27 noviembre 2018
Estoy llegando a la conclusión de que para la moderna espiritualidad
batiburrillo, recetar yoga o meditación es como la vieja camisa de
fuerza para el furioso, o los dardos tranquilizantes para el animal
salvaje. Un tranquilizador, un calmante que, de manera perversa, se está
empezando a enfocar en algunos ambientes como herramienta para
domesticarnos más todavía, y quitarnos la indignación, y otras emociones incómodas.
Conste que no creo que los que inventaron el yoga tuvieran esa idea
(espero que no, ejem) Ni creo que todo el que lo practica lo viva así.
Me refiero a cierta tendencia que veo en nuestro tiempo.
Esto
también es como lo de mandar rezar a la gente mientras les explotas. Si
rezan estarán sosegaditos y aceptarán todo "en Dios". O se afiliarán
tanto a la parte etérea del ser que se despegarán de los asuntos
materiales y les importará poco lo que hagas con sus casas, sus tierras,
su familia.
Salvo que hablemos de rezar como los esclavos
haitianos y se monte una revolución contra los esclavistas, y empiecen a
rodar cabezas. Pero me refería al rezar de la sufrida resignación y la
"trascendencia".
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