Estos días reflexiono acerca de los conflictos que surgen alrededor de decir lo que uno verdaderamente siente o no. O cómo decirlo. Aunque a
veces, aunque lo digas perfectamente "bien", vas a herir, preocupar o
molestar al otro, pues contraría sus expectativas acerca de lo que
espera o "necesita" vivir contigo.
No estamos enseñados para
expresar nuestros sentimientos, pero tampoco para escuchar los de los
demás. Somos seres tan necesitados y hambrientos, que nos
sentimos, a menudo, amenazados por la expresión de los demás, si acaso
va "contra" lo que necesitamos de ellos. Así que solemos vivir en un
mundo de ansiedades soterradas donde sólo en ocasiones encontramos
personas con las que vivir una conexión carente de estrés. Porque por
casualidsad coincidimos en una etapa y necesidad idénticas, y ya está.
Leí no hace mucho un libro sobre Comunicación No Violenta (de Marshall
Rosenberg) que me resultó muy interesante. Enseña a expresarse en base a
las propias necesidades, y a escuchar al otro expresando las suyas.
Está bien en ese sentido, y es revelador, pero estos días me doy cuenta
de que nuestros problemas de comunicación, convivencia y relación, no
parten sólo de no saber expresar/escuchar las necesidades. ¡Qué va! La
raíz es más profunda.
De hecho, muchas veces uno toma por
necesidad algo que no es su verdadera necesidad, y dice "necesito esto"
cuando en realidad está queriendo decir otra cosa (sin darse cuenta hace
una petición desplazada) Y de todos modos, en realidad el meollo del
asunto no es el "yo necesito que..." sino el hecho de que a veces nos
sintamos tan carentes y necesitados, que seamos capaces de sacrificar a
otro u otros para satisfacer nuestra "necesidad". Y miremos hacia otra
parte cuando el otro se parte el alma por complacernos, y viceversa.
Hablar de necesidades es un paso interesante, y desde luego mucho mejor
(y no violento) que no hacerlo, pero debe ser muy puesto en un contexto
sanador y terapéutico, o de otro modo se convierte en otro detonante de
violencia: si tú necesitas desierto y yo nieve, y no hay más debate, se
deduce que solo la separación o el sacrificio es el camino; yo voy al
desierto por tí/yo voy a la nieve por tí....o nos separamos, pero nos
sentimos mal porque hubiéramos querido que...Generalmente funcionamos
así. Pero ¿y si hubiera otra forma mejor aún de solucionar nuestras
ansias, nuestras incomodidades internas...? ¿Y si algo se nos está
escapando...?
No somos tan simples como animales que necesitan comer
y se van, necesitan dormir y duermen. Tenemos vínculos muy complejos, y
algunas necesidades que no son tan básicas (para nada. Por ejemplo, las
creativas, y todas las que surgen del cerebro superior o neocórtex)
Cuando sales del "yo" al nosotros, el "yo" vive su muerte porque
entonces empieza a contar el querer grupal. Y tal vez en ese querer la
necesidad de un "yo" no pueda ser satisfecha. Pero este es un camino
igualmente delicado, que puede llevar a la peor violencia (la anulación
personal presente en sectas o grupos demasiado exigentes) o a la mejor
armonía y trascendencia. Y no estamos enseñados para este camino
colectivo, así que cuando quieres andarlo con consciencia empiezas a
darte cuenta de que va a ser más lento y complicado de lo que pensabas.
De entrada, ni siquiera sabemos siempre quiénes son esos "nosotros",
porque partimos de un estado del ser desestructurado y repleto de
carencias, que muchas veces ve espejismos, y otras no es capaz de
reconocer lo que tiene delante en su verdad.
En fin, que me doy
cuenta de que para la realización del ser la pregunta clave no es "qué
necesito" y qué pueden aportar los demás a mi "necesidad" (Y viceversa,
qué les aporto yo a ellos) sino QUIEN SOY. Y si se encuentra ese "quien"
o ese "Ser", entonces uno puedo empezar a plantearse lo que elige hacer
con él. Ahora bien, para una vida más...normal, que no aspira a tanta
trascendencia, tal vez baste con hacer pactos mutuos que garanticen el
respeto y la satisfacvción mutua de necesidades. Eso esquiva la guerra y
ayuda a la paz, como los acuerdos mercantiles que se respetan y donde
todos están contentos porque perciben los beneficios esperados.
El mejor don y el más sagrado que se puede hacer a otros es el don de uno mismo. Pero esto no se puede producir si:
1- No te conoces, no sabes quién eres, o no estás aceptando y viviendo tu identidad o tu realidad.
2- Los demás no aceptan a tu verdadero ser, porque en sus expectativas
(las que surgen desus profundas carencias) serías mejor de otra manera,
ya que así completarías o satisfacerías más sus "necesidades".
Por lo tanto, hablar de las necesidades y escucharlas, intentando
satisfacerlas en un debate armonizado, sería algo correcto...Pero
también podría conducir a sacrificios personales, sufrimiento y
perpetuación de más necesidades que se espera que los demás resuelvan.
El meollo del asunto, pues, es ir a la esencia del ser. Ir al ¿Quién
soy? ¿Qué soy? ¿Donde vibra mejor mi alma y en qué caminos quiere y
puede DARSE mejor a la vida, al mundo, a los demás? Entonces todo se
reajusta en un orden distinto. El molde impuesto por el ansia se rompe, y
el sueño se perfila de otra manera, apuntando en una dirección que
abarca al ser total, no SOLO al espectro que surge de nuestras heridas y
las necesidades que de ellas se derivan. Es decir, el sueño del Ser que
somos, con mayúsculas, abarca también la sanación de nuestra herida,
pero bva mucho más allá de la misma y, por lo tanto, no empieza ni
termina en la satisfacción de necesidades que ahora podamos percibir, o
de las que seamos conscientes.
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