lunes, 20 de mayo de 2019

Razones para ser madre (dar vida)

 (La fotografía es de una madre judía, Paul Schutzer/The LIFE Picture Collection/Getty Images 1960)

Cada vez que leo algún argumento del tipo "es un mal mundo y un mal momento para traer hijos a la vida", se me aparece algún muerto de épocas o contextos más complicados, que tal vez murió por una enfermedad infecciosa, o por que se cayó de un árbol, o porque lo atacó un oso, o porque se hizo un corte feo y se infectó, o por hambre o por frío, o por una catástrofe o en una guerra... Y son miles, millones, que me dicen: "No sabeis lo que decís, ni la suerte que tenéis".

En esto del traer vida al mundo no se puede, ni se debe, generalizar. Hay que poner el foco en lo que cada persona vive, en su contexto inmediato. Porque es ahí donde se desarrollará su vida, sin abstraciones globalistas. Pero es que además, nos hemos vuelto muy pretenciosos, queremos tener hijos "solo si" viven hasta los 80 y sin problemas, y eso es algo bastante inédito. En general nunca hubo garantías. En general siempre se supo que nacías pero después "vete a saber lo que pasaría".

Últimamente ya no son ni los muertos. Es la Tierra la que me habla cuando leo argumentos en contra de la maternidad a causa de "la época mala en que vivimos". Y hablo de España, mi país, y de mi parte del mundo ¿eh? La Tierra me dice que la única razón de peso para tener hijos debiera ser vivir una historia de amor "en carne y hueso". Está a favor de regular la natalidad e intentar no vivir embarazos si no se desean niños, calculando con un poco de cabeza las posibilidades de criarlos que tenemos. Pero de ahí a decir que es mejor no tener hijos por cómo está el mundo... Bueno, ha habido épocas muy malas y contextos fatales, y a pesar de todo, se vivió en ellos una historia de amor verdadero, y aunque fuera corta, mereció la pena y la vida cumplió su función.

Por lo visto la perspectiva de la Tierra es distinta a la nuestra. Lo que cuenta son las historias de amor, para Ella. Vivirlas o no vivirlas, y cuán plenamente las vivimos. (Y ojo, porque no solo me habla del amor entre madres e hijos sino también del amor entre adultos, aunque ese ya es otro tema que excede a este post)

La brevedad de una vida o su éxito conforme a parámetros culturales, no es el sentido de todo esto, según la voz de la Tierra que oigo, sino la oportunidad de vivir historias de amor "encarnadas", y cuanto más plenas, profundas, totales, y "para siempre", mejor.

¿Somos capaces de traducir la Eternidad de la que venimos, a la materialidad lineal, a la carne? Ahí está la cuestión, el desafío. ¿Somos capaces de amar en la Tierra COMO en el Cielo? Amar en sueños, ¡qué facil es! Amar en el día a dia a personas de carne y hueso que traen problemas, es harina de otro costal. Amar a un hijo cuando es chiquito y todo va bien, qué fácil es. Amarlo cuando crece y las cosas se complican, o amarlo y amar su vida cuando todo se pone feo, y nos sentimos sin fuerza...es otra cuestión.

Etcétera. Porque si calla la Tierra, entonces oigo a los muertos diciéndome lo que opinan ellos de nuestra "mala época". Y os puedo asegurar que hay historias terribles, de vidas terribles y de muertes terribles, y ¿sabéis qué? Que ellos mismos me dicen que "volverían a nacer sin dudarlo". A pesar de todo. Con lo cual fíjate, el inmenso valor de la carne. La inmensa oportunidad de traer vidas al mundo, de vivir encarnados.

Felicidades, mamás, por contribuir a que la vida se realice a si misma. Y fuerza en el amor, porque es todo lo que tenemos y todo lo que nos quedará, para siempre. Que nadie os haga sentir como tontas sentimentales, o ignorantes, o egoístas por haber traido adrede hijos al mundo... Sois las reinas de la vida y punto pelota. La Tierra os ama, casi diría que os venera, así que ya veis.

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