(De mi muro de face, publicado en abril del 2018)
Voy a seguir con el tema del buen padre iniciado hace dos posts, utilizando la figura (o el arquetipo, según lo quieran algunos interpretar) de San José, el padre de Jesús.
Por supuesto que puedo afilarme la lengua y la mirada y mirar el lado imperfecto del mito de José. Pero no existen los mitos perfectos. Existen tan solo las grandes historias, y no pueden abarcarlo todo. Hoy tengo la faceta sentimental subida de tono, y además con el fueguito angélico por ahí azuzando las llamas de algo menos ñoño. Y no toca hoy sacarle "peros" a la historia de José, sino sus cosas maravillosas.
Según la historia mítica, una de las facetas de José es que no es un hombre impulsivo. Es capaz de posponer sus deseos inmediatos si hay un bien mayor que puede alcanzarse con ese esfuerzo o con ese "sacrificio" temporal, por qué no decirlo así. Si José hubiera sido un hombre vulgar, hubiera dicho: A María que le den, puesto que ni siquiera sé si el niño es mío.Esta faceta reflexiva no depende solo de tener desarrollado suficiente neocórtex como para razonar y buscar maneras de no dañar a la mujer que ama, sino que además está unida a la apertura espiritual de José.
José es símbolo del hombre que reflexiona (cabeza), escucha con el corazón y ama (corazón), siente y desea (con sus entrañas) pero que también es capaz de abrirse al Misterio, al Infinito, y actuar de manera ordenada en consecuencia, atendiendo al bien más elevado para todos, que se resume en este caso en el bien más elevado para el bebé que se gesta y su madre. José es un gran hombre mítico "niñista", porque finalmente lo hace todo por el niño, ya no solo por María.
La Navidad es mitología niñista, pues el mayor derecho, honor y reconocimiento en ese relato, es
para el ser que va a nacer. Por lo tanto los adultos, llenos de amor y respeto a
esa vida futura, se adaptan como pueden y como saben a ella y sus necesidades.
Pero,
finalmente, José es mito y representante del hombre que
PERMANECE. No hubiera sido "José" si al poco de nacer el niño, hubiera
abandonado a la díada madre-bebé. O si lo hubiera hecho a los pocos años del niño.
No. José ES el hombre que permanece. Tanto así, que la leyenda
tradicional lo considera patrón de la buena muerte, porque se cuenta,
se rumorea, que vivió para siempre sosteniendo emocional y
económicamente a la madre y al niño. Y al final murió en sus brazos. Junto a
ambos.
Se considera que no hay muerte más bella posible que morir junto a
tus seres amados. Y si encima has "realizado" una paternidad-de-cuidados superando
tantas dificultades iniciales como él (luego del nacimiento aun tuvieron
que emigrar huyendo de persecuciones y líos, etc, etc), pues es doblemente una buena
muerte. Y si encima de haber realizado una paternidad fructífera y
dichosa, has realizado el camino de ser compañero amoroso o esposo de
la mujer a la que siempre amaste, pues para qué quieres más.
José no solo era un hombre sensato, carnal y pragmático cuidante de la
materia (trabajaba para sostener a la familia); amoroso; reflexivo;
espiritual... es que encima era y es (para los cristianos) el símbolo de un esposo que ama de
veras, que frena su impulsividad para entender a la mujer y cuidar del
niño, y que es determinado y persistente: "Se moverá el mundo, pero yo
permaneceré. Estaré contigo hasta el final". José, hombre pilar, hombre
fuerte, hombre montaña.
Y lo hizo. Por eso la leyenda habla de la Buena Muerte. Porque fue una culminación.
Como tengo el dia ñoño me permito colgar algunas imágenes románticas y vintage
de San José, toma ya. Hoy toca fiesta visual kitsch. Menos la pintura del
sueño de José y los ángeles, que eso ya de ñoño tiene poco... y la del fuego en el corazón de José.
Finalmente he encontrado una inusual y rarísima imagen de San José rescatando almas perdidas. Que esa faceta no la tenía yo registrada...
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