(Arriba, fragmento de pintura de Oleg Korolev)
Hay quien cree que nunca ha notado la energía de los ángeles, pero se
me ocurre que tal vez no sea así. Podría ser que algunas personas
hubieran sido visitadas por ángeles y no se hubieran dado ni cuenta.
¿Por qué? Pues porque nos han metido en la cabeza la idea de que los
ángeles son criaturas de aspecto antropomorfo y sereno, bonito, casi
divertido o en todo caso elegante, de colores pastel y ademanes...como
de bailarinas con tutú. Casi. Ejem.
Ahí va una anécdota para romper esquemas en honor a los ángeles guardianes y sus muy variadas formas y estilos.
Diciembre del 2004, un día cualquiera por la tarde. Me encontraba sentada tranquilamente en mi cafetería favorita de mi barrio de aquel entonces, en Barcelona. Con mi
té de jazmín, y mi diario de "movidas" relativas a mi proceso espiritual,
sumergida en la escritura de las últimas cosas que había vivido. Era mi
manera, en aquel entonces, de reflexionar y también tomar distancia mental de
las experiencias internas que tenía, ya que era muy, muy novata, y
estaba muy, muy sola en aquello. Así que, para no sentir que se me iba
la pinza, me lo tomaba todo como un detective que anota pistas extrañas,
enigmas. Y lo anotaba para investigar cada cosa, para reflexionarla.
Eso tranquilizaba a mi parte racional.
Bien, pues estaba yo toda
racional con mi escritura, cuando de repente noté lo irracional: un cambio en la
energía. "Oh, oh, una presencia se acerca", me dije. Miré hacia la puerta de
cristal de la cafetería y no ví nada con mis ojos físicos, pero con los ojos del alma sí, porque ví una figura de fuego, o mejor dicho hecha como de materiales incandescentes,
color naranja, como las brasas del fuego o el metal fundido, o algo así.
Ese "ser" atravesó la puerta, se plantó ante mí y, sin decir nada ni darme tiempo ni a saludar,
¡zas! metió una de sus, hum, extensiones (¿eso era un brazo?) en mi pecho y me
agarró el corazon. ¡Ras, ras, zas...! Casi sentí el crujido de mis
costillas y mi corazón que entraba en ignición espontánea, como si fuera estrujado, retorcido y recolocado por una especie de zarpa ígnea.
Luego, el "ser" sacó su, hum, extremidad-mano ardiente de mi cuerpo. Yo estaba sin palabras, tratando de procesar, no me atrevía ni a preguntar. Quería mirar al "rostro" de eso
para saber cómo era, pero en realidad no me era posible. Era como si una
fuerza enorme me dejara noqueada, con mis ojos mirando hacia la mesa y mi libreta de notas, y me impidiera, ese campo de
energía, levantar la vista para buscarle los "ojos" a esa entidad. No
era miedo lo que yo sentía, era vértigo interior. Intuía que incluso aunque hiciera un esfuerzo,
mirarle hubiera sido...
- No puedes mirarme -dijo la entidad.-
Soy un ángel guerrero y no estás preparada para afrontar lo que mis ojos
podrían comunicarte.
- Ah -respondí, sin saber qué más decir.
(Recuérdese que yo estaba en una cafetería, por la tarde, es decir en un espacio público, y que eran mis primeros meses en ese camino de percepción y de escucha, ignorante total. Así que no estaba ni remotamente esperando una aparición así, ni tenía un referente para lo que estaba percibiendo)
El "ser" me dijo luego:
-
He hecho algo en tu corazón porque necesitas más coraje. Coraje
viene de corazón. Y te faltaba coraje para lo que te vamos a pedir que hagas.
- ¿Qué me vais a pedir? - pregunté casi con miedo.
- Que vayas al hospital "tal" a buscar unos niños que están atrapados ahí. Sufren.
- ¿Niños... muertos? -pregunté, aunque por la trayectoria que yo llevaba, intuía la respuesta afirmativa.
- Sí. Niños muertos con demasiado miedo, que han sido presa de monstruos que los mantienen aterrorizados.
- Pero...-protesté yo, que empezaba a recuperar mi "tono" y presencia-
Un momento, creí que los niños estaban bien protegidos espiritualmente. Más protegidos que nadie, de
hecho. Por ejemplo por ángeles.
- Si un niño muere a solas y con
demasiado sufrimiento y miedo, "otros" seres se acercan y se los llevan a sus
pesadillas. No podemos llegar a ellos sin ayuda humana, porque la vista y
la atención de esos niños está más fija en los mundos humanos que
acaban de dejar, que en el nuestro.
- Pero ¿y sus padres y madres? ¿No pueden ayudarles ellos? ¿No es su amor una protección?
- A veces los padres y madres también han sido pasto del miedo, la angustia y la
desesperanza. Es un tema complejo. Otras veces ni siquiera están ahí para los niños porque los han abandonado. Si te ven a tí, irán contigo.
- ¿Y porqué ángeles guerreros? -pregunté yo, que tenía
un preconcepto muy marcado de cómo debía ser un "ángel de la guarda
protector de niños", y no me ebcajaba con un ángel guerrero (es que yo aun estaba imbuída por las tonterías de la cultura flowerpower que imagina angelitos de algodón rosa o azul)
En ese instante, el ángel guerrero me miró
intensamente. No lo ví, lo noté, porque me sentía casi atravesada por su
consciencia, que me transmitía demasiadas cosas, realmente, para mi
entendimiento del momento. (Téngase en cuenta que este diálogo es una reconstrucción posterior... la mayor parte del mismo fue sin palabras. Y han pasado muchos años)
El caso es que sentí un mareo, mucho calor (¡uf, uf!) pero la
respuesta me llegó: "El sentido de ser de los ángeles guerreros es
proteger a los inocentes. Sobretodo y principalmente a los niños. Ahora
ya lo sabes. ¿Vas a ir al hospital?"
Procesé el dato: guerreros/niños.
Ah. ¡Era muy distinto a la idea que tenía de los guerreros! Pero aquello tenía
sentido. Un profundo sentido. Lo podía notar aunque todavía no lo
entendiera.
Acepté y dije:
- ¿Y qué tengo que hacer?
- Basta con que entres en el hospital tras haberte
entregado a las "Fuerzas de Ayuda", y vayas a la sección tal. No tienes
que hacer nada más. Los niños te notarán y te verán y serán atraídos por tu energía. Tú solo manten tu
foco en el amor, y no pienses nada, ni visualices ni imagines nada, ni
intentes "escuchar" nada. Porque no podrás ni oir. Y es que en cuanto entres por
la puerta del hospital, serás asediada por los niños, pero también por sus perseguidores y otras
"cosas" peores. Tú ni caso. Te das un paseo despacio, pero sin pausa, por ese lugar, y cuando
termines el recorrido, sales sin detenerte. Nosotros haremos el resto.
- ¿Y cuál es vuestro papel, si es tan simple como que los niños vendrán a mí? - pregunté.
El ángel volvió a mirarme y me llegó algo así como una idea de
"liquidar/ exterminar/ destruir". En una palabra: iban "a muerte".
Y uf, me dio miedo. Yo era no-violenta en aquel entonces, tenía el cerebro lavado como tanta gente y creía que toda violencia era mala, siempre.
El ángel
me escuchó pensar y me respondió:
- Tú entras, y nosotros vamos
contigo, porque al aceptar este encargo, y con lo que te he hecho en el
corazón, vamos a estar unidos de manera irrompible. Y sacamos a los niños de allí, sí, o sí. No habrá negociación. Esos "monstruos" no querrán soltarlos, porque ¿has visto
algún depredador que suelte deliberadamente a su presa? Sólo por
obligación lo hacen. Así que no les vamos a dejar opción. Esto consiste en sacar a los
niños de ahí y ya está.
- Pero ¿no podíais haber estado ahí antes, cuando esos niños murieron, para protegerles y evitarles el horror? (Yo no paraba de argumentar, porque mi cabeza estaba llena de ideas prefijadas)
- Es necesario el eslabón humano. Cuando alguien sufre demasiado, no tiene consciencia despierta, y muere solo, desamparado y sin consuelo, da igual si
estamos ahí, porque no nos va a sentir. Estos niños murieron en
completa soledad y desesperación. Ya lo entenderás.
- De acuerdo, iré.
En cuanto acepté el asunto, sin decir ni adiós, el ángel se marchó dejando un rastro de luz incandescente
anaranjada. El corazón me dolía, y en el centro de mi pecho (allí por
donde había sido "atravesado" por el brazo angélico) notaba tirones y tensiones, una movida intensa.
Pero me sentía eufórica, como si me hubieran inyectado una energía espectacular, fuego, intensidad. Además, descubrí que a una parte de mí le gustaba ese "estilo"
angélico, esa contundencia. ¿Acaso no merecían eso los niños...?
Fui temporalmente contagiada de la contundencia y pasión que
tienen los ángeles guerreros, entendí por primera vez lo que es el auténtico
"ardor guerrero" y me quedé pensando en ello los días siguientes.
Hoy pienso que tal vez muchas
personas de mi mundo son visitadas e incluso acompañadas, impulsadas e inspiradas por ángeles, pero no lo
saben. No saben que sus ataques de indignación, de contundencia, y su
deseo de acción eficaz pueden proceder de un contagio angélico. No hace
falta sentirse con alas en los pies y envuelto en color rosa o dorado
para preguntarse si hay un ángel por ahí cerca. La vena justiciera, la
voz que no puede reprimirse más y suelta una verdad como un templo que
deja a todos ko, también puede ser reflejo de una
inspiración angélica.
Hay muchos tipos de ángeles y todos son
necesarios. Viene bien un reposo con suavidad para
dormirse (con los guerreros ¡imposible! ja ja), pero viene bien un
guerrero letal para sacar a alguien de las garras de un infierno, caiga
quien caiga en el camino. Porque, tal y como ellos me han dicho luego más
veces, un alma humana no tiene precio y en ocasiones no hay opciones: se
hace algo sí o sí, y pobre del que se meta por el medio a intentar
impedir el paso de esos ángeles. Terminator es un aprendiz al lado de los guerreros, aunque se
le parece un poco en el estilo, ja, ja.
En nuestro cómputo de tiempo lineal, puede
pasar mucho tiempo entre una caída en las garras de algo dañino, y una
liberación, pero al final la libertad llega. La justicia se realiza.
Faltan, eso sí, humanos que acepten ser eslabones entre el cielo y los
infiernos. Humanos que se entreguen para canalizar los aspectos más
feroces e inteligentes de lo angélico, porque para ir a ciertos
infiernos y salir de allí con éxito, no se necesita menos.
***
Mi
incursión al hospital fue muy sencilla, tal y como me habían dicho. No me
enteré de nada, pero la movida vino después. Salí entumecida, densa, pesada,
"espesa". Luego, ya sentada y a solas, empecé a sentir las energías que iban
conmigo y empecé a entender mejor el asunto. Eran fantasmas de bebés... y cuando me pregunté de dónde salían tantos, escuché que muchos eran "abortos tardíos"...Uf. Otros no, pero igualmente eran demasiado pequeños, y demasiado abandonados como
para saber nada, ni entender nada.
Esas presencias lloraban agarradas a mi cuerpo y se veían como
lapitas grises, aferradas desesperadamente a mis caderas y mis piernas, esperando y deseando que yo fuera su mamá, o hiciera de mamá para ellos, aunque solo lo sentía telepáticamente porque no hablaban. Y entendí entonces el asunto. ¡Por
eso los guerreros me vinieron a buscar, se necesitaba una mujer! Ante una
mujer amorosa, esos bebés le saltarían encima sin poderlo evitar, porque
todo su instinto era buscar el refugio de mujer que pueda ser mamá. Y una mamá, si es amorosa, si está muy presente y
está segura de sí, porque además va rodeada de bestias guerreras (como era mi caso) siempre puede más que los
monstruos.
¡Faltaría más...!
Luego, mis Guías me ayudaron a amar a
los bebés, pero sin apegarme a ellos. Porque claro, no podían quedarse conmigo demasiado tiempo. Yo no podía
ser su madre más que fugazmente. Hubo un proceso ahí, y jugué realmente un rol de "eslabón humano" porque luego los entregué suavemente en brazos de otras presencias espirituales más adecuadas, que se los llevarían a otra dimensión o mundo donde iban a
poder, por fin, sanarse, reposar y encontrar la paz.
Nunca más he vuelto a vivir una cosa similar (un ser de fuego irrumpiendo en mi rato de lectura en una cafetería), ni me han vuelto a pedir nada así (ir a un hospital para rescatar almas), aunque es muy común que si hay algún espíritu infantil allá donde sea que voy, se venga corriendo hacia mí y me de cuenta después, o dias más tarde. En cuanto a los espíritus de abortados, ¡uf! No han cesado de llegar a mi espacio, pero eso es otro tema, enorme, que merecería un libro entero.
Sea como sea, ha pasado mucho tiempo, y ya no tengo una barrera o un miedo hacia esa clase de cosas. Son procesos que ya funcionan "solos" en mi energía, por así decirlo, y solo soy informada de un evento cuando las particularidades de los muertos requieren que yo tome consciencia de algo, o escuche algo que ellos me quieren decir.
Algunas peticiones que
acepté realizar, relativas a "rescates de almas", me están llevando años y no sé ni siquiera si podré
culminarlas. En fin, se hace lo que se puede. Para todo esto se necesita más consciencia.
Más perspectiva. Y llego hasta donde llego.
Y eso es todo por hoy, que no es poco. Vaya historia
os he contado. Parece un cuento, y sin embargo no lo es. ¡Nunca un té de
jazmín dio para tanto...!