sábado, 4 de agosto de 2018

El corazón.



Percibo que hay un orden en el ser humano que sólo se alcanza cuando éste tiene el corazón limpio, en activo, abierto y despierto, y cuando todas las cosas se ordenan y se integran alrededor del corazón.

La lucha entre sexos sólo puede desaparecer cuando el corazón es el que ordena el mundo, la percepción, los sentidos y las respuestas o reacciones que tenemos ante los hechos. Porque el corazón es el perfecto órgano (y centro de energía) adonde la sangre de todo el cuerpo llega, pero también parte desde él sangre hacia todas partes. Entonces, si un corazón está abierto, sano y despierto, va a ser conocedor e integrador perfecto de todo el ser, de todo el cuerpo, sin dejarse a nadie. El corazón recibe información de todas las células, y les da su respuesta. Las atiende a todas con igual devoción y servicio incansable.

El corazón NO tiene sexo y es idéntico para hombres y mujeres. Por eso se me dice que es lo único que nos puede unir. Ni siquiera está claro que el cerebro de hombres y mujeres funcione exactamente igual, debido a las diferentes descargas hormonales procedentes de zonas biológicas distintas.

En cuanto a las zonas sexuales, eso nunca nos puede unir "del todo", por más que pensemos que sí. Porque aunque con el sexo nos unamos físicamente, será por fuerza una unión puntual, pasajera, tanto biológicamente como de las otras maneras. Ninguna cópula es eterna, ningún deseo es sostenible de manera indefinida.

La zona sexual femenina piensa y siente de una manera, y la masculina de otra. Y cuando ambas no están de acuerdo, surgen las naturales desavenencias. Cuando una persona vive con su sentir y pensar más centrado en el sentir/pensar de su zona sexual, permitiendo que sea el sexo quien "ordene" su vida (o que su vida gire entorno a una zona sexual entronizada) se hace muy difícil en entendimiento con las personas del otro sexo. Una procesión de mujeres entronizando y venerando al coño, por un lado, y una de hombres entronizando y venerando al falo, por otro, difícilmente podrán entenderse salvo a ratos, y si surge un deseo mutuo de fusión sexual.

¿Alrededor de qué quieres que gire tu ser y tu cuerpo? ¿Quién pretendes que se encargue de todo? ¿La cabeza? Bueno, la cabeza no es capaz de integrar a todo el ser de igual manera que el corazón. Porque el cerebro, aunque piensa mucho, no "da", no impulsa la vida como el corazón lo hace. La zona sexual, o el vientre, es desde luego algo importantísimo, pero tampoco puede integrar a todo el ser, porque nuestros úteros, aunque gestan y dan vida, no nutren con sangre ni dan el impulso al resto del cuerpo (aunque lo influyan y repercutan en él, por supuesto) Ni nuestros coños. Ni nuestras pollas. Ni nuestros ovarios, ni nuestros cojones.

Hay que reconocer en cada zona corporal su maestría. El cuerpo es como es. Y el ser refleja la verdad del cuerpo, y viceversa: el cuerpo refleja la verdad del ser. Y esta verdad parece ser que dice que el corazón es el centro sin el cual todo se desencaja, el equilibrio de rompe, la integración se hace complicada y las cosas entran en disociaciones, bandos, grupos, falta de entendimiento...

Hoy se me recordaba que sólo en el corazón el hombre y la mujer pueden entenderse "como seres humanos al margen de su sexo y de sus deseos viscerales, y de sus ideologías mentales". Y que mientras la gente no viva un despertar de su corazón, o una verdadera iniciación en sus funciones espirituales "del corazón", carecerá de entendimiento profundo, y será incapaz de integrar, pero del todo, a los opuestos en si mismo.

Es más: cuando el ser humano vive más centrado en zonas corporales que no son el corazón, que en el corazón mismo, entra fácilmente en la competitividad incluso con los de su propio sexo. Se empieza a competir por ver quién dice la idea más brillante; quién acumula más conocimientos o datos, o es más ingenioso; o se compite por ver (entre machos) quién la tiene más larga, o quién tiene más cojones; y entre mujeres también se compite, cuando el centro es más la zona sexual que otras (envidia de otras mujeres que han podido criar más hijos, o que son más deseadas o tienen más éxito en su vida sexual, etc)

Pero el corazón...el corazón no compite con otros corazones, porque son todos exactamente iguales y hacen todos lo mismo. El pensamiento competitivo es la antítesis del modo de ser del corazón DEL SER. Por lo tanto, ponerlo en el centro equilibra y compensa el natural afán de competencia y "demostración" de habilidades de otras zonas corporales cuya naturaleza es así, porque así se requiere para la vida.

El reconocimiento de la importancia de zonas corporales como el cerebro o las zonas generadoras de sexualidad y nueva vida, no debiera confundirse con convertir a estas zonas con el centro al que reverenciar POR ENCIMA de lo demás. Reconocer y sanar, sí. Ponerlos como centro máximo y rector de todo el resto del ser, eso es otra cuestión.

La insistencia que siento es grande: "Sólo en un corazón abierto y despierto el ser de integra y ordena, y el ser humano puede vivir la unidad y el entendimiento, independientemente de su sexualidad". Así que me hago eco de ello porque le veo un poso de verdad. ¿Hay algo más universal que un corazón? ¿Es posible saber, mirando sólo a un corazón, si pertenece a hombre o mujer...?

El corazón es de lo primero que se forma en un embrión, y lo último que define nuestra vida física. Su detenimiento marca nuestro final como cuerpos. Tal vez sea cierto, pues, que sólo el diálogo entre corazones abiertos y despiertos puede sanar y salvar tantas distancias y locuras como crecen en el mundo. Tantas.