martes, 4 de agosto de 2015

¿Se pueden "crear" o prediseñar las creencias de una sociedad? (Entorno, crianza y experiencias visionarias)


La cosmovisión religiosa, las creencias de un pueblo, no son algo diseñable a medida ni tan controlable como se podría pensar. Por ejemplo, no se puede pretender o esperar que una sociedad como la nuestra cambie sus creencias religiosas, místicas o espirituales “para que así respetemos a la naturaleza”, simplemente porque comprobamos que en otras sociedades más “ecológicas”, por ejemplo indígenas, las creencias son otras y se las intenta imitar. Y esto no puede funcionar, digo, porque el origen de las creencias está en la experiencia de las personas, inclusive y sobretodo en una experiencia interior.

La religión dominante de la sociedad en la que uno crece puede influir, y de hecho influye en las ideas y la mentalidad de esa sociedad, de acuerdo. Pero también es influida y creada por ella. ¿De dónde surgen las religiones, si no es del interior de los individuos? Pero no de cualquier zona del "interior", esa es la cuestión.

El quid del asunto es vivir que no se puede dar el salto a otra forma de creencia sin una experiencia interna profunda que lo provoque al romperte los esquemas anteriores. Esta ruptura es la primera fase de lo que podríamos llamar revelación interior, despertar de la conciencia o de otras maneras. Sea como sea, así es: sin experiencia interior, no podrá haber un cambio de creencias. La parte intelectual de nuestra mente, por sí sola, es incapaz de “crear” una nueva espiritualidad que mueva al cambio, pues esta espiritualidad "activa" y profundamente encarnada en los individuos debe abarcar a todo el ser, y el intelecto solo es una pequeña parte de nuestra mente.


 
Cuando se dice que muchos pueblos “originarios” adoraban o creían a una forma de divinidad maternal asociada a la Tierra (y esto es mucho resumir) es cierto esencialmente o en bastantes casos, pero es así porque esas personas lo experimentaban así, no porque llegaran intelectualmente primero a esa idea y luego lo vivieran así. Todas las sociedades crearon sus relatos míticos, sus narraciones orales y lo que desde aquí llamaríamos su cosmovisión o religión basándose en vivencias espirituales o internas. No hubo un diseñado previo: simplemente una serie de individuos más visionarios o con tendencia mística que la media (chamanes, personas “espíritu”, etcétera) tuvieron sus visiones, sus trances, sus vivencias relativas a la relación energética o espiritual con el mundo que les rodeaba, después lo narraron a los demás y esto se asumió como una especie de “realidad”. "Nuestra chamana ha visto esta cosa, y ella es una experta en percibir la realidad energética, por lo tanto es bastante probable que lo que nos cuenta sea verdad". "Nuestro profeta ha visto esta otra cosa, debe ser cierto"

Sin ir más lejos, las 3 religiones monoteístas que conocemos mejor: judaísmo, cristianismo e islam, están basadas en las experiencias internas de individuos que narraron a los demás lo que veían y sentían en sus trances visionarios, cosas que estaban más allá de la percepción habitual en su sociedad pero que los demás en su entorno aceptaron como válidas o “creíbles”. (Profetas y patriarcas del Antiguo Testamento para los judíos, Jesucristo para los cristianos, Mahoma para los musulmanes) Solo después de la experiencia personal e íntima de estos individuos se organizan y crean las religiones estructuradas, que a veces adoptaron o integraron en su seno costumbres sociales anteriores, pero otras veces las modificaron.

Tal organización estructurada de las creencias sólo sucedió en algunos casos, no en todos, pues muchos otros sistemas de religiosidad y espiritualidad, como los “chamánicos” puros y duros, no están ni remotamente tan organizados o estructurados (depende de la tribu y de cada cultura) Pero aún y así, sigue siendo cierto que cada cosmovisión espiritual, grande o pequeñita, se basa en las experiencias internas, y así se crean religiones, sectas, nuevas mitologías, etcétera.

¿Adónde quiero ir a parar? A que yo diría, respecto a un hipotético nuevo futuro que pretendemos crear, que sólo si facilitamos una crianza emocional, psíquica y mental suficientemente libre y completa, Y CERCANA A LA NATURALEZA, o directamente inmersa en ella (lo remarco porque es esencial) permitiremos o facilitaremos que los individuos tengan una experiencia personal e íntima “libre, individual, genuina y sin censuras” acerca de su relación con la naturaleza. Y solo así "podrían" surgir experiencias interiores tan rompedoras e intensas que sean capaces de revelar a los individuos su verdadero lugar en la Tierra y el Cosmos, lo cual tal vez se plasmaría en una cosmovisión religiosa y espiritual más simbiótica con la Tierra, no dada al expolio.

Si experimentas que eres parte de una Tierra Mamá que te alimenta con sus millones de tetas, no vas a poder agredirla así como así. Vamos, te lo pensarás muy mucho antes de hacerle “daño”. Pero si por casualidad no experimentas esto, sino una mamá terrible que te puede matar en cualquier momento, la relación con ella a lo mejor es diferente, y hasta puedes querer prescindir de mamá y aferrarte a sucedáneos tecnológicos de la misma, si estos te prometan la supervivencia y tú te lo crees (y querrás creerlo si has experimentado que mamá es peligrosa, no te cuida necesariamente y te puede matar si le da la gana)

Existe una relación entre el medio que una sociedad habita y la religión o espiritualidad que surge en esa sociedad. E incluso existe una relación directa entre medio y modos de crianza de los niños, y otra entre cómo ha sido uno criado y la religión o experiencias visionarios que como individuo pueda tener al crecer. Religiones surgidas en el desierto, con gentes que lidian con escasez y competitividad extrema por recursos, reflejan esa realidad. Religiones surgidas en entornos selváticos de abundancia la reflejan también.

Y conste que estoy resumiendo muchísimo, porque esto daría para un libro entero, pero no soy la primera que señala que podría existir una relación entre, por ejemplo, la tragedia que experimentó Moisés nada más nacer (pérdida de su madre, peligro de muerte, desamparo en el rio) y la severidad de una religión marcada por la Ley escrita; y por ejemplo, el carácter compasivo de Jesucristo con su nacimiento y crianza, que según la leyenda tuvo lugar en presencia incluso de su padre, y no sufrió la separación traumática de la madre, pues la representación icónica por excelencia de gran parte del cristianismo es La Madre con el niño en su regazo.

Pero cuidado con precipitar conclusiones, pues: ¿habría podido ser un rebelde Moisés, de no haber vivido lo que vivió? ¿Hubiera sentido el impulso de "sacar" a su pueblo entero de la esclavitud en Egipto de no tener el trauma de haber sido arrancado de los brazos de su madre a la fuerza, debido a edictos anti judíos? Es más: fijémonos en la perfección del símbolo presente en este mito: ¿No es muy significativo que, en su huida de la esclavitud, Moisés volviera a "cruzar las aguas", pero esta vez no como un niño víctima abandonado en una canastilla, sino como hombre adulto y poderoso? Claro que luego se le pueden achacar rasgos machistas a su conjunto de leyes, pero eso se podría explicar también desde la ruptura forzada con la madre (y haber sido criado en los "brazos" adoptivos del Imperio) y a la necesidad de adaptarse a la dureza de una vida de éxodo por el desierto, donde los valores ensalzados no son ni el apego, ni la seguridad, ni la emocionalidad, ni el juego infantil, sino todo lo contrario.

La religión creada por Jesucristo, sin embargo, fue de otro tipo: no convocaba a la gente para liberarse de los romanos ni de las estructuras sociales. No les impulsó a ningún éxodo ni transformación política (lo cual generaba incomodidad a los judíos, que pensaban que un "mesías" debía ser un rey físico, literal) y fue defensora, en sus inicios, de una visión igualitaria de la mujer y el hombre. Pero es que Jesús había nacido en una familia integrada. En el parto fue  presumiblemente acompañado por el padre, y más tarde la familia fue ayudada por pastores y hasta reyes "magos" (siempre según el mito), lo cual simboliza integración de estratos sociales y conocimientos humanos muy distintos. Pero es que además, el mito de la concepción de Jesucristo lo señala como un hijo "casi" más de María (madre) que de su padre José, que asumió la paternidad en un momento posterior tras ser "convencido" por los ángeles de que María era "sagrada" y de que debía apoyarla incondicionalmente en su maternidad. ¿Podía tener Jesús, en ese contexto, una visión despectiva de la mujer, si se crió en un hogar donde no existían dudas acerca de la bondad y sacralidad de la mujer...?

La integración es una consecuencia lógica si desentrañamos el simbolismo de este mito, y por lo tanto es natural que fuera una característica del cristianismo original. Pero ¡cuidado! En su aspecto positivo, integrar es excelente y deseable, pero también puede tener un aspecto pasivo y negativo, dependiendo de cómo se viva o entienda. Esta pasividad se ejemplifica al máximo en la crucifixión (pasiva) de Jesucristo y el martirio de los primeros cristianos a manos de los romanos (nunca se defendieron, ni hicieron nada por evitar el martirio, pues elegían imitar la pasividad mansa de Jesús) Y ojo, que no cuestiono la validez de esa elección si, ara alguien, es el camino que gritan sus entrañas y, en un momento dado, lo prefiere a la defensa "externa" de su vida física. Pero veo un peligro en la extrapolación sistemática de esta pasividad a otros contextos y situaciones vitales, porque puede generar una perpetuación del poder de la crueldad y la tiranía, y muchas víctimas innecesarias. Con lo cual la integración también puede ser limitante si se convierte en un punto de vista fijo y muy totalitario. ¿Hasta dónde y hasta cuándo se pueden integrar según qué realidades sin intentar cambiarlas?

En resumen, el mensaje del judaísmo de Moisés (e incluso de Abraham, que tras una experiencia visionaria emigró de Ur, Sumeria, buscando un contexto distinto para sí mismo y su descendencia) es: cambia el contexto, libérate si es preciso cambiando de lugar, mientras que el mensaje del cristianismo primordial es: no hace falta que te marches a ninguna parte, ni entables luchas políticas, no te gastes en eso porque la verdadera liberación es la interior, y en la aceptación radica la paz.

Personalmente me adhiero a lo que percibo desde mi "revelación" íntima, que es lo siguiente: la liberación ideal es externa e interna. Las dos cosas. De poco vale moverse de lugar si uno se aferra a sus prejuicios, costumbres y creencias. Pero también es un poco penoso vivir una liberación interna, una toma de conciencia, y no poder plasmar en lo cotidiano esa verdad porque tu entorno te agrede si lo intentas, obligándote a vivir como los primeros cristianos, en las catacumbas poco menos. Con lo cual es natural que te den ganas de buscar o crear un contexto distinto. En caso de no poder realizar esto, pues lo aceptarás, qué le vamos a hacer, pero seguirás viendo que lo ideal sería poder actuar de cara al exterior según tus principios. Y sentirás el deseo de ayudar a transformar tu sociedad progresivamente, de manera que sea capaz de integrar tus principios sin rechazarlos violentamente.

Mi "revelación" interna también dice que las experiencias visionarias intensas de individuos que han cambiado a su sociedad han surgido de la propia Vida buscando nuevas estrategias de adaptación al medio, o de modificación del mismo, para seguir Viva. Y en este sentido, en cierto contexto es natural que la Vida exija cambio y revolución; y en otros contextos es natural que exija más vida interior. O que a veces exija más normas que aseguren un cierto orden favorable a la continuidad social, y otras exija una ruptura con lo establecido. Se trata de la eterna búsqueda de ir equilibrando las carencias, de ir compensando las lagunas, o de ir ensayando modos de organización mental y social que garanticen al máximo la supervivencia en un momento dado. Si estás en una cárcel y sin salida, tu supervivencia emocional tal vez dependa de asumirlo. Si existen salidas, tu supervivencia tal vez te exija que huyas. Y si no te sientes en una cárcel ¿para qué huir? Jesucristo no experimentaba como "cárcel" lo externo. Lo tenía trascendido. (Los teóricos de la crianza con apego dirían que estaba suficientemente seguro del amor incondicional de su madre) Sin embargo sí veía las cárceles psíquicas y se enfocaba en liberar a la gente de ellas.

Todo esto son sólo retazos de hipótesis y elucubraciones personales, pero merece la pena contemplar las relaciones entre los factores contextuales donde surge una nueva religión o ésta vive una modificación (Pues, estrictamente hablando, Moisés no fue el creador del judaísmo, el cual había nacido con Abraham) Y así, si repasamos la biografía pero también el contexto social, histórico y geográfico de las personas que han promovido cambios espirituales en su sociedad o han realizado aportaciones interesantes a la misma, empezaremos a entender de dónde surgen las creencias y cómo pueden cambiar.

No sé cuál va a ser la cosmovisión religiosa que pueda surgir en una hipotética “nueva civilización”, pero estoy segura de que dependerá del contexto ambiental y natural que vivan sus individuos, y también de cómo criemos a nuestros hijos y la libertad con la que se les permita sentir y relacionarse con este medio natural. Inculcar a los niños demasiadas ideas sobre creencias, espiritualidad, etcétera, solo permite la repetición clónica de creencias que surgieron en otros tiempos, épocas y contextos, y que tal vez ayudaron a un grupo humano a adaptarse a su contexto vital y circunstancias, pero no pueden ayudar a los humanos actuales a adaptarse “con eficacia” a las suyas.

En resumen: La adopción de creencias o cosmovisiones de otros pueblos, todo porque entendemos intelectualmente que es "adecuada" o porque nos gusta más que lo que conocemos, siempre será superficial y no será capaz de generar cambios profundos y efectivos, salvo que proceda de experiencias interiores genuinas, únicas capaces de transforman al individuo e impedirle volver a ver el mundo como antes lo hacía.

Desde la intelectualidad hay quien fantasea con pre-diseñar las creencias que “debería” tener una nueva civilización para ser respetuosa con el medio ambiente e igualitaria entre sexos, pero esto es un ejercicio carente de realismo, y además, tal vez, no exento de arrogancia. Volvámonos hacia la naturaleza, pero de verdad, facilitemos que nuestros hijos tengan experiencia de la naturaleza, criémoslos en la máxima libertad interior posible, y surgirá lo que tenga que surgir: lo que mejor les “prepare” para afrontar su realidad natural, ambiental y social.

(Pienso incluso en Fukuoka y su toma de conciencia: nunca hubiera podido dar el salto desde la veneración de la tecnología científica hacia su comprensión de los procesos naturales silvestres, de no haberse ido a vivir al campo, permitiéndose sentir allí sin censuras todo lo que sintió)

Desde un punto de vista técnico o científico, las experiencias místicas, espirituales y visionarias surgen de niveles de la mente diferentes a los empleados en el raciocinio (hemisferio derecho, por ejemplo, frente a hemisferio izquierdo) Pero desde mi punto de vista no son niveles mentales incompatibles sino complementarios, tal como nuestros dos hemisferios cerebrales lo son, pues están unidos por el centro y se comunican entre sí. (De hecho, esta es una pequeña batalla personal que tengo: mostrar que, en realidad, lo místico y espiritual no tiene porqué ser incompatible con lo racional o científico, y que un ser humano pleno ha de poder vivir sin problemas la actividad de sus zonas cerebrales y corporales implicadas en ambos procesos mentales, integrándolas a ambas)

Pero por esa misma razón, no basta con emplear el "hemisferio racional" para cambiar las creencias. Para que exista un cambio profundo, o total, han de vivirse experiencias que vayan más allá del pensamiento, porque si no, sólo una parte de nuestra mente se verá afectada, no toda. La vivencia que moviliza sentimientos y emociones profundas es el único modo de que se vean implicadas zonas cerebrales y corporales que, de otro modo, seguirían igual que antes y por lo tanto tenderían a reproducir las actitudes y comportamientos anteriores, incluso aunque uno intentara cambiarlos. Salvando distancias, es algo parecido a querer cambiar una adicción solo pensando en lo mala o dañina que es. Es útil y necesaria esta toma de conciencia y análisis racional, desde luego, pero las adicciones son muuuuy difíciles de erradicar sólo "mentalizándose", salvo que se añadan al pack actividades o experiencias que “reformateen”, por así decirlo, ciertas zonas profundas de la mente y del ser (sentimientos, emociones, memorias corporales) en las que se enraíza la adicción.

Lo que echo de menos en la mayoría de libros acerca de crianza, o mejor dicho en todos, es que todavía ven al ser humano como un ente desligado de su entorno físico/biológico no humano. Sólo se centran en los cuidados humanos, y muy especialmente (o incluso exclusivamente) en los de la madre. En cambio, desde mi punto de vista, somos el producto de un entorno complejo, tal y como le sucede a cualquier otro ser vivo, planta o animal en el que podamos pensar. ¿Cómo podemos ver nuestros problemas de comportamiento, creencias, etcétera, desligados del contexto en el que nos criamos? Muchísimos “problemas” de la crianza los veo relacionados con el entorno, tanto el social (más allá de la madre, o del padre, inciden en un niño la familia, el clan y las redes sociales en las que se mueve) como el material no humano: el espacio físico es determinante.

¡Es una cuestión tan evidente, hoy, para mí, que influye en la crianza hasta la física geométrica del espacio donde un niño crece...! Somos capaces de ver que un animal enjaulado se estresa mucho y nunca llegar a ser “tal y como podría llegar a ser”, sino que verá mermadas todas sus capacidades e incluso desarrollará conductas de depresión o agresividad, pero aún estamos ciegos para ver que las crías humanas que, por ejemplo, pasan 20 de sus 24 horas diarias encerrados en espacios estrechos pueden sufrir un estrés similar, al menos a partir de cierta edad (cuando ya caminan y sienten el impulso de explorar el mundo) Y así con todo.

Pero en fin, es un tema súper complejo y no me puedo poner a desarrollarlo más ahora mismo (saldría, de verdad, un libro). Porque si encima digo que existen jaulas físicas en las que ilusamente pretendemos criar "sin estrés" a los niños (diseñados, sin embargo, para la vida en libertad) pero también jaulas psíquicas (exceso de normas, por ejemplo, presiones sociales exageradas, etcétera) que generan en los individuos idéntica sensación de estar atrapados en un espacio estrecho, ¿adónde nos conduce esto, sino a más pautas de conducta depresiva (pasiva) o agresiva?

El día que comprendí todo esto, el día que tuve mi revelación particular acerca de lo que realmente sería una crianza que respetara nuestra verdadera naturaleza, comprendí que nunca podría darle esa experiencia a mi hijo. Soy una madre enjaulada, no conozco la libertad. ¿Cómo voy a retransmitir aquello que desconozco? Como mucho puedo ir abriendo la jaula, e iniciar una especie de éxodo particular hacia una vida distinta, más en contacto con la naturaleza salvaje físicamente hablando, pero también psíquicamente hablando. Salir de la caja, literalmente. Y mi hijo, como otros, será un hijo del éxodo. No un hijo de la libertad. A eso no se cuándo llegaremos como sociedad, si es que llegamos. Sólo podemos ir dando pasos en esa dirección...
                                 
                                                              (Arriba, pintura de Cristina Alejos)

2 comentarios:

  1. esto es lindo. Difícil y lindo aceptar que uno no tiene libertad, que uno con suerte, va camino a ella. Porque a medida que uno se va liberando, aparecen tantas figuras, movimientos, llenas de sentidos... somos semillas del humano nuevo, en desarrollo, y eso está bien. La plantita no se queja porque tiene dos centimetros en vez de los veinte metros o más que deberia tener en 50 años, o más. Nosotros igual. Estamos creciendo entre las piedras y es hermoso confiar en un futuro bosque, con nuestros retoños creciendo aún más gracias a las hojas que caen de nos y forma un sueño, digo un sueño, digo un suelo.

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  2. Es verdad. Me gusta la imagen de las plantitas :-)

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