jueves, 20 de agosto de 2015

No sé lo que son los ángeles. (Pero aman a las madres)

(Arriba, pintura de Henry O. Tanner)
 
No sé lo que son los ángeles, aunque desde fuera pueda pensarse que sí. Cuesta explicar cómo se pueden escribir libros sobre ángeles sin tener una definición sobre los mismos, pero mis libros no son para definir, ni para enseñar desde la ciencia o los estudios históricos, abundando en citas, estudios, etcétera. Solo soy como una emisora de radio que acoge en su corazón a múltiples energías y les da voz. Les coloca el micro y permite que, así, sean oídas por otros. 

Agradezco las visitas presenciales de los que llaman a mi emisora de radio para salir en antena, y aprendo de todos ellos y ellas. Pero no soy eso. Sólo soy emisora, mensajera, casi periodista del "Más Allá". Ni siquiera comparto todo lo que oigo, ni todo lo que escribo cuando doy voz a otras energías. Es distinto cuando hablo desde mi "yo", como en este blog, o cuando narro alguna batallita o aventuras personales.

No sé lo que son los ángeles, pues, aunque amo generalmente su energía, la sensación de su presencia. Porque a mi cuerpo y a mi corazón les sienta muy bien. Se notan porque entro en calor, mi corazón se expande y de repente siento coraje e inspiración. Mi cuerpo salta de alegría y se le quitan todos los dolores o cansancios. Es un chute de energía. Mi corazón se abre maravillado y dice :"¡Oooh, sí!". Solo mi mente se asusta un poco a veces, porque percibe algo grande y enigmático, y le da vértigo, pues no lo entiende intelectualmente. 

Mi mente siempre anda con la pregunta: ¿Qué será esto realmente? 
Y claro, es la que menos goza con las visitas de "energías" como las de los ángeles. Aunque cuando empiezan a hablar, entonces tiene su alimento (palabras) y ahí sí disfruta, porque siempre siente que aprende. Así que al final mi mente se abre, como el corazón, y vive su propio éxtasis.

El resultado final es una sensación de paz y bienestar corporal, aunada a una inspiración interior en la que se mezcla entusiasmo, fuerza y una sensación de tener un montón de ideas y comprensiones nuevas. Cuando me sugieren otras personas que tal vez los ángeles sean mis propias energías más altas, sabias y desconocidas, y que por eso me parece que vengan de "fuera" (Porque mi cuerpo las siente viniendo de fuera, y las percibió la primera vez como un calor y presión externa rozando su piel) yo pienso: Pues mira, no sé, a lo mejor es cierto que los ángeles "sólo son yo", pero incluso si es así ¡bienvenidos sean!

El camino chamánico exige saber pasar de un hemisferio a otro. Espacios para reflexionar e intelectualizar y razonar; y espacios para sólo vivir la energía y los hechos, apartando la prioridad del análisis intelectual. Porque de otro modo no puedes experimentar ciertos estados, ni entrar en comunicación interior con ciertas energías. Para todo hay un método y unas estrategias útiles y válidas: para la ciencia, unos; para las cuestiones del espíritu, o del alma y del sentir, otros. Para aprender a sentir el cuerpo y lo que nuestras células sienten en lo más profundo hay que aparcar el método científico y la mente que razona, y entrar en un modo de funcionar sin censura. Dejarse llevar.

Mi teoría personal es que los estados de trance chamánico son como los orgasmos o como los partos, es decir: son momentos en los que tienes que dejarte llevar, o no llegas al meollo del asunto, a la catarsis, a que salga "eso" de dentro que tiene que salir. Son estados, pues, dependientes (seguramente) de la oxitocina, la llamada hormona del amor. Es mi hipótesis. De ahí que suceda con el trance chamánico como en el parto. 

Según Michel Odent, para vivir una fluidez de oxitocina en el cuerpo hay que eliminar estímulos fuertes como la luz, el sonido que te pueda asustar, o cosas que te hagan pensar y razonar o preocuparte. El parto se te bloquea si te hacen sentir miedo, o si te preguntan cosas como la lista de la compra, si te sientes expuesta a miradas extrañas y sin intimidad, o si te meten prisa o si tienes frío y no te sientes cobijada y calentita. Y resulta que justo estas mismas condiciones son las que yo he experimentado que son necesarias (generalmente) para aprender a sentir el cuerpo y fundirse con las "energías" que éste alberga internamente, pero también para sentir las que lo rozan desde afuera. Y finalmente, poderse "parir" desde dentro. Sacar a la luz la propia verdad desde el interior.

(Arriba pintura de F Scott Hess)

Así que me encuentro en un momento en el que, si alguien me preguntara qué tiene que hacer para acceder al mundo espiritual, le diría: Léete a Michel Odent y aplica el consejo en el terreno de la vida espiritual. Enciérrate en un lugar que sientas seguro, en penumbra o como te guste más (luz de velas u oscuridad completa) Que sea "tu" refugio, que te sientas seguro y confiado. Luego, elimina el reloj, olvídate de él (no te retires para "sentir" si tienes prisa por terminar) Elimina estímulos ruidosos (yo me tapo los oídos muchas veces con tapones de espuma para aislarme sensorialmente) Y si alguien te acompaña, que sea como una doula o un doulo silencioso, respetuoso. Una presencia amorosa y no intrusiva que conozca ya por experiencia el proceso y te pueda sostener cuando la catarsis emocional quiera producirse.

Y así, sólo así, es posible vivir "el parto del alma". Y esto sirve para mujeres y para hombres, porque ellos también pueden vivir este "parto espiritual", mira por donde. Lo he visto. Lo sé. Porque el alma profunda es más andrógina de lo que pensamos. También hay otra particularidad de este "parto" y es que no se puede vivir de una vez, sino que sucede con el tiempo, a base de retirarse día tras día, tras día...

Las gestaciones y los partos del alma a veces necesitan muchos meses de persistencia y confianza y entrega al sentir sin censura, reloj, presión ni razonamiento. Yo tardé meses de terapia intensiva (1-2 sesiones de "refugio/penumbra/sentir sin censura", todo acompañada por una especie de "doula" del alma, una terapeuta amiga) hasta que sentí por primera vez a los ángeles. Por ejemplo. Aunque no buscábamos eso, buscábamos sólo mi expresión liberadora de traumas, y el nacimiento de mi verdadero ser. Lo que pasa es que al final resultó que, así como mi terapeuta era doula o incluso partera, había "otros" que me esperaban allí en la salita de terapias para dare la bienvenida o ayudarme a renacer. Otros y "otras"... Pero ¡ya estoy hablando desde el hemisferio cerebral "chamánico" otra vez :-) !

Los procesos internos se pueden intentar explicar desde el lenguaje científico, pero es mucho más fácil y efectivo hacerlo desde un lenguaje mítico o alegórico. Así como las ecuaciones o los estudios de estadísticas, porcentajes y probabilidades son lenguaje adecuado para la ciencia, las metáforas e imágenes visuales son adecuadas para la vida espiritual. Pero cuando en tu vida dedicas mucho rato a observar el mundo desde los 2 hemisferios a la vez, te puede suceder como a mí, que empiezas a usar los dos lenguajes de manera indistinta, y saltas de uno a otro casi sin darte cuenta. De Michel Odent a los ángeles y al parto del alma. De la oxitocina y la necesidad de "entregarse al descontrol" para vivir el éxtasis, a las visiones debidas a catarsis emocionales profundas.

Cuando Bernini esculpió el éxtasis de Santa Teresa de Ávila, ya sabía que existía una relación entre ambos éxtasis, el físico y el espiritual. Lo que no sé si sabía es que, aunque utilizan los mismos resortes y procesos bioquímicos, no se viven igual. Un éxtasis espiritual puede ser terrible y doloroso como algunos partos. Puedes hasta sufrir en algunos momentos, y llorar o gritar. La idea de que todo éxtasis espiritual ha de ser como un orgasmo placentero es falsa y fantasiosa y procede de elucubraciones hechas desde el exterior.

Tampoco todas las "energías", por positivas o benéficas que sean, te dejan igual, ni todas producen placer exactamente. Yo he llegado a entender a qué se referían los antiguos con la expresión "temor de Dios". Siempre creí que decían eso porque esas gentes estaban atrasadas espiritualmente y vivían una relación de miedo con una especie de divinidad autoritaria y tiránica en la que creían. O que querían manipular a los demás través del miedo, y entonces decían que a Dios se le debía tener temor, obedecerlo, etcétera. Y bien, puede que a posteriori sucediera algo de eso, pero he entendido que, en origen, posiblemente todo se iniciara con vivencias de un temor ante lo divino que no surgía ni de ideología autoritaria, ni de creencias manipulativas.

Porque lo cierto es que también yo, que estaba muy concienciada de mi rebeldía a todas esas ideas y manipulaciones religiosas con el miedo, acabé viviendo sin querer el "temor" y cuando lo sentí, me dije: "¡Bingo! A esto se referían los místicos antiguos, sólo que luego algunas personas han construido ideologías del miedo utilizando los relatos de sus experiencias".

Y lo que yo experimenté era muy diferente a lo que creía previamente. No tenía nada que ver con el miedo. Es el temor que puede sentir un pequeño pájaro al acercarse a una fuente de energía incandescente y de energía tan fuerte que se dice: "Oh Dios, me puedo morir si sigo aquí o me acerco más, me voy a morir abrasado, volatilizado". Porque temes ser aniquilada, no por falta de amor, sino por la intensidad. Como si te acercas al sol. Y eso se vive con temor, aunque no es miedo. 

Es un temor también definible como "tenerle respeto a la energía", darse cuenta de la propia pequeñez ante según qué realidades o fenómenos. Por eso me hace gracia quien dice "Todos somos dioses". Bueno, es una manera de decirlo, maneras de hablar, pero yo digo: Vuela hasta el sol y dime si al acercarte todavía sientes que eres el sol. A lo mejor llevas un pedacito de sol en tu corazón y eso te hace ser afín a él, familiar, pero en fin...

Yo no soy el sol. Lo tengo clarísimo. Pero no lo sé porque nadie me lo haya dicho. Es que lo he vivido y eso es todo. El sol esta muy bien donde está, y yo en mi lugar. En la Tierra.

No sé lo que son los ángeles, pero cuando esporádicamente vienen a visitarme o decirme algo, y noto su calor y su expansión acercándose, lo agradezco, pero también agradezco que no se me precipiten encima sin más. Por si me fundo o derrito o quedo aniquilada. Porque mi percepción de los ángeles es "fuego". Hay otros fuegos que percibo, está también el fuego interno de la Tierra y el de la carne o el cuerpo. El de los ángeles es distinto. Es el fuego intermedio, que une Tierra y Cielo. Y el del Cielo es aún otro. Bueno, ¡ya estoy hablando desde el lenguaje chamánico otra vez! No sé qué puede pensar un científico que no haya transitado los estados "oxitocínicos" del espíritu si lee mi discurso :-D

No sé lo que son los ángeles, pero su relación con el cuerpo y la carne, como "fuego intermedio" capaz de unirlo todo y entretejerlo todo, es indudable para mí. Un ejemplo: Cuando me convertí en madre ignoraba muchas cosas acerca de la crianza. No tenía gran idea, o ninguna casi. Así, pensaba que si se me daba bien dar el pecho a mi hijo, lo haría, pero si me cansaba o me costaba, el biberón estaría ahí sin más dilación ni espera. Tanto es así, que el mismo día que parí a mi hijo ya me aseguré de tener leche de bote en casa. No conocía los beneficios de la leche materna ni los ingredientes sospechosos de la leche de bote. Ni muchas otras cosas, como la relación entre lactancia y vínculo madre hijo, hormonas, etcétera.

Así que cuando empecé a comprobar lo cansado que era despertarme por las noches para dar el pecho a mi hijo, una noche decidí acabar con eso y cambiar al biberón. Decían otras madres que así el niño dormiría más horas, y además el padre podría compartir ese "trabajo" conmigo. Pero entonces ¿sabéis lo que pasó? Que vinieron los ángeles casi que para suplicar que no destetara a mi hijo, o que no lo hiciera tan pronto al menos (El niño tenía solo un mes y pico...) 

Yo protesté. "Es que es muy cansado", les decía. Ellos me respondieron que no tenía NI IDEA de la cantidad de amor y beneficios "en la energía" que mi hijo tenía si le daba el pecho. Que existía una etapa tras el parto que era como un tiempo en el que un bebé "se completaba" en la energía con la energía DE SU MADRE, y que eso se podía vivir de manera "ideal" si se le daba el pecho "con amor" (Obviamente, sin amor no funcionaba igual) Que aunque con el biberón se podía lograr algo así, costaba muchísimo más, y además se mezclaban energías "externas", mientras que el pecho de una madre era algo que pasaba 100% desde su interior, desde su ser. "No solo es la leche materna, es el amor y son tus energías. Es tu herencia como ser espiritual, incluso, lo que letransfieres a tu hijo si le das el pecho con amor".

Yo lloré, porque me transmitieron algo muy profundo. Así que me dije: "De acuerdo, no voy a destetar aún a mi hijo, pero sigo estando muy cansada, no sé si voy a poder con tanta falta de sueño". Entonces los ángeles me dieron el mismo consejo que luego he leído en muchos grupos de madres: "Esto sólo es una etapa pasajera. Piensa que este tiempo va a pasar, pero lo que le des ahora a tu hijo, permanecerá con él toda su vida".

Hoy sé que la ciencia médica explica lo mismo que me dijeron los ángeles, sólo que con otro lenguaje. Pero en su día yo desconocía eso. Simplemente me fie de los ángeles. Tuve la enorme suerte de haber aprendido años antes a sentirles desde mi cuerpo, de otro modo hubiera destetado a mi hijo y hubiera hecho muchas otras cosas con él de las que hoy, sabiendo todo lo que sé, me habría arrepentido. Por eso cuando alguien me pregunta cómo aprender a ser madre, o cómo prepararse, pienso que lo más importante, lo primero, es aprender a sentir el cuerpo. Sanar el cuerpo. Sanar las emociones. Lo demás irá llegando.

La visión de los ángeles (los que yo oigo, al menos) sobre la lactancia queda expresada en estos versos que me cantaron/contaron hace 2 años, para que yo, como "emisora de radio" los difundiera a través de mi antena. Están incluidos en el libro "El Camino de las Flores" (edit. Amatista), son versos de una energía angélica que dijo ser o venir "de Gabriel" y dicen así:


EL PECHO DE UNA MADRE

El amor de la madre fluye especialmente por sus pechos,
pues estos son flores abiertas
en las que se refugia el hijo.
Flores en las que el niño liba,
como un colibrí,
vuestro néctar, feliz.

 

Dar el pecho es más que dar leche: es dar el alma.
Dar el pecho es nutrir con un amor que durará toda la vida.
Dar el pecho es contribuir a construir,
en el interior de ese ser,
un Hogar Sagrado capaz de albergarlo pase lo que pase,
y esté donde esté, hasta su muerte.

¡Que vuestros pechos florezcan!
Volcamos sobre ellos nuestro amor,
porque os amamos a vosotras
y porque amamos a los pequeños colibrís.

¡Alegría, alegría!
Dejad que los niños duerman en el jardín florido del pecho de su madre
y no os preocupéis por el mañana,
pues, de ese amor, toda posibilidad nace,
y una paz secreta perdura, pase lo que pase.

No arrebatéis a vuestros hijos del jardín florido,
si no es por fuerte necesidad o emergencia.
Dejadlos que vivan entre flores mientras puedan,
ya tendrán tiempo de descubrir el mundo con sus guerras.

Jardines maternales, rosas exuberantes,
no os avergoncéis más por vuestro apego florido
a los pequeños pajarillos.

Con leche o sin leche,
dar el pecho es más que “dar comida”.
Es -insistimos- dar el alma
y proporcionar, a vuestros hijos,
la secreta permanencia de vuestro amor,
algo que les acompañará,
pase lo que pase, hasta la eternidad.

Benditas seáis, madres.

 
(Arriba, pintura de Léon Fréderic)


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