domingo, 23 de agosto de 2015

Anubis y los "poros del sueño".

(Arriba, talla de Nuestra Señora de la catedral de Toledo)
 
(Creo que esto ya lo he contado alguna vez, así que igual me repito, pero como no recuerdo dónde lo escribí, y hoy volvió a mi recuerdo, lo vuelvo a narrar y ahí queda eso)

Era un domingo como otro cualquiera. Vivía en un pueblecito de la España profunda y me enteré de que en una población vecina se celebraba una fiesta local. El momento clave se desarrollaba en una iglesia a la cual acudían las personas a hacer una ofrenda floral a la Virgen María. Me estaba leyendo el programa de fiestas, por si había algo que me interesara ver, aunque fuera como curiosidad, cuando mi cuerpo me avisó de que la energía a la que llamo Anubis estaba presente. 

La sensación es muy entrañable, o sea, muy de las vísceras, e inconfundible. Como si de repente me aplomara y tuviera una contundencia especial, y al mismo tiempo más visión. No sé describirlo muy bien porque no tengo con qué comparar, pero vamos a decir que para mí, cada energía a las que doy "voz" se acompaña de sensaciones físicas distintas. Ninguna es como las demás, y cuando llevas años sintiendo a algunas de ellas ya las distingues enseguida.

Total, que Anubis rondaba el escenario y me detuve a escucharlo: "Estaría bien que fueras a ver esa ofrenda floral. Hay ahí una enseñanza para ti". Hum. No es que me apeteciera mucho ir a una iglesia abarrotada de gente. No soy católica pero además no me gustan los lugares muy llenos. 

"Vete, por favor. Aquel es un buen lugar para que aprendas algo"- insistió Anubis. 
Así que le hice caso y fui. Esta es la vida de una aprendiza de chamán: no vas a los lugares de ese tipo porque necesariamente creas en ellos, o porque pienses que ese es tu lugar, sino porque la energía te lleva allí con la intención de enseñarte algo, o de que vivas una experiencia específica.

Conseguí llegar a tiempo para sentarme e intenté sentir cuál era la enseñanza. ¿Se trataba de algo relacionado con la Virgen María? ¿Con las flores? ¿Con el largo cántico que las mujeres del pueblo le estaban dedicando? Pues no. La presencia de Anubis se fue haciendo más y más intensa, casi sólida, hasta que pudo retumbar su voz en mi interior sin ser distraída por todo el "ruido" externo (que no era poco)
 Y me dijo:
- Mira hacia la imagen de María.
- Ya la veo.
- ¿Y qué ves?
- Una mujer sentada con el hijo en brazos.
- ¿Y qué más?
- ¿Las flores...?
- ¿Y qué más?
- No veo nada más. ¿A qué te refieres?
- Mira lo que yo veo: esto no es un trozo de madera, ni tampoco es la Virgen María. Esto es un poro del sueño.
- ¿Quéee?
- Estás mirando un poro del sueño.
- ¿Cómo dices? No entiendo nada. ¿Qué es un poro del sueño?
- Un poro es un punto donde se comunican dos mundos, dos espacios, dos niveles, dos dimensiones...Un poro del sueño es un punto donde es posible pasar del estado de conciencia corriente que lleváis (dormidos) a otro estado (más despierto); o salir de un sueño (el vuestro) a otro (el del mundo de las fuerzas sagradas)
- ¿Y cómo es que esta imagen religiosa es un poro del sueño? ¿Me estás diciendo que fue creada por alguien que tenía conocimientos espirituales o mágicos, y que la dotó de una capacidad especial?
- No, no me refiero a eso. Esta imagen es un poro del sueño porque la gente la mira sintiendo que es especial. No porque lo sea debido a la manera en que ha sido hecha.
- Pero entonces ¿cómo funciona la cosa?
- Cuando la gente mira a esta imagen creyendo que a través de ella les mira la Virgen María, se abren a recibir las energías sagradas asociadas a ello. Con lo cual, en este caso, las personas se abren a conectar, siquiera sutilmente, con la energía de La Madre.
- Hummm...
- Mira hija mía, te he hecho venir hasta aquí para decirte: NO JUZGUES las creencias ni las imágenes que los demás utilizan. Mientras no te agredan o intenten atentar contra tu libertad, no vayas en su contra, no te interpongas, no te metas ni juzgues a nadie. Porque para nosotros, para las energías sagradas que venimos y vamos de La Divinidad "Una" a vosotros, todas las imágenes, todas estas cosas, no son más que Poros del Sueño que podemos utilizar (y de hecho, usamos) para entrar y salir de vuestro mundo mental, si es necesario. Y es así para todas las imágenes religiosas, rituales o míticas del mundo. Para todas. Pero también para cualquier cosa que el ser humano mire pensando que es "especial" o que eso le conecta más con la divinidad: un árbol, una piedra, el mar... ¿Entiendes hija? Todo lo que veis es, para nosotros, como un escenario de teatro del que podemos entrar y salir. Todo.

Me quedé pensando. Luego dije:
- Pero...Si todo es escenario...¿No podéis entrar y salir por cualquier parte?
- Quien mira hacia todo creyendo que está encerrado en un mundo plano y sin conexión con lo sagrado, cierra todos los poros porque no se abre a recibir la energía sagrada. Y nosotros no forzamos a nadie a ser "tocado" o "ayudado" por nuestra energía. Quien mira alrededor y ve "algunos puntos" sagrados, nos permite usarlos. Esos puntos son, generalmente, imágenes devocionales o elementos naturales que se consideran sagrados.
- O sea que las personas que creen en las imágenes sagradas, o por lo menos las tienen, están en ventaja, para ser ayudados, respecto a las que no creen en nada.
- Si sólo crees en el escenario y además lo ves como algo sin conexión con lo divino, te atrapas a ti mismo en esa dimensión limitada. Te cierras al Misterio, al Más Allá. Y a las energías sagradas les cuesta mucho más acceder a ti. (Tal vez lo logren cuando las barreras están más bajas, como durante el sueño, pero no siempre) Se necesitan poros, siempre, para acceder a la jaula mental en la que vivís.
- Hummm... Interesante perspectiva.
- Quería que vinieras para que dejaras de juzgar las creencias de la gente de tu cultura. Te estoy dando o transfiriendo parte de mi visión para que veas lo que yo y otros vemos: todo esto, todo lo que hay dentro de esta iglesia, no son más que poros del sueño. Cuando la gente se siente atrapada y asfixiada, viene a estos poros y, si se relaja un poco o entra en un modo de "confianza", podemos acceder a su ser desde nuestra dimensión libre y ayudarle dándole energía, ánimos, sostén o un poco de claridad.

Me quedé reflexionando. Procesando. Anubis me decía: "Ten, te doy mis ojos un ratito. Mira el mundo desde mi perspectiva". Y yo accedí, y de repente lo veía todo desde una ternura rayante en el cariño compasivo. Las imágenes religiosas me parecieron como las muñequitas y muñequitos con los que juegan tantos niños. Porque los humanos éramos como niños muy , muy poco conscientes, a los ojos de Anubis. Y todas esas imágenes eran como juguetes que personas muy dormidas y muy angustiadas utilizaban para sentirse acompañados, o para expresar algo, nada más. No lo podía ver como algo digno de desprecio. Comprendí cuánta soberbia intelectual había albergado. Qué absurdo era despreciar algo así, todo por creerse más despierto o más maduro que los demás.

- Me gusta que lo veas así -me dijo Anubis- porque algún día te pediremos que ayudes a los muertos que permanecen atrapados en dimensiones religiosas. Las dimensiones carcelarias de la Iglesia Católica, por ejemplo. Y si no has comprendido esto, no les podrás ayudar. Porque no podrás entrar por los poros del sueño a rescatar a esos dormidos.
- Un momento ¿quieres decir que "cualquiera" puede entrar por un poro del sueño?
- No cualquiera. Hay que saber, y haber visto que vivís en un "escenario". Pero los seres y las energías que ayudan sí pueden hacerlo.
- Pero ¿cómo podría entrar yo por un poro del sueño?
- Si hay alguien atrapado en un "espacio mental eclesial" del que no sabe salir, por ejemplo porque cree que no tiene perdón, o porque está esperando que le venga a buscar determinada "presencia" o entidad religiosa, entonces puedes acceder a esa persona a través de los puntos que él considera que son "puertas" de conexión con el Más Allá.
- Pero vamos a ver: si hay alguien esperando a Jesucristo, por poner un ejemplo, y reza ante una imagen de Cristo ¿cómo voy a ir yo a buscarlo? ¡No me voy a hacer pasar por Jesucristo...!
- Tú puedes actuar como un eslabón que conecte a esa persona con la energía sagrada que busca.
- Pero ¿por qué no va directamente Cristo a por esa persona?
- Querida, no es un tema de si Cristo va o no va a por nadie. El meollo del asunto es lo que la gente cree y está dispuesta a aceptar. Alguien muy enfocado en su limitación e indignidad, difícilmente se deja encontrar por las energías que considera más sagradas. Aunque rece a Cristo o a quien sea que rece, si en su interior no cree de veras que lo "merezca", no va a hacerse accesible a esa energía. Ahí es donde los eslabones pueden ayudar. Porque si te sientes indigno o incapaz, es mucho más fácil aceptar la energía de una persona bondadosa que no la de "Dios" directamente.
- No lo termino de entender.
- Con la práctica lo verás y comprenderás a qué me refiero. Lo que importa ahora es que dejes de juzgar los espacios de creencia ajenos, los escenarios religiosos de cada cultura. Que los veas como lo que son: sólo escenarios de sueños. Porque todo esto, para nosotros, no son más que sueños dentro de sueños, y los poros del sueño son puntos de fuga, o de liberación de energías. Si no existieran, la humanidad se asfixiaría en su jaula. La humanidad respira - y transpira- porque se aceptan puntos de misterio.
- Hummm...

Me quedé pensando. La gente a mi alrededor cantaba y las flores iban llenando todo el espacio alrededor de la imagen de la Virgen María. Anubis me decía: "Algunas de estas mujeres, las más abiertas y confiadas, van a recibir, por así, decirlo un rayo filtrado de energía divina de La Madre gracias a estos gestos. No todas, porque muchas no están receptivas, ni confían. Pero algunas, sí. Independientemente de cómo sea el mito cristiano, la imagen de María conecta con LA Madre. Es una cuestión del subconsciente y de cosas muy profundas, donde se mezclan asociaciones de ideas, necesidades internas de la gente y el funcionamiento de la dimensión espiritual. La Madre "aprovecha" y "usa" estos poros de sueño para conectar con el interior de las personas"

Seguí pensando. Contagiada de la mirada de Anubis, sentía un amor compasivo por toda esa gente que, en otro momento, hubiera juzgado como supersticiosa o ignorante. No veía más que niños... Niños asustados y desamparados en un mundo muy cerrado y muy fijo, necesitando un poco de "mamá", un poco de libertad, de aire. De amor.
- ¿Y cómo romper esas cárceles, Anubis? -le pregunté luego-. ¿No sería mejor que no existieran?
- Es imposible que no existan porque se necesita un marco perceptual consensuado para hacer algo juntos. Con lo cual es inevitable limitar lo percibido, filtrar contenidos y fijar parámetros. Ahora bien, hay cárceles y cárceles, y algunas son más ligeras y tienen muchas ventanas. Hay sociedades que han sabido entrar y salir de sus espacios con mucha facilidad. En cambio, hay otras que se convierten en espacios tan blindados que muchísima gente se termina deseando suicidar, porque no saben cómo salir de allí. Y porque los espacios herméticos siempre se sienten absurdos en una parte del ser que conoce la INMENSIDAD. Lo cerrado es intolerable porque todos procedéis del INFINITO. Si para ti la naturaleza toda es sagrada, vas a tener muchos poros del sueño para respirar y ser accesible a la energía divina. Pero si vives confinada en creencias más limitadas, a veces los poros son sólo imágenes religiosas....o símbolos de algo.
- Hum... Tiene mucho sentido.

Al cabo de un rato volví a preguntar:
- Pero entonces, si crear cárceles es más o menos inevitable ¿cuál es la alternativa?
- Crear poros del sueño según tu gusto y sentir verdadero está bien. Cuantos más, mejor. Toda cultura que integra la espiritualidad crea sus propios poros del sueño, o sus ventanas, o sus espacios sagrados donde permitirse "salir" de lo conocido y ser conectados o atravesados por las fuerzas sagradas. Las casas con ventanales grandes y puertas que se pueden abrir ya no son tan cárceles. Son más hogares. ¿Entiendes? Todo depende cuánta apertura o cerrazón exista al Misterio, al Más allá.
- Si...
- Pero luego existe otro camino...
- ¿Cuál?
- Es el camino final, porque si lo sigues, terminas con lo conocido. Ya no puedes pertenecer a ninguna religión ni cultura. Te vuelves de otra manera. Ya no sientes que los poros te ayuden, te parecen limitados, asfixiantes. Y las ventanas también te parecen poca cosa. Al final hasta el hogar te pesa como una jaula.
- ¿Pero cómo es ese camino final?
- Es el camino que andas cuando te das cuenta de que todo el mundo, todo el escenario, es en si mismo un gigantesco "poro", es decir, que no hay ningún lugar ni espacio donde Dios NO te pueda atravesar, tocar o transformar.
- Oh.
- Ese camino está reservado a los finales, y por eso no todo el mundo lo anda. Porque te saca del marco perceptual consensuado. Y eso te impide participar en los acuerdos mentales de la gente que te rodea, salvo que anden el mismo camino final que tú.
- Hum...
- ¿Y no me preguntas cómo se accede a ese camino?
- Bueno... Sí. ¿Cómo se accede al camino final?
- Aceptando morir.
- Oh.
- Pero morir del todo. Del todo-del todo. No morir para quedarse deambulando por un escenario. Sino para salir del marco, como nosotros. Para atravesarlo, entrar y salir a voluntad. Es el camino de los libres. ¿Entiendes?
- Algo... No mucho.
- Hay diferentes muertes: una, la que te mantiene fijo en tu escenario; dos, la que te libera del marco perceptual habitual. ¿Cuál quieres vivir?
- La segunda.
- ¿Seguro?
- Uhhh...Bueno...Supongo...
- ¿Seguro? ¿Quieres morir y NO quedarte en los lugares que amas?
- Ehm... Esa es una buena pregunta. Porque me gustaría quedarme en los sitios que amo... Bueno, creo. De momento, al menos.
- Pues hasta que no respondas la pregunta, no podrás elegir la muerte segunda con propiedad. Aunque digas que sí, será una impostura fruto de querer ser "más correcta". Y hasta que no elijas la muerte segunda, no podrás andar el camino final.
- Ya veo. Pero si elijo la muerte primera, entonces vosotros me sacaréis un día u otro de mi escenario a través de los poros del sueño.
- Muy bien, lo estás entendiendo a la perfección. Si eligieras quedarte en un sitio de tu elección, por ejemplo porque lo amas, te dejaríamos viviendo ese "sueño" hasta que te cansaras o te sintieras estancada y desearas ir más allá o nos pidieras ayuda. Entonces usaríamos el poro o los poros de tu sueño más adecuados (o las puertas o ventanas) para llegar hasta ti y te sacaríamos de ese escenario.
- Hum. ¡Esto tiene mucha tela, todo junto! Lo tengo que procesar.
- Así es, preciosa. Al final siempre nos encontraremos, tomes la decisión que tomes, y siempre nuestra mano tendida tendrás. Pero ahora tienes algo más en lo que pensar :-)


Y aquí lo dejo porque no hubo más. Este es el cuento de hoy. Feliz fin de domingo ;-)
   
                                                                   * * *

viernes, 21 de agosto de 2015

Hécate, la que ilumina con fuego los infiernos y cataliza el tránsito.

La relación personal con un mito puede ser, a grandes rasgos, de tres tipos:
1- Buscas el significado de un mito en un diccionario o en internet, te lo dicen, te lo aprendes de memoria y piensas el mito a partir de lo aprendido. Te conviertes en alguien con ciertos conocimientos sobre mitología.

2- Lees un tratado analítico sobre el mito y rastreas diferentes significados, tanto desde lo racional como desde lo simbólico. Luego piensas el mito en base a ello. O lo utilizas como herramienta de meditación "arquetípica". Con eso, te conviertes en alguien con mayor conocimiento que quien sigue el punto 1.

3- Tal vez nunca has pensado en un mito concreto, porque a lo mejor ni siquiera lo conoces, o no has oído gran cosa sobre él, pero su "personaje" principal entra en tus sueños por no se qué puerta misteriosa y te viene a encontrar. Te conviertes en alguien asombrado que siente que empieza a comprender algo, porque lo que creía que sabía ya no le sirve. Se le rompen los esquemas. Esa persona se convierte en conocedora del mito desde adentro. (Más adelante puede unir su conocimiento al punto 2, y seguir experimentando cosas del mito, pero ya de un modo más consciente)

Respecto algunos mitos estoy en el punto uno, en otros en el punto dos, y finalmente en otros estoy en el tres. A veces también se me han mezclado todos los puntos, de manera que he pasado por una etapa de haber aprendido ciertos datos sobre un mito, luego he seguido con una reflexión más amplia e "interdisciplinar", pero finalmente el mito se ha cansado de esperarme por esa vía y se ha presentado en mi casa a la hora del sueño, para decirme: "Mira, en realidad soy esto".

Hoy traigo a Hécate como personaje mítico. Y lo que voy a hacer es contar una vivencia de tipo 3, y no por convencer a nadie de nada, sino porque soy como un pájaro que siempre canta su verdad. Y porque quiero dar testimonio de cómo a veces los mitos actúan sin que los busquemos, y cómo pueden actuar en tu vida incluso aunque no te des cuenta de que lo están haciendo.

Yo ¿qué sabía de Hécate? Nada. Solo sabía algo de diosas más luminosas, terrenales y celestiales, pero no de Hécate, que es como muy oscura y misteriosa y no salía en las historias de la Antigua Grecia que nos contaba mi padre. Ni en las pinturas renacentistas que tanto me gustaban, plagadas de Afroditas, Artemisas, Minervas y demás, todas luz y belleza. Los pintores célebres no se han entretenido retratando a Hécate, la verdad. 

La verdad es que yo era ignorante y escéptica de mucho hasta que empecé a investigar el mundo de los sueños. Soñaba muchísimo con muertos, y me di cuenta de que la inmensa mayoría de conflictos en los que me veía inmersa mientras dormía, eran cosa de muertes mal sanadas, mal vividas o mal asumidas. Vino entonces un mito contundente a encontrarse conmigo: la energía de Anubis, ¡pam!, irrumpió sin que yo hubiera leído nada sobre mitología egipcia. Primera pedrada a mi cristalera de creencias. "Pero, pero...¿los dioses existen?" me pregunté al despertar, incrédula.

Oh, resultaba que había muchas cosas a las que llamamos dios. Pero sí, podíamos decir que, en cierto modo, existen energías a las que a veces la humanidad ha llamado "Dios" o Diosa", "dioses" o "diosas". Aunque no son siempre el mismo tipo de energías y sobre la génesis de dioses y diosas habría mucho que hablar. En todo caso, existen, aunque no en el nivel de realidad que llamamos "realidad".

Después de Míster Anubis irrumpiendo en mis sueños, ya todo se puso muy mítico en general. Y empezaron a pasarme toda clase de cosas. Y un dia, Anubis me dijo en un sueño que él tenía un "libro" que era una especie de "Who´s who" del mundo infernal, del inframundo, la muerte y el tránsito. Me dijo: "Conozco a todas las divinidades y entidades que en todo el planeta y la historia se han ocupado o se ocupan de estas tareas fuerarias y del tránsito. Todos somos compañeros, colegas, y colaboramos entre nosotros. Estamos en lo mismo. Tú, por estar en estrecho contacto conmigo, también lo vas a estar con ellos, y a más de un dios o una diosa los vas a conocer personalmente, porque se te van a presentar".

Uau. Un "Who´s who" del mundo del inframundo. Caray, era como de película. Pero en fin, soñar es gratis, percibir también. Y si empiezas a censurar con la mente algo así, no avanzas ni te enteras de nada, porque cortas el rollo a la película que se quiere mostrar ante ti. Pues toda entidad, energía o ser que se te presente delante, es porque quiere ser conocido, o busca testigos de algo. Nunca se te presentan porque sí. La energía espiritual es muy práctica y no se desperdicia a si misma, así que las experiencias espirituales siempre tienen su utilidad, aunque sólo sea, a veces, vivir cierta belleza. 

Y en esa etapa de mi vida estaba, cuando una noche, en sueños, me encontré reventando a patadas la puerta de unos tétricos hangares abandonados para entrar en ellos. Iba acompañada de un hombre y una mujer ypor lo visto yo sabía muy bien adónde nos dirigíamos, aunque si me pidieran que lo explicara en términos racionales, no podría hacerlo, pues seguía solo a mi instinto. Les fui diciendo a los demás por dónde debían seguir y les guié por intrincados almacenes, pasillos, lugares llenos de polvo añejo, trastos viejos, telarañas.

A mi derecha iba un doberman negro de tal tamaño que su cabeza estaba a la altura de mis hombros. A mi izquierda, un mastín gris oscuro de igual envergadura y corpulencia. Eran como mis guardaespaldas y ayudantes.

Entonces, detrás de mí descubrí una bestia gigantesca que me sobrepasaba en más de un metro y medio de altura y que no pertenecía a ninguna raza animal conocida. Era una bestia peluda como un mamut, maciza como un muro, de color marrón oscuro, con una gran cabeza roma de enormes ojos inteligentes que asomaban tras el pelo y me miraban fijamente. (¡Dios...! ¿Qué era eso?) 

A través de esos ojos entre lanas, con una mirada que se me antojó antigua como el mundo, la bestia me dijo mentalmente: "Llevabas mucho tiempo buscándome".

Y yo asentí, en el sueño. ¡Como si supiera algo de eso! Aquí mi conciencia ordinaria se desdobló y empezó a observar el "personaje" que yo era en sueños, y que no era "yo", porque yo no tenía ni la más remota idea de quién era esa bestia lanuda. O sea que me volví lúcida en el sueño y pasé a ser una conciencia observante dentro de un personaje desconocido. Era como haberse fusionado con la conciencia de una "mujer" que no era yo, y que sabía lo que se traía entre manos en ese misterioso sueño.

Siendo "ella", el animalazo me recordaba cosas que yo no era capaz de traducir con palabras. Tenía la sensación de haberlo buscado durante milenios. En un tiempo pasado fuimos uno, siempre juntos. Algo sucedió, y un día perdí a esa bestia, pero siempre eché en falta su ausencia y la busqué, sin saber bien qué buscaba, o a quién. Ahora por fin nos habíamos encontrado y Ello, Ese Animal Enorme de ojos inteligentísimos (mucho), se quedó a mi espalda. Quedó claro que me protegería en ese sueño de un modo contundente e implacable, siendo una muralla gruesa e impenetrable de músculos, pelo y consciencia despierta.

Continué avanzando con la triple y bestial escolta, y con el hombre y la mujer desconocidos cerca. Al fin llegamos a una sala habitada, llena de imágenes. Las investigué minuciosamente. Buscaba pistas. Al mirar cada imagen comprendía lo que significaba, la energía de la que estaba compuesta, su procedencia, y qué o quién hacía que esa imagen estuviera allí.

Comprendí que estaba en una especie de infierno o mundo de muertos, y que en esos lugares nada está ahí salido de la nada. Lo más habitual es encontrarse con montones de despojos. En los sueños que giran en torno a los mundos de muertos, aparecen objetos de todo tipo que son como excrecencias de los pensamientos, emociones y recuerdos de los seres que deambularon por ahí. En ocasiones los objetos son alimentados por un apego o recuerdo constante y parecen tener vida. En otras, si los muertos se van despojando de ese apego y van dejando su mundo conocido atrás, los objetos van cayendo a sus espaldas, se van llenando de polvo, se deterioran y desaparecen progresivamente.

Así que los muertos dejan un rastro como los caracoles. Allá por donde pasan van dejando restos: cositas, souvenirs, papelitos, fotografías o imágenes, cacharros… Entras en un sitio de muertos y lo sabes aunque no los veas a ellos, porque es la pura imagen de una chatarrería decadente y deslucida, de un mercadillo de objetos de segunda mano medio rotos, de un batiburrillo de despojos inservibles con la pátina del uso y del tiempo, trozos de hogares, historias, situaciones, recuerdos… A veces entras en lugares muy muertos pero ordenados,  otras te encuentras en espacios que literalmente parecen habitados por el peor síndrome de Diógenes.

En fin, seguí observando. Me detuve ante unos dibujos de tréboles negros de cuatro hojas que, al mirarlos, se convertían en símbolos de antiguos escudos nobiliarios, y de repente supe que el hombre que tenía que ver con la presencia de aquel recuerdo o imagen, había matado a alguien. El asesino estaba en esa sala, un poco más lejos, y daba la espalda al grupo que yo guiaba, haciéndose el distraído, aunque había notado perfectamente mi presencia allí. 

Y no le gustaba, porque sabía quién era "yo" (o sea, "Ella") El tipo llevaba mucho tiempo escondido en ese infierno personal, atrincherado en esas naves industriles abandonadas, pero ahora le quedaba claro que la puñetera Fuerza del Tránsito acababa llegando hasta el último rincón del Infierno, valga la ironía. Ni muerto te libras de morir. Es decir, no te libras al final de transitar.

La mujer que me acompañaba en el sueño se preguntaba qué relación tenía conmigo y con ese hombre con el que acabábamos de encontrarnos, porque sentía que no era una casualidad. Y no lo era, pues yo les había llevado hasta ahí intencionadamente. Entonces la mujer obtuvo la respuesta en su interior: resultaba que ese hombre había asesinado a su marido tiempo atrás. Lo hizo muy astutamente, logrando que pareciera un accidente. 

Precisamente era esta tragedia, algo que la mujer nunca sintió que fuera accidental, lo que la mantenía atrapada en el sufrimiento interior, y había hecho que al morir continuara andando en círculos viciosos sin resolución, en su propio infierno personal. Ahora sin embargo descubría al asesino y, muy determinada, sintiendo que algo se liberaba de golpe, se confrontó con él. Lo increpó y quería golpearlo, castigarlo. Su furia reprimida durante mucho tiempo salió a borbotones, sintiendo que por fin podía volcarla en el culpable.

"Yo" (Ella, la del sueño) no juzgué a la mujer. Y es que mi función en el sueño no era juzgar actos ajenos ni aconsejar comportamientos, sino HACER que los encuentros necesarios se produjeran, o que las circunstancias necesarias se dieran. ¿Necesarias para qué? Para romper inercias. ¿Y cómo lo lograba? Seguía intuitivamente señales, rastreaba la energía. La cabeza pensante no tenía mucho que ver con lo que yo hacía. Podría haber aparecido ante aquellos humanos en la forma de un animal o de cualquier otro ser, porque yo podía ser cualquier cosa. Pero para esta gente era necesario ver a alguien "comprensible" en quien confiar, o tener a alguien humano con quien interactuar, así que me aparecí en forma de mujer.

El infierno tiene mucho que ver con sentirse o estar aislado interiormente y no saber salir de inercias mentales repetitivas, viciosas. No importa si estás rodeado de gente, porque a lo mejor sientes que no hay modo de hacer contacto con los demás, o que si lo haces, es erróneo, desenfocado y calamitoso. Por eso yo ("ella") estaba allí, para movilizar las cosas. Para "Mover la movida", o "Hacer hervir la olla" como solía decir en broma, haciendo que lo estancado se desbloqueara, se crearan ENCRUCIJADAS de oportunidad y las cosas SE DECIDIERAN. 

En ese instante supe, no sé cómo (una sensación irracional, del hemisferio derecho) que estaba asistiendo, desde dentro, a lo que era Hécate. Se me estaba permitiendo asomarme a sus ojos o a su sentir, y entendí que hacer de Hécate tenía que ver con actuar como catalizadora, detonadora de encrucijadas vitales, situaciones capaces de resolver antiguas fijaciones y atascos existenciales.

La mujer desconocida había necesitado enormemente encontrar al asesino de su marido, enfrentarse con él, sacar afuera toda su ira contenida. Así que por eso la dejé hacer. La dejé ir contra el asesino, y miré la escena como quien ve cómo se prende la mecha explosiva de una reacción en cadena, en un escenario donde hasta entonces el argumento había permanecido estancado.

Reaccionando ante el ataque de la mujer, el asesino se volvió hacia nosotros y nos miró. Supe al ver su rostro que tenía rasgos de psicópata. Percibía en sus ojos la implacable ausencia de empatía hacia el resto, y un sarcasmo ácido flotando en su media sonrisa. Llevaba en una mano enguantada unas largas pinzas metálicas articuladas, como de cadena de montaje industrial, con las que sostenía, alejado casi a un metro de su cuerpo, un frasco de cristal con un líquido altamente explosivo e inflamable.  Supe que estaba calculando cómo lanzarnos eso sin herirse a sí mismo, puesto que aquel líquido era tan rápido y potente al explotar que, si no tenía un mecanismo de seguridad y aislamiento, aquel que lo manipulaba normalmente se abrasaba. No le daba tiempo a resguardarse, la onda de fuego era demasiado rápida y la sustancia era tremendamente ligera, evanescente…se colaba por todos los rincones.

Entonces intervino el otro hombre desconocido del grupo, que había permanecido silencioso hasta ahora junto a mí. Sin decir palabra, se abalanzó sobre el psicópata y agarró con sus manos el frasco de cristal. En un acto quijotesco y suicida, corrió hacia otra habitación con la intención de lanzarlo lejos, dejándonos a las mujeres al fuera del radio de influencia de la explosión. Todo transcurrió como a cámara lenta. Vi las secuencias separadas de lo que hacía cada uno. La mujer que se había enfrentado al psicópata gritó horrorizada al comprender lo que iba a hacer el hombre que adoptaba el rol de salvador que da su vida por otros. Quiso disuadirle de su intención, gritando con desesperación y horror, porque no quería que se quemara vivo, pero ya no podía evitarlo, pues una vez que el hombre ya llevaba en sus manos el explosivo, y sin otros medios técnicos a su alcance, lo soltara como lo soltara o lo dejara donde lo dejara, bastaría un mínimo roce para que aquello explotara.

Mientras, el psicópata se había quedado un poco sorprendido con el giro de la situación. No esperaba ver aparecer a un "salvador" entre el grupito, eso no entraba en sus expectativas. Capté de sus pensamientos que estaba convencido de que el ser humano era egoísta y cobarde, porque lo había sufrido así en algún remoto momento de su vida. Nadie se había arriesgado por él, nadie había tenido el valor de dar su vida por él, y había experimentado algo terrible mucho tiempo atrás. Tan terrible que lo partió como en dos y abandonó las emociones empáticas para siempre. Había creido que la amenaza de morir por ese tipo de fuego sería demasiado aterradora como para que nadie se atreviera a frenarlo. Esperaba abrasarnos a todos en décimas de segundo y quitársenos así de encima, fácilmente. Seguramente ya lo había hecho más veces con otros que llegaron a su infierno de aislamiento enfermizo.

Me senté aparte, en unas escaleras, sin inmutarme, porque era como estar muy segura de la perfección del momento, a pesar de lo terriblemente trágico del mismo. Observé todo aquello, que transcurría condensado en segundos, aunque yo lo veía en secuencias lentas, perfectamente claras y ordenadas.
El hombre salvador arrojó finalmente el frasco en un contenedor metálico que encontró por ahí pero, tal y como era de esperar, instantáneamente hubo un enorme fogonazo ardiente entre naranja y blanco, de pura incandescencia. El psicópata y la mujer se agacharon y se acurrucaron en rincones para que aquel fuego, velocísimo, y de una naturaleza casi corrosiva de tan abrasadora, no les tocara. Todo fue rapidísimo.

La mujer gritó de nuevo al ver al hombre salvador con la cara y las manos envueltos en llamas, sufriendo por él. Se diría que esa sustancia química atacaba especialmente la carne humana, cebándose con ella. Era sin duda un fuego infernal con muy mala idea, algo anti natural. Tenía un punto ácido, incluso. Pero de repente el psicópata hizo algo inesperado: cogió unos trapos mojados y los arrojó con puntería sobre el rostro y las manos del hombre, y así apagó sus llamas.

Ahí supe que todo estaba hecho. Suspiré. Fin del acto. Se acaba de resolver la encrucijada. 

Al conducir a esas tres personas hacia ese encuentro, había provocado una catarsis en la que cada uno había encontrado respuestas y soluciones a ciertas trabas que mantenían atrapado a cada uno en esa dimensión infernal. 

La mujer había comprendido que su marido, efectivamente, había sido asesinado, y eso era un alivio para ella, pues la duda que la había corroído y mantenido atrapada en círculos viciosos mentales había terminado. Al enfrentarse al psicópata, además, había tenido la posibilidad de expresar su ira y buscar justicia a través de una confrontación. Sin embargo, su acto había tenido una consecuencia destructiva y dañina para otra persona, algo que ella no esperaba, pues la reacción violenta y cruel del psicópata había quemado de gravedad al otro hombre. Obviamente, la mujer compasiva no sabía de qué modo es capaz de comportarse alguien sin empatía cuando se siente atacado o acosado. Eso, has de verlo para comprenderlo. O mejor dicho: has de sentirlo.

Así que para la mujer empática, estar allí durante la reacción violenta del psicópata fue la enseñanza final que necesitaba para comprender no solo cosas relativas al asesinato de su esposo, sino también que la ira no es lo mejor como método de justicia, al menos cuando uno se enfrenta con seres que precisamente se fortalecen, o crecen con la ira que sienten los demás. Gracias a su empatía y compasión ella al final sintió y supo lo que "era" el asesino y dejó de buscar esos caminos para obtener justicia.

El psicópata, por su parte, había sido tan sorprendido por el gesto de auto sacrificio altruista del "salvador", que vio surgir en su interior un inesperado rasgo de compasión, tan sorprendente que casi no le parecía que hubiera surgido de si mismo. Su inercia, su estancamiento en la insensibilidad, habían sido rotos, pues no solo había lamentado (aunque fuera solo durante una milésima de segundo) el sufrimiento del hombre que se abrasaba, sino que había actuado para disminuirlo. 

El había deseado matarnos a todos, partiendo de su idea de que todo el mundo es despreciable, fundamentalmente egoísta y no existe coraje suficiente para arriesgarse por los demás. Pero el salvador le había roto los esquemas, pues nadie hasta el momento se había atrevido a hacer algo así con "su" fuego infernal, símbolo de su ira acumulada y escondida. Ver cómo un desconocido tomaba ese fuego sobre sí mismo y asumía morir para salvar a otros, había incidido directamente en las heridas antiguas del asesino, justo las que le habían convertido en un ser despiadado. 

Al apagar el fuego del salvador, el asesino había dado inicio a una nueva etapa en la que su frialdad y crueldad se habían resquebrajado. Era tan sólo una grieta, de acuerdo, pero por ese resquicio entrarían algo nuevo y mejor. Era justo la primera pequeña pieza de una cadena que iría moviéndose, punto por punto... Se abría una posibilidad de sanación.

Y el salvador… ¿Quién era? Alguien que había vivido toda su vida sin arriesgarse por los demás ni comprometerse jamás con ninguna ayuda humanitaria. Era un hombre que había vivido sólo enfocado en sus asuntos, en su trabajo, en ganar dinero y mantener la estabilidad de su empresa y su familia y poco más. Su corazón estaba bajo mínimos y encerrado en un armario bajo siete llaves, siempre temeroso de implicarse emocionalmente en problemas ajenos para no meterse en líos. Su lema era no involucrarse y no tomarse las cosas a pecho. Al final de su vida se había vuelto un ser apagado y gris pero, tras la muerte (porque estaba muerto hacía años) había percibido las cosas desde otra perspectiva y había lamentado no haber vivido con más arrojo, y no haberse arriesgado por algunas personas.

Ahora, al ejercer el rol de salvador que llega al extremo de dar su vida, acababa de darse a sí mismo la oportunidad de romper de un modo terrible, pero muy efectivo, con su miedo y estrechez. Acababa de matar a su "personaje", pero había sido liberador. Paradójicamente, su sufrimiento de ahora le hacía feliz. Un fuego externo había liberado su fuego interno, el de su corazón amordazado. Una explosión visible era la imagen de su propia explosión interior, la de un corazón atado y relegado al olvido que ya no puede más, y al fin toma las riendas y comete una aparente locura suicida, todo para salir de su encierro, aunque sea con una explosión destructiva. Pero así acababa de romper su infierno personal, su aislamiento. Ahora podría cambiar de etapa y transitar.

Los tres animalazos continuaban a mi lado, cada uno en su puesto, inalterables y sin sufrir daño alguno, como si vieran explosiones de fuego cada día. Supongo que estaban acostumbrados a los infiernos. Su función era tan solo ser consciencia. Es por eso que podían protegerme o protegerla a "ella", por ser consciencia observante, en este caso una consciencia tremendamente instintiva.

Me desperté, salí del sueño y me encontré en mi vida normal. Y acudí a los libros y a las imágenes de Hécate para intentar entender mejor lo que había soñado. Al principio me sentí confundida, pues los datos no encajaban con lo que yo había visto. Que si una diosa de la brujería, que si la luna, que si hechicera... Nada de eso era lo que yo había sentido. Ah, ¡pero las encrucijadas sí salían en los escritos sobre su mito! Y los perros infernales. Lo demás... No me terminaba de encajar.

Sólo cuando encontré las pinturas de las antiguas cerámicas griegas y vi la imagen de una Hécate joven y fuerte, casi una guerrera (porque a veces luchaba contra gigantes, como en la imagen de la izquierda), portando antorchas de fuego, sentí que ahí estaba el punto de conexión o el símbolo de la verdad que se me acaba de mostrar.

Llevar antorchas en los caminos oscuros, nocturnos o infernales,  ¿no significa llevar luz donde no la hay? Una luz que al mismo tiempo es transmutación (porque el fuego purifica) y también energía capaz de reanimar y "hacer hervir" situaciones estancadas.

Así comprendí que se me estaba mostrando la raíz o semilla de un mito antiquísimo relacionado con las energías vitales capaces de transitar e iluminar los estados del ser más infernales y oscuros. Y sentí que, una vez más, el mito nació para reflejar una realidad, pero después fue cambiando y viviendo mutaciones. Mil veces retocado, tomado, utilizado para esto o aquello, al final teníamos una diosa Hécate muy distinta. ¿Dónde estaba aquella joven intrépida de rastro de fuego, con su jauría de bestias, promoviendo catarsis en los infiernos? ¿En qué había quedado el antiguo conocimiento de los que sabían cómo inducir el tránsito o el renacimiento en quienes atravesaban la mayor oscuridad?

La respuesta la tenía en mi propio sueño: Allí seguía estando. Nunca había dejado de estar. Sólo que no se la solía reconocer, porque iba cambiando de aspecto. Ni se la nombraba igual. Pero a Ella le daba lo mismo porque, como bien me mostró en el sueño, podía adoptar cualquier forma de ser, cualquier traje, personaje o disfraz, con tal de seguir siendo ella misma, es decir: La fuerza del fuego divino femenino que atraviesa las entrañas infernales de la dimensión psíquica terrestre y produce (re) nacimientos, liquida bloqueos y que a veces acaba, por eso, con cárceles y tiranías psíquicas de siglos. O de milenios.

Estamos salvados, pues. Las energías sagradas verdaderas, esenciales y profundas, son eternas y permanecen con nosotros. No importa cómo se las nombre o la categoría de ser en la que las clasifiquemos. Actúan sin importar lo que pensemos o creamos, y aunque no creamos en nada, qué más les da eso. Las religiones y los trajes les resbalan, los usan y se los quitan como si nada. Les importa un comino ser nombradas así o asá, vestirse con esto o aquello, que las tengan por divinas, o por demoníacas, porque en realidad, la "adoración" humana ni la necesitan, ni la buscan, porque les "fija" demasiado en un aspecto y les ata. 

A estas energías sagradas (tipo la Hécate que soñé) solo les importar ser, actuar, servir. Ni se les ocurre pedir altares o que las fijen con imágenes. Pero qué dices, si son encrucijada, si son tránsito. "No me quieras agarrar y tener en casa amarrada, que no podrás y encima te vas a quemar". Su energía se te escurre entre los dedos, te rompe el esquema otra vez o se marcha para que no te quedes embobado, intentando fijar tu experiencia con grapas o pegamento para intentar repetirla, o creando una religión estructurada y estable con eso. Pues el mundo, nuestro mundo, no es más que un espacio donde a menudo (o casi siempre) acabamos atrapados en historias, roles, personajes y fijaciones.

Fue así como tomé conciencia por primera vez de las energías divinas o sagradas vivas que actúan según particularidades o virtudes diferenciadas, pero sin estar identificadas con los dibujitos que los seres humanos hacen de las mismas. Son energías vivientes que no habitan dentro de nuestro escenario, ni están sometidas a su influjo. 

¿Dónde vive el aire que nos da vida? Lo tenemos dentro del cuerpo pero nos recorre enteros, y sale afuera cuando quiere, no podemos fijarlo en un punto del mismo, ni atraparlo. Es constante flujo renovador. Así mismo, estas fuerzas sagradas entran y salen de nuestro sistema humano recorriéndolo sin esfuerzo, son energías que tejen y destejen el tapiz de la vida, entrando y saliendo del entramado, o, en este caso, son una fuerza que actúa para deshacer los nudos vitales más infernales. Los nudos que se forman en algunos puntos de nuestra existencia anímica y que amenazan con estropearlo todo y obstaculizar el pulso de lo vivo.

Hécate, deshacedora de nudos (las encrucijadas son hilos entrecruzados) Es normal que la llamaran en los partos, porque a veces éstos también se complican o se "atascan". Y porque nacer es transitar. Y porque es deseable que todo nacimiento se produzca "hacia un estado mejor". Por bueno que sea estar en el vientre materno, es deseable que sea mejor todavía llegar a los brazos de la madre y verle el rostro, tocarla. 

Por eso, la Hécate más desconocida es la que se sitúa al lado de las madres intentando que los niños nazcan a "mejor estado". Y para ello impulsa catarsis emocionales en el corazón materno, o en sus entrañas. Intentando deshacer sus nudos, derretirlos con su fuego, de manera que se conviertan en madres más "cielo" y menos infierno. 

Así, Hécate es suscitadora de removidas parto y pos parto, muestra infiernos y heridas ocultas y por eso hasta se le tiene miedo. Pero Ella lo hace porque es así, y porque las madres piden saber o poder amar mejor a sus hijos, y entonces "Ella" se presenta a su lado. Permanece sin decir palabra, pero cataliza. Detona. Prende la mecha de la catarsis interior. Y las madres tiemblan y se agitan y entran en sus infiernos. Y al fin, algunas, transitan hacia mejor estado y entonces abrazan a su criatura con otro ánimo. Y el niño o niña siente que, por fin, está un poco más en el cielo. Un poco más con mamá "bien". Seguro y en paz.

Hécate se marcha entonces, misión cumplida, impulsada como sangre ardiente a través de las venas de energía de la Inmensa Tierra, latiendo como un fuego viajero a través del basto tapiz de la vida. Llevada y traída adonde hace falta. Sin pensarse. Sin aferrarse. Sin identificarse. Sólo como un pulso de fuego-luz-consciencia navegando por los capilares o tejidos vivos de la Gran Madre, en cuyo interior todos vivimos.






jueves, 20 de agosto de 2015

No sé lo que son los ángeles. (Pero aman a las madres)

(Arriba, pintura de Henry O. Tanner)
 
No sé lo que son los ángeles, aunque desde fuera pueda pensarse que sí. Cuesta explicar cómo se pueden escribir libros sobre ángeles sin tener una definición sobre los mismos, pero mis libros no son para definir, ni para enseñar desde la ciencia o los estudios históricos, abundando en citas, estudios, etcétera. Solo soy como una emisora de radio que acoge en su corazón a múltiples energías y les da voz. Les coloca el micro y permite que, así, sean oídas por otros. 

Agradezco las visitas presenciales de los que llaman a mi emisora de radio para salir en antena, y aprendo de todos ellos y ellas. Pero no soy eso. Sólo soy emisora, mensajera, casi periodista del "Más Allá". Ni siquiera comparto todo lo que oigo, ni todo lo que escribo cuando doy voz a otras energías. Es distinto cuando hablo desde mi "yo", como en este blog, o cuando narro alguna batallita o aventuras personales.

No sé lo que son los ángeles, pues, aunque amo generalmente su energía, la sensación de su presencia. Porque a mi cuerpo y a mi corazón les sienta muy bien. Se notan porque entro en calor, mi corazón se expande y de repente siento coraje e inspiración. Mi cuerpo salta de alegría y se le quitan todos los dolores o cansancios. Es un chute de energía. Mi corazón se abre maravillado y dice :"¡Oooh, sí!". Solo mi mente se asusta un poco a veces, porque percibe algo grande y enigmático, y le da vértigo, pues no lo entiende intelectualmente. 

Mi mente siempre anda con la pregunta: ¿Qué será esto realmente? 
Y claro, es la que menos goza con las visitas de "energías" como las de los ángeles. Aunque cuando empiezan a hablar, entonces tiene su alimento (palabras) y ahí sí disfruta, porque siempre siente que aprende. Así que al final mi mente se abre, como el corazón, y vive su propio éxtasis.

El resultado final es una sensación de paz y bienestar corporal, aunada a una inspiración interior en la que se mezcla entusiasmo, fuerza y una sensación de tener un montón de ideas y comprensiones nuevas. Cuando me sugieren otras personas que tal vez los ángeles sean mis propias energías más altas, sabias y desconocidas, y que por eso me parece que vengan de "fuera" (Porque mi cuerpo las siente viniendo de fuera, y las percibió la primera vez como un calor y presión externa rozando su piel) yo pienso: Pues mira, no sé, a lo mejor es cierto que los ángeles "sólo son yo", pero incluso si es así ¡bienvenidos sean!

El camino chamánico exige saber pasar de un hemisferio a otro. Espacios para reflexionar e intelectualizar y razonar; y espacios para sólo vivir la energía y los hechos, apartando la prioridad del análisis intelectual. Porque de otro modo no puedes experimentar ciertos estados, ni entrar en comunicación interior con ciertas energías. Para todo hay un método y unas estrategias útiles y válidas: para la ciencia, unos; para las cuestiones del espíritu, o del alma y del sentir, otros. Para aprender a sentir el cuerpo y lo que nuestras células sienten en lo más profundo hay que aparcar el método científico y la mente que razona, y entrar en un modo de funcionar sin censura. Dejarse llevar.

Mi teoría personal es que los estados de trance chamánico son como los orgasmos o como los partos, es decir: son momentos en los que tienes que dejarte llevar, o no llegas al meollo del asunto, a la catarsis, a que salga "eso" de dentro que tiene que salir. Son estados, pues, dependientes (seguramente) de la oxitocina, la llamada hormona del amor. Es mi hipótesis. De ahí que suceda con el trance chamánico como en el parto. 

Según Michel Odent, para vivir una fluidez de oxitocina en el cuerpo hay que eliminar estímulos fuertes como la luz, el sonido que te pueda asustar, o cosas que te hagan pensar y razonar o preocuparte. El parto se te bloquea si te hacen sentir miedo, o si te preguntan cosas como la lista de la compra, si te sientes expuesta a miradas extrañas y sin intimidad, o si te meten prisa o si tienes frío y no te sientes cobijada y calentita. Y resulta que justo estas mismas condiciones son las que yo he experimentado que son necesarias (generalmente) para aprender a sentir el cuerpo y fundirse con las "energías" que éste alberga internamente, pero también para sentir las que lo rozan desde afuera. Y finalmente, poderse "parir" desde dentro. Sacar a la luz la propia verdad desde el interior.

(Arriba pintura de F Scott Hess)

Así que me encuentro en un momento en el que, si alguien me preguntara qué tiene que hacer para acceder al mundo espiritual, le diría: Léete a Michel Odent y aplica el consejo en el terreno de la vida espiritual. Enciérrate en un lugar que sientas seguro, en penumbra o como te guste más (luz de velas u oscuridad completa) Que sea "tu" refugio, que te sientas seguro y confiado. Luego, elimina el reloj, olvídate de él (no te retires para "sentir" si tienes prisa por terminar) Elimina estímulos ruidosos (yo me tapo los oídos muchas veces con tapones de espuma para aislarme sensorialmente) Y si alguien te acompaña, que sea como una doula o un doulo silencioso, respetuoso. Una presencia amorosa y no intrusiva que conozca ya por experiencia el proceso y te pueda sostener cuando la catarsis emocional quiera producirse.

Y así, sólo así, es posible vivir "el parto del alma". Y esto sirve para mujeres y para hombres, porque ellos también pueden vivir este "parto espiritual", mira por donde. Lo he visto. Lo sé. Porque el alma profunda es más andrógina de lo que pensamos. También hay otra particularidad de este "parto" y es que no se puede vivir de una vez, sino que sucede con el tiempo, a base de retirarse día tras día, tras día...

Las gestaciones y los partos del alma a veces necesitan muchos meses de persistencia y confianza y entrega al sentir sin censura, reloj, presión ni razonamiento. Yo tardé meses de terapia intensiva (1-2 sesiones de "refugio/penumbra/sentir sin censura", todo acompañada por una especie de "doula" del alma, una terapeuta amiga) hasta que sentí por primera vez a los ángeles. Por ejemplo. Aunque no buscábamos eso, buscábamos sólo mi expresión liberadora de traumas, y el nacimiento de mi verdadero ser. Lo que pasa es que al final resultó que, así como mi terapeuta era doula o incluso partera, había "otros" que me esperaban allí en la salita de terapias para dare la bienvenida o ayudarme a renacer. Otros y "otras"... Pero ¡ya estoy hablando desde el hemisferio cerebral "chamánico" otra vez :-) !

Los procesos internos se pueden intentar explicar desde el lenguaje científico, pero es mucho más fácil y efectivo hacerlo desde un lenguaje mítico o alegórico. Así como las ecuaciones o los estudios de estadísticas, porcentajes y probabilidades son lenguaje adecuado para la ciencia, las metáforas e imágenes visuales son adecuadas para la vida espiritual. Pero cuando en tu vida dedicas mucho rato a observar el mundo desde los 2 hemisferios a la vez, te puede suceder como a mí, que empiezas a usar los dos lenguajes de manera indistinta, y saltas de uno a otro casi sin darte cuenta. De Michel Odent a los ángeles y al parto del alma. De la oxitocina y la necesidad de "entregarse al descontrol" para vivir el éxtasis, a las visiones debidas a catarsis emocionales profundas.

Cuando Bernini esculpió el éxtasis de Santa Teresa de Ávila, ya sabía que existía una relación entre ambos éxtasis, el físico y el espiritual. Lo que no sé si sabía es que, aunque utilizan los mismos resortes y procesos bioquímicos, no se viven igual. Un éxtasis espiritual puede ser terrible y doloroso como algunos partos. Puedes hasta sufrir en algunos momentos, y llorar o gritar. La idea de que todo éxtasis espiritual ha de ser como un orgasmo placentero es falsa y fantasiosa y procede de elucubraciones hechas desde el exterior.

Tampoco todas las "energías", por positivas o benéficas que sean, te dejan igual, ni todas producen placer exactamente. Yo he llegado a entender a qué se referían los antiguos con la expresión "temor de Dios". Siempre creí que decían eso porque esas gentes estaban atrasadas espiritualmente y vivían una relación de miedo con una especie de divinidad autoritaria y tiránica en la que creían. O que querían manipular a los demás través del miedo, y entonces decían que a Dios se le debía tener temor, obedecerlo, etcétera. Y bien, puede que a posteriori sucediera algo de eso, pero he entendido que, en origen, posiblemente todo se iniciara con vivencias de un temor ante lo divino que no surgía ni de ideología autoritaria, ni de creencias manipulativas.

Porque lo cierto es que también yo, que estaba muy concienciada de mi rebeldía a todas esas ideas y manipulaciones religiosas con el miedo, acabé viviendo sin querer el "temor" y cuando lo sentí, me dije: "¡Bingo! A esto se referían los místicos antiguos, sólo que luego algunas personas han construido ideologías del miedo utilizando los relatos de sus experiencias".

Y lo que yo experimenté era muy diferente a lo que creía previamente. No tenía nada que ver con el miedo. Es el temor que puede sentir un pequeño pájaro al acercarse a una fuente de energía incandescente y de energía tan fuerte que se dice: "Oh Dios, me puedo morir si sigo aquí o me acerco más, me voy a morir abrasado, volatilizado". Porque temes ser aniquilada, no por falta de amor, sino por la intensidad. Como si te acercas al sol. Y eso se vive con temor, aunque no es miedo. 

Es un temor también definible como "tenerle respeto a la energía", darse cuenta de la propia pequeñez ante según qué realidades o fenómenos. Por eso me hace gracia quien dice "Todos somos dioses". Bueno, es una manera de decirlo, maneras de hablar, pero yo digo: Vuela hasta el sol y dime si al acercarte todavía sientes que eres el sol. A lo mejor llevas un pedacito de sol en tu corazón y eso te hace ser afín a él, familiar, pero en fin...

Yo no soy el sol. Lo tengo clarísimo. Pero no lo sé porque nadie me lo haya dicho. Es que lo he vivido y eso es todo. El sol esta muy bien donde está, y yo en mi lugar. En la Tierra.

No sé lo que son los ángeles, pero cuando esporádicamente vienen a visitarme o decirme algo, y noto su calor y su expansión acercándose, lo agradezco, pero también agradezco que no se me precipiten encima sin más. Por si me fundo o derrito o quedo aniquilada. Porque mi percepción de los ángeles es "fuego". Hay otros fuegos que percibo, está también el fuego interno de la Tierra y el de la carne o el cuerpo. El de los ángeles es distinto. Es el fuego intermedio, que une Tierra y Cielo. Y el del Cielo es aún otro. Bueno, ¡ya estoy hablando desde el lenguaje chamánico otra vez! No sé qué puede pensar un científico que no haya transitado los estados "oxitocínicos" del espíritu si lee mi discurso :-D

No sé lo que son los ángeles, pero su relación con el cuerpo y la carne, como "fuego intermedio" capaz de unirlo todo y entretejerlo todo, es indudable para mí. Un ejemplo: Cuando me convertí en madre ignoraba muchas cosas acerca de la crianza. No tenía gran idea, o ninguna casi. Así, pensaba que si se me daba bien dar el pecho a mi hijo, lo haría, pero si me cansaba o me costaba, el biberón estaría ahí sin más dilación ni espera. Tanto es así, que el mismo día que parí a mi hijo ya me aseguré de tener leche de bote en casa. No conocía los beneficios de la leche materna ni los ingredientes sospechosos de la leche de bote. Ni muchas otras cosas, como la relación entre lactancia y vínculo madre hijo, hormonas, etcétera.

Así que cuando empecé a comprobar lo cansado que era despertarme por las noches para dar el pecho a mi hijo, una noche decidí acabar con eso y cambiar al biberón. Decían otras madres que así el niño dormiría más horas, y además el padre podría compartir ese "trabajo" conmigo. Pero entonces ¿sabéis lo que pasó? Que vinieron los ángeles casi que para suplicar que no destetara a mi hijo, o que no lo hiciera tan pronto al menos (El niño tenía solo un mes y pico...) 

Yo protesté. "Es que es muy cansado", les decía. Ellos me respondieron que no tenía NI IDEA de la cantidad de amor y beneficios "en la energía" que mi hijo tenía si le daba el pecho. Que existía una etapa tras el parto que era como un tiempo en el que un bebé "se completaba" en la energía con la energía DE SU MADRE, y que eso se podía vivir de manera "ideal" si se le daba el pecho "con amor" (Obviamente, sin amor no funcionaba igual) Que aunque con el biberón se podía lograr algo así, costaba muchísimo más, y además se mezclaban energías "externas", mientras que el pecho de una madre era algo que pasaba 100% desde su interior, desde su ser. "No solo es la leche materna, es el amor y son tus energías. Es tu herencia como ser espiritual, incluso, lo que letransfieres a tu hijo si le das el pecho con amor".

Yo lloré, porque me transmitieron algo muy profundo. Así que me dije: "De acuerdo, no voy a destetar aún a mi hijo, pero sigo estando muy cansada, no sé si voy a poder con tanta falta de sueño". Entonces los ángeles me dieron el mismo consejo que luego he leído en muchos grupos de madres: "Esto sólo es una etapa pasajera. Piensa que este tiempo va a pasar, pero lo que le des ahora a tu hijo, permanecerá con él toda su vida".

Hoy sé que la ciencia médica explica lo mismo que me dijeron los ángeles, sólo que con otro lenguaje. Pero en su día yo desconocía eso. Simplemente me fie de los ángeles. Tuve la enorme suerte de haber aprendido años antes a sentirles desde mi cuerpo, de otro modo hubiera destetado a mi hijo y hubiera hecho muchas otras cosas con él de las que hoy, sabiendo todo lo que sé, me habría arrepentido. Por eso cuando alguien me pregunta cómo aprender a ser madre, o cómo prepararse, pienso que lo más importante, lo primero, es aprender a sentir el cuerpo. Sanar el cuerpo. Sanar las emociones. Lo demás irá llegando.

La visión de los ángeles (los que yo oigo, al menos) sobre la lactancia queda expresada en estos versos que me cantaron/contaron hace 2 años, para que yo, como "emisora de radio" los difundiera a través de mi antena. Están incluidos en el libro "El Camino de las Flores" (edit. Amatista), son versos de una energía angélica que dijo ser o venir "de Gabriel" y dicen así:


EL PECHO DE UNA MADRE

El amor de la madre fluye especialmente por sus pechos,
pues estos son flores abiertas
en las que se refugia el hijo.
Flores en las que el niño liba,
como un colibrí,
vuestro néctar, feliz.

 

Dar el pecho es más que dar leche: es dar el alma.
Dar el pecho es nutrir con un amor que durará toda la vida.
Dar el pecho es contribuir a construir,
en el interior de ese ser,
un Hogar Sagrado capaz de albergarlo pase lo que pase,
y esté donde esté, hasta su muerte.

¡Que vuestros pechos florezcan!
Volcamos sobre ellos nuestro amor,
porque os amamos a vosotras
y porque amamos a los pequeños colibrís.

¡Alegría, alegría!
Dejad que los niños duerman en el jardín florido del pecho de su madre
y no os preocupéis por el mañana,
pues, de ese amor, toda posibilidad nace,
y una paz secreta perdura, pase lo que pase.

No arrebatéis a vuestros hijos del jardín florido,
si no es por fuerte necesidad o emergencia.
Dejadlos que vivan entre flores mientras puedan,
ya tendrán tiempo de descubrir el mundo con sus guerras.

Jardines maternales, rosas exuberantes,
no os avergoncéis más por vuestro apego florido
a los pequeños pajarillos.

Con leche o sin leche,
dar el pecho es más que “dar comida”.
Es -insistimos- dar el alma
y proporcionar, a vuestros hijos,
la secreta permanencia de vuestro amor,
algo que les acompañará,
pase lo que pase, hasta la eternidad.

Benditas seáis, madres.

 
(Arriba, pintura de Léon Fréderic)


miércoles, 12 de agosto de 2015

Sobre las "verdaderas" Hadas.

 
(Arriba, las Nornas tejiendo el tapiz vital del Arbol de la Vida, según Cornelia Bauman)
 
Es fascinante descubrir las raíces de los mitos y comprobar cómo algunos han ido evolucionando a lo largo de los milenios, viviendo a veces transformaciones tan grandes que olvidamos la raíz que los creó, o su oculta verdad. Pero también es impresionante comprobar la resistencia a morir de la imaginería mítica, que pervive en la mente colectiva incluso aunque los humanos actuales desconozcan su significado, o lo malinterpreten.

Las hadas. Cuando oímos esa palabra, pensamos en seres diminutos de alas delicadas y luminosas. O, como mucho, en el hada madrina del cuento de Cenicienta. Pero cada vez pasa más de moda aquella Hada Madrina con cara de abuela habilidosa e incluso un poco entrada en carnes. Cada vez más se entiende por "hada" a un ser siempre luminoso, con chispitas, etéreo y volador, casi transparente y muy, muy pequeñito, travieso, gracioso...

Para entender la raíz del mito, hay que ir a la raíz de la palabra "hada". Hada viene de "fatum", que significa destino en latín. Y entonces comprobamos que el origen de la palabra no es celta, ni siquiera medieval, sino romano, aunque entroncado con la mitología griega. Es decir, que el origen de la creencia en las hadas (en cuanto al uso de la palabra hada) procede del Mediterráneo antiguo.

La historia del mito es muy larga y enrevesada. Resumiéndola, diré que en la antigua Grecia creían en las Moiras, unos personajes femeninos asociados con el nacimiento, la duración de la vida y la muerte de cada persona. Una Moira iniciaba el hilado cuando un bebé nacía, otra medía la longitud que tendría su vida, y la otra cortaba el hilo cuando la vida debía llegar a su fin. Hubo épocas en que se consideró a las Moiras como una sola diosa asociada a la muerte (la Moira), en otras etapas se acentuó mucho la asociación con los partos y la nueva vida. Fueron vaivenes en la percepción de la gente, dependiendo de los miedos de cada época o de sus fijaciones. En todo caso, las Moiras estaban muy presentes en las creencias espirituales de los griegos y su importancia era tan grande que se decía que tenían más poder que el propio Zeus, padre de los dioses conocidos, ya que ni él podía torcer los designios de las Moiras: cuando ellas decían que era la hora de cortar el hilo de una vida, no había nada que hacer, los dioses no podían impedirlo.

Esto las sitúa fuera incluso del mundo de los dioses. Es como si, en el fondo, este mito sugiriera que todo ese panteón de dioses y diosas, tan parecido a una gran familia de la época, con sus roles, jerarquías y enredos, no fuera más que un grupo de personajes que salen en un escenario, y en ese entorno crean, a su vez, un espectaculo de títeres. Los títeres movidos por el plantel de decenas de dioses y diosas (con Zeus en la cúspide, en teoría) serían los seres humanos, pero las Moiras estarían fuera del escenario, fuera del teatro y no estarían sometidas a todos esos personajes divinos, ni mucho menos humanos. Representarían entonces a fuerzas vivas y creadoras que están más allá de todo, no sometidas a ninguna ilusión.

Algunos dicen que las Moiras eran femeninas porque procedían, a su vez, de cultos antiguos a la Gran Diosa o Diosa Creadora. Es posible. Se decía que eran hijas de Nix (La Noche) Caos (El Caos Cósmico Original) o Ananké (una fuerza divina que representa a la "Necesidad" o "Lo que tiene que ser") El hecho de que las Moiras surgieran de esas fuerzas divinas tan abstractas y cósmicas parecer reafirmar que no están sometidas al espejismo e influjo del teatro del mundo, sino que lo ven todo como desde otra parte: desde el lado del que se tejen y destejen los destinos, las vidas, las historias y la Historia.

Los romanos, por su parte, tenían en su mitología unos personajes similares: El Fatum (el destino, en masculino) y la Parca (la Muerte, en femenino) Cuando entraron en contacto con la mitología griega, se produjo una fusión entre El Fatum y las Moiras, del cual surgió un particular trío: La Tria Fata. O "las tres destinos". Y éste es el origen de la palabra hada: Fata. Las primeras "hadas" nombradas, pues, fueron las Tres "Fatas" o Fuerzas TEJEDORAS del destino de cada ser humano.

Pero la cosa todavía se transformó más, ya que La Parca romana (La Muerte) también se sincretizó con las tres Moiras, dando lugar a LaS ParcaS en plural. Y al final la Tria Fata y las Parcas se convirtieron en una sola tríada: Las Parcas o Las Fatas serán nombradas indistintamente para referirse a las fuerzas sobrenaturales asociadas al hilado de la vida y que rigen el nacimiento, la longitud de vida y la muerte, aunque los romanos incluyeron, además, el matrimonio (la Parca o Fata "del medio" regía o establecía el matrimonio de cada quien)

Esta "Tría Fata" dio lugar a las "fatas" medievales, que, en España, con los siglos perdieron la f, cambiada por la h, y se llamaron hadas (en Italia un hada se sigue llamando "fata") Con esto se entiende porqué en los cuentos tradicionales europeos era típica la figura del Hada "Madrina": una figura femenina sobrenatural que aparecía para "amadrinar" a cada ser humano, que además tenía poder para intervenir en su destino, sobretodo cuando este atravesaba dificultades o peligro de muerte.

En mi opinión, el Hada Madrina benéfica de los cuentos surge sobretodo de la Fata, Parca o Moira encargada del nacimiento y el hilado de una vida; pero también de la que enrolla el hilo, lo alisa, lo controla durante su longitud. Pero la tercera del trío, ¿qué pasó con ella? En la Edad Media se terminó disociando a la Muerte del trío, de manera que, con los siglos, las Hadas quedaron como entes amorosos que nunca infundían miedo y ayudaban a sobrevivir, mientras que apareció aquella figura de la Muerte con Guadaña, pavorosa, fea y desconectada del resto del cuidado vital, cuya única función era matar. Pero la "fata" asociada con la muerte inevitable también dio lugar a figuras "malignas", como se puede intuir en el cuento de la Bella Durmiente.


Este cuento tiene fuertes ecos de la mitologia clásica: hay 3 hadas "madrinas" que aparecen en el nacimiento y establecen cuestiones acerca del destino de la niña; y además hay un vínculo con el arte de hilar, aunque el cuento ya padece la disociación en la que se separa a la muerte (hada Maléfica) y se relega a ella el uso de la rueca y el huso de hilar. (Ver postdata) En otros cuentos también el Hada Madrina o Las Hadas a veces son representadas como mujeres ancianas que uno se encuentra en el bosque, o como abuelitas misteriosas que se hacen las encontradizas en el bosque, las encrucijadas o los caminos, y que solo con el tiempo se revelan como entidades sobrenaturales, poseedoras de un poder sobre los elementos (lo que llamaron "magia") y capacitadas para intervenir en el destino de una persona o, al menos, vaticinarlo o profetizarlo.

Todo el asunto de las varitas mágicas es muy posterior, así como el concepto moderno de "magia", entendida como hechizo voluntario generado a través de rituales concretos y organizados para obtener logros a beneficio personal o de otras personas o seres. Las Moiras, Parcas o Fata no ejercían esa magia. No eran brujas, al menos no en origen. Eran Fuerzas Creadoras  "fuera del sistema", no humanas, muy alejadas de nuestra conciencia ordinaria, y por eso carecían de deseos personales o de una visión que podríamos llamar humana, individual, tejida de anhelos personales o de un "yo". Las Fuerzas Creadoras tejen desde un interior profundo que es cósmico, y que no elige ni decreta cosas desde la conciencia ordinaria, sino que sigue el impulso de la Fuente Creadora, energía inteligente mas allá de toda humana comprensión. Las varitas mágicas de las hadas de los cuentos son herederas de la imaginería de la hechicería ritual desarrollada en países anglosajones en siglos recientes (Una magia en la que se recomienda el uso de una serie de instrumentos o herramientas, etcétera)

La imagen de hadas "pequeñitas y con alas" surge del mundo celta y anglosajón. En las creencias celtas y las posteriores del mundo anglosajón más moderno, nos encontramos con seres "pequeños" de diferentes tipos, formas y cualidades, de espíritu a veces travieso (aunque no siempre) y con ciertas cualidades "mágicas", o poderes sobre el mundo natural. Una parte de estos seres pequeños, en este caso femeninos, terminó recibiendo el nombre de "hada" porque hubo una sincretización o fusión con la "Tria Fata" romana. Pero en origen esta "gente pequeña" tenía su propio nombre celta, por ejemplo unos de ellos han sido conocidos como "pixies". No conozco los nombres celtas originales de tanta "gente pequeña", todos ellos espíritus de la naturaleza, incluyendo a los de aspecto femenino y delicado que hoy llamamos "hadas". Pero quien quiera rastrear ese tema puede empezar por "pixies" e ir tirando del hilo, y se dará cuenta de lo muy diferentes que son esas "hadas" de las Hadas medievales del mundo latino no celta, y ya no digamos de las Moiras, Parcas o "Fatae".

¿Cómo se llegó a llamar "hada" a una parte de los seres de aspecto pequeño que tan bien conocían los pueblos de las Islas Británicas? Fácil: fue "culpa" del Imperio Romano. Cito el resumen sobre etimología de Alejandra, esta bloguera, porque lo resume muy clarito: "En cuanto a la palabra “hada”, se rastrea un mismo origen en el resto de las lenguas europeas. Todas tomaron la misma raíz para designar a estos seres. La palabra francesa “fée” procede del latín "fatae." Según cuentan por ahí, cuando los romanos decidieron que Roma era poco para ellos y decidieron extenderse por Europa (que por aquellos entonces no se llamaba Europa),  llegaron a las Galias y llevaron la creencia en la "fata" con ellos. La presencia de las hadas es muy importante en el folclore francés. A nuestro país vecino le debemos la primera versión escrita sobre Melusina, una de las hadas más conocida por todas las culturas.
Tiempo después, y ya dominadas las Galias, los romanos continuaron su conquista por Europa e invadieron la actual Inglaterra. Cuentan también que tampoco esta vez las olvidaron, y las "fées" francesas acompañaron a los soldados. Del francés “fée”  surgió por evolución la palabra que usan los ingleses para designarlas. Primero crearon “fay” y posteriormente “fairy”, en plural “fayries”, como se les conoce actualmente. También los ingleses dedicaron muchas páginas a las hadas,  y si no recordemos todo el ciclo artúrico y a Morgan La Fay, que rescató o secuestró, según se interprete, al rey Arturo.
No sólo el avance romano es responsable de la extensión del significado de la palabra “hada”, tampoco hay que olvidar el papel relevante que jugaron las Cruzadas en la historia europea. Con las Cruzadas también se introdujeron en Europa las ideas predominantes en Oriente acerca de los seres fantásticos, formando una literatura del Reino de las Hadas que llegó incluso a constituir un género poético especial. "

En la Edad Media fue cuando se empezó a atribuir la hechicería a las hadas, llegando a fusionarse su figura, a veces, con la de las brujas, como en la saga artúrica, en la que Morgan Le Fay (El Hada Morgana) es una hechicera. Pero, como se ve al rastrear la raíz de la palabra, en origen el mito no contemplaba la hechicería. La bruja tradicional siempre ha existido, pero en la Italia antigua (Roma)siempre se tuvo clara la diferencia entre una mujer humana que "hace ritos hechiceros" que pueden ser buenos o malos (Strega) y una Fata (entidad no humana)

Los mitos, sin embargo, son incontrolables en sus mezclas, simbiosis y mutaciones, y cada vez que hay un cambio en las creencias, emociones o modos de organizarse de una sociedad o cultura, los mitos se adaptan a ello y reflejan el cambio de mentalidad. Así que con el tiempo y todos estos cruces y mestizajes de culturas y épocas también surgieron los personajes de "brujas malas" que no eran personas (mujeres) humanas, sino entidades sobrenaturales femeninas con ganas de hacer daño (como la Bruja Maléfica del cuento de la Bella Durmiente, y otras brujas de cuento) En fin, la mitología y las ideas asociadas a la palabra "bruja" y "brujería" son un tema demasiado extenso de por sí en el que no quiero entrar ahora. Sólo quería anotar la mezcla que hubo entre las Hadas Medievales y la Hechicería, lo cual conectó el asunto de las Hadas, de manera lateral, al de las Brujas.

Como se ve, y si no os habéis mareado con las vueltas y giros que da un mito desde que se crea hasta que llega a nosotros, realmente sabemos muy poco acerca del significado de muchas creencias, leyendas y símbolos que utilizamos. Solemos dar por sentado que sabemos en lo que creemos, pero el caso de las "hadas" es un ejemplo muy claro de que no es así. Es decir: tal vez sí sepamos un poco en qué creemos, pero no podemos dar por sentado que, por el hecho de usar un nombre comúnmente utilizado durante milenios, nuestras creencias sean las mismas de aquellos que acuñaron el término. ¿Me explico?

No sé si se ve adónde quiero ir a parar. El caso de la deriva del mito de las Moiras-versus Hadas (desde las mujeres hiératicas tejiendo los hilos del destino a las casi niñas, chiquitinas, de alitas brillantes y espíritu juguetón, hay mucho trecho) no es único. Sucede lo mismo con otros mitos, con otras creencias. Gracias a unir mi camino de percepción chamánica con mi afición al análisis racional de lo que vivo internamente, me he dado cuenta de que la mayoría de personas no tenemos ni idea de las raíces de nuestro imaginario colectivo. No lo sabemos intelectualmente, pero tampoco desde un punto de vista chamánico. Es decir: nos fiamos de lo que nos ha dicho nuestra sociedad actual acerca de qué es cada cosa, y no solemos llegar a ver o sentir a qué líneas de energía mental y emocional estamos conectados, qué fuentes de energía psíquica nos nutren y alimentan nuestros sueños, nuestros miedos y nuestras creencias, ni cuál es la consistencia ni el carácter real de las energías o "entidades" que aparecen en nuestros sueños, trances visionarios o imaginaciones.

Y sin embargo heredamos estas "líneas" o hilos de energía psíquica de nuestros ancestros. Son como venas pulsantes o hilos vivos de un tapiz vital familiar y ancestral a través de los cuales viajan y llegan hasta nosotros las energías, creencias y "entidades" asociadas a los humanos que nos antecedieron, hasta remontarnos al origen de nuestro árbol familiar. Y como ese origen queda muy, pero que muy atrás, a épocas con creencias muy distintas a lo que podemos pensar, pero como además las raíces y ramas de nuestro árbol pueden extenderse desde muchos puntos y culturas del planeta, en sueños y trances nos podemos encontrar con símbolos, imágenes y "entidades" que no comprendemos, que no sabemos interpretar o que no entendemos cómo han llegado hasta nosotros, si en teoría no creemos en ellos.

El rastreo de estas raíces míticas nos ayuda a conocer cómo ha sido la vida de nuestros ancestros, pero también la vida de la humanidad. Y cómo ha ido cambiando, evolucionando, transformándose. Pero también nos ayuda a comprender la diferencia entre lo eterno y lo pasajero, pues descubriremos, asombrados, que algunos mitos antiguos, una vez desojados de las capas secundarias con las que fueron revestidos, disfrazados o modificados, se originaron alrededor de verdades que siguen siendo válidas hoy. Y así, te puedes encontrar reconciliándote con un mito que hasta entonces despreciabas, porque has captado en él una verdad intensa, con la que resuenas.

Yo me he llevado unas cuantas sorpresas de estas. Ir hacia las raíces es de las mejores cosas que he hecho. Me enseña a llamar a las cosas por su nombre, pero también a unirme más profundamente a la savia del núcleo de mi Arbol Ancestral, hasta su origen. Hasta sus raíces. Y eso me revitaliza y me infunde fuerza.

Y es que cuando llegas a las raíces de tu árbol ancestral te puedes encontrar con lo que los nórdicos llamaron las Nornas. No podía cerrar este capítulo sin hablar de ellas, claro. Son las mismas Fuerzas Sagradas que los griegos llamaron Moiras y los romanos Parcas o Fatas, aunque con matices distintos. Son tejedoras y regidoras del destino vital de cada persona, pero viven en las raíces del "Árbol de la Vida" y custodian, también, la Fuente de La Vida de la que se nutre el Árbol. Esto significa -entre otras cosas- que custodian el acceso a la fuente de la cual surge la savia que riega y nutre el árbol ancestral del cual formamos parte.

Y por eso las Nornas son mis preferidas, porque su simbología entronca con lo arbóreo y lo ancestral, y te conecta también con la Fuente de Vida (de TU vida y la de TUS hijos y familiares vivos), y con el Misterio puro que late oculto en LAS RAÍCES. En la Tierra. En lo profundo.

El mensaje es: ¿Quieres sanarte? Ve a las raíces. ¿Quieres cambiar? Ve a las raíces. ¿Quieres purificarte o renovarte o fortalecerte? A las raíces. Allí se decide todo, aunque, hinotizados por el espectáculo del cielo exterior, pensemos que no, que nuestra vida y destino se deciden fuera o en la punta de las ramas. "Ellas" tejen, "Ellas" miden, "Ellas" cortan o terminan, y lo hacen desde dentro. En nuestro interior están, en nuestra sangre, en la raíz de nuestros huesos, conectados al Árbol de la Vida del que formamos parte. Ahí están las "fuerzas" que tejen nuestro destino y contra las que tantos dioses y diosas, entes pasajeros y temporales a fin de cuentas, nada pueden hacer.

                                                                          ***

P.D: Observar paralelismos entre la Bella Durmiente y uno de los mitos más vivos y más extendidos en el mundo griego, el nacimiento del héroe Meleagro, hijo de Éneo y Altea, reyes de Calidonia. A este nacimiento asistieron las Moiras o tres hilanderas con la intención de  pronosticar el futuro del bebé: Cloto profetizó que sería una persona noble, Láquesis que sería valiente y Átropos que su vida sería tan breve como una de las brasas de la chimenea. Después de escuchar estas palabras, y con la intención de socorrer la vida de su hijo, la madre retiró el calor, apagó el fuego y, seguidamente,  escondió la brasa restante donde nadie  pudiera encontrarlas. Desgraciadamente, el inexorable curso del destino se cumple y la brasa será finalmente quemada, dando por terminada la vida del héroe.
 

martes, 11 de agosto de 2015

Para crear tribu, o comunidad...


Estoy leyendo un libro de Alejandro Corchs, hombre medicina del Camino Rojo, titulado "La Unión de la Familia" y me está produciendo un sinnúmero de reflexiones mentales y reacciones emocionales en cascada.

Algunas de éstas han surgido por el simple hecho de leer cómo se organizan ciertas comunidades afiliadas en torno al conocimiento espiritual indígena. Me ha emocionado y dado sana envidia ver que en otras partes del mundo es de lo más natural que algunas personas se reúnan para rezar o para hacer ritos curativos, organizándose de tal manera que siempre existe un grupo de apoyo cuya única función, en cada encuentro, es estar atento y disponible para ayudar a los que van a vivir el trance, el "movidón" catártico emocional, la ruptura de esquemas, el descoloque que sucede cuando se conecta con partes profundas y desconocidas del ser.

También me ha emocionado comprobar el afecto y apoyo incondicional que reciben los líderes espirituales que se encargan de movilizar y guiar cada uno de estos eventos. En suma, lo que estoy viendo en estas páginas es un ingente trabajo comunitario, sin el cual las famosas Búsquedas de Visión individuales no se podrían realizar, y por lo tanto no sólo no habría avance de la propia comunidad, sino tampoco de sus individuos en particular. En algunos encuentros, unas personas se ocupan de las demás, y en otros, las personas que antes estuvieron como apoyos, son los que se confían a la "medicina" y se disponen a vivir un capítulo más de su proceso sanador interior.

Todo esto me ha removido heridas sin curar del inicio de mi camino chamánico, pero también se me ha unido a comprensiones y vislumbres más recientes acerca de lo complicado que nos resulta generar tribus o comunidades de personas afines. Sea como sea, al final no puedo dejar de ver con claridad la gran falta de sentido comunitario que tenemos en Occidente, y como esto sucede en todos los campos, inclusive el de la terapia y las vivencias espirituales. Me he detenido varias veces tras leer algunos pasajes, preguntándome: ¿Cómo es que aquí desconocemos este sentido comunitario que tanto tienen los indígenas? ¿Por qué incluso en el movimiento de búsqueda espiritual, que actualmente tiene tanto auge, y donde se supone que deberían primar valores como la empatía y la compasión, hay tanta ausencia de lo comunitario y cuando surge termina a veces convertido en algo deforme, sectario? ¿Qué nos pasa, cuándo perdimos el conocimiento de saber organizarnos como los indios, en una comunidad igualitaria pero al mismo tiempo con líderes, con rotación de roles pero siempre en círculo?

Una respuesta se formó en mi interior: "Tenéis demasiado miedo a eso que llamáis ego, y cada vez que surge un líder, es decir alguien con carisma o un don especial para movilizar la energía colectiva, o con el conocimiento interno suficiente para emprender algo, invariablemente es atacado diciendo que cuidado, que tiene mucho ego y lo que pasa es que busca seguidores, acólitos. El germen de comunidad que se hubiera tejido en torno a ese líder nato (hombre o mujer) suele destejerse porque las personas tienen tanto miedo de servir a egos ajenos que terminan por no querer formar parte de ningún grupo. Especialmente si hay líderes en el mismo, es decir: personas con una personalidad especialmente magnética, carismática o destacada".

- Pero es que tenemos muy mala experiencia con líderes corruptos, sectarios y tiránicos - he replicado yo.
- Es cierto. Y es normal vuestra reacción como sociedad. Estáis "quemados" por siglos de iglesias autoritarias y sectas vampirizantes. Pero hay que superar todas esas memorias traumáticas, porque de otro modo sois como personas que huyen de todos los perros, todo porque uno les mordió. O como personas que no quieren tener más amigos, porque fueron traicionados en el pasado por el que consideraban su mejor amigo.

"Y es que la vivencia de lo comunitario es esencial e imprescindible para vivir la plenitud humana, pues sois seres gregarios. Sin embargo, aprendéis un modelo de desarrollo basado en el individuo como un ente separado, cuando esto es bastante ficticio y a largo plazo insostenible. Y hablando en este marco, los líderes también son imprescindibles. Un pueblo o un grupo sin líderes es como un montón de hilos que no llegan a formar ningún tejido, porque no se organizan. Tienen tanto miedo a plasmar un diseño concreto, luchan tanto por su libertad de ser "lo que cada uno quiera" que nunca se reúnen para nada ni llegar a hacer nada sólido, porque tienen miedo a adoptar una forma concreta. ¡Pero no existen comunidades ni tribus amorfas! Todas tienen un carácter, una forma concreta, unos límites y unas virtudes.
-Pero a la gente le cuesta la idea de seguir las ideas de un líder y abandonar el propio criterio -he dicho yo.
-Es que tenéis un concepto equivocado del liderazgo natural. Un líder no significa "el que manda", sino el que más sabe acerca de algo. En una comunidad natural no hay un sólo líder, sino varios: la persona que sabe más de cada tema es la líder en ese tema, por ejemplo. Pero además pueden surgir líderes temporales para acciones que sucedan en un momento puntual, por ejemplo durante una emergencia o un proyecto temporal. En una comunidad natural que tenga el liderazgo integrado de manera saludable, son las propias personas quienes señalan a los líderes. No existe un líder que "se imponga" , se autoproclame exigiendo obediencia o se haga "propaganda". Es impensable, absurdo. La propia sabiduría o conocimiento, el propio don de cada cual brilla por si mismo, pero entonces los demás simplemente lo ven, lo reconocen, honran y aprovechan, recurriendo a ese líder de cada campo del saber cuando lo necesitan.
- Entiendo...
-Es muy simple, ¿sabes? ¿Verdad que si falla la electricidad en tu casa, llamas a un electricista y no te pones tu a discutir con él, sintiéndote amenazada en tu liderazgo del hogar por su saber? No. Sencillamente reconoces la sabiduría, el liderazgo del electricista para la instalación de tu hogar, y lo dejas en sus manos. Lo mismo sucede con cualquier otro campo de la vida. Un historiador que lleve 50 de su vida leyendo libros de historia, reflexionando sobre los mismos y escribiendo sus reflexiones, es un líder en ese campo, por ejemplo, y sólo a un ignorante se le ocurriría acusar al historiador de "alguien muy preocupado por su ego", todo porque publica libros y cuando habla, se extiende y da muchos datos.

"El virtuoso de la música es un líder musical, el virtuoso de la cocina, o cualquier otro arte, también. Del mismo modo, en una comunidad de personas, el líder espiritual es quien más años, experiencias y sabiduría acumula en un camino. A ninguna comunidad nativa se le ocurriría acusar a sus ancianos líderes, con montones de Búsquedas de Visión a sus espaldas y un sin fin de experiencias vitales, de ser personas "con mucho ego", y de que cuando hablan les molesta que lo hagan "con autoridad". Porque la autoridad se tiene de manera natural cuando uno sabe mucho acerca de algo. (Uno se puede "convertir", de hecho, en una autoridad en un tema) A las comunidades nativas tampoco se les ocurriría la idea de dejar solos a esos líderes tribales naturales, alegando que escuchar sus consejos o tomarlos en cuenta es servir al ego de los mismos. Hay que estar muy perdido o ser muy ignorante para desdeñar a los expertos en cualquier tema y pretender que uno mismo sabe o puede saber tanto como ellos, así sin más.
-Pero ahora se dice que todos somos maestros.
-Potencialmente, sí. Pero "en hechos" palpables en este mismo instante histórico, no. La frase "todos somos maestros" esta siendo muy mal interpretada, y se utiliza para relativizarlo todo. Al lado de Einstein, tu no eres maestra en física, ni de chiste. Pero a lo mejor si eres maestra, a su lado, en maternidad. ¿Entiendes? Hay que reconocer el liderazgo y la maestría de cada cual y llamar a las cosas por su nombre. Y dejar de tener miedo a los líderes que asoman aquí y allá en vuestras comunidades y grupos. Ya es hora de dejar de pelearse por miedo al ego. ¡Dejad al ego en paz! Le tenéis más miedo que al demonio. Antes se acusaba a los herejes y las brujas de estar poseídos por el demonio y se les linchaba, ahora la acusación de moda es que uno tiene ego.

"Vivís en una paranoia de "que viene el ego, que viene el ego". Ya basta. No pasa nada con el ego. Sólo es un concepto. Todos tenéis ego y está muy bien tenerlo. Es sólo parte de vuestro carácter, no os va a comer si está en su lugar. Y no pasa nada por tener una personalidad fuerte. Tenéis tanto terror al ego que cuando hay alguien con rasgos de carácter fuerte a vuestro alrededor, intentáis difuminarlo, diluirlo, o lo rechazáis. Os gustaría ver a todos etéreos, diluidos como el humo o el aire o la luz. Todo sin sustancia, sin cuerpo, sin fuerza, no vaya a ser que sea el ego.

"Luego decís que os gustan los indios y llenáis vuestro muro de Facebook de "mensajes" de las tradiciones indígenas, pero ¡ellos nunca temieron al ego! Ni siquiera tenían ese concepto en sus mentes. Era un deber, incluso, cultivar los rasgos fuertes y característicos de cada persona, nombrarlos, compartirlos, bordarlos en la ropa, cantarlos y danzarlos. Si uno tenían un gran sueño de parte del Espíritu, iba y enseguida lo compartía, y la tribu lo celebraba. No le decían: "Cuidado con tu ego, quién te estarás creyendo". Y reflexionaban sobre el sueño importante que un miembro de su tribu había tenido.

"Entre vosotros, en cambio, sucede a menudo lo que pasaba entre los 11 hermanos de José, el del antiguo testamento de la Biblia. José tenía sueños "especiales" y los contaba a su clan, a su gente, pero los hermanos decían: "Qué arrogante, ¿quién se ha creído que es? Quiere dirigirnos a todos". Y llenos de envidia, decidieron matarlo. Dios había enviado a José como líder potencial para advertirlos y salvarlos a todos en la futura hambruna que se avecinaba, pero ellos intentaron acabar con él porque no comprendían el liderazgo (espiritual) natural y se sintieron amenazados por los sueños en los que José era mostrado como un líder natural. Pensaban que José les podía "robar" poder o amor paternal a ellos, así que igualaron el tema eliminando al que destacaba, al más capacitado de todos para recibir sueños proféticos e interpretarlos.

"Los indios nunca pensaron que tener un carácter fuerte y una personalidad intensa fuera un problema. Por eso no tenían tampoco un problema con el liderazgo. Agradecían que brotaran los líderes en sus comunidades y, de hecho, cuando faltaba un líder fuerte y sabio en algún campo, lo lamentaban y rezaban al Gran Espíritu pidiendo que solucionara eso. Que enviara líderes fuertes, buenos y sabios a su pueblo.

"Así, en tu sociedad hay dos grandes dolores soterrados y entremezclados en este momento, relativos a este tema: primero, un sufrimiento por carecer de tejido comunitario o tribal. Sentís su falta, os hiere y os limita y no sabéis solucionarla. Segundo, un sufrimiento debido a que vuestro liderazgo natural se ve sofocado y rechazado cuando emerge, y vivís con la represión del mismo, con la frustración de que no se os tenga en cuenta como líderes (siquiera potenciales) en el campo que mejor se os da. Esto genera incluso luchas sombrías por ser reconocidos, peleas de egos que jamás sucederían si, simplemente, os honrárais por vuestros dones, sin miedo, e hicierais lo mismo con los de los demás. Haced un círculo, sentáos, hablad de vuestras virtudes y conocimientos, mostrad vuestros dones, celebradlos mutuamente. Honraos los unos a los otros, reconocéos al fin.

"Pero vivís la tiranía de una falsa igualdad, en la que, cuando alguna cabeza sobresale por encima de una hilera de humanos, se pasa una raya para cortarla e igualar a todos por debajo. Se machaca al que más sabe, al que más destaca muchas veces ya desde la escuela, pero también en muchos grupos de adultos. Os acostumbráis a ser insultados por saber, por brillar, por destacar. O a que os hagan el vacío y no recurran a vuestros conocimientos, dejándoos solos. Sentís la frustración del libro abandonado, de la estrella que otros intentan apagar un poco, porque su brillo "molesta". Qué se ha creído esa arrogante que es, brillando así, vanidosa. O quien se ha creído fulanito que es, todo lo que busca son seguidores que le laman el trasero o le den palmaditas en la espalda.

"Fíjate que actualmente, uno de los insultos más comunes en determinados ámbitos de la llamada red virtual es "gurú", y se aplica a cualquier persona con capacidad de liderazgo ideológico. Todos vivís luego con el miedo de parecer gurús, o incluso con miedo de que vuestras palabras o intervenciones gusten demasiado a un sector y otros es "sigan". ¡Qué peligro para el ego!, ¿no? Pero no os dais cuenta del sufrimiento que esto os genera a todos, ni del inmenso desperdicio de energías que supone ir machacando cada brote de liderazgo natural cuando asoma o hace sus pinitos. Así nunca tendréis un bosque, ni un ecosistema, sino sólo un monocultivo de hierbecitas pequeñitas y constantemente aplanadas con el rodillo o segadas, para que todas sean iguales. Lo cual puede parecer muy bonito y muy justo, todos igualitos como una moqueta de hotel, pero no es la verdadera riqueza natural y, lo que es peor: es estéril e insostenible.

"Decís que queréis cambiar la sociedad pero os machacáis mutuamente el liderazgo. O lo desdeñáis. Para el líder natural, es doloroso crecer y desarrollarse y no ser tenido en cuenta, porque en el liderazgo natural va integrado el anhelo de servicio. De compartir. De dar. Y es triste verse a uno mismo lleno de dones o de conocimiento en un campo, y que el mundo parezca ignorarlo. No hay nada malo en ese anhelo de ser reconocidos. Solo en una sociedad desequilibrada y enferma como la vuestra este anhelo se convierte, a su vez, en enfermizo, debido a la intensidad del machaque y el ostracismo hacia los que saben más. Lo popular es parecer todos como niños que no saben nada. O decir siempre: "Soy un ignorante". Cuando en realidad no es así siempre, ni para todos, ni en todos los campos. Muchos sabéis muchas cosas, no pasa nada si otros lo reconocen. Ni que reconozcáis vosotros a otros líderes "en lo suyo".

"El quid del asunto es que sin vivir el liderazgo las comunidades no se sostienen, porque fallan en lo esencial. Mientras no permitáis a los líderes naturales "sobresalir" sin sentiros amenazados por su brillantez, y mientras no os sentéis a su lado diciendo: "enséñame", no avanzaréis. Dios, el Gran Espíritu, o como queráis llamarlo, siembra el mundo constantemente con "soluciones" para cada comunidad, tribu y nación. Y las siembra en el interior de los seres. Son semillas que potencialmente contienen el conocimiento de la sanación, de la transformación, de las respuestas, del cambio e incluso de la muerte de lo que debe morir, porque no se sostiene más. Pero esas semillas hay que dejarlas crecer a su aire y no atacarlas si empiezan a destacar. A sobresalir. A ser muy "características". A resultar "sospechosas de tener ego" todo porque son como flores increíbles, despatarrantes y de color rojo en un contexto de grises o verdes o azules más discretos. Se acusa a la flor roja y llamativa de querer llamar la atención, de ser soberbia, arrogante, una tirana que solo desea aplausos y admiración. Pero en realidad ella no ha elegido ser así, y además su color, su atractivo y su tamaño tienen un sentido, una función y un porqué dentro de un ecosistema.

"Queréis formar tribu, pero sin líderes reconocidos e integrados, no podréis. Porque toda tribu nace de líderes, aunque estos "sólo" sean los abuelos y abuelas de un clan. Y para integrar la realidad del liderazgo natural es necesario vivir un proceso en el cual habrá que ir abandonando el individualismo, el sálvese quien pueda, el "cada uno es su propio maestro" o el "todos sabemos lo mismo". Deberéis perder el miedo a permanecer un tiempo al lado de quien sabe más, si queréis aprender del mismo. Y el miedo a sacar a relucir lo que sabéis, y a enseñar a otros, y a desarrollar lo que os apasiona, lo que os hace brillar. El miedo al ostracismo, a la burla colectiva, al linchamiento por "empollón", por "gurú", "santurrón", "beata", "chiflado", "obsesivo", etc.

"Hasta que no superéis esos miedos a lo propio y lo ajeno, sentarse en círculo para hablar cada persona con el corazón en la mano, aportando lo mejor de cada uno, para debatir y consensuar y tomar decisiones, será una QUIMERA. Porque, sencillamente, no os atreveréis a ser y a mostraros tal y como sois ante los demás. Por muchos círculos físicos que hagáis, así paséis horas sentados hablando juntos en "asamblea", no estaréis siendo de verdad "vosotros mismos", ni sacando a relucir lo que realmente está ahí. Vuestras palabras no serán verdaderas. Ni veréis a los demás en su verdad. Y por lo tanto, no llegaréis a ninguna conclusión, o no llegaréis a las conclusiones verdaderas, y el proyecto hará aguas, o seguirá sin cuajar, o será flojo desde sus bases.

"Estáis siendo destruidos por un individualismo paradójico, construido por el miedo al ego. Por miedo a asumir un liderazgo propio, o por miedo a seguir a otro líder (lo cual pensáis que es como alimentar su ego), os cultiváis en soledad. Cada uno en vuestra cajita. Así no hay modo de tejer comunidad alguna, ni de que florezcáis como un ecosistema. Sois como plantitas en un semillero: todas soléis brotar con ilusión, pero llega un punto en que no podéis desarrollaros más si permanecéis en esa cajita separada. Necesitáis salir de la caja, ir a la tierra y estar con las demás plantitas, mezclaros e interactuar, intercambiar sustancias, energías, generando simbiosis, etcétera. El camino "siempre" solitario es quimérico y anti natural. La soledad en determinadas etapas es una cosa que incluso puede ser beneficiosa, pero no se sostiene en una vida entera porque es estéril"

...

Pues ahí queda eso. Lo voy a digerir :-)

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