jueves, 17 de diciembre de 2015

Expolio




Esta noche he soñado con la desolación de miles de personas sin hogar. Andaba por las calles de mi ciudad y lloraba viendo la miseria a la que nos abocaban las clases corruptas y la usurpación de recursos sin escrúpulos. Veía el futuro que teníamos por delante de miseria y esclavitud, y no lo veíamos, distraídos en luchas internas. En discutir los hombres y las mujeres, en dividirnos por bandos, sectas y partidos y clases e ideologías y religiones y ateísmos y...

Y mi cuerpo, mientras me despertaba, volvió a decirme: No gastes ni un minuto más en polemizar con nadie. La supervivencia futura es lo que está en entredicho, y para eso hay que aunar fuerzas y dosificarlas. Emplea tus energías en cuidar tus relaciones y vínculos, en fomentar relaciones mutuas verdaderas y amorosas, en sanarte y ayudar a otros a sanarse, y en luchar por preservar vuestro derecho de manejar recursos materiales

Para evitar que os roben la tierra, los bosques, el agua. Porque os los van a querer quitar todo. Os van a despojar hasta de la ropa interior, si pueden. Y entonces mirarás hacia atrás y te preguntarás cómo pudiste perder tanto tiempo y tan precioso en debates infinitos o en discusiones y conflictos, mientras ellos se estaban quedando con todos los recursos naturales, con las riquezas.

No tengo palabras.

jueves, 3 de diciembre de 2015

El "arquetipo" de la Abuela Fértil




Hace tiempo que las siento, cada vez más. Hace tiempo, incluso, que me siento más abuela que joven, y esto me ha desconcertado mucho. Me he peleado contra la sensación de estar volviéndome abuela, de sentir que la energía de mi cuerpo ya no es joven, que se me acaba cierta etapa. Me he sentido, incluso, cuidando a mi hijo más como abuela que como madre joven, y he juzgado estas sensaciones. Porque ¡madre mía!, si mi hijo solo tiene 5 años. ¿Cómo voy a ser abuela? Es imposible.

Pero ayer de repente lo entendí todo. En la energía, vino una Abuela Primera y me explicó que lo que yo sentía era lo natural: por mi edad (hoy cumplo 43) he entrado ya hace tiempo en la edad en la que, de manera natural, las mujeres se han convertido en abuelas. Durante miles y miles de años, la humanidad ha vivido de una manera DISTINTA a la actual, en la que las mujeres eran madres poco tiempo después de tener sus primeras menstruaciones.

Es decir, convertirse en madre era lo normal una vez cruzabas la adolescencia, o incluso en ella. De hecho, no existía nuestro concepto de adolescencia. Se pasaba de niña a mujer con la menstruación. ¿Adolescencia turbulenta? Eso no existía, y según se me dijo, lo que conocemos hoy es el resultado de "reprimir" las fuerzas vitales sagradas y sexuales, "esperando" una adultez muy postergada para "permitir" a las mujeres recién estrenadas y a los hombres "ya crecidos" que inicien otra clase de vida, que asuman responsabilidades y tomen iniciativas. (Hoy en día tenemos, además, el problema de la adolescencia cada vez más precoz por contaminación ambiental hormonal, pero ese es otro tema)

En definitiva, en cualquiera de los miles de años de la humanidad, excepto en este siglo, yo hubiera podido ser madre a mis 15 años, o incluso esperar "bastante", y ser madre a los 20. Y hoy, con 43, sería posiblemente abuela. Con lo cual tiene todo el sentido del mundo que, en la energía, me venga sintiendo unida desde hace un tiempo con las Abuelas, sintiendo que soy "casi" una de ellas. No del todo, porque físicamente hablando, mi hijo solo tiene 5 años y ni siquiera sé si será padre algún día. Pero en el espíritu, según me dijeron "ya estoy lista para "Empezar" a aprender a ser abuela". 

Y por eso "me sale" el ramalazo abuela. Por eso me noto como "ablandada" y al mismo tiempo más radical cada vez (como las abuelas verdaderas, cada vez menos dadas a perder el tiempo, más pragmáticas y al mismo tiempo más de vuelta de todo)

Pero además, es que mi cuerpo tiene toda la razón del mundo cuando me dice que "se le acaba el tiempo" para según qué. Ya no tengo 30 años de fertilidad carnal por delante, sino muy poquitos. Y yo, que oigo a mis células, que dialogo con mi carne, oigo perfectamente a mis ovarios, por ejemplo, diciéndome que llevan "la cuenta" de "lo que les queda" para vivir de determinada manera, y no es mucho tiempo. Así que se vuelven radicales y avaros de su energía, en el sentido de que ya no me van a permitir derroches o tonterías. Porque sólo tienen unos años para vivir ciertas cosas, para emplear la energía sagrada de la ovulación y las menstruaciones de cierta manera, y no quieren malversarla, usándola para proyectos o modos de vida que no les satisfagan.

Esto no significa necesariamente tener más hijos físicos, pero tal vez sí "hijos" de otra manera. Tal vez es momento de convertirse en madre de otro modo, madre de otras cosas. Tal vez tiene que ver con esa etapa de "ni joven ni anciana", de "abuela joven" o aprendiz de abuela. 

Nuestra sociedad ha pensado siempre en las abuelas como si fueran menopáusicas y ancianas, pero esta perspectiva es sesgada e irreal, ya que en la vida natural de la humanidad "sin civilizar" se EMPIEZA a ser abuela cuando aún se es fértil. Y la memoria genética y carnal de toda mujer está unida a ese clan de abuelas "reales" que, a veces, acunaban nietos e hijos al mismo tiempo. Es decir, mujeres que poseían un conocimiento acerca de cómo vivir del modo mejor y más sagrado posible los ÚLTIMOS años de fertilidad carnal.
                                   
No sé bien qué misterio albergan aún, en sueños, mis ovarios, pero desde luego no es "perder el tiempo con tonterías" ni "andarse con rodeos", ni seguir con "lo virtual y lo soñado". Quieren plasmar. Quieren materializar. Cuando crucen el tránsito hacia otra forma de vida, quién sabe si dentro de 5 años o de siete, mis ovarios seguirán participando de mi vida interior y carnal, pero de otra manera. No como ahora, sino distinto. El tiempo para vivir lo propio de ahora es, pues, ahora, y no dentro de diez años. Dicen: "Los hombres son distintos, ellos pueden esperar. Nosotros no"

Comprender todo esto me ha puesto en paz con mis sensaciones. Hasta ahora me resultaban paradójicas y absurdas, pero de repente entiendo que es lo normal, y que está muy bien así. Vivimos en una época en la que todo está al revés y se presiona a las mujeres para que "se sientan jóvenes" aunque ya no lo sean. Para que hagan a los 45 lo mismo que a los 25, y para que se VEAN igual: sin canas, sin arrugas, sin formas redondeadas por la edad. Como si no pudiera existir madurez. Como si fuera pecado o una falta de dejadez y pereza imperdonable "dejarse llevar" por lo que el cuerpo siente, y hubiera que luchar contra los impulsos de desacelerarse, descansar o pausar ciertas cosas porque una ya no se siente como cuando tenía 20 años. 

Y así, se emprenden toda una serie de actividades destinadas a negar la verdad del paso de los años: teñir canas, dietas para mantener un cuerpo como si tuviera 20 años, ropa "juvenil" para no parecer tan "señora", gastar gestos de adolescente, o incluso llevar vida de adolescente, extrapolando lo que es bueno a los 15 ó 20 a lo que es bueno para los 40.

Y he querido compartir esto porque me consta que, en el imaginario colectivo, no está presente el "arquetipo" (fea palabreja, pero para que me entiendan) de la Abuela Joven, de la Mujer Fértil que TAMBIÉN es Abuela. Que ya está bien de ver a las edades y a la energía de la mujer y su verdad con el filtro de la mentalidad occidental moderna, la del último siglo como mucho. Que ya está bien de recortes y sesgos y moldes artificiales. Mejor abrirse a la verdad del cuerpo y escucharla, aunque para ello haya que desoír y desobedecer los mandatos de nuestra cultura, y cuestionar lo que creíamos hasta el momento.



domingo, 1 de noviembre de 2015

Conocimiento de Encrucijadas (discurso de Anubis)


(Arriba, pintura de Johanna Karpowicz)


Una encrucijada vital es un punto o situación en el que confluyen caminos diferentes, posibilidades distintas. Para resolver una encrucijada de manera consciente, es decir, para elegir un camino de manera deliberada y satisfactoria para nuestra integridad y coherencia personal, es necesaio comprender mínimamente los diferentes potenciales que se fraguan en la encrucijada. Es decir, es necesario atisbar, observar, sentir y reflexionar acerca de cuántas posibilidades surgen en ese punto, qué caminos o disyuntivas se nos ofrecen, y adónde conducen o parecen conducir...

Entonces dice Anubis: 

"Lo cierto es que en toda encrucijada que se quiera o elija vivir de manera consciente, se hacen presentes los avisos, las intuiciones, las sensaciones y las pistas acerca de la naturaleza de cada camino posible y los paisajes, contextos y situaciones a los que conducen. Sucede como en las encrucijadas de caminos reales: hay cartelitos, pistas, flechas, y hasta publicidad. En las encrucijadas confluyen fuerzas muy diversas , asociadas todas ellas a lo que se dirime en la encrucijada. Y cada fuerza imprime una direccionalidad, un impulso, una tendencia.

Nunca podréis resolver una encrucijada negando parte de sus potenciales o caminos posibles, es decir, reprimiendo las sensaciones, las pistas, las informaciones diversas que os aparezcan en vuestro campo perceptivo, acerca de algún camino o de varios. Así que es totalmente contraindicado , para una resolución satisfactoria, elegir "enfocar sólo las posibilidades mejores", "no observar los avisos de peligro" o "pensar sólo lo positivo". 

Porque, por definición, en una encrucijada se presentan toda clase de posibilidades y algunas no son agradables. Con lo cual, si no queréis verlas, estaréis destruyendo la encrucijada hasta convertirla en un monorraíl o destino inexorable (ja), con la particularidad de que tal vez el camino elegido no sea el que más os interese, porque no habéis querido ver sus potenciales "negativos" y por lo tanto no los podeis valorar en el conjunto.

La comprensión de los potenciales implícitos en una disyuntiva vital es antagonista de la moderna propaganda que enseña a "no pensar", y a dejarse "fluir" sin más. Porque la fuerza de un huracán no es un indicador de su idoneidad para vuestra vida. Tú abandónate a la fuerza más intensa que sientas, si quieres, pero luego no te quejes si apareces donde no querías. 

Las enseñanzas acerca del Conocimiento de las Encrucijadas se asocian al camino hacia la soberanía de uno mismo, a ser capaz de elegir con discernimiento, coherencia y consciencia deliberada un camino, incluso aunque las fuerzas dominantes de un momento dado no parezcan alentarlo y haya que plantear una estrategia para contrarrestarlas. Aunque, por supuesto, también puede suceder que el camino que elijáis y deseéis con total integridad y coherencia, sea justo aquel en cuya dirección, hoy, sopla el viento. ¡Mejor que mejor, en ese caso!

En las encrucijadas, como he dicho, están presentes muchas fuerzas y energías. Y allí estamos los "de la Luz/consciencia Negra", la energía más desconocida del mundo espiritual. Hay que saberla distinguir de la energía oscura que es tiniebla o procede de las tinieblas y las sombras. 

Las Entidades Negras que sirven a la Vida tienen el don de ver las cosas como con rayos X. Radiografían el interior de la materia, de las situaciones. Los ojos que miran con Luz Negra ven , por eso, potenciales y posibilidades ocultas en las cosas, personas , situaciones y contextos, que otros no ven. Es como cuando te descubren una anomalía, un cáncer o una fractura gracias a una radiografía o ecografía. Son cosas que a lo mejor se intuyen desde fuera, pero no siempre, y que sin embargo se ven muy claras si se enfocan desde "el interior".

Pero claro, esta cualidad de tener "rayos x" nos ha convertido en entidades consideradas como funestas. Nuestra capacidad para "ver" lo que está oculto nos hace fácil el vaticinio, el augurio de posibilidades que otros no perciben, y muchas de estas posibilidades son difíciles, siniestras o duras. 

Las Entidades Espirituales Negras somos, por eso, las primeras en advertir del riesgo inherente a un camino, si se nos escucha. Pero por la misma razón, somos las menos escuchadas y las más reprimidas en estos tiempos (y en algunos otros) Porque resultamos, para los entusiastas, unos aguafiestas, agoreros, pájaros de mal agüero...

Nosotros no profetizamos, en el sentido de decir qué futuro inexorable sucederá. Pero sí auguramos posibles dificultades, posibles riesgos, y desde luego avisamos de la muerte o la enfermedad cuando es inminente. 
En este sentido, aparecemos en las Encrucijadas Vitales y, si se nos siente, damos pistas, señales, ayudamos a confeccionar un mapa "aproximado" de lo que se fragua en una disyuntiva vital e impulsamos a la reflexión (incluso razonada, pues no desdeñamos la razón) de los caminos posibles.

Ahora bien, existe esta tendencia actual a despreciar los mapas. Nosotros ponemos etiquetas junto a las líneas de energía o caminos vitales, diciendo "cuidado por aquí", "potencial tal por allá", pero luego viene el listo de turno, el que va de trascendido y maestro, y dice: "No, no hagas caso de esaos avisos. Eso es pre-pensar. No hay que pensar. Hay que fluir, improvisar". O, ante un cartel de "peligro, paisaje radioactivo", el listo de turno va y dice: "No, eso es caer en el miedo. Tú no eres alguien sometido al contexto, sino un ser libre. Tu historia no la escribe tu contexto, sino lo que tú elijas que sea. No hagas caso, pues, de la señal de radioactividad, porque es la propaganda del miedo".

El miedo al miedo es más poderoso en vuestros días que el miedo sin más. 
Por el miedo al miedo, a los agoreros nos han desterrado. Nuestra energía/conciencia no es bien conocida y está mal o nada integrada con el resto de energías espirituales que lleváis con vosotros. 

De manera que en las encrucijadas vitales, lo que más os cuesta es lidiar con los miedos, porque tampoco sabéis lidiar con las intuiciones e informaciones que os llegan acerca de posibilidades "negativas" o peligrosas que son reales, es decir, fundadas. Está muy generalizada la confusión entre "miedo infundado" y "vaticinio o intuición de un riesgo real". También es habitual la confusión entre "destino inexorable" y "augurio de posibilidades no necesariamente inevitables".

Como Anubis, soy un "Señor de las Encrucijadas", es decir un conocedor de sus procesos y resoluciones. Pero somos muchos y muchas los que, en vuestras percepciones, sueños y ensueños, aparecemos con la forma de entidades negras (animales, o seres diversos) avisando de... o señalando a...

Acordáos de los Rayos X y nos entenderéis mejor. Si tomáis nuestra presencia como un ofrecimiento de "más información", obtendréis un diagnóstico más apurado y realista de lo que realmente se cuece en vuestra disyuntiva vital. Y aunque la "radiografía" resulte atemorizadora de entrada, al final siempre se obtiene más paz sabiendo, que sin saber. No hay como un diagnóstico claro para poder elegir con consciencia un camino.

Hay energía/luz sagrada de otros tonos o colores, experta en medicina de la expresión, o del exterior, o de... Nosotros, l@s Negr@s, somos los expertos en disección, en radiografiar, en exponer lo oculto a la luz. 

No somos los mejores para todos los casos, pero sin duda nuestra perspectiva es muy valiosa, sobretodo cuando en una encrucijada sólo parece haber confusión y los "síntomas" de los problemas están enmascarados, superpuestos, generando perplejidad, dudas sin fin y sensación de confrontar un dilema irresoluble. "

sábado, 31 de octubre de 2015

Volviendo a condenar (y quemar) a las brujas.

                                                (Quemando gente, en este caso judíos...)

Abunda en las redes sociales la "información" de que las brujas, en realidad, no eran brujas. Que la brujería, eso de decir conjuros, realizar hechizos, creer en dioses y seres de la naturaleza, confeccionar amuletos protectores o realizar "curas" con imposición de manos y demás, no existió. Y que cuando la Inquisición condenó a brujas, en realidad todas eran mujeres sabias, es decir, sabias según el dogma de hoy, o sea: científicas. Que eran todas parteras, todas hierberas, todas sanadoras efectivas y con recetas reconocidas, verdaderamente conocedoras de los secretos químicos y alquímicos de la naturaleza. Y que claro, por esta razón, y no por otra, acusarlas y condenarlas fue un atropello. Porque fíjate, quemaban a científicas. No eran....¡simples brujas supersticiosas...! Qué blasfemia, qué atropello, todo porque su ciencia aún no era conocida, y porque eran mujeres. Porque además, y esto según lo que dice la propaganda actual, no existían tampoco los brujos, ni hubo hombres condenados por tal razón. Ninguno, vamos. O si lo hubo, es olvidable, una cifra "despreciable", es decir que los casos de los hombres acusados de brujería y hasta muertos por la Inquisición no cuentan, no importan y no existen en definitiva. Porque lo que importa es señalar el machismo y ninguna lacra más, pero asumir que también hubo hombres rompe la teoría de las mujeres "científicas" muertas por ser mujeres. Y no vamos a permitir que la verdad nos estropee nuestra versión del asunto.

Pero se da el caso de que justamente sobre la Inquisición y sus procesos existe abundantísima documentación de la época, ya que muchos de sus juicios, interrogatorios, archivos, etc, se han conservado. La Iglesia, como estructura y aparato de poder, siempre ha sido muy organizada y burocrática, muy de escribir todo, consignar todo y archivar todo. Así que algunos investigadores han buceado en estas fuentes para rastrearlas y ver en ellas qué hubo de cierto y de falso en lo de las acusaciones de brujería. Y otros y otras pueden hacerlo hoy, si les interesa y están suficientemente preparados, porque leer documentos de la época no está al alcance de todos salvo que sepas latín, o el idioma del momento (español antiguo) y descifrar la caligrafía de entonces. (Además de tener tiempo y paciencia infinitas) Así que existe bibliografía consultable de estas personas que sí han leído un mínimo de documentos históricos y no hablan de oídas.

Por ejemplo, sobre los procesos contra brujería en España, recomiendo "Las brujas y su mundo" de Julio Caro Baroja. (Otro libro con citas de juicios y testimonios de la época es "Las plantas en la brujería medieval", de J. Ramón Gómez Fernádez) Y según estos investigadores, las brujas, entendidas como mujeres que creían en dioses o diosas ajenos a la Iglesia, o que realizaban ritos "mágicos" y fuera de los dogmas oficiales, existían. Y no sólo eso: lo que está claro es que al menos algunas acusadas ante la inquisición sí realizaban prácticas de éstas, con mayor o menor conocimiento de causa, como se revela en la curiosa historia de Ana García, la "lobera" de Llanes (acusada porque se decía que podía invocar a los lobos para protegerse, hecho que ella misma ratificó. Que los llamaba con un conjuro que le enseñó una mujer de pueblo)


Así que se da el caso de que la brujería, entendida como un conjunto de prácticas y creencias basadas en asumir  la existencia de una faceta "invisible" (energías varias) y "mágica" del mundo, existió. Desde tiempo inmemoriales, además. Y no sólo eso: sigue existiendo hasta el día de hoy. Es más: tengo algunas conocidas que son brujas o afirman serlo. También he leído la autobiografía de alguna que otra bruja actual, como es el caso de la catalana Rosa Collell, "típico" ejemplo de bruja de origen rural, aprendiza de anciana bruja de pueblo que le lega su herencia de conocimientos, etcétera. También he leído a los teóricos de la "neo" brujería, los anglosajones que lanzaron el movimiento wiccano o pagano, elaborando con sus teorías lo que constituyen las creencias "neopaganas" de hoy (como Gerald Garner) y a esoteristas varios asociados con grupos de brujos y brujas creados a principios del siglo XX (como Dion Fortune y asociados) He rastreado el tema hasta llegar a los satanistas declarados, brujos y brujas a fin de cuentas, aunque orgullosos de estar del lado del "mal" o, como ellos dicen, la ley de que no exista "ley" (como Aleister Crowley) Y toda esa gente no solo existió, sino que ejerce una influencia sobre muchas personas que, hoy, leen sus libros y comulgan con sus ideas, y flirtean en mayor o menor medida con la brujería o como hoy le llaman, wicca o paganismo (neo paganismo, quiero decir)

Así que luego, tirando del hilo, he leído a teóricas activistas ya más actuales, contemporáneas, de la brujería, sobretodo mujeres creadoras de círculos para realizar prácticas y ritos conjuntos (como Starhwak, con su libro "La Danza en Espiral", y muchas otras que no cito) Finalmente, también he escuchado anécdotas en los pueblos de personas que han acudido a brujas...¡y a brujos!... para encontrar remedio a algunos males. Una de esas personas aportando historias es mi madre: de niña tenía una verruga muy grande en la mano. No sabiendo cómo hacerla desaparecer, le recomendaron que fuera a ver a una mujer del pueblo con fama de "entender" de curaciones por hechizos, y así lo hizo. La mujer le dio una receta: debía coger unas hojas de sauce de ésas que tienen verrugas rojas, llevarlas al río y colocarlas en un hueco entre piedras, para que fueran lavadas por la corriente del agua pero sin ser inmediatamente arrastradas, y eso era todo. Mi madre lo hizo, y curiosamente la verruga "se le desprendió y cayó de la mano".

En fin, que de lo leído en los libros de historiadores e investigadores rigurosos (es decir, de los que consultan los archivos de la época) más lo escuchado en los pueblos, más lo que cosecho de la actual información que se desprende tanto de las prácticas de algunas de mis conocidas, como de la abundantísima masa de libros que existen sobre prácticas de brujería y círculos de brujería actuales, y encontrables en cualquier librería grande, surge una conclusión diáfana, documentable y real como la vida misma: la brujería existió y existe y no es "la ciencia" que nos quieren hacer creer, aunque, eso sí, existieran algunas mujeres condenadas por la Inquisición como brujas que, en realidad, no eran tales sino hierberas o parteras. Y en ese caso sí podríamos hablar de mujeres con "ciencia", dando a la palabra ciencia el significado que tiene hoy. Porque las y los creyentes en brujería no, no eran científicas. No, salvo que le demos a la palabra ciencia un significado muuuuy amplio. "La ciencia de adivinar el significado de los sueños", por ejemplo. O "la ciencia de los actos poéticos y metafóricos y su acción en el subconsciente, o psicomagia" que diría Jodorowsky, a quien la Inquisición habría quemado con gusto por brujo, de haber vivido él en aquella época.

Pero no sólo eso: del estudio de los archivos inquisitoriales, así como de los escritos de otros notables de la época, alarmados por tales prácticas de represión social, se desvela que ni mucho menos todas las personas (mujeres y hombres) acusados y condenados por la Inquisición eran realmente creyentes en brujería, ni tampoco "científicos" o conocedores de nada. Por ejemplo, abundan los casos de personas delatadas por envidias, pues, bueno es saberlo: la Inquisición se quedaba con al menos la parte conocida de los bienes de los acusados. Además, por el miedo al juicio y la condena, acusar a alguien de brujería, o de herejía (que ese fue el verdadero caballo de batalla de la Inquisición, al menos la española) era una manera fácil de intentar (y lograr, a veces) que huyera, dejando atrás otras posesiones, bienes, tierras, o el hogar... Y facilitando así el paso de los codiciosos (vecinos o parientes enemistados, etc) dispuestos a ocupar el lugar "vacío" o a hacerse con la competencia.

En otros casos, era la misma mentalidad supersticiosa, ignorante y miedosa de gente muy sumisa al poder la que les hacía ver brujería por todas partes, o sospechas de la misma, de manera que eran acusadas mujeres mayores y "sospechosamente solteras", o "poco sociables", mujeres que no seguían la norma, o que tenían hábitos muy suyos, o más independientes de la media, o ideas raras. Y hombres con similares rasgos. En algunas ocasiones, el simple acto de saber leer y tener en casa algún libro "sospechoso" (astrología, conjuros, tratados de demonología o alquimia) podían llevarte a los tribunales, incluso aunque solo lo hubieras leído por curiosidad.

La Inquisición Española, de hecho, no se creó para perseguir a brujas, sino para controlar las creencias religiosas de los conversos del judaísmo al cristianismo, es decir: para asegurarse que la masa social tuviera las creencias correctas, y no sólo eso, sino también suficientemente correctas. En España, de hecho, las víctimas (muertos) condenadas por "judaizar", es decir, por tener algún hábito de conducta "sospechoso" de no ser cristiano, fueron muchos miles y muy superiores en número a los condenados por brujería. Y aunque quienes se llevaron la palma numérica fueron los judaizantes, sin discusión, también murieron muchos por hábitos o creencias de origen "morisco" (es decir, sospechosamente afines al Islam) Y todo eso está muy documentado, no tiene discusión, hay mucha bibliografía consultable sobre el tema.

(A la izda. ilustración de Goya de una mujer con el "sambenito" colgado, en un juicio inquisitorial)

Con lo cual el trasfondo del asunto de la Inquisición no es "sólo" la misoginia o el machismo. Aunque lo hubiera, que lo había, el trasfondo era el CONTROL de las creencias y pensamientos de la sociedad, para asegurarse una HOMOGENEIDAD tranquilizadora para las élites del poder. Pues cuanto más homogéneo es el pensamiento de una población, más controlable es ésta, y más si se consigue que la estructura religiosa dominante sea el catolicismo, uno de cuyos pilares fundamentales es la obediencia a los "superiores" (no como otras religiones, como la judía o el Islam. que permiten la discrepancia y no siguen jerarquías piramidales ni "cabezas superiores" equiparables al Papa, a las que obedecer sí o sí)


En resumen, y dejando a los sospechosos por judaizar, o por herejías religiosas varias (el tema de la herejía es distinto y aún más complejo), y volviendo a la brujería, el común denominador de los perseguidos por la Inquisición sigue siendo el mismo: el control del pensamiento de la población por parte del estado y de los poderes de las élites (en aquel caso, Corona e Iglesia unidas como las 2 caras de la misma moneda) o, lo que es lo mismo, el control de la población. Y es en este sentido que la Inquisición creo que debe seguir siendo recordada y denunciada. En el sentido de que fue un modo de controlar y reprimir las discrepancias y buscar la homogeneidad artificial de pensamiento y sentimiento. Un modo de reprimir y condenar a todo lo que se salga de "lo que interesa" al poder, en un momento dado.

Por esta razón, me parece triste e indignante que se quiera darle la vuelta a la tortilla y reconvertir a la brujería en otra cosa, en sinónimo de ciencia avanzada. Que se pretenda que no hubo brujas verdaderas, ni las hay, y que todo era "ciencia y parterismo" o curanderismo con hierbas (basándose en sus propiedades químicas) Porque eso es como tomar una estadística y cambiarla por completo para borrar OTRA VEZ, tal y como se quiso hacer con la Inquisición, a lo que no encaja, ni interesa que se sepa, o que exista. Otra vez se borra o se intenta borrar a las brujas, y a los brujos. A los "raros". A los "supersticiosos". Hoy no es por la religión católica, sino porque se quiere que sólo brille la ciencia, o lo que actualmente llamamos ciencia, así que, rizando el rizo, se redefine la brujería de manera artificial y se establece: bruja=científica.

(A la izda. anciana italiana "quitando mal de ojo" y "limpiando energías", una práctica que para la Inquisición hubiera sido sinónimo de brujería)

Así que cuando me llega el enésimo artículo o meme en el Facebook sobre "¿Sabías que en realidad las brujas no eran brujas sino parteras y mujeres con conocimientos?" se me queda un sabor de boca raro y pienso: ¿Y qué si hubieran sido brujas o si hubieran tenido "supersticiones"? ¿Todavía queréis demostrar que no eran brujas? ¿Y si las hubo, qué? ¿Y si las hay, qué? ¿A esas sí se las podría quemar? ¿Sería justificable el método inquisitorial incluso en el caso de que alguien esté equivocado? ¿Porqué en lugar de denunciar la represión contra la libertad de creencias, que es de lo que se trata todo esto, se intenta una y otra vez rebatir las condenas? ¿Qué más da lo que era o en lo que creía cada persona condenada? Incluso aunque hubiera sido bruja, o supersticiosa, o aunque alguien hubiera tenido vivencias eróticas con una entidad de energía con cuernos ¿qué? ¿Eso sí hubiera justificado su acusación pública y su condena?

Otra definición que prolifera es: bruja= mujer rebelde y sabia. Importante lo de ser rebelde adrede, muy concienciada, como si todas hubieran sido unas luchadoras anarquistas contra el poder que murieron con la cabeza alta y seguras de sus ideas, lo cual, la verdad, nada más lejos de la realidad (la mayoría ni se planteaban cuestiones políticas, simplemente sobrevivían como podían) Y también importante lo de ser sabia. No puedes ser bruja e ignorante, o bruja y tener pocas luces y argumentar en el interrogatorio que ni siquiera sabes el significado de las palabras mágicas que usas, una sarta de palabras medio inventadas sin mucha coherencia, que te limitas a repetir porque alguna mujer te dijo que "funcionaban" para el mal de ojo, o para lo que fuera.


En realidad, y como digo, muchas acusadas de bruja ni eran rebeldes, ni pretendían serlo. Ni fueron especialmente listas, o sabias. La foto de arriba corresponde a una "bendecidora" siciliana, tradición pagana que ha asimilado las formas cristianas y cuyas practicantes no se consideran a sí mismas brujas por tal razón, pero que para la Inquisición lo sería por actuar "sin el permiso de la Iglesia o su obediencia". Y ¿qué se dice, en esta tradición...? "le cose che facciamo e abbiamo sempre fatto" (= "Hacemos lo que siempre hemos hecho"), lo que más o menos viene a significar que se repiten hechos y ritos sin un conocimiento profundo de los mismos. ¿Dónde está, aquí, la ciencia "moderna"...?

Finalmente muchas otras mujeres sólo resultaron sospechosas por ser marginadas, pobres, solteras, viudas o mujeres de mala fama. E incluso las hubo "cortitas" de mentalidad. Que hoy sacarían malas notas si fueran al instituto, que no estudiarían porque les daría "pereza" pensar "tanto" y que a lo mejor se pasarían el día viendo Gran Hermano y comiendo comida basura, en el sofá. Porque hubo de todo, y esa es la realidad que se quiere borrar, lo cual, insisto, es otro modo de afirmar que "en caso de ser ignorante o tonto", mereces la marginación, el ostracismo, la cárcel o la muerte. Hale.

Y también me fastidia que se borre a los brujos, o a los condenados por serlo. Es decir, que se elimine de la estadística a los hombres, porque su cifra se considera "despreciable", lo cual viene a decir despreciar, en realidad, el método científico del que paradójicamente se quiere hacer gala en esos estudios, pues la ciencia verdadera no "borra" de las estadísticas los resultados que no cuadran con la mayoría, sino que los anota e investiga su porqué.Pero es que además hubo muchos hombres muertos por la Inquisición, solo que a ellos se les acusaba de magos, nigromantes, astrólogos o herejes y la palabra bruja quedó más para las mujeres.

Y considero que esto es triste y penoso porque para mí es como significar que si volviera a surgir la Inquisición, las brujas y los brujos verdaderos volverían a estar en el punto de mira. Y nadie los rescataría, ni hablaría en su favor, porque estarían pensando en el concepto de brujería que se quiere hacer colar en la población: la mujer (sólo mujer) que es sabia, científica, no supersticiosa, eficaz, letrada. Con lo cual mis conocidas que se ufanan de ser brujas, wiccanas o paganas, o hasta reikistas, o castanedianas, o médiums espiritistas seguidoras de Kardec... o lo que sea, como no son ni científicas, ni parteras tituladas, ni médicas, ni en definitiva tan letradas en "lo científico", caerían como moscas ante las acusaciones. Las pisotearían una vez más.

Caería también la bruja de pueblo que "curó" la verruga de mi madre. Caería incluso yo, por todo lo que escribo, sospechosa de tener creencias supersticiosas y "no demostrables por la ciencia", incluso aunque no me considero bruja y me desmarco de muchos postulados de ramas de la brujería (pues no me va el rollo de hechizos, ni de conjuros, ni de manipular la energía para lograr fines x personales, como establece cierta brujería tradicional) y sólo abogo por explorar el uso de la conciencia interna al modo chamánico. Pero es que para la Inquisición el chamanismo que practico sería lo mismo: disensión, rareza, sospecha. Así que yo también sería acusada de brujería, pero no encajo en la nueva definición de brujería reivindicada: no soy ni partera, ni científica, ni médica, ni hierbera, ni tengo ideas políticas claras y anti-sistema (todavía voy a votar y creo que la democracia es lo menos malo "de lo que tenemos") así que ni siquiera las que reivindican a las brujas antiguas se pondrían a defenderme. Tal vez la Inquisición de hoy se construiría, por ejemplo, alrededor de la Ciencia más que de la religión, muy devaluada ya y muy denostada, pero se me ocurren otras Inquisiciones posibles, no dependientes de la Ciencia sino del pensamiento políticamente correcto que el poder establezca...

Entonces, si olvidamos que lo malo de la Inquisición fue la REPRESIÓN social y un modo de legitimar la violencia, el ostracismo y la marginación, expropiando los derechos de las personas acusadas por tildarlas de "inconvenientes" o "erradas"; acusándolas de ser un "peligro o mala influencia para los demás", esgrimiendo el derecho y necesidad de exponer públicamente sus personas y vergüenzas ("pecados y errores") a la vista de todos, como escarmiento aleccionador, podemos volver a repetir el asunto sin darnos cuenta. Se pueden dar nuevas persecuciones, aunque no las empuñe la Iglesia sino cualquier sección del poder de turno que establezca una serie de ideas con las que hay que comulgar sí o sí, so pena de ser acusado de "algo" y tener que acudir a juicio, a demostrar que no eres eso que dicen que eres.

Reivindico la existencia de la brujería y su derecho a existir. No porque me guste especialmente ni comparta muchos de sus principios, sino porque defiendo la libertad de creencias y de organizarse con "la vida" como uno quiera, siempre que no se actúe dañando a los demás. (Y aquí habría que abrir un inciso para hablar de la brujería que busca dañar, porque también existe, pero en fin, ese es otro mito moderno a rebatir, el de que toda mujer bruja ha sido o es bondadosa por necesidad. Pero incluso pensando en las personas que se lucran con el odio, realizando "trabajos" para gente que quiere dañar, no creo que haya que quemarlas en una hoguera)

Y sí, también reivindico a las mujeres parteras, científicas y sabias que murieron, cómo no. Y me lamento mucho por ellas, pero sin hacer categorías humanas. Sin pensar que unas muertes son más lamentables que otras, porque hay humanas de clase 1 y humanas de clase 2, o hasta de clase "sub".


¿Se me entiende...? ¿O no? Por eso tiemblo cuando leo en las redes sociales que se tilda a alguien de tener ideas "peligrosas", todo porque no se ve suficientemente clara su adhesión a lo "correcto", porque de ahí a decir que él es "peligroso" y alentar a su persecución hay un milímetro muy sutil. Tiemblo con los juicios populares y los linchamientos colectivos por no tener un grado idóneo de pensamiento "correcto". Tiemblo con esa especie de mentalidad de fondo en algunos ambientes, donde parece que si eres de los que no saben suficientemente todavía, los sabios tienen derecho a hacer escarnio público no sólo de tus ideas de ignorante, sino también de tu persona. Para colgarte un cartel bien grande donde se te etiquete de lo que sea "no correcto" en definitiva. Porque parece que se da por sentado que el derecho a ser respetado "como persona" sólo vale si tus ideas son supuestamente respetables, es decir si piensas lo correcto, no si estás equivocado o si demuestras dudas, o un carácter poco dado a asentir con el primero que te diga algo.

Y tiemblo, también, cuando veo que se quiere hacer ver que no existe la brujería, ni existió. Porque uno todas las piezas, y me digo: Pues no hemos aprendido nada todavía, el ansia de controlar a la población sigue intacta, la Inquisición puede regresar una y otra vez, aunque sea vestida de otra cosa. Siempre, claro está, con la coletilla siguiente: "Es por vuestro bien, ignorantes. Permitid que os aleccionemos y corrijamos, por vuestro bien. No seáis rebeldes, no dudéis de nuestra palabra. Tened fe en que nosotros poseemos la versión correcta del asunto y si la aceptáis sin discutir, seréis mejores personas".

Os dejo con un corto imprescindible que resume esto a la perfección: La Mano, de Jri Trnka.



domingo, 23 de agosto de 2015

Anubis y los "poros del sueño".

(Arriba, talla de Nuestra Señora de la catedral de Toledo)
 
(Creo que esto ya lo he contado alguna vez, así que igual me repito, pero como no recuerdo dónde lo escribí, y hoy volvió a mi recuerdo, lo vuelvo a narrar y ahí queda eso)

Era un domingo como otro cualquiera. Vivía en un pueblecito de la España profunda y me enteré de que en una población vecina se celebraba una fiesta local. El momento clave se desarrollaba en una iglesia a la cual acudían las personas a hacer una ofrenda floral a la Virgen María. Me estaba leyendo el programa de fiestas, por si había algo que me interesara ver, aunque fuera como curiosidad, cuando mi cuerpo me avisó de que la energía a la que llamo Anubis estaba presente. 

La sensación es muy entrañable, o sea, muy de las vísceras, e inconfundible. Como si de repente me aplomara y tuviera una contundencia especial, y al mismo tiempo más visión. No sé describirlo muy bien porque no tengo con qué comparar, pero vamos a decir que para mí, cada energía a las que doy "voz" se acompaña de sensaciones físicas distintas. Ninguna es como las demás, y cuando llevas años sintiendo a algunas de ellas ya las distingues enseguida.

Total, que Anubis rondaba el escenario y me detuve a escucharlo: "Estaría bien que fueras a ver esa ofrenda floral. Hay ahí una enseñanza para ti". Hum. No es que me apeteciera mucho ir a una iglesia abarrotada de gente. No soy católica pero además no me gustan los lugares muy llenos. 

"Vete, por favor. Aquel es un buen lugar para que aprendas algo"- insistió Anubis. 
Así que le hice caso y fui. Esta es la vida de una aprendiza de chamán: no vas a los lugares de ese tipo porque necesariamente creas en ellos, o porque pienses que ese es tu lugar, sino porque la energía te lleva allí con la intención de enseñarte algo, o de que vivas una experiencia específica.

Conseguí llegar a tiempo para sentarme e intenté sentir cuál era la enseñanza. ¿Se trataba de algo relacionado con la Virgen María? ¿Con las flores? ¿Con el largo cántico que las mujeres del pueblo le estaban dedicando? Pues no. La presencia de Anubis se fue haciendo más y más intensa, casi sólida, hasta que pudo retumbar su voz en mi interior sin ser distraída por todo el "ruido" externo (que no era poco)
 Y me dijo:
- Mira hacia la imagen de María.
- Ya la veo.
- ¿Y qué ves?
- Una mujer sentada con el hijo en brazos.
- ¿Y qué más?
- ¿Las flores...?
- ¿Y qué más?
- No veo nada más. ¿A qué te refieres?
- Mira lo que yo veo: esto no es un trozo de madera, ni tampoco es la Virgen María. Esto es un poro del sueño.
- ¿Quéee?
- Estás mirando un poro del sueño.
- ¿Cómo dices? No entiendo nada. ¿Qué es un poro del sueño?
- Un poro es un punto donde se comunican dos mundos, dos espacios, dos niveles, dos dimensiones...Un poro del sueño es un punto donde es posible pasar del estado de conciencia corriente que lleváis (dormidos) a otro estado (más despierto); o salir de un sueño (el vuestro) a otro (el del mundo de las fuerzas sagradas)
- ¿Y cómo es que esta imagen religiosa es un poro del sueño? ¿Me estás diciendo que fue creada por alguien que tenía conocimientos espirituales o mágicos, y que la dotó de una capacidad especial?
- No, no me refiero a eso. Esta imagen es un poro del sueño porque la gente la mira sintiendo que es especial. No porque lo sea debido a la manera en que ha sido hecha.
- Pero entonces ¿cómo funciona la cosa?
- Cuando la gente mira a esta imagen creyendo que a través de ella les mira la Virgen María, se abren a recibir las energías sagradas asociadas a ello. Con lo cual, en este caso, las personas se abren a conectar, siquiera sutilmente, con la energía de La Madre.
- Hummm...
- Mira hija mía, te he hecho venir hasta aquí para decirte: NO JUZGUES las creencias ni las imágenes que los demás utilizan. Mientras no te agredan o intenten atentar contra tu libertad, no vayas en su contra, no te interpongas, no te metas ni juzgues a nadie. Porque para nosotros, para las energías sagradas que venimos y vamos de La Divinidad "Una" a vosotros, todas las imágenes, todas estas cosas, no son más que Poros del Sueño que podemos utilizar (y de hecho, usamos) para entrar y salir de vuestro mundo mental, si es necesario. Y es así para todas las imágenes religiosas, rituales o míticas del mundo. Para todas. Pero también para cualquier cosa que el ser humano mire pensando que es "especial" o que eso le conecta más con la divinidad: un árbol, una piedra, el mar... ¿Entiendes hija? Todo lo que veis es, para nosotros, como un escenario de teatro del que podemos entrar y salir. Todo.

Me quedé pensando. Luego dije:
- Pero...Si todo es escenario...¿No podéis entrar y salir por cualquier parte?
- Quien mira hacia todo creyendo que está encerrado en un mundo plano y sin conexión con lo sagrado, cierra todos los poros porque no se abre a recibir la energía sagrada. Y nosotros no forzamos a nadie a ser "tocado" o "ayudado" por nuestra energía. Quien mira alrededor y ve "algunos puntos" sagrados, nos permite usarlos. Esos puntos son, generalmente, imágenes devocionales o elementos naturales que se consideran sagrados.
- O sea que las personas que creen en las imágenes sagradas, o por lo menos las tienen, están en ventaja, para ser ayudados, respecto a las que no creen en nada.
- Si sólo crees en el escenario y además lo ves como algo sin conexión con lo divino, te atrapas a ti mismo en esa dimensión limitada. Te cierras al Misterio, al Más Allá. Y a las energías sagradas les cuesta mucho más acceder a ti. (Tal vez lo logren cuando las barreras están más bajas, como durante el sueño, pero no siempre) Se necesitan poros, siempre, para acceder a la jaula mental en la que vivís.
- Hummm... Interesante perspectiva.
- Quería que vinieras para que dejaras de juzgar las creencias de la gente de tu cultura. Te estoy dando o transfiriendo parte de mi visión para que veas lo que yo y otros vemos: todo esto, todo lo que hay dentro de esta iglesia, no son más que poros del sueño. Cuando la gente se siente atrapada y asfixiada, viene a estos poros y, si se relaja un poco o entra en un modo de "confianza", podemos acceder a su ser desde nuestra dimensión libre y ayudarle dándole energía, ánimos, sostén o un poco de claridad.

Me quedé reflexionando. Procesando. Anubis me decía: "Ten, te doy mis ojos un ratito. Mira el mundo desde mi perspectiva". Y yo accedí, y de repente lo veía todo desde una ternura rayante en el cariño compasivo. Las imágenes religiosas me parecieron como las muñequitas y muñequitos con los que juegan tantos niños. Porque los humanos éramos como niños muy , muy poco conscientes, a los ojos de Anubis. Y todas esas imágenes eran como juguetes que personas muy dormidas y muy angustiadas utilizaban para sentirse acompañados, o para expresar algo, nada más. No lo podía ver como algo digno de desprecio. Comprendí cuánta soberbia intelectual había albergado. Qué absurdo era despreciar algo así, todo por creerse más despierto o más maduro que los demás.

- Me gusta que lo veas así -me dijo Anubis- porque algún día te pediremos que ayudes a los muertos que permanecen atrapados en dimensiones religiosas. Las dimensiones carcelarias de la Iglesia Católica, por ejemplo. Y si no has comprendido esto, no les podrás ayudar. Porque no podrás entrar por los poros del sueño a rescatar a esos dormidos.
- Un momento ¿quieres decir que "cualquiera" puede entrar por un poro del sueño?
- No cualquiera. Hay que saber, y haber visto que vivís en un "escenario". Pero los seres y las energías que ayudan sí pueden hacerlo.
- Pero ¿cómo podría entrar yo por un poro del sueño?
- Si hay alguien atrapado en un "espacio mental eclesial" del que no sabe salir, por ejemplo porque cree que no tiene perdón, o porque está esperando que le venga a buscar determinada "presencia" o entidad religiosa, entonces puedes acceder a esa persona a través de los puntos que él considera que son "puertas" de conexión con el Más Allá.
- Pero vamos a ver: si hay alguien esperando a Jesucristo, por poner un ejemplo, y reza ante una imagen de Cristo ¿cómo voy a ir yo a buscarlo? ¡No me voy a hacer pasar por Jesucristo...!
- Tú puedes actuar como un eslabón que conecte a esa persona con la energía sagrada que busca.
- Pero ¿por qué no va directamente Cristo a por esa persona?
- Querida, no es un tema de si Cristo va o no va a por nadie. El meollo del asunto es lo que la gente cree y está dispuesta a aceptar. Alguien muy enfocado en su limitación e indignidad, difícilmente se deja encontrar por las energías que considera más sagradas. Aunque rece a Cristo o a quien sea que rece, si en su interior no cree de veras que lo "merezca", no va a hacerse accesible a esa energía. Ahí es donde los eslabones pueden ayudar. Porque si te sientes indigno o incapaz, es mucho más fácil aceptar la energía de una persona bondadosa que no la de "Dios" directamente.
- No lo termino de entender.
- Con la práctica lo verás y comprenderás a qué me refiero. Lo que importa ahora es que dejes de juzgar los espacios de creencia ajenos, los escenarios religiosos de cada cultura. Que los veas como lo que son: sólo escenarios de sueños. Porque todo esto, para nosotros, no son más que sueños dentro de sueños, y los poros del sueño son puntos de fuga, o de liberación de energías. Si no existieran, la humanidad se asfixiaría en su jaula. La humanidad respira - y transpira- porque se aceptan puntos de misterio.
- Hummm...

Me quedé pensando. La gente a mi alrededor cantaba y las flores iban llenando todo el espacio alrededor de la imagen de la Virgen María. Anubis me decía: "Algunas de estas mujeres, las más abiertas y confiadas, van a recibir, por así, decirlo un rayo filtrado de energía divina de La Madre gracias a estos gestos. No todas, porque muchas no están receptivas, ni confían. Pero algunas, sí. Independientemente de cómo sea el mito cristiano, la imagen de María conecta con LA Madre. Es una cuestión del subconsciente y de cosas muy profundas, donde se mezclan asociaciones de ideas, necesidades internas de la gente y el funcionamiento de la dimensión espiritual. La Madre "aprovecha" y "usa" estos poros de sueño para conectar con el interior de las personas"

Seguí pensando. Contagiada de la mirada de Anubis, sentía un amor compasivo por toda esa gente que, en otro momento, hubiera juzgado como supersticiosa o ignorante. No veía más que niños... Niños asustados y desamparados en un mundo muy cerrado y muy fijo, necesitando un poco de "mamá", un poco de libertad, de aire. De amor.
- ¿Y cómo romper esas cárceles, Anubis? -le pregunté luego-. ¿No sería mejor que no existieran?
- Es imposible que no existan porque se necesita un marco perceptual consensuado para hacer algo juntos. Con lo cual es inevitable limitar lo percibido, filtrar contenidos y fijar parámetros. Ahora bien, hay cárceles y cárceles, y algunas son más ligeras y tienen muchas ventanas. Hay sociedades que han sabido entrar y salir de sus espacios con mucha facilidad. En cambio, hay otras que se convierten en espacios tan blindados que muchísima gente se termina deseando suicidar, porque no saben cómo salir de allí. Y porque los espacios herméticos siempre se sienten absurdos en una parte del ser que conoce la INMENSIDAD. Lo cerrado es intolerable porque todos procedéis del INFINITO. Si para ti la naturaleza toda es sagrada, vas a tener muchos poros del sueño para respirar y ser accesible a la energía divina. Pero si vives confinada en creencias más limitadas, a veces los poros son sólo imágenes religiosas....o símbolos de algo.
- Hum... Tiene mucho sentido.

Al cabo de un rato volví a preguntar:
- Pero entonces, si crear cárceles es más o menos inevitable ¿cuál es la alternativa?
- Crear poros del sueño según tu gusto y sentir verdadero está bien. Cuantos más, mejor. Toda cultura que integra la espiritualidad crea sus propios poros del sueño, o sus ventanas, o sus espacios sagrados donde permitirse "salir" de lo conocido y ser conectados o atravesados por las fuerzas sagradas. Las casas con ventanales grandes y puertas que se pueden abrir ya no son tan cárceles. Son más hogares. ¿Entiendes? Todo depende cuánta apertura o cerrazón exista al Misterio, al Más allá.
- Si...
- Pero luego existe otro camino...
- ¿Cuál?
- Es el camino final, porque si lo sigues, terminas con lo conocido. Ya no puedes pertenecer a ninguna religión ni cultura. Te vuelves de otra manera. Ya no sientes que los poros te ayuden, te parecen limitados, asfixiantes. Y las ventanas también te parecen poca cosa. Al final hasta el hogar te pesa como una jaula.
- ¿Pero cómo es ese camino final?
- Es el camino que andas cuando te das cuenta de que todo el mundo, todo el escenario, es en si mismo un gigantesco "poro", es decir, que no hay ningún lugar ni espacio donde Dios NO te pueda atravesar, tocar o transformar.
- Oh.
- Ese camino está reservado a los finales, y por eso no todo el mundo lo anda. Porque te saca del marco perceptual consensuado. Y eso te impide participar en los acuerdos mentales de la gente que te rodea, salvo que anden el mismo camino final que tú.
- Hum...
- ¿Y no me preguntas cómo se accede a ese camino?
- Bueno... Sí. ¿Cómo se accede al camino final?
- Aceptando morir.
- Oh.
- Pero morir del todo. Del todo-del todo. No morir para quedarse deambulando por un escenario. Sino para salir del marco, como nosotros. Para atravesarlo, entrar y salir a voluntad. Es el camino de los libres. ¿Entiendes?
- Algo... No mucho.
- Hay diferentes muertes: una, la que te mantiene fijo en tu escenario; dos, la que te libera del marco perceptual habitual. ¿Cuál quieres vivir?
- La segunda.
- ¿Seguro?
- Uhhh...Bueno...Supongo...
- ¿Seguro? ¿Quieres morir y NO quedarte en los lugares que amas?
- Ehm... Esa es una buena pregunta. Porque me gustaría quedarme en los sitios que amo... Bueno, creo. De momento, al menos.
- Pues hasta que no respondas la pregunta, no podrás elegir la muerte segunda con propiedad. Aunque digas que sí, será una impostura fruto de querer ser "más correcta". Y hasta que no elijas la muerte segunda, no podrás andar el camino final.
- Ya veo. Pero si elijo la muerte primera, entonces vosotros me sacaréis un día u otro de mi escenario a través de los poros del sueño.
- Muy bien, lo estás entendiendo a la perfección. Si eligieras quedarte en un sitio de tu elección, por ejemplo porque lo amas, te dejaríamos viviendo ese "sueño" hasta que te cansaras o te sintieras estancada y desearas ir más allá o nos pidieras ayuda. Entonces usaríamos el poro o los poros de tu sueño más adecuados (o las puertas o ventanas) para llegar hasta ti y te sacaríamos de ese escenario.
- Hum. ¡Esto tiene mucha tela, todo junto! Lo tengo que procesar.
- Así es, preciosa. Al final siempre nos encontraremos, tomes la decisión que tomes, y siempre nuestra mano tendida tendrás. Pero ahora tienes algo más en lo que pensar :-)


Y aquí lo dejo porque no hubo más. Este es el cuento de hoy. Feliz fin de domingo ;-)
   
                                                                   * * *

viernes, 21 de agosto de 2015

Hécate, la que ilumina con fuego los infiernos y cataliza el tránsito.

La relación personal con un mito puede ser, a grandes rasgos, de tres tipos:
1- Buscas el significado de un mito en un diccionario o en internet, te lo dicen, te lo aprendes de memoria y piensas el mito a partir de lo aprendido. Te conviertes en alguien con ciertos conocimientos sobre mitología.

2- Lees un tratado analítico sobre el mito y rastreas diferentes significados, tanto desde lo racional como desde lo simbólico. Luego piensas el mito en base a ello. O lo utilizas como herramienta de meditación "arquetípica". Con eso, te conviertes en alguien con mayor conocimiento que quien sigue el punto 1.

3- Tal vez nunca has pensado en un mito concreto, porque a lo mejor ni siquiera lo conoces, o no has oído gran cosa sobre él, pero su "personaje" principal entra en tus sueños por no se qué puerta misteriosa y te viene a encontrar. Te conviertes en alguien asombrado que siente que empieza a comprender algo, porque lo que creía que sabía ya no le sirve. Se le rompen los esquemas. Esa persona se convierte en conocedora del mito desde adentro. (Más adelante puede unir su conocimiento al punto 2, y seguir experimentando cosas del mito, pero ya de un modo más consciente)

Respecto algunos mitos estoy en el punto uno, en otros en el punto dos, y finalmente en otros estoy en el tres. A veces también se me han mezclado todos los puntos, de manera que he pasado por una etapa de haber aprendido ciertos datos sobre un mito, luego he seguido con una reflexión más amplia e "interdisciplinar", pero finalmente el mito se ha cansado de esperarme por esa vía y se ha presentado en mi casa a la hora del sueño, para decirme: "Mira, en realidad soy esto".

Hoy traigo a Hécate como personaje mítico. Y lo que voy a hacer es contar una vivencia de tipo 3, y no por convencer a nadie de nada, sino porque soy como un pájaro que siempre canta su verdad. Y porque quiero dar testimonio de cómo a veces los mitos actúan sin que los busquemos, y cómo pueden actuar en tu vida incluso aunque no te des cuenta de que lo están haciendo.

Yo ¿qué sabía de Hécate? Nada. Solo sabía algo de diosas más luminosas, terrenales y celestiales, pero no de Hécate, que es como muy oscura y misteriosa y no salía en las historias de la Antigua Grecia que nos contaba mi padre. Ni en las pinturas renacentistas que tanto me gustaban, plagadas de Afroditas, Artemisas, Minervas y demás, todas luz y belleza. Los pintores célebres no se han entretenido retratando a Hécate, la verdad. 

La verdad es que yo era ignorante y escéptica de mucho hasta que empecé a investigar el mundo de los sueños. Soñaba muchísimo con muertos, y me di cuenta de que la inmensa mayoría de conflictos en los que me veía inmersa mientras dormía, eran cosa de muertes mal sanadas, mal vividas o mal asumidas. Vino entonces un mito contundente a encontrarse conmigo: la energía de Anubis, ¡pam!, irrumpió sin que yo hubiera leído nada sobre mitología egipcia. Primera pedrada a mi cristalera de creencias. "Pero, pero...¿los dioses existen?" me pregunté al despertar, incrédula.

Oh, resultaba que había muchas cosas a las que llamamos dios. Pero sí, podíamos decir que, en cierto modo, existen energías a las que a veces la humanidad ha llamado "Dios" o Diosa", "dioses" o "diosas". Aunque no son siempre el mismo tipo de energías y sobre la génesis de dioses y diosas habría mucho que hablar. En todo caso, existen, aunque no en el nivel de realidad que llamamos "realidad".

Después de Míster Anubis irrumpiendo en mis sueños, ya todo se puso muy mítico en general. Y empezaron a pasarme toda clase de cosas. Y un dia, Anubis me dijo en un sueño que él tenía un "libro" que era una especie de "Who´s who" del mundo infernal, del inframundo, la muerte y el tránsito. Me dijo: "Conozco a todas las divinidades y entidades que en todo el planeta y la historia se han ocupado o se ocupan de estas tareas fuerarias y del tránsito. Todos somos compañeros, colegas, y colaboramos entre nosotros. Estamos en lo mismo. Tú, por estar en estrecho contacto conmigo, también lo vas a estar con ellos, y a más de un dios o una diosa los vas a conocer personalmente, porque se te van a presentar".

Uau. Un "Who´s who" del mundo del inframundo. Caray, era como de película. Pero en fin, soñar es gratis, percibir también. Y si empiezas a censurar con la mente algo así, no avanzas ni te enteras de nada, porque cortas el rollo a la película que se quiere mostrar ante ti. Pues toda entidad, energía o ser que se te presente delante, es porque quiere ser conocido, o busca testigos de algo. Nunca se te presentan porque sí. La energía espiritual es muy práctica y no se desperdicia a si misma, así que las experiencias espirituales siempre tienen su utilidad, aunque sólo sea, a veces, vivir cierta belleza. 

Y en esa etapa de mi vida estaba, cuando una noche, en sueños, me encontré reventando a patadas la puerta de unos tétricos hangares abandonados para entrar en ellos. Iba acompañada de un hombre y una mujer ypor lo visto yo sabía muy bien adónde nos dirigíamos, aunque si me pidieran que lo explicara en términos racionales, no podría hacerlo, pues seguía solo a mi instinto. Les fui diciendo a los demás por dónde debían seguir y les guié por intrincados almacenes, pasillos, lugares llenos de polvo añejo, trastos viejos, telarañas.

A mi derecha iba un doberman negro de tal tamaño que su cabeza estaba a la altura de mis hombros. A mi izquierda, un mastín gris oscuro de igual envergadura y corpulencia. Eran como mis guardaespaldas y ayudantes.

Entonces, detrás de mí descubrí una bestia gigantesca que me sobrepasaba en más de un metro y medio de altura y que no pertenecía a ninguna raza animal conocida. Era una bestia peluda como un mamut, maciza como un muro, de color marrón oscuro, con una gran cabeza roma de enormes ojos inteligentes que asomaban tras el pelo y me miraban fijamente. (¡Dios...! ¿Qué era eso?) 

A través de esos ojos entre lanas, con una mirada que se me antojó antigua como el mundo, la bestia me dijo mentalmente: "Llevabas mucho tiempo buscándome".

Y yo asentí, en el sueño. ¡Como si supiera algo de eso! Aquí mi conciencia ordinaria se desdobló y empezó a observar el "personaje" que yo era en sueños, y que no era "yo", porque yo no tenía ni la más remota idea de quién era esa bestia lanuda. O sea que me volví lúcida en el sueño y pasé a ser una conciencia observante dentro de un personaje desconocido. Era como haberse fusionado con la conciencia de una "mujer" que no era yo, y que sabía lo que se traía entre manos en ese misterioso sueño.

Siendo "ella", el animalazo me recordaba cosas que yo no era capaz de traducir con palabras. Tenía la sensación de haberlo buscado durante milenios. En un tiempo pasado fuimos uno, siempre juntos. Algo sucedió, y un día perdí a esa bestia, pero siempre eché en falta su ausencia y la busqué, sin saber bien qué buscaba, o a quién. Ahora por fin nos habíamos encontrado y Ello, Ese Animal Enorme de ojos inteligentísimos (mucho), se quedó a mi espalda. Quedó claro que me protegería en ese sueño de un modo contundente e implacable, siendo una muralla gruesa e impenetrable de músculos, pelo y consciencia despierta.

Continué avanzando con la triple y bestial escolta, y con el hombre y la mujer desconocidos cerca. Al fin llegamos a una sala habitada, llena de imágenes. Las investigué minuciosamente. Buscaba pistas. Al mirar cada imagen comprendía lo que significaba, la energía de la que estaba compuesta, su procedencia, y qué o quién hacía que esa imagen estuviera allí.

Comprendí que estaba en una especie de infierno o mundo de muertos, y que en esos lugares nada está ahí salido de la nada. Lo más habitual es encontrarse con montones de despojos. En los sueños que giran en torno a los mundos de muertos, aparecen objetos de todo tipo que son como excrecencias de los pensamientos, emociones y recuerdos de los seres que deambularon por ahí. En ocasiones los objetos son alimentados por un apego o recuerdo constante y parecen tener vida. En otras, si los muertos se van despojando de ese apego y van dejando su mundo conocido atrás, los objetos van cayendo a sus espaldas, se van llenando de polvo, se deterioran y desaparecen progresivamente.

Así que los muertos dejan un rastro como los caracoles. Allá por donde pasan van dejando restos: cositas, souvenirs, papelitos, fotografías o imágenes, cacharros… Entras en un sitio de muertos y lo sabes aunque no los veas a ellos, porque es la pura imagen de una chatarrería decadente y deslucida, de un mercadillo de objetos de segunda mano medio rotos, de un batiburrillo de despojos inservibles con la pátina del uso y del tiempo, trozos de hogares, historias, situaciones, recuerdos… A veces entras en lugares muy muertos pero ordenados,  otras te encuentras en espacios que literalmente parecen habitados por el peor síndrome de Diógenes.

En fin, seguí observando. Me detuve ante unos dibujos de tréboles negros de cuatro hojas que, al mirarlos, se convertían en símbolos de antiguos escudos nobiliarios, y de repente supe que el hombre que tenía que ver con la presencia de aquel recuerdo o imagen, había matado a alguien. El asesino estaba en esa sala, un poco más lejos, y daba la espalda al grupo que yo guiaba, haciéndose el distraído, aunque había notado perfectamente mi presencia allí. 

Y no le gustaba, porque sabía quién era "yo" (o sea, "Ella") El tipo llevaba mucho tiempo escondido en ese infierno personal, atrincherado en esas naves industriles abandonadas, pero ahora le quedaba claro que la puñetera Fuerza del Tránsito acababa llegando hasta el último rincón del Infierno, valga la ironía. Ni muerto te libras de morir. Es decir, no te libras al final de transitar.

La mujer que me acompañaba en el sueño se preguntaba qué relación tenía conmigo y con ese hombre con el que acabábamos de encontrarnos, porque sentía que no era una casualidad. Y no lo era, pues yo les había llevado hasta ahí intencionadamente. Entonces la mujer obtuvo la respuesta en su interior: resultaba que ese hombre había asesinado a su marido tiempo atrás. Lo hizo muy astutamente, logrando que pareciera un accidente. 

Precisamente era esta tragedia, algo que la mujer nunca sintió que fuera accidental, lo que la mantenía atrapada en el sufrimiento interior, y había hecho que al morir continuara andando en círculos viciosos sin resolución, en su propio infierno personal. Ahora sin embargo descubría al asesino y, muy determinada, sintiendo que algo se liberaba de golpe, se confrontó con él. Lo increpó y quería golpearlo, castigarlo. Su furia reprimida durante mucho tiempo salió a borbotones, sintiendo que por fin podía volcarla en el culpable.

"Yo" (Ella, la del sueño) no juzgué a la mujer. Y es que mi función en el sueño no era juzgar actos ajenos ni aconsejar comportamientos, sino HACER que los encuentros necesarios se produjeran, o que las circunstancias necesarias se dieran. ¿Necesarias para qué? Para romper inercias. ¿Y cómo lo lograba? Seguía intuitivamente señales, rastreaba la energía. La cabeza pensante no tenía mucho que ver con lo que yo hacía. Podría haber aparecido ante aquellos humanos en la forma de un animal o de cualquier otro ser, porque yo podía ser cualquier cosa. Pero para esta gente era necesario ver a alguien "comprensible" en quien confiar, o tener a alguien humano con quien interactuar, así que me aparecí en forma de mujer.

El infierno tiene mucho que ver con sentirse o estar aislado interiormente y no saber salir de inercias mentales repetitivas, viciosas. No importa si estás rodeado de gente, porque a lo mejor sientes que no hay modo de hacer contacto con los demás, o que si lo haces, es erróneo, desenfocado y calamitoso. Por eso yo ("ella") estaba allí, para movilizar las cosas. Para "Mover la movida", o "Hacer hervir la olla" como solía decir en broma, haciendo que lo estancado se desbloqueara, se crearan ENCRUCIJADAS de oportunidad y las cosas SE DECIDIERAN. 

En ese instante supe, no sé cómo (una sensación irracional, del hemisferio derecho) que estaba asistiendo, desde dentro, a lo que era Hécate. Se me estaba permitiendo asomarme a sus ojos o a su sentir, y entendí que hacer de Hécate tenía que ver con actuar como catalizadora, detonadora de encrucijadas vitales, situaciones capaces de resolver antiguas fijaciones y atascos existenciales.

La mujer desconocida había necesitado enormemente encontrar al asesino de su marido, enfrentarse con él, sacar afuera toda su ira contenida. Así que por eso la dejé hacer. La dejé ir contra el asesino, y miré la escena como quien ve cómo se prende la mecha explosiva de una reacción en cadena, en un escenario donde hasta entonces el argumento había permanecido estancado.

Reaccionando ante el ataque de la mujer, el asesino se volvió hacia nosotros y nos miró. Supe al ver su rostro que tenía rasgos de psicópata. Percibía en sus ojos la implacable ausencia de empatía hacia el resto, y un sarcasmo ácido flotando en su media sonrisa. Llevaba en una mano enguantada unas largas pinzas metálicas articuladas, como de cadena de montaje industrial, con las que sostenía, alejado casi a un metro de su cuerpo, un frasco de cristal con un líquido altamente explosivo e inflamable.  Supe que estaba calculando cómo lanzarnos eso sin herirse a sí mismo, puesto que aquel líquido era tan rápido y potente al explotar que, si no tenía un mecanismo de seguridad y aislamiento, aquel que lo manipulaba normalmente se abrasaba. No le daba tiempo a resguardarse, la onda de fuego era demasiado rápida y la sustancia era tremendamente ligera, evanescente…se colaba por todos los rincones.

Entonces intervino el otro hombre desconocido del grupo, que había permanecido silencioso hasta ahora junto a mí. Sin decir palabra, se abalanzó sobre el psicópata y agarró con sus manos el frasco de cristal. En un acto quijotesco y suicida, corrió hacia otra habitación con la intención de lanzarlo lejos, dejándonos a las mujeres al fuera del radio de influencia de la explosión. Todo transcurrió como a cámara lenta. Vi las secuencias separadas de lo que hacía cada uno. La mujer que se había enfrentado al psicópata gritó horrorizada al comprender lo que iba a hacer el hombre que adoptaba el rol de salvador que da su vida por otros. Quiso disuadirle de su intención, gritando con desesperación y horror, porque no quería que se quemara vivo, pero ya no podía evitarlo, pues una vez que el hombre ya llevaba en sus manos el explosivo, y sin otros medios técnicos a su alcance, lo soltara como lo soltara o lo dejara donde lo dejara, bastaría un mínimo roce para que aquello explotara.

Mientras, el psicópata se había quedado un poco sorprendido con el giro de la situación. No esperaba ver aparecer a un "salvador" entre el grupito, eso no entraba en sus expectativas. Capté de sus pensamientos que estaba convencido de que el ser humano era egoísta y cobarde, porque lo había sufrido así en algún remoto momento de su vida. Nadie se había arriesgado por él, nadie había tenido el valor de dar su vida por él, y había experimentado algo terrible mucho tiempo atrás. Tan terrible que lo partió como en dos y abandonó las emociones empáticas para siempre. Había creido que la amenaza de morir por ese tipo de fuego sería demasiado aterradora como para que nadie se atreviera a frenarlo. Esperaba abrasarnos a todos en décimas de segundo y quitársenos así de encima, fácilmente. Seguramente ya lo había hecho más veces con otros que llegaron a su infierno de aislamiento enfermizo.

Me senté aparte, en unas escaleras, sin inmutarme, porque era como estar muy segura de la perfección del momento, a pesar de lo terriblemente trágico del mismo. Observé todo aquello, que transcurría condensado en segundos, aunque yo lo veía en secuencias lentas, perfectamente claras y ordenadas.
El hombre salvador arrojó finalmente el frasco en un contenedor metálico que encontró por ahí pero, tal y como era de esperar, instantáneamente hubo un enorme fogonazo ardiente entre naranja y blanco, de pura incandescencia. El psicópata y la mujer se agacharon y se acurrucaron en rincones para que aquel fuego, velocísimo, y de una naturaleza casi corrosiva de tan abrasadora, no les tocara. Todo fue rapidísimo.

La mujer gritó de nuevo al ver al hombre salvador con la cara y las manos envueltos en llamas, sufriendo por él. Se diría que esa sustancia química atacaba especialmente la carne humana, cebándose con ella. Era sin duda un fuego infernal con muy mala idea, algo anti natural. Tenía un punto ácido, incluso. Pero de repente el psicópata hizo algo inesperado: cogió unos trapos mojados y los arrojó con puntería sobre el rostro y las manos del hombre, y así apagó sus llamas.

Ahí supe que todo estaba hecho. Suspiré. Fin del acto. Se acaba de resolver la encrucijada. 

Al conducir a esas tres personas hacia ese encuentro, había provocado una catarsis en la que cada uno había encontrado respuestas y soluciones a ciertas trabas que mantenían atrapado a cada uno en esa dimensión infernal. 

La mujer había comprendido que su marido, efectivamente, había sido asesinado, y eso era un alivio para ella, pues la duda que la había corroído y mantenido atrapada en círculos viciosos mentales había terminado. Al enfrentarse al psicópata, además, había tenido la posibilidad de expresar su ira y buscar justicia a través de una confrontación. Sin embargo, su acto había tenido una consecuencia destructiva y dañina para otra persona, algo que ella no esperaba, pues la reacción violenta y cruel del psicópata había quemado de gravedad al otro hombre. Obviamente, la mujer compasiva no sabía de qué modo es capaz de comportarse alguien sin empatía cuando se siente atacado o acosado. Eso, has de verlo para comprenderlo. O mejor dicho: has de sentirlo.

Así que para la mujer empática, estar allí durante la reacción violenta del psicópata fue la enseñanza final que necesitaba para comprender no solo cosas relativas al asesinato de su esposo, sino también que la ira no es lo mejor como método de justicia, al menos cuando uno se enfrenta con seres que precisamente se fortalecen, o crecen con la ira que sienten los demás. Gracias a su empatía y compasión ella al final sintió y supo lo que "era" el asesino y dejó de buscar esos caminos para obtener justicia.

El psicópata, por su parte, había sido tan sorprendido por el gesto de auto sacrificio altruista del "salvador", que vio surgir en su interior un inesperado rasgo de compasión, tan sorprendente que casi no le parecía que hubiera surgido de si mismo. Su inercia, su estancamiento en la insensibilidad, habían sido rotos, pues no solo había lamentado (aunque fuera solo durante una milésima de segundo) el sufrimiento del hombre que se abrasaba, sino que había actuado para disminuirlo. 

El había deseado matarnos a todos, partiendo de su idea de que todo el mundo es despreciable, fundamentalmente egoísta y no existe coraje suficiente para arriesgarse por los demás. Pero el salvador le había roto los esquemas, pues nadie hasta el momento se había atrevido a hacer algo así con "su" fuego infernal, símbolo de su ira acumulada y escondida. Ver cómo un desconocido tomaba ese fuego sobre sí mismo y asumía morir para salvar a otros, había incidido directamente en las heridas antiguas del asesino, justo las que le habían convertido en un ser despiadado. 

Al apagar el fuego del salvador, el asesino había dado inicio a una nueva etapa en la que su frialdad y crueldad se habían resquebrajado. Era tan sólo una grieta, de acuerdo, pero por ese resquicio entrarían algo nuevo y mejor. Era justo la primera pequeña pieza de una cadena que iría moviéndose, punto por punto... Se abría una posibilidad de sanación.

Y el salvador… ¿Quién era? Alguien que había vivido toda su vida sin arriesgarse por los demás ni comprometerse jamás con ninguna ayuda humanitaria. Era un hombre que había vivido sólo enfocado en sus asuntos, en su trabajo, en ganar dinero y mantener la estabilidad de su empresa y su familia y poco más. Su corazón estaba bajo mínimos y encerrado en un armario bajo siete llaves, siempre temeroso de implicarse emocionalmente en problemas ajenos para no meterse en líos. Su lema era no involucrarse y no tomarse las cosas a pecho. Al final de su vida se había vuelto un ser apagado y gris pero, tras la muerte (porque estaba muerto hacía años) había percibido las cosas desde otra perspectiva y había lamentado no haber vivido con más arrojo, y no haberse arriesgado por algunas personas.

Ahora, al ejercer el rol de salvador que llega al extremo de dar su vida, acababa de darse a sí mismo la oportunidad de romper de un modo terrible, pero muy efectivo, con su miedo y estrechez. Acababa de matar a su "personaje", pero había sido liberador. Paradójicamente, su sufrimiento de ahora le hacía feliz. Un fuego externo había liberado su fuego interno, el de su corazón amordazado. Una explosión visible era la imagen de su propia explosión interior, la de un corazón atado y relegado al olvido que ya no puede más, y al fin toma las riendas y comete una aparente locura suicida, todo para salir de su encierro, aunque sea con una explosión destructiva. Pero así acababa de romper su infierno personal, su aislamiento. Ahora podría cambiar de etapa y transitar.

Los tres animalazos continuaban a mi lado, cada uno en su puesto, inalterables y sin sufrir daño alguno, como si vieran explosiones de fuego cada día. Supongo que estaban acostumbrados a los infiernos. Su función era tan solo ser consciencia. Es por eso que podían protegerme o protegerla a "ella", por ser consciencia observante, en este caso una consciencia tremendamente instintiva.

Me desperté, salí del sueño y me encontré en mi vida normal. Y acudí a los libros y a las imágenes de Hécate para intentar entender mejor lo que había soñado. Al principio me sentí confundida, pues los datos no encajaban con lo que yo había visto. Que si una diosa de la brujería, que si la luna, que si hechicera... Nada de eso era lo que yo había sentido. Ah, ¡pero las encrucijadas sí salían en los escritos sobre su mito! Y los perros infernales. Lo demás... No me terminaba de encajar.

Sólo cuando encontré las pinturas de las antiguas cerámicas griegas y vi la imagen de una Hécate joven y fuerte, casi una guerrera (porque a veces luchaba contra gigantes, como en la imagen de la izquierda), portando antorchas de fuego, sentí que ahí estaba el punto de conexión o el símbolo de la verdad que se me acaba de mostrar.

Llevar antorchas en los caminos oscuros, nocturnos o infernales,  ¿no significa llevar luz donde no la hay? Una luz que al mismo tiempo es transmutación (porque el fuego purifica) y también energía capaz de reanimar y "hacer hervir" situaciones estancadas.

Así comprendí que se me estaba mostrando la raíz o semilla de un mito antiquísimo relacionado con las energías vitales capaces de transitar e iluminar los estados del ser más infernales y oscuros. Y sentí que, una vez más, el mito nació para reflejar una realidad, pero después fue cambiando y viviendo mutaciones. Mil veces retocado, tomado, utilizado para esto o aquello, al final teníamos una diosa Hécate muy distinta. ¿Dónde estaba aquella joven intrépida de rastro de fuego, con su jauría de bestias, promoviendo catarsis en los infiernos? ¿En qué había quedado el antiguo conocimiento de los que sabían cómo inducir el tránsito o el renacimiento en quienes atravesaban la mayor oscuridad?

La respuesta la tenía en mi propio sueño: Allí seguía estando. Nunca había dejado de estar. Sólo que no se la solía reconocer, porque iba cambiando de aspecto. Ni se la nombraba igual. Pero a Ella le daba lo mismo porque, como bien me mostró en el sueño, podía adoptar cualquier forma de ser, cualquier traje, personaje o disfraz, con tal de seguir siendo ella misma, es decir: La fuerza del fuego divino femenino que atraviesa las entrañas infernales de la dimensión psíquica terrestre y produce (re) nacimientos, liquida bloqueos y que a veces acaba, por eso, con cárceles y tiranías psíquicas de siglos. O de milenios.

Estamos salvados, pues. Las energías sagradas verdaderas, esenciales y profundas, son eternas y permanecen con nosotros. No importa cómo se las nombre o la categoría de ser en la que las clasifiquemos. Actúan sin importar lo que pensemos o creamos, y aunque no creamos en nada, qué más les da eso. Las religiones y los trajes les resbalan, los usan y se los quitan como si nada. Les importa un comino ser nombradas así o asá, vestirse con esto o aquello, que las tengan por divinas, o por demoníacas, porque en realidad, la "adoración" humana ni la necesitan, ni la buscan, porque les "fija" demasiado en un aspecto y les ata. 

A estas energías sagradas (tipo la Hécate que soñé) solo les importar ser, actuar, servir. Ni se les ocurre pedir altares o que las fijen con imágenes. Pero qué dices, si son encrucijada, si son tránsito. "No me quieras agarrar y tener en casa amarrada, que no podrás y encima te vas a quemar". Su energía se te escurre entre los dedos, te rompe el esquema otra vez o se marcha para que no te quedes embobado, intentando fijar tu experiencia con grapas o pegamento para intentar repetirla, o creando una religión estructurada y estable con eso. Pues el mundo, nuestro mundo, no es más que un espacio donde a menudo (o casi siempre) acabamos atrapados en historias, roles, personajes y fijaciones.

Fue así como tomé conciencia por primera vez de las energías divinas o sagradas vivas que actúan según particularidades o virtudes diferenciadas, pero sin estar identificadas con los dibujitos que los seres humanos hacen de las mismas. Son energías vivientes que no habitan dentro de nuestro escenario, ni están sometidas a su influjo. 

¿Dónde vive el aire que nos da vida? Lo tenemos dentro del cuerpo pero nos recorre enteros, y sale afuera cuando quiere, no podemos fijarlo en un punto del mismo, ni atraparlo. Es constante flujo renovador. Así mismo, estas fuerzas sagradas entran y salen de nuestro sistema humano recorriéndolo sin esfuerzo, son energías que tejen y destejen el tapiz de la vida, entrando y saliendo del entramado, o, en este caso, son una fuerza que actúa para deshacer los nudos vitales más infernales. Los nudos que se forman en algunos puntos de nuestra existencia anímica y que amenazan con estropearlo todo y obstaculizar el pulso de lo vivo.

Hécate, deshacedora de nudos (las encrucijadas son hilos entrecruzados) Es normal que la llamaran en los partos, porque a veces éstos también se complican o se "atascan". Y porque nacer es transitar. Y porque es deseable que todo nacimiento se produzca "hacia un estado mejor". Por bueno que sea estar en el vientre materno, es deseable que sea mejor todavía llegar a los brazos de la madre y verle el rostro, tocarla. 

Por eso, la Hécate más desconocida es la que se sitúa al lado de las madres intentando que los niños nazcan a "mejor estado". Y para ello impulsa catarsis emocionales en el corazón materno, o en sus entrañas. Intentando deshacer sus nudos, derretirlos con su fuego, de manera que se conviertan en madres más "cielo" y menos infierno. 

Así, Hécate es suscitadora de removidas parto y pos parto, muestra infiernos y heridas ocultas y por eso hasta se le tiene miedo. Pero Ella lo hace porque es así, y porque las madres piden saber o poder amar mejor a sus hijos, y entonces "Ella" se presenta a su lado. Permanece sin decir palabra, pero cataliza. Detona. Prende la mecha de la catarsis interior. Y las madres tiemblan y se agitan y entran en sus infiernos. Y al fin, algunas, transitan hacia mejor estado y entonces abrazan a su criatura con otro ánimo. Y el niño o niña siente que, por fin, está un poco más en el cielo. Un poco más con mamá "bien". Seguro y en paz.

Hécate se marcha entonces, misión cumplida, impulsada como sangre ardiente a través de las venas de energía de la Inmensa Tierra, latiendo como un fuego viajero a través del basto tapiz de la vida. Llevada y traída adonde hace falta. Sin pensarse. Sin aferrarse. Sin identificarse. Sólo como un pulso de fuego-luz-consciencia navegando por los capilares o tejidos vivos de la Gran Madre, en cuyo interior todos vivimos.