miércoles, 12 de agosto de 2015

Sobre las "verdaderas" Hadas.

 
(Arriba, las Nornas tejiendo el tapiz vital del Arbol de la Vida, según Cornelia Bauman)
 
Es fascinante descubrir las raíces de los mitos y comprobar cómo algunos han ido evolucionando a lo largo de los milenios, viviendo a veces transformaciones tan grandes que olvidamos la raíz que los creó, o su oculta verdad. Pero también es impresionante comprobar la resistencia a morir de la imaginería mítica, que pervive en la mente colectiva incluso aunque los humanos actuales desconozcan su significado, o lo malinterpreten.

Las hadas. Cuando oímos esa palabra, pensamos en seres diminutos de alas delicadas y luminosas. O, como mucho, en el hada madrina del cuento de Cenicienta. Pero cada vez pasa más de moda aquella Hada Madrina con cara de abuela habilidosa e incluso un poco entrada en carnes. Cada vez más se entiende por "hada" a un ser siempre luminoso, con chispitas, etéreo y volador, casi transparente y muy, muy pequeñito, travieso, gracioso...

Para entender la raíz del mito, hay que ir a la raíz de la palabra "hada". Hada viene de "fatum", que significa destino en latín. Y entonces comprobamos que el origen de la palabra no es celta, ni siquiera medieval, sino romano, aunque entroncado con la mitología griega. Es decir, que el origen de la creencia en las hadas (en cuanto al uso de la palabra hada) procede del Mediterráneo antiguo.

La historia del mito es muy larga y enrevesada. Resumiéndola, diré que en la antigua Grecia creían en las Moiras, unos personajes femeninos asociados con el nacimiento, la duración de la vida y la muerte de cada persona. Una Moira iniciaba el hilado cuando un bebé nacía, otra medía la longitud que tendría su vida, y la otra cortaba el hilo cuando la vida debía llegar a su fin. Hubo épocas en que se consideró a las Moiras como una sola diosa asociada a la muerte (la Moira), en otras etapas se acentuó mucho la asociación con los partos y la nueva vida. Fueron vaivenes en la percepción de la gente, dependiendo de los miedos de cada época o de sus fijaciones. En todo caso, las Moiras estaban muy presentes en las creencias espirituales de los griegos y su importancia era tan grande que se decía que tenían más poder que el propio Zeus, padre de los dioses conocidos, ya que ni él podía torcer los designios de las Moiras: cuando ellas decían que era la hora de cortar el hilo de una vida, no había nada que hacer, los dioses no podían impedirlo.

Esto las sitúa fuera incluso del mundo de los dioses. Es como si, en el fondo, este mito sugiriera que todo ese panteón de dioses y diosas, tan parecido a una gran familia de la época, con sus roles, jerarquías y enredos, no fuera más que un grupo de personajes que salen en un escenario, y en ese entorno crean, a su vez, un espectaculo de títeres. Los títeres movidos por el plantel de decenas de dioses y diosas (con Zeus en la cúspide, en teoría) serían los seres humanos, pero las Moiras estarían fuera del escenario, fuera del teatro y no estarían sometidas a todos esos personajes divinos, ni mucho menos humanos. Representarían entonces a fuerzas vivas y creadoras que están más allá de todo, no sometidas a ninguna ilusión.

Algunos dicen que las Moiras eran femeninas porque procedían, a su vez, de cultos antiguos a la Gran Diosa o Diosa Creadora. Es posible. Se decía que eran hijas de Nix (La Noche) Caos (El Caos Cósmico Original) o Ananké (una fuerza divina que representa a la "Necesidad" o "Lo que tiene que ser") El hecho de que las Moiras surgieran de esas fuerzas divinas tan abstractas y cósmicas parecer reafirmar que no están sometidas al espejismo e influjo del teatro del mundo, sino que lo ven todo como desde otra parte: desde el lado del que se tejen y destejen los destinos, las vidas, las historias y la Historia.

Los romanos, por su parte, tenían en su mitología unos personajes similares: El Fatum (el destino, en masculino) y la Parca (la Muerte, en femenino) Cuando entraron en contacto con la mitología griega, se produjo una fusión entre El Fatum y las Moiras, del cual surgió un particular trío: La Tria Fata. O "las tres destinos". Y éste es el origen de la palabra hada: Fata. Las primeras "hadas" nombradas, pues, fueron las Tres "Fatas" o Fuerzas TEJEDORAS del destino de cada ser humano.

Pero la cosa todavía se transformó más, ya que La Parca romana (La Muerte) también se sincretizó con las tres Moiras, dando lugar a LaS ParcaS en plural. Y al final la Tria Fata y las Parcas se convirtieron en una sola tríada: Las Parcas o Las Fatas serán nombradas indistintamente para referirse a las fuerzas sobrenaturales asociadas al hilado de la vida y que rigen el nacimiento, la longitud de vida y la muerte, aunque los romanos incluyeron, además, el matrimonio (la Parca o Fata "del medio" regía o establecía el matrimonio de cada quien)

Esta "Tría Fata" dio lugar a las "fatas" medievales, que, en España, con los siglos perdieron la f, cambiada por la h, y se llamaron hadas (en Italia un hada se sigue llamando "fata") Con esto se entiende porqué en los cuentos tradicionales europeos era típica la figura del Hada "Madrina": una figura femenina sobrenatural que aparecía para "amadrinar" a cada ser humano, que además tenía poder para intervenir en su destino, sobretodo cuando este atravesaba dificultades o peligro de muerte.

En mi opinión, el Hada Madrina benéfica de los cuentos surge sobretodo de la Fata, Parca o Moira encargada del nacimiento y el hilado de una vida; pero también de la que enrolla el hilo, lo alisa, lo controla durante su longitud. Pero la tercera del trío, ¿qué pasó con ella? En la Edad Media se terminó disociando a la Muerte del trío, de manera que, con los siglos, las Hadas quedaron como entes amorosos que nunca infundían miedo y ayudaban a sobrevivir, mientras que apareció aquella figura de la Muerte con Guadaña, pavorosa, fea y desconectada del resto del cuidado vital, cuya única función era matar. Pero la "fata" asociada con la muerte inevitable también dio lugar a figuras "malignas", como se puede intuir en el cuento de la Bella Durmiente.


Este cuento tiene fuertes ecos de la mitologia clásica: hay 3 hadas "madrinas" que aparecen en el nacimiento y establecen cuestiones acerca del destino de la niña; y además hay un vínculo con el arte de hilar, aunque el cuento ya padece la disociación en la que se separa a la muerte (hada Maléfica) y se relega a ella el uso de la rueca y el huso de hilar. (Ver postdata) En otros cuentos también el Hada Madrina o Las Hadas a veces son representadas como mujeres ancianas que uno se encuentra en el bosque, o como abuelitas misteriosas que se hacen las encontradizas en el bosque, las encrucijadas o los caminos, y que solo con el tiempo se revelan como entidades sobrenaturales, poseedoras de un poder sobre los elementos (lo que llamaron "magia") y capacitadas para intervenir en el destino de una persona o, al menos, vaticinarlo o profetizarlo.

Todo el asunto de las varitas mágicas es muy posterior, así como el concepto moderno de "magia", entendida como hechizo voluntario generado a través de rituales concretos y organizados para obtener logros a beneficio personal o de otras personas o seres. Las Moiras, Parcas o Fata no ejercían esa magia. No eran brujas, al menos no en origen. Eran Fuerzas Creadoras  "fuera del sistema", no humanas, muy alejadas de nuestra conciencia ordinaria, y por eso carecían de deseos personales o de una visión que podríamos llamar humana, individual, tejida de anhelos personales o de un "yo". Las Fuerzas Creadoras tejen desde un interior profundo que es cósmico, y que no elige ni decreta cosas desde la conciencia ordinaria, sino que sigue el impulso de la Fuente Creadora, energía inteligente mas allá de toda humana comprensión. Las varitas mágicas de las hadas de los cuentos son herederas de la imaginería de la hechicería ritual desarrollada en países anglosajones en siglos recientes (Una magia en la que se recomienda el uso de una serie de instrumentos o herramientas, etcétera)

La imagen de hadas "pequeñitas y con alas" surge del mundo celta y anglosajón. En las creencias celtas y las posteriores del mundo anglosajón más moderno, nos encontramos con seres "pequeños" de diferentes tipos, formas y cualidades, de espíritu a veces travieso (aunque no siempre) y con ciertas cualidades "mágicas", o poderes sobre el mundo natural. Una parte de estos seres pequeños, en este caso femeninos, terminó recibiendo el nombre de "hada" porque hubo una sincretización o fusión con la "Tria Fata" romana. Pero en origen esta "gente pequeña" tenía su propio nombre celta, por ejemplo unos de ellos han sido conocidos como "pixies". No conozco los nombres celtas originales de tanta "gente pequeña", todos ellos espíritus de la naturaleza, incluyendo a los de aspecto femenino y delicado que hoy llamamos "hadas". Pero quien quiera rastrear ese tema puede empezar por "pixies" e ir tirando del hilo, y se dará cuenta de lo muy diferentes que son esas "hadas" de las Hadas medievales del mundo latino no celta, y ya no digamos de las Moiras, Parcas o "Fatae".

¿Cómo se llegó a llamar "hada" a una parte de los seres de aspecto pequeño que tan bien conocían los pueblos de las Islas Británicas? Fácil: fue "culpa" del Imperio Romano. Cito el resumen sobre etimología de Alejandra, esta bloguera, porque lo resume muy clarito: "En cuanto a la palabra “hada”, se rastrea un mismo origen en el resto de las lenguas europeas. Todas tomaron la misma raíz para designar a estos seres. La palabra francesa “fée” procede del latín "fatae." Según cuentan por ahí, cuando los romanos decidieron que Roma era poco para ellos y decidieron extenderse por Europa (que por aquellos entonces no se llamaba Europa),  llegaron a las Galias y llevaron la creencia en la "fata" con ellos. La presencia de las hadas es muy importante en el folclore francés. A nuestro país vecino le debemos la primera versión escrita sobre Melusina, una de las hadas más conocida por todas las culturas.
Tiempo después, y ya dominadas las Galias, los romanos continuaron su conquista por Europa e invadieron la actual Inglaterra. Cuentan también que tampoco esta vez las olvidaron, y las "fées" francesas acompañaron a los soldados. Del francés “fée”  surgió por evolución la palabra que usan los ingleses para designarlas. Primero crearon “fay” y posteriormente “fairy”, en plural “fayries”, como se les conoce actualmente. También los ingleses dedicaron muchas páginas a las hadas,  y si no recordemos todo el ciclo artúrico y a Morgan La Fay, que rescató o secuestró, según se interprete, al rey Arturo.
No sólo el avance romano es responsable de la extensión del significado de la palabra “hada”, tampoco hay que olvidar el papel relevante que jugaron las Cruzadas en la historia europea. Con las Cruzadas también se introdujeron en Europa las ideas predominantes en Oriente acerca de los seres fantásticos, formando una literatura del Reino de las Hadas que llegó incluso a constituir un género poético especial. "

En la Edad Media fue cuando se empezó a atribuir la hechicería a las hadas, llegando a fusionarse su figura, a veces, con la de las brujas, como en la saga artúrica, en la que Morgan Le Fay (El Hada Morgana) es una hechicera. Pero, como se ve al rastrear la raíz de la palabra, en origen el mito no contemplaba la hechicería. La bruja tradicional siempre ha existido, pero en la Italia antigua (Roma)siempre se tuvo clara la diferencia entre una mujer humana que "hace ritos hechiceros" que pueden ser buenos o malos (Strega) y una Fata (entidad no humana)

Los mitos, sin embargo, son incontrolables en sus mezclas, simbiosis y mutaciones, y cada vez que hay un cambio en las creencias, emociones o modos de organizarse de una sociedad o cultura, los mitos se adaptan a ello y reflejan el cambio de mentalidad. Así que con el tiempo y todos estos cruces y mestizajes de culturas y épocas también surgieron los personajes de "brujas malas" que no eran personas (mujeres) humanas, sino entidades sobrenaturales femeninas con ganas de hacer daño (como la Bruja Maléfica del cuento de la Bella Durmiente, y otras brujas de cuento) En fin, la mitología y las ideas asociadas a la palabra "bruja" y "brujería" son un tema demasiado extenso de por sí en el que no quiero entrar ahora. Sólo quería anotar la mezcla que hubo entre las Hadas Medievales y la Hechicería, lo cual conectó el asunto de las Hadas, de manera lateral, al de las Brujas.

Como se ve, y si no os habéis mareado con las vueltas y giros que da un mito desde que se crea hasta que llega a nosotros, realmente sabemos muy poco acerca del significado de muchas creencias, leyendas y símbolos que utilizamos. Solemos dar por sentado que sabemos en lo que creemos, pero el caso de las "hadas" es un ejemplo muy claro de que no es así. Es decir: tal vez sí sepamos un poco en qué creemos, pero no podemos dar por sentado que, por el hecho de usar un nombre comúnmente utilizado durante milenios, nuestras creencias sean las mismas de aquellos que acuñaron el término. ¿Me explico?

No sé si se ve adónde quiero ir a parar. El caso de la deriva del mito de las Moiras-versus Hadas (desde las mujeres hiératicas tejiendo los hilos del destino a las casi niñas, chiquitinas, de alitas brillantes y espíritu juguetón, hay mucho trecho) no es único. Sucede lo mismo con otros mitos, con otras creencias. Gracias a unir mi camino de percepción chamánica con mi afición al análisis racional de lo que vivo internamente, me he dado cuenta de que la mayoría de personas no tenemos ni idea de las raíces de nuestro imaginario colectivo. No lo sabemos intelectualmente, pero tampoco desde un punto de vista chamánico. Es decir: nos fiamos de lo que nos ha dicho nuestra sociedad actual acerca de qué es cada cosa, y no solemos llegar a ver o sentir a qué líneas de energía mental y emocional estamos conectados, qué fuentes de energía psíquica nos nutren y alimentan nuestros sueños, nuestros miedos y nuestras creencias, ni cuál es la consistencia ni el carácter real de las energías o "entidades" que aparecen en nuestros sueños, trances visionarios o imaginaciones.

Y sin embargo heredamos estas "líneas" o hilos de energía psíquica de nuestros ancestros. Son como venas pulsantes o hilos vivos de un tapiz vital familiar y ancestral a través de los cuales viajan y llegan hasta nosotros las energías, creencias y "entidades" asociadas a los humanos que nos antecedieron, hasta remontarnos al origen de nuestro árbol familiar. Y como ese origen queda muy, pero que muy atrás, a épocas con creencias muy distintas a lo que podemos pensar, pero como además las raíces y ramas de nuestro árbol pueden extenderse desde muchos puntos y culturas del planeta, en sueños y trances nos podemos encontrar con símbolos, imágenes y "entidades" que no comprendemos, que no sabemos interpretar o que no entendemos cómo han llegado hasta nosotros, si en teoría no creemos en ellos.

El rastreo de estas raíces míticas nos ayuda a conocer cómo ha sido la vida de nuestros ancestros, pero también la vida de la humanidad. Y cómo ha ido cambiando, evolucionando, transformándose. Pero también nos ayuda a comprender la diferencia entre lo eterno y lo pasajero, pues descubriremos, asombrados, que algunos mitos antiguos, una vez desojados de las capas secundarias con las que fueron revestidos, disfrazados o modificados, se originaron alrededor de verdades que siguen siendo válidas hoy. Y así, te puedes encontrar reconciliándote con un mito que hasta entonces despreciabas, porque has captado en él una verdad intensa, con la que resuenas.

Yo me he llevado unas cuantas sorpresas de estas. Ir hacia las raíces es de las mejores cosas que he hecho. Me enseña a llamar a las cosas por su nombre, pero también a unirme más profundamente a la savia del núcleo de mi Arbol Ancestral, hasta su origen. Hasta sus raíces. Y eso me revitaliza y me infunde fuerza.

Y es que cuando llegas a las raíces de tu árbol ancestral te puedes encontrar con lo que los nórdicos llamaron las Nornas. No podía cerrar este capítulo sin hablar de ellas, claro. Son las mismas Fuerzas Sagradas que los griegos llamaron Moiras y los romanos Parcas o Fatas, aunque con matices distintos. Son tejedoras y regidoras del destino vital de cada persona, pero viven en las raíces del "Árbol de la Vida" y custodian, también, la Fuente de La Vida de la que se nutre el Árbol. Esto significa -entre otras cosas- que custodian el acceso a la fuente de la cual surge la savia que riega y nutre el árbol ancestral del cual formamos parte.

Y por eso las Nornas son mis preferidas, porque su simbología entronca con lo arbóreo y lo ancestral, y te conecta también con la Fuente de Vida (de TU vida y la de TUS hijos y familiares vivos), y con el Misterio puro que late oculto en LAS RAÍCES. En la Tierra. En lo profundo.

El mensaje es: ¿Quieres sanarte? Ve a las raíces. ¿Quieres cambiar? Ve a las raíces. ¿Quieres purificarte o renovarte o fortalecerte? A las raíces. Allí se decide todo, aunque, hinotizados por el espectáculo del cielo exterior, pensemos que no, que nuestra vida y destino se deciden fuera o en la punta de las ramas. "Ellas" tejen, "Ellas" miden, "Ellas" cortan o terminan, y lo hacen desde dentro. En nuestro interior están, en nuestra sangre, en la raíz de nuestros huesos, conectados al Árbol de la Vida del que formamos parte. Ahí están las "fuerzas" que tejen nuestro destino y contra las que tantos dioses y diosas, entes pasajeros y temporales a fin de cuentas, nada pueden hacer.

                                                                          ***

P.D: Observar paralelismos entre la Bella Durmiente y uno de los mitos más vivos y más extendidos en el mundo griego, el nacimiento del héroe Meleagro, hijo de Éneo y Altea, reyes de Calidonia. A este nacimiento asistieron las Moiras o tres hilanderas con la intención de  pronosticar el futuro del bebé: Cloto profetizó que sería una persona noble, Láquesis que sería valiente y Átropos que su vida sería tan breve como una de las brasas de la chimenea. Después de escuchar estas palabras, y con la intención de socorrer la vida de su hijo, la madre retiró el calor, apagó el fuego y, seguidamente,  escondió la brasa restante donde nadie  pudiera encontrarlas. Desgraciadamente, el inexorable curso del destino se cumple y la brasa será finalmente quemada, dando por terminada la vida del héroe.
 

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