, vaya! Por lo tanto, caso de haber et´s "buenos" y tecnológicamente avanzados, no creo que se vayan a mostrar de manera despatarrante, con efectos especiales mega deslumbrantes...

Me he ido de un tema a otro, ¡es suficiente! Hay un asunto sobre cierta "evolución" en la que sí creo que me apetece compartir. Tiene que ver con nuestro cerebro (carnal), pero ya lo dejo para otro dia...


sábado, 15 de junio de 2013

El mito de la Evolución

(Arriba, "Fallen Angels" de Todd Lockwood)

Uno de los mitos hoy en día más arraigados entre los buscadores espirituales es el de la evolución, a saber, que todo cuanto vivimos nos conduce de manera inexorable a un estado espiritual mejor y más elevado, por fuerza, que el anterior, y que el futuro de la humanidad, por lo tanto, no puede sino culminar en una especie de estallido de dicha, un éxtasis compartido, una multitudinaria ascensión...

Lo primero que a un buscador espiritual de hoy le cuesta siquiera imaginarse es que el concepto de "evolución" es muy moderno (un siglo o dos, máximo). De hecho, algunos postulan que, en realidad, los "espirituales" lo tomaron de la biología (Darwin, etc) Cuando, en su día, la ciencia moderna impuso el dogma evolutivo, la idea fue tan rompedora y se puso tan de moda, que influiría a toda clase de pensadores, incluídas las personas que terminaron siendo los gurús espirituales de su época. Estas actuarían sin mala fe, simplemente como los gurús contemporáneos que, influídos e impactados por las ideas de la física cuántica, extrapolan sus principios a la vida espiritual y a la energía de las personas.

Yo no tengo ni idea de si esta tesis es cierta, porque ha habido mucho de "canalizado" entre las personas que han puesto los pilares de las creencias espirituales más modernas, y no sé si estas canalizaciones fueron realmente contaminadas por ideas previamente escuchadas (el impacto de Darwin fue enorme), o si realmente hubo, hum, llamémosle "entidades" espirituales sugiriendo la adopción de esta creencia (=que todo evoluciona inexorablemente hacia su perfección) a los humanos que les escuchaban.

En todo caso, es hora de recordar que, antes de esta época moderna, tal concepto ni se pasaba por las mientes a los "creyentes". Ni a los adscritos a religiones organizadas (budismo, judaísmo, cristianismo, islam, etc) ni a los que, como los chamanes indígenas, pertenecían a sociedades donde las creencias se construían más "personalmente" y se reelaboraban más a menudo, según la información que los chamanes extrajeran de sus últimas experiencias visionarias. Existe algún concepto parecido a la evolucion espiritual en el judaísmo y en el cristianismo, según el cual un día viviremos una era de esplendor o realización de la humanidad, pero ninguna de ambas religiones habla de "evolución" como de un proceso más o menos lineal que lleva a una culminación. Los judíos relacionan la futura era dorada con el advenimiento de la era mesiánica, y los cristianos con la segunda venida de Cristo, y en ambos casos este "advenimiento" no depende tanto de un "perfeccionamiento" lineal y sostenido de la humanidad, sino de los misteriosos e inescrutables designios de Lo Alto.

Es más, para los cristianos, este advenimiento tiene lugar con una condición previa: ha de haber un Fin del mundo horroroso, un apocalipsis lleno de oscuridad, tragedias y toda clase de males y sufrimientos, porque implicará, este armaggedon, una gran destrucción (Angeles Destructores a tutiplén) y además la "liberación" de las potencias malignas, que dominarán la tierra completamente y a su antojo. Con lo cual está claro que no estamos hablando de unas creencias evolucionistas, o por lo menos no de manera lineal. Sencillamente, Dios permite lo que permite vete tú a saber por qué, y cuando llegue el momento (que nadie sabe cuándo será), llegará la Jerusalén Celestial y todo se transformará, etcétera.

Conste que no comparto todos los puntos antes citados, pero los comento porque creo que es interesante saber de dónde vienen nuestras creencias, para intuir adónde van. Conocer la historia de nuestros mitos, o incluso su arqueología, es útil porque nos confiere sentido común, humildad, conocimiento de nuestra justa verdad y, en definitiva, sensatez. O al menos yo lo veo así.

Dicho lo dicho, y habiendo roto la ilusión o espejismo de que el concepto de evolución es algo "natural", lógico o innato en la espiritualidad del ser humano, no me parece tan imposible imaginar que la ruptura entre las creencias más extendidas antiguamente (no evolutivas), y las que hoy están más de moda (excepto para los millones de personas que siguen profesando las religiones más viejas) se haya debido a una influencia (involuntaria, seguramente) de parte de las ideas científicas. Ahora bien, incluso si observamos en qué quedan estas ideas científicas cuando nos referimos a UNA especie en particular (como lo es la humana, una simple especie), veremos que:

1- Existen especies que, como las de los dinosaurios, terminaron su vida más o menos abruptamente, y más o menos "con un franco deterioro", sin que su final, más o menos generalizado y más o menos rápido, les condujera a...hum...algo así como un "alto nivel espiritual". (Broma: ¿Alguien tiene como Guía Espiritual a un triceratops? ¿A un tiranosaurus Rex? ¿A un diplodocus?. Ya sin bromas: la percepción que, en mis trances visionarios, he tenido de estos "espíritus", es que no todos trascendieron demasiado, ni les "encantó" su final. Pero ése es otro tema...)

2- Ya sin hablar de especies extintas de animales no humanos que no parece que "ascendieran", podemos ver (la historia nos explica) que hubo especies humanas que, según parece, se extinguieron de manera abrupta (como los neandertales) sin que sepamos si ascendieron o no. En fin, habría mucho que hablar acerca de lo que es o implica la "ascensión" posible (menudo tema, ése), pero en todo caso la pregunta es: si la evolución conduce a las especies hacia su perfección espiritual, ¿qué pasó con las especies humanas extintas? Por lo visto, fueron arrinconadas por otras más agresivas. Pongamos que el neandertal fuera una especie de "pacifista"...Entonces, si la evolución es tal y como aseguran que es los gurús de la espiritualidad evolucionista, ¿no hubiera debido permanecer el pacifismo en la humanidad, como un logro alcanzado que desde entonces afectara al resto? ¿O a qué llamamos humanidad? ¿Qué somos, en realidad...? Ni siquiera los científicos tienen claro todo el proceso evolutivo, cómo llegamos a ser lo que somos. Les faltan piezas.

3- Mirando a otros pueblos humanos de la misma especie que nosotros, ACTUALES, vemos cómo son masacrados en todas partes del planeta los indígenas, sin importar cuán avanzados estén espiritualmente. Es más: los que se están quedando con toda la Tierra y con todo el poder, no son precisamente los "mejores". ¿No choca ésto con la idea evolucionista de que vamos a mejor, y de que los logros espirituales de unos son asumidos ya por el resto, y así la humanidad mejora sin cesar?

4- Viendo esto, yo saco mi conclusión: No hay tal cosa como una evolución global y lineal que necesariamente termine en "lo mejor" y catapulte a los humanos al estrellato, y lo digo con segundas (ascender a las estrellas, por ejemplo) Pienso que esta idea sólo puede surgir de mentes que viven actualmente en una parte del mundo privilegiada, que todavía no ha experimentado el exterminio, el sadismo y la crueldad por parte de quienes se están merendando el planeta a velocidad de plaga. Es decir: a mi entender el mito de la evolución es un producto no sólo moderno, sino típico de: 1, Occidente; 2, clases medias altas con poco que perder y poco sufrimiento a sus espaldas; 3, gente que no es consciente, aún, de en qué fase planetaria y humana nos encontramos.

No soy la única que lo ve así, pero en mí hay una rareza: la mayor parte de las personas que opinan que la evolución "espiritualmente a mejor" es un mito, son ateas, agnósticas y, yendo al otro extremo, creen en alguna de las religiones más extendidas (por ejemplo, las ramas cristianas que directamente niegan la teoría de la evolución de Darwin) En cuanto a las personas "creyentes" de mi tipo, o sea, individuos que tienen su propia búsqueda y experiencias y no se casan, en principio, con ninguna de las religiones organizadas, la mayoría sí creen en la evolución. Así que, a veces, me siento bastante "bicho raro" por no comulgar con este dogma espiritual moderno, pero qué le haremos, he de ser fiel a mi verdad.

En cuanto a mis Guías...Bueno, ellos fueron los culpables de mi des-creencia evolutiva. Anubis fue el primero que se carcajeó de la palabra "evolución" cuando yo la dije (repitiendo inocentemente los conceptos leídos en algún libro de moda) Aún recuerdo el impacto de su risa: "¿Evolución? Alma de Dios, ¿no ves cómo está el mundo? ¿De qué evolución me hablas? ¡Habéis vivido tiempos mucho mejores, créeme! Estais espiritualmente mucho peor que muchos pueblos humanos antiguos. En todo caso, habéis in-volucionado. Estáis caídos, ni más ni menos. Caídos, amnésicos, enfermos y perdidos". Quise protestar y entonces vinieron las charlas, las explicaciones...Pero los que cortaron por lo sano todas mis dudas y mis "peros" fueron los ángeles. Ellos, con su majestuosa parquedad, me rompieron todos los esquemas al decirme: "Si existiera esa evolución espiritual de la que hablas, no podrías seguir eligiendo tomar unos caminos espirituales u otros. Pero no es así. Puedes, en cada momento, tomar senderos distintos, e incluso desdecirte de lo que prometiste realizar tiempo atrás. Existe la libertad interior, y por lo tanto, no existe una evolución "a mejor" inexorable. El "mal" no existiría, si esa evolución fuera real. Hace mucho que habría sido eliminado de la faz de la tierra, porque todos los seres humanos han vivido al menos algunos momentos de bondad y de sabiduría en los que han elegido hacer el bien..."

La libertad. Claro. Por eso los ángeles me venían a preguntar una y otra vez si seguía queriendo tomar los mismos caminos y, cíclicamente, vuelven otros Guías a preguntarme lo mismo. A pedirme que confirme mis elecciones, o las rebata. A pedirme que revise mi hoja de ruta y tome o deje algunas actitudes, algunos caminos. Se suceden las encrucijadas sin cesar, tanto que, al principio, me chocaba ésto y no lo entendía. Les preguntaba: "Pero ¿por qué volvéis a preguntarme lo mismo, si ya dije hace x tiempo - días, semanas, meses, años- que quería ir por ese camino?". Respuesta: "Porque el hecho de que hace x tiempo decidieras aquello, no te ata para siempre. En cada momento puedes cambiar, pues sigues siendo libre".

Descubrí, asombrada, que a una parte de mí le asustaba TANTA libertad, y que casi deseaba recibir órdenes que cumplir (Instrucciones espirituales, lo llaman algunos) Todo porque tenía miedo de equivocarme, de elegir erróneamente un camino que me trajera (a mi o a otros) sufrimiento o daño estéril. Descubrí, anonadada, que estamos programados para obedecer, bajo la amenaza de "no ser buenos" (y por lo tanto, rechazados o no amados por parte de nuestros padres, lo cual se extrapola a Dios) Yo quería saber qué tenía que hacer, pero esperaba que "eso" me lo dijeran mis Guías, como si fueran retransmisores de un telegrama divino que dijera: "Tu misión es hacer esto o aquello". Y mi ruptura de esquemas fue total cuando ví que no iba a ser así. Que los ángeles me empujaban a ser libre, (¡libre incluso para cometer lo "incorrecto" o para actuar con malicia, resentimiento, etc!) y que cuando yo, desesperada, les preguntaba: "Pero ¿qué quiere Dios de mí?", deseando cumplir Su voluntad (para ser buena chica y por lo tanto, amada), su respuesta era: "Dios sólo quiere que SEAS en plenitud, que te realices, que seas feliz". "Ok- decía yo- pero ¿cómo se hace eso?" "Eso es lo que debes descubrir por tí misma, y ten paciencia porque lleva su tiempo..."

Cuando finalmente comprendí de QUÉ se trataba el asunto del "camino" o "Vida espiritual" que los ángeles enseñaban, también supe que nunca lo había siquiera iniciado, y que, además, nunca nadie me había enseñado o guiado para andar un camino así. Guiada para volverme NATURAL (tal y como ellos decían) Guiada para SER. Guiada, ¡pero...libre!. "Tú eliges"- empezó a ser su eterna respuesta.

Así que tuve que asumir al error como parte de mi camino, ya que era un posible fruto de mis elecciones, máximo si tenemos en cuenta que partimos de mucha ignorancia. Y sí, desde entonces me he equivocado muchas veces. Algunas, de manera tan estrepitosa y tremenda, que me costaron una "caída" en toda regla. Es decir: he experimentado la falacia del mito evolutivo en carne propia. Puedes rebajarte, recortarte, deteriorarte de mala manera incluso después de haber experimentado etapas sublimes de conexión con lo divino, donde te parecía que de ahí al Paraíso Eterno no había ya distancia, ni tiempo. Que ibas a seguir siendo feliz para siempre. Que todo rularía como la seda desde entonces, que la omnisciencia de esos instantes permanecería para siempre. Pero si hay una ley cósmica que funcione, es la de la oscilación. El cambio. El tránsito. No hay nada asegurado, nunca.

(A la izda., ascensión de Cristo, según Catherine Andrews)

Es decir, sí existe una evolución consistente en la mejora, el ascenso espiritual y el perfeccionamiento, pero ésta no es ni lineal, ni sostenida, ni global (toda la humanidad al unísono). Puedes aprender algo, como quien va a la escuela, y puedes perder ese conocimiento por un golpe en la cabeza, o por dejarlo sin utilizar. También puedes convertirte en una arpía después de haber sido santa, si , por ejemplo, permites que se te acumule el resentimiento por dentro y termine degenerando en un odio soterrado que domine tus elecciones inconscientes. Negar esto es negar nuestra parcela de libertad interior, o afirmarla como válida sólo para unas elecciones y momentos, pero no para todos (lo cual plantea muchos problemas de coherencia) Pero a nuestra mentalidad infantil le resultaría más consolador creer en "la evolución" sin retorno, porque implica adquirir seguridades. La tranquilidad de que, una vez realizada una elección correcta, o habiendo experimentrado algunos seres humanos la "ascensión", la humanidad en general sólo podrá ir a mejor...Al final, me quedo con el eterno consejo que tanto Cristo como los chamanes indígenas de todo el mundo han dado a los demás: "Estad atentos" (=No os durmáis en los laureles. Elegid consciencia frente a inconsciencia) Y perseverad en esa dirección.

En cuanto al futuro próximo de la humanidad, después de esto creo que se entenderá mejor mi opinión, que se resume en: No, no vamos a vivir en breve un "salto evolutivo global" como seres humanos, y mejor no digo lo que opino del 2012 porque la ibamos a liar (No sé si se notó, pero no colgué ni un solo post de celebración , ni sobre el 2012, en mi facebook, ni en mis blogs). En todo caso, me parece que vamos directos a una enorme oscuridad colectiva que será lo más parecido al mítico Apocalipsis, en la cual, eso sí, algunos grupos humanos que SI estén despiertos y sepan lo que se cuece, brillarán como antorchas en las catatumbas, sosteniendo la consciencia y la luz de manera que ésta pueda ser retransimitida, casi como una semilla secreta, a las generaciones venideras. Pero por lo demás, basta con abrir los ojos, mirar al mundo humano de todo el planeta, ¡y no sólo a nuestro grupito de gente afín, por favor!, para ver hacia adónde vamos a corto plazo. Y considero una grave ofensa hacia los destruídos y masacrados por los poderes surgidos del "mundo occidental" seguir afirmando sin sonrojo alguno que "vamos a mejor, y en breve todo cambiará, y los hasta ahora oprimidos volverán a ser dueños de la Tierra", porque es negar lo que está sucediendo. Es negar el mismísimo sufrimiento de la Madre Tierra, ante la masacre dolorosa y cruel de millones de sus hijos inocentes (humanos y no humanos)
                                            (Arriba, ilustración de Mieczyslav Koscielniak)

Ella misma me quitó de la cabeza la idea de un próximo "salto evolutivo" colectivo y lo retrasó muchísimo en mi mente, cuando, un día, me dijo: "Hija mía, te aseguro que no habrá ascensión colectiva hasta que todos y cada uno de estos pequeños espíritus que sufren hayan sido acogidos, consolados y restaurados." Y se referia, en ese momento, a los espíritus de niños asesinados o torturados, que son millones en la tierra. Yo me acababa de encontrar con uno de ellos (una niña raptada, asesinada, descuartizada y enterrada secretamente en una obra de cemento, que vino buscando ayuda en sueños), y la Tierra me dijo esto. Entendí, entonces, que la "ascensión" de la humanidad como ente colectivo iba para largo. Que la visión más realista, tal vez, era la de los budistas que se comprometen en la ayuda incansable hacia los seres que sufren, para liberar a la humanidad del "samsara" o rueda cíclica (y no "evolutiva") de sufrimientos. O la del verdadero cristianismo, cuya única y principal idea es ayudar a los demás y compartir la vida del mejor modo posible, como Jesucristo hizo en su día. Y que, teniendo en cuenta que en muchos países del mundo los niños siguen siendo pasto de sadismo y crueldad generalizadas y casi institucionalizadas, sólo por su sufrimiento sin atender la humanidad quedará lastrada, anclada durante mucho más tiempo en la "rueda del dolor". Porque, además, la moda de la creencia evolutiva cierra los ojos ante estas realidades, las rehúye. Puesto que enseña que "todo sucede por alguna razón" o "todo lo que sucede, está bien", anestesia el natural deseo de ayudar que surge en el interior de los seres con una asumida vocación espiritual. Ya que razonan que, si todo "está bien", no hace falta preocuparse por los millones de inocentes masacrados, pues seguramente sus almas lo estarán superando, o habrán, incluso, ¡evolucionado aún más gracias a su trauma!

Estoy siendo muy dura, lo admito, pero es que tal vez acabo de dejar atrás una encrucijada más, en la que se dirimía si iba a atreverme a decir cómo veía ciertas cosas, o sencillamente miraría hacia otra parte, para no incomodar o molestar a otros.

Así que aunque opino que vamos hacia un Gran Final que, como cualquier otro final de era (caída del Imperio Romano, etcétera), no va a ser la "fiesta" que muchos esperan vivir, en plan "se acabó lo malo, pasemos a otra cosa, mariposa". Y aunque espero que este Final termine con un nuevo inicio, un cambio que rectifique esta "caída" tan estrepitosa, lo veo crudo y muy a largo plazo. De hecho, no puedo sino recordar lo que me dijo Anubis en su día, hace años, cuando se inició la comunicación más fluída con él: "Pero vamos a ver, hija mía. Si yo vuelvo a emerger en la consciencia humana, si yo estoy regresando, ¿por qué crees que es?" Yo respondí: "Pues teniendo en cuenta que eres un Guía de Muertos, una de dos: o estamos muertos, o vamos a morir" Y Anubis, sin decirme nada, me miró con intensidad, casi diría que disfrutando por mi toma de consciencia. Pero luego añadió: "Y sin embargo, ambas opciones son verdad".














martes, 11 de junio de 2013

Anubis, o Cristo en los Infiernos.

(Arriba, pintura de Henry O.Tanner)

Año 2005 ó 2006, si no recuerdo mal. Era la víspera de San Juan, y pintaba bastante fea. No sólo por el calor agobiante que reinaba en el pueblo donde yo vivía en aquel entonces, sino porque tanto a mi compañero de vivienda como a mí, nos había parecido que la energía ambiental estaba enrarecida. Una especie de inquietud nos invadía, y yo me encontraba particularmente mal, con una especie de ansiedad cuyo origen no sabía explicar. 

Más tarde, al anochecer, y debido a los petardos que lanzaron unos chicos del pueblo para celebrar San Juan, se prendió fuego en la ladera de la montaña que había enfrente de nuestra casa. Como la hierba, en aquellas fechas, era lo más parecido a paja reseca, el incendio empezó a avanzar a gran velocidad. Por suerte los bomberos llegaron enseguida y no hubo que lamentar grandes daños, pero ardieron algunos de los árboles que embellecían aquella montaña, y a punto estuvieron de arder hasta algunas casas. Quedó una gran mancha negra en la ladera, y un olor desagradable en el aire.

Para nosotros dos aquello tenía un significado especial, ya que en aquella pequeña montaña habíamos vivido momentos importantes, realizando meditaciones y oraciones juntos, en ocasiones solos, en otras acompañados por otras personas. En nuestra perspectiva del entorno que nos rodeaba, aquella era una montaña sagrada, el lugar más importante del pueblo y un pequeño pilar espiritual de la zona. Así que el hecho de que, después de sentir durante un día entero que algo "malo" rondaba el ambiente, se quemara parte de la montaña, lo interpretamos como una manifestación visible y "externa" de una guerra espiritual invisible que, de algún modo, percibíamos. 

De hecho, si yo intentaba ponerme en "modo chamánico on" y me enfocaba en "escuchar" la energía, lo que oía eran amenazas a insultos del tipo: "Te odiamos. Vamos a acabar contigo, hija de puta" y cosas así. Dado que me encontraba físicamente mal y muy baja de energía, no tenía ánimos para tirar del hilo de aquello, ni tampoco ganas. Aquel era uno de los días en que esa perorata me resultaba especialmente cansina, así que opté por hacer caso omiso de mi malestar, pensando que tal vez desaparecería por sí solo.

Error. Pasé una noche plagada de pesadillas y amanecí peor. ¡Vaya día de San Juan más siniestro! La ansiedad era más fuerte, tanto, que me dolía todo el lado izquierdo del cuerpo y empecé a tener miedo de que me diera un ataque al corazón. Mi compañero de vivienda no se encontraba tan mal como yo, pero tampoco estaba lo que se dice bien, así que decidimos reunir fuerzas y energías y realizar una sesión de "petición de ayuda". 

Básicamente, la cosa consistía en sentarse en el suelo, quedarse en silencio, rezar y ponerse en manos de las presencias espirituales al Servicio del Bien Mayor, pedirles ayuda, dejar un espacio de silencio para que la energía se moviera en esa dirección, y ya está. Sin embargo, aquel día yo me encontraba tan agotada y dolorida por las extrañas tensiones que sentía en mi cuerpo, que opté por tumbarme en el suelo boca arriba, única postura en la que podía sentirme mínimamente cómoda.

Así estaba cuando, poco después de formular nuestra silenciosa petición de ayuda, empecé a sentir que todo mi malestar se empezaba a disolver. Se formó entonces una visión: enfrente de mí, visible en mi interior pero invisible para mis ojos físicos, se estaba manifestando un foco de luz dorada poderosísimo, muy grande, y con una forma ovalada como la de una mandorla. La intensidad de aquella luz no era cegadora, pero de algún modo era tan fuerte que casi la sentía de manera corporal, como si hubiera una onda de calor que presionara a mi cuerpo y me empujara hacia atrás. Es decir, era como estar ante un campo de energía que irradiara o despidiera ondas de fuerza que, literalmente, me empujaran hacia atrás debido a su intensidad. Pero, al mismo tiempo, sentía que esa energía era amorosa, benéfica, y que estaba "limpiándome". La ansiedad se esfumaba, y la sensación de que algo hostil me rodeaba, también.

Yo había esperado que, en la sesión, aparecieran mis Guías invitándome a dialogar con las fuerzas hostiles, como en otras ocasiones, para que entendiera algo o liberara alguna cuestión, pero no estaba sucediendo nada de eso. Sentía que aquella presencia dorada de radiación casi tangible por lo intensa, estaba expulsando o arrancando de mi campo de energía algo muy tenebroso, y me daba la sensación de estar siendo liberada de lo más parecido a ataduras dolorosas e invisibles.

Me pregunté de quién o de qué se trataba esa energía tan potente y liberadora, y entonces la propia visión me lo dijo de manera simbólica: de la mandorla luminosa surgió, en medio de los rayos de luz, una mano humana que adoptaba una postura característica (un mudra), que consiste en el dedo índice y corazón extendidos hacia afuera, y el anular y el meñique plegados hacia la palma de la mano. Y yo ya había visto alguna vez imágenes de una mano así, con ese mudra. De hecho, puede que otras personas de otras culturas también la conozcan por otras fuentes, pero aquello me recordó a las imágenes románicas cristianas que representan al Pantócrator o Cristo "en Majestad". 

Lo curioso era que no se me mostraba ningún rostro, ni la típica figura masculina que se relaciona con Cristo entendido como "hombre" (persona masculina) Pero es que tal vez existía una coherencia entre aquella experiencia y mis visiones crísticas anteriores, siempre sin forma humana visible. Incluso en una ocasión se me había dicho que la energía crística no era algo de género masculino, sino algo universal que podía manifestarse en hombres y en mujeres por igual. Me faltaba entenderlo, claro.

Fuera como fuera, ver aquella mano emergiendo del mega-foco de luz dorada que, además, me empujaba hacia atrás por su intensidad, me impresionó. Porque una cosa es oir a tus Guías hablar de Cristo, y otra cosa es sentir que está manifestándose ante tí, o al menos infiltrando parte de su luz a través de las rendijas de tu estrecho mundo. Y encima, sin haberlo invitado, ni llamado, ni esperado. 

Vamos, Cristo era lo último en que yo estaba pensando cuando me tumbé en el suelo y pedí ayuda. Esperaba a los consabidos ángeles, o a Anubis...o sea, a mis "familiares" de siempre, o como mucho a algún aspecto de la Madre Tierra, espíritus de la naturaleza, en fin, cosas así. No a Cristo, porque nadie llama a un enigma que no entiende para que le ayude, sino a aquellos a quienes entiende más, y que le acompañan en su día a día.

Pero esa energía parecía presionar hacia atrás, de tan intensa, de tan sólida. ¿Sería eso a lo que mis Guías se habían referido con "el poder" de Cristo? Aquello, para mi parte infantil, era demasiado y casi increíble. Me parecía desmesurado. Yo sólo me encontraba mal, y había pedido ayuda... ¿Hacía falta que viniera una ayuda tan grande como "esa"? 

Entonces oí internamente una frase: "A grandes males, grandes remedios", y no supe qué pensar. ¿Tan "malo" era lo que había estado causando mi malestar? No era consciente de ello, porque tampoco sabía a ciencia cierta a qué se había debido el "ataque".  Intuía que tenía que ver con los mensajes de advertencia que le había retransmitido recientemente a un amigo que andaba enredado con una oscura organización religiosa (en la que no faltaban corrupciones y asuntos de magia negra) porque la ansiedad se había iniciado entonces, pero la verdad era que no lo sabía, y sólo podía elucubrar.

Fuera como fuera, ahí estaba la "ayuda" que yo había pedido. La "mano" adoptó una postura erguida, y sentí que me bendecía. En aquel momento me abandonaron todos los pensamientos propios de la mente racional. Sencillamente, me dejé llevar por la sensación de paz creciente, de serenidad, y pronto mi cuerpo recobró todo su bienestar. De repente era como volver a casa, después de haber estado perdida durante días, y la emoción hizo que me cayeran unas lágrimas de felicidad. ¡Qué bueno era sentirse bien! Ya me daba igual si aquella presencia era Cristo o lo que fuera, sólo me importaba el efecto tan positivo que había logrado en mí.

Entonces la visión de la mano bendiciéndome desapareció, y en su lugar ví otro de los símbolos tradicionales asociados con Cristo, tal vez el más antiguo de todos: un trazo cruzado que simboliza un pez. (Para quien no lo sepa, y de wikipedia: "El ichtus o ichthys (en griego "pez")  fue empleado por los primeros cristianos como un símbolo secreto. El acrónimo significa: Iēsoûs CHristós THeoû hYiós Sōtér; "Jesucristo, Hijo de Dios, Redentor")

El pez parecía confirmar que la "presencia" luminosa y dorada se trataba de Cristo. Ahora bien, mis esquemas mentales hicieron ¡paf! y se rompieron en pedazos cuando el pez se movió, adoptó una postura vertical, y en el punto donde se cruzan las dos líneas para formar su cola, se le unió otra línea, un segmento recto que acababa de aparecer en el aire. Luego, las dos líneas de la cola del pez se extendieron y alargaron hacia los lados, horizontalmente, hasta que lo que ví ante mí se transformó claramente en...¡un ankh! (La cruz de la vida egipcia) Y ostras, ¡eso sí que era inesperado! ¿Qué tenía que ver Cristo con lo egipcio?

La visión volvió a representar lo mismo: el pez horizontal, su cambio de sentido, el añadido de la otra vertical, el alargamiento de los extremos de su cola y la transformación en ankh. Y entonces oí que algo o alguien me decía: "Anubis no es algo diferente/separado de Cristo. Lo propio de Cristo es descender a los infiernos, y ¿qué hace y qué es Anubis? Anubis es Cristo que desciende a los infiernos".

Me quedé callada, procesando la frase. ¡Anubis...! Bueno, él siempre me había ayudado en los "asuntos infernales", y le había visto muchas veces echando un cable a los "perdidos" en infiernos de diferentes tipos (entendidos como ámbitos de energía donde el espíritu se atasca, no avanza, y sufre), pero nunca se me había ocurrido relacionarlo con Cristo. Ahora, la voz insistía en que Anubis no era "algo separado" de Cristo. 

Pero, además, estaba claro que la propia presencia Crística me estaba invitando a entender de una manera diferente y más "justa", en tanto que real, la clase de "ser" o energía que era Anubis. De hecho, yo sentía que la luz radiante aquella, con su "mano" bendiciendo, me pedía que me abriera a contemplar una faceta más profunda aún de lo que era Anubis y de su trabajo espiritual, y que me atreviera a vivir ambas realidades en mí, la de Anubis y la de Cristo

Y lo cierto era que había mucha diferencia entre prestar atención a un Guía al que tomas como "egipcio", o prestársela viéndolo como a alguien más...hum, universal...y conectado a lo que fuera que significara Cristo. O viceversa: había una diferencia entre tomar a Cristo como alguien "nacido en Nazaret, siglo 0 de nuestra era", a verlo como una energía más...sí, universal, y conectada a otras energías espirituales que habían sido conocidas o nombradas de manera distinta, en otras partes y épocas del mundo.

Entonces, se formó una cruz en mi visión, y la voz me dijo: "Pero ten mucho cuidado, y no asumas la doctrina del sufrimiento como bien en sí mismo, ni la carga ideológica que está distorsionada en la Iglesia. No es esto lo que te estamos sugiriendo". Yo asentí, recordando la visión que había tenido, años atrás, de una montaña de calaveras podridas y de la cruz de hierro oxidada por tanta sangre y tantas muertes, como realidades abominables de las que debía separarme. Y dijo la voz: "Cristo es lo que acabas de ver, luz viva. Cristo NO es una cruz". Entonces la visión me mostró otra vez el anhk, y me dijo la voz: "Medita sobre esta cruz, pues es una cruz viva, y para siempre te recordará que Cristo y Anubis están unidos. Pero además, tu camino espiritual tiene que ver con esto. ¿Vas a ayudar en este trabajo? ¿Vas a descender a los infiernos?"

Me quedé conmovida. Los infiernos no me eran extraños, pero no había pensado nunca que formaran parte de mi camino como algo "esencial", o que definieran de algún modo mi vocación. Hasta el momento creía que mi tropezón con algún que otro infierno había sido casual. Simplemente me había ofrecido para ayudar a algún muerto, y mira por dónde, me había encontrado con un infierno. Como quien va a buscar raíces de hierbas al campo, tira de una, y encuentra sin querer un enterramiento clandestino colectivo. Algo así. Ahora la voz me estaba diciendo que se me requería justo para eso. 

El descenso a los infiernos -se me dijo- era la "parte más olvidada del mensaje de Cristo", y la frase del "Credo" (aquella antigua oración que a muchos nos hicieron aprender de niños) que más extravagante e incomprensible parecía a los llamados "creyentes" cristianos. Pero Cristo descendía siempre a los infiernos, pues esto formaba parte de su naturaleza. Y Anubis, con su omnipresente acompañamiento en mi camino espiritual estaba "relacionado" con eso, pues era un experto en infiernos.

Mi parte racional hubiera querido "pensárselo", analizarlo, meditarlo, elaborar el asunto y dar una respuesta en varios días. Muy profesional, mi mente. Pero...Pero la verdad era que si me escuchaba a mí misma, mi corazón ya ardía en deseos por decir que sí. Sentía casi que se me "escapaba" la energía vital corriendo en pos de esa dirección, diciendo "si, si, sí, claro que voy a ayudar en eso". Así que mi parte racional tuvo que conformarse, como siempre, con asumir ser la escribiente de turno. La cronista.

Una vez acepté el compromiso, la visión se diluyó, y aquella energía dorada tan intensa, aquella Presencia Sagrada sin rostro visible, fue atenuándose, hasta que todo volvió a la normalidad. Pero ahora me encontraba estupendamente, y si me ponía a "escuchar" mi cuerpo, sólo percibía paz. Nada de voces amenazándome, ni cosas por el estilo. Paz, silencio y bienestar físico. ¡Estaba como nueva!

Le pregunté a mi compañero qué había notado, y me dijo que "algo de muy buen rollo, muy buena sensación". El también se encontraba mucho mejor, con mucho bienestar. Por mi parte, me daba como apuro o vergüenza mentar lo que había vivido, así que resumí y le hablé de una presencia dorada que me habia bendecido, y de la cruz y el ankh...Y ya está. 

***

lunes, 10 de junio de 2013

Parábolas (más del enigma crístico)



Pasaron los meses, y otra vez el “tema de Cristo”, tal y como terminé llamándolo, quedó arrinconado y casi olvidado, como una carpeta que yo hubiera recibido por correos y con cuyo contenido, a pesar de encontrarlo interesante, no supiera bien qué hacer. 

¿En qué lugar de mi biblioteca mental encajaba el asunto crístico? No tenía ni idea, ya que, en principio, me parecía que mi camino personal discurría bastante alejado del mismo, por otros lugares poblados de otras creencias y, en definitiva, otras “movidas” de energía. Pero al cabo de unos meses, el tema crístico resurgió de nuevo, y finalmente se convirtió en un clásico. A pesar de mi rechazo inicial, los Guías eran persistentes y me presionaban para que enfocara ese asunto, pues, según ellos, se encontraba en mi “bandeja de entrada” espiritual, y sin procesar determinadas historias relacionadas con él, permanecería atascada y ciega a muchas cuestiones esenciales sobre el ser humano.

El problema era -y sigue siendo- que todo lo relacionado con la energía crística surgía en un formato enormemente enigmático, muy visual, muy simbólico, y con una gran austeridad verbal asociada. Por decirlo de alguna manera, cuando emergía el tema crístico en mis espacios de meditación y sanación personales, no recibía explicaciones adecuadas a mi hemisferio izquierdo, tan inquisitivo, literal y puntilloso, sino impresiones -generalmente visuales, no sé por qué- que sólo mi hemisferio derecho parecía poder manejar. 

Acostumbrada como estaba a recibir charlas y respuestas más o menos detalladas a mis muchas preguntas, el asunto crístico se me escapaba porque, en caso de surgir acompañado de palabras, éstas eran siempre de índole poética o metafórica, es decir, curiosamente recibía parábolas, justo el recurso comunicativo que más dicen que utilizó el personaje histórico al que llamaron Jesu-Cristo. Parábolas. ¡Y ya en su tiempo sus discípulos se quejaban de no entenderlas! Yo no era distinta, y me quedaba rumiando las parábolas, sintiendo que estaba a punto de comprender algo de crucial importancia, pero sin llegar a “pillarlo” jamás, al menos racionalmente y verbalmente.

Por ejemplo, me dijeron: “Cristo es como el código numérico que hace que se abra una caja fuerte. ¡Ahí surge el verdadero poder de actuar! Eso no tiene nada que ver con los actos que conoces”. 

Cuando yo preguntaba qué significaba eso, la voz me contestaba con otra parábola: “Cuando todos tus centros de energía están armonizados y purificados, cada uno de ellos suena y vibra de un modo específico. Pues bien, la unión en el mismo instante de todos estos sonidos y vibraciones tiene que ver con Cristo. Un ser humano que viva esto, dejará de ser simplemente la persona que es, y en él y a través de él podrá actuar la energía de Cristo...”.

Yo no entendía prácticamente nada. Pero, si preguntaba otra vez, surgían más parábolas: “Cristo es el árbol que florece, como un almendro florido.” 

Cristo es como el arco iris, es la unión de todas las luces de colores que puede irradiar un ser humano. Cuando alguien se ha purificado y armonizado, hasta el punto de que sus colores son perfectos, Cristo puede manifestarse en él...”. 

O también: “Cristo es la llave de acceso al verdadero potencial del ser humano. Sin Cristo no hay perfección, ni plenitud”. 

"Cristo es la plenitud del ser humano" 

"Cristo está en la unión de todos los seres humanos, en estado realizado

Y yo preguntaba, erre que erre con mi intento de comprender: “Pero entonces, ¿exactamente qué es Cristo? ¿Un ser, o qué?”. Y la respuesta era, más o menos: “Un estado de ser, que al mismo tiempo es Ser y puede ser percibido como un ser”.

Yo podía entender superficialmente lo que significaba “un estado de ser”, (y según eso, Jesús y Cristo eran algo distinto, aunque Jesús podría haber haber llegado a “ser” Cristo o a encarnar esa energía espiritual) Pero el “estado de ser” no me encajaba del todo con eso de que al mismo tiempo “fuera un ser”. ¿De qué clase de ser hablábamos, entonces? También me daba cuenta de que mi manera de percibir el mundo y de comprender la existencia me impedían oir la verdad. Y es que uno no puede “escuchar” verdaderamente algo que no comprende. Puedes percibir el ruido de un lenguaje exótico, pero no entenderlo, no captar su significado. 

Los Guías querían transmitirme la verdad, pero realmente no podían ir más allá de las parábolas, porque mi parte racional no contenía los elementos y conceptos necesarios para entender a qué se referían con "cristo" o "energía crística". Tal vez por eso me impulsaban a vivir esa verdad, para que yo misma obtuviera mi comprensión. De ahí que me dijeran, al final: “Ábrete a la semilla de Cristo que vive en tu interior y en su día lo comprenderás”. 

¡Semillas! De nuevo las semillas. Pero yo no estaba segura de querer tener ninguna semilla “crística” en mi interior. No sin saber antes, mínimamente, de qué se trataba. ¡A ver si iba a crearme otra instalación dentro del cuerpo, como aquel armazón dorado y asfixiante que Anubis se comió en su día! Qué difícil es discernir a veces...

Pero viví una experiencia que me aproximó más al “ser” de Cristo, fuera eso lo que fuera, y al mismo tiempo sembró otro enigma en mi interior. Y de esa voy a hablar en la próxima entrada, porque merece un capítulo aparte.


sábado, 8 de junio de 2013

Cristo y la Unión de Dos.


(Arriba, pintura de Maxim Sukharev)

Cuando sucedió esto (año 2004), estaba pasando unos días en casa de una amiga que compartía bastante mi perspectiva espiritual de aquel momento. En aquel entonces yo estaba completamente sumergida en un intenso proceso sanador que implicaba la "escucha" de las sensaciones corporales. Había empezado a "oir" luego a otras energías/consciencias y, siendo todo tan nuevo e intenso para mí, me habia convertido en alguien hipersensible. Mi cuerpo era lo más parecido a un sismógrafo delicado que se alteraba con la más mínima variación de energía psíquica en el ambiente. Enseguida notaba un dolor aquí, una tensión allá, y cuando me detenía, en silencio, a sentirla del todo para "escucharla" o traducirla, emergían toda clase de historias, memorias, voces...

Mi vida no era, desde luego, nada aburrida, aunque yo estaba tan perpleja por toda la información que iba emergiendo a través de mi cuerpo-instrumento, que todavía no sabía qué pensar. Al final, bromeaba diciendo que no sabía si me estaba volviendo loca, o me estaba iluminando. Pero aquello era tan interesante que...¿quién podía desecharlo sin más?

Y recuerdo muy bien aquella tarde, en la cual me empezaba a agobiar uno de mis terribles dolores de cabeza. Fastidiada por él, y temerosa de que se iniciara uno de esos procesos migrañoides que me duraban luego tres días seguidos, dejándome fuera de combate, decidí pedirle ayuda a mi amiga para observar mi dolor, con la esperanza de que, así, se aliviara o incluso desapareciera del todo. Y es que en aquel entonces, todavía me costaba mucho "escuchar" a solas mis propias sensaciones. 

Así que le pedí ayuda a mi amiga, ésta accedió, y nos sentamos ambas en uno de sus cómodos sofás, en silencio. Para ayudarme más, puso su mano respetuosa y cálida en mi dolorida cabeza, interrogó a mi cuerpo, y entonces empecé a tener una visión interna que me mostraba una desagradable imagen: una montaña enorme de calaveras, ennegrecidas por sangre corrompida, ascendía hacia el cielo. En la cúspide de esta montaña, aparecía una cruz de hierro oxidada, llena también de sangre podrida. 

Entonces oí una voz que me decía: "Esto es lo que han hecho con la realidad de Cristo". La imagen traía más calaveras, más huesos, más sangre corrompida y más hierro oxidado. Viendo todo aquello mi dolor de cabeza se mezclaba con un asco profundo y ganas de vomitar algo venenoso, horrible.

"Claro- añadió la voz- sientes náuseas porque te has "tragado" toda esta inmundicia, toda esta perversión. Tienes que purificarte de lo que la Iglesia ha hecho contigo, porque en su día lo absorbiste". 

Me invadió un hastío, un cansancio, un horror profundo, un deseo de liberarme de todo lo que fuera "eso", y entonces la imagen de la montaña de calaveras fue disolviéndose en mi mente, mientras la voz me decía: "Han utilizado "Cristo" para sembrar la muerte, y han convertido a Cristo en una caricatura, en un hierro muerto, asesino, tiránico y oxidado. Pero Cristo no es eso". 

Me pareció comprender que un poder muy perverso había tergiversado por completo algo valioso, y tuve la ominosa y terrorífica impresión de que la Iglesia estaba influída, y hasta medio dominada, por este poder oscuro, al menos en gran parte. ¡Cuánto error, cuánto engaño vivía la humanidad!

                                   (Arriba, imagen de Patrick Byers que me recuerda a mi visión)

El dolor de cabeza disminuyó durante unos momentos. Creí que con esa comprensión ya era suficiente, pero más tarde volvió a aumentar el dolor. Esta vez, además, sentí malestar por toda la zona de las costillas. Me sentía como atenazada por algo invisible y me costaba respirar. Le pedí a mi amiga que pusiera sus manos en mis costillas, para ayudarme a observar la sensación, y entonces se formó otra imagen en mi mente. Veía el interior de mi cuerpo, y era como si mi tórax estuviera cubierto, por dentro, con un armazón metálico, nada menos que de oro. ¿Qué significaba aquello? Me sentí confusa, porque relacionaba el oro con algo valioso o "bueno", pero en realidad aquello me estaba haciendo daño. Al enfocar mi visión en las varillas de oro que, curvadas y ensambladas entre sí, constituían una especie de esqueleto interno fijado a los huesos de mi tórax, ví que tenían letras grabadas. ¡Qué enigmático!

Volví a pedirle ayuda a mi amiga, porque yo no me veía capaz de ver más, y entonces ella, poniendo sus manos sobre mí, me dijo que, lo que le llegaba, era que aquellas letras tenían que ver con una especie de nombre de Dios y con promesas y pactos de fidelidad y "pertenencia". Mi pertenencia a Dios. De nuevo, yo no supe qué pensar: ¿Eso era algo bueno, o algo malo? 

Mis condicionamientos religiosos antiguos, que yo había creído desechar muchos años atrás (cuando me convertí en agnóstica), emergieron todos de golpe. Según éstos, "pertenecer" a Dios era lo deseable, y ser "poseída" por "El" también. Sin embargo, mi cuerpo decía que todo aquello le dolía y no le dejaba respirar. Mi sentimiento visceral, interno e instintivo, gritaba que algo muy feo sucedía, aquello no era correcto. Por muy dorado que fuera aquel armazón, no era bueno tenerlo dentro de mí.

Entonces surgió otra visión interna, y ví una imagen que, en aquella época de mi vida, se iba a repetir muchísimo: un triángulo con un ojo en el centro me observaba. De hecho, aquel "ojo" se haría tan persistente en esa temporada, que terminaría por llamarlo con sorna "El Ojito", porque sólo bromeando podía asumir su realidad, su presencia de ojo-espía. 

En fin, en aquel momento sentí miedo, pero notaba que mis Guías me daban ánimos y me impulsaban a dialogar con "él" sin miedo. La voz que salía de aquel "ojo" decía, más o menos, que yo le pertenecía y que nunca me liberaría, que yo le debía sumisión, etc. Por lo visto, aquel armazón era algo que él me había puesto dentro, porque yo lo había aceptado al prometerle (aunque fuera de manera más o menos inconsciente) "fidelidad eterna" durante mis tiempos de "creyente eclesial".

Luego hasta tuve una especie de regresión a otra vida, en la cual me había "entregado" con un rito a Dios, para así acceder a la "Vida Eterna", pero ese rito, hoy, me parecía casi un rito mágico. Había, allí, una mezcla de creencias mágicas y religiosas de lo más peligrosas e indigestas. ¿De dónde salían algunos ritos religiosos? ¿De dónde salían ciertos ritos mágicos? Lo ví todo mezclado y sentí pesadumbre y arrepentimiento. 

Comprendí que me había "vendido" con ritos a mi idea de "dios", como quien mercadea, todo de manera interesada, por obtener Vida Eterna o conseguir "dones" especiales. Busqué "poderes", ¡no estaba pensando en el amor! Aquello no era unirse a Dios, ni nada, sino otra clase de cosas... Sentí arrepentimiento. Menuda cagada, qué poca honestidad, cuán lejos estaba aquello de la espiritualidad natural, que se mueve, fundamentalmente, por amor... Y el amor no crea "armazones metálicos" con los que agarrarse al cuerpo del amado, ni trata de obtener favores con ritos de esos. ¡Las jaulas no son amorosas! Todo eso no era Dios...

Sentí miedo de todos modos. ¿Cómo me iba a liberar de la instalación que ese "dios" tenía dentro de mí? Él me aseguraba que no lo lograría, porque decía que las promesas y pactos hechos con él eran "eternos". Por fortuna, yo ya llevaba un tiempo (meses) "oyendo". El suficiente como para saber que existían otros "dioses" que pretendían lo mismo, ser los únicos y los mejores y los más poderosos, con lo cual lo del dios aquel hablando como si fuera una persona más, ya no lo hacía creíble para mí, salvo como "uno más" peleando por su parcela de poder sobre la gente. Tal vez existía algo así como Dios con mayúsculas, pero no era "esos dioses" con minúsculas, tan angustiados por perder su dominio sobre las personas.

También sabía que uno podía escuchar casi cualquier cosa surgida con cualquier apariencia, pero que ésto no quería decir que el mensaje fuera real, o verdadero. ¿Un triángulo con un ojo dentro simbolizó a Dios en algún momento? Ok, pues espera encontrar toda clase de energías y realidades utilizando ese símbolo, apropiándoselo y pretendiendo dominar o ser "lo más de lo más"... 

En fin, era consciente de que, en el mundo de la energía psíquica más cercano al ser humano dormido, existían guerras, tensiones, luchas de poder... y que los engaños, manipulaciones y espejismos estaban a la orden del día. Por ejemplo, hasta había experimentado, durante unas semanas, la persecución de un dios antiguo de cuyas ataduras previamente había ayudado a liberarse a una mujer (mi primera paciente), ayudándola a romper un pacto inconsciente y milenario realizado con su energía... Aquel viejo dios autoritario e iracundo se había sentido muy ofendido con mi impertinencia, así que había jurado vengarse de mí. Pero a fin de cuentas no era más que otro dios, una energía / consciencia reacia a desaparecer y aficionada a poseer a la gente para "que le fueran obedientes para siempre". ¡Lo típico!

En fin, que mi cuerpo hablaba y los Guías me sostenían en la "escucha", y por eso ya no caí en la tentación de asumir el armazón de oro como algo "bueno". Tal vez era cierto que yo misma había aceptado esa mordaza interna, confundida por su brillo dorado, como un pájaro incauto que se traga una moneda porque se parece al sol, y es bonita, pero luego le sienta mal, y con esa moneda queda encarcelado. Pero si eso había sucedido, era el momento de rectificar el error.

Me quedé en suspenso, preguntándome qué podía hacer para remediar aquello, ya que no me veía capaz en ese momento de emprender una lucha contra otro dios para deshacerme de su armazón rígido (la anterior lucha me había supuesto mucho sufrimiento, y aún no estaba repuesta del todo del desgaste vivido) Ymenos si aquel ser tenía tanto poder como parecía ostentar aquel dichoso "ojito". Además, ¿puede uno exorcizarse a sí mismo? 

Pero de repente, algo decidió las cosas por mí. Escuché gruñir a Anubis, y dijo: "¡Ya estoy hasta las narices! ¡Déjame a mí!". Perpleja por su irrupción en el escenario, dije "De acuerdo", y entonces una especie de extensión de la negra energía anubísica ascendió desde la Tierra, subió por mis entrañas, llegó al armazón dorado y... ¡Se lo empezó a comer a grandes y furiosos bocados! Yo no daba crédito a lo que "veía", pero no pude más que echarme a reir cuando "oi" un sonoro eructo y la voz de ultratumba de Anubis, que decía: "Bueno, ahora tendrás que sacar algunos gases, y ya está. Asunto liquidado".

Se lo conté a mi amiga, y nos pusimos a reir. ¡Era tan absurdo, tan loco aquello, que no podíamos hacer otra cosa! Yo me había asustado mucho con la visión del ojo dorado, creyendo que sería algo tan... poderoso... pero luego ¡se lo había comido Anubis, como si no fuera nada, solo energía medio estropeada! ¿Qué significaba todo aquello? 

Hoy puedo comprender que el "ojo" era una especie de residuo de un programa mental con cierta vida o auto consciencia latente. Y que Anubis a veces se asocia a la "digestión" visceral de impurezas y carroñas, pues en parte éso es Anubis, un carroñero. Un purificador de lo muerto, ni más ni menos. Y el tal armazón de oro, con el tal "ojo dorado" y todas esas letras, no eran más que algo muerto, del pasado, de lo que mi cuerpo -mi ser profundo y verdadero- deseaba liberarse, desprenderse, para poder brotar y crecer.

¡No más fijaciones, armazones y ortopedias! Llegaba la época de volverme natural como los árboles, y libre, y llegar a ser lo que realmente era en esencia, más allá de doctrinas antiguas, religiones organizadas y acartonadas, miedos y dogmatismos, fueran creyentes o ateos, qué mas daba.

Todo en mí se alegró con aquel acto de liberación espiritual (que tuvo su continuación, por supuesto) Me sentí mucho mejor con ello, y mi pensamiento le daba vueltas a cuán distorsionada podía estar una religión, aún a pesar de que en su origen pudo tener una gran dosis de verdad. Volví a pensar en la imagen de la montaña de calaveras sangrientas, con toda esa sangre putrefacta y corrompida, y en aquella feísima cruz, negra y oxidada, y pensé: "¿Y entonces, qué pasa realmente con Cristo?"

No esperaba para nada la respuesta que me llegó. Una imagen se formó ante mí: dos figuras luminosas, de igual tamaño, irradiación y estatura, se daban la mano. Una era de luz verde, la otra roja, y supe que una era masculina y la otra femenina. Entonces oí que alguien me decía: "Cristo es lo gran desconocido, porque Cristo son dos, hombre y mujer". Me quedé desconcertada con aquello. ¿Gran desconocido, después de que miles de personas hablaran de Jesús (y se suponía que era "El Cristo") durante dos mil años seguidos? ¿Hombre y mujer...? ¿Significaba aquello que había existido realmente una pareja femenina de Jesucristo, o quería decir algo más profundo, algo más místico, relacionado con la unión de lo masculino y lo femenino?

Pero aquel día ya no hubo respuesta para esto. Tuve la sensación de que mis esquemas mentales explotaban, dinamitados por algo, y me quedé como en encefalograma plano, con mis neuronas mudas, desconcertadas, sin palabras. "Cristo es lo gran desconocido", toma ya.

(Arriba, pintura de Alexander Prostev sobre la unión de almas gemelas)