sábado, 16 de marzo de 2013

A qué me refiero cuando hablo de chamanismo.

                                             (Arriba, pintura de Therese Nielsen)

Como algunas personas que me leen no parten de un estudio previo acerca del chamanismo, y no paro de mencionarlo, voy a especificar a qué me refiero porque, además, incluso entre los lectores que han oído hablar de chamanismo, las ideas acerca del mismo pueden diferir.

Para muchos, chamanismo equivale al uso de drogas alucinógenas o sustancias psicoactivas para lograr visiones o estados de trance en los que se puedan percibir cosas que generalmente no vemos. Para otros, el chamanismo equivale a la realización de ritos muy concretos, que dependen de la tradición local que se siga. Por ejemplo, el chamanismo del Camino Rojo sigue algunas pautas generales de las tradiciones nativas de América, como la búsqueda de visión en soledad, en medio de la naturaleza (ayunos incluídos), o la realización de limpiezas rituales en la cabaña de sudor (llamada en Centroamérica Temazcal, o Inipi en Norteamérica). Pero el nombre de Camino Rojo es algo moderno, (un título que lo resume, para entendernos) y aunque es cierto que hay pautas comunes, también existen variaciones en el camino chamánico que siguió cada una de las tribus de América, así como en sus creencias, en sus mitos principales, etc.

Para otras personas, es esencial la utilización de sonidos espaciales (tambores, maracas, etc) sin los cuales no hay trance que valga. Si les preguntas a esos chamanes, te dirán que tocan los instrumentos para "llamar a los espíritus", aunque un científico te diría que lo hacen porque, escuchando ciertos sonidos rítimicos, el cerebro puede sintonizarse de otra manera. 

Respecto al sonido asociado al chamanismo, lo que sí parece universal es el canto. En un momento u otro, los chamanes cantan o emiten ellos mismos sonidos con la boca, o dicen ciertas palabras. Un chamán español que conocí hace años (y que prefería llamarse a sí mismo brujo" por amor a nuestra propia lengua y tradiciones nativas, a pesar de que a veces hay connotaciones conflictivas en la palabra brujería) me indicó con gran acierto una pista sobre el canto: cantar y encantar tienen la misma raíz. El auténtico "encantamiento", pues, no significaba en origen lo que hoy pensamos que es, sino que aludía al resultado que surgía de "cantar" algo. El canto, realizarlo o escucharlo, puede inducir catarsis profundas, además de inducir esos otros estados cerebrales que a los científicos les gusta tanto estudiar con sus aparatitos de medir.

(Abajo, pintura de Bev Doolittle)

También hay líneas chamánicas que utilizan la danza, o la realización de movimientos específicos, así como existe la versión contraria: permanecer en extrema quietud durante horas, o días, también puede inducir un estado de trance. En general, el chamán que danza en ocasiones, en otras utiliza la quietud (como por ejemplo, en la busqueda de visión de los indios lakota), y alterna ambas acciones dependiendo de la necesidad o de lo que se quiera realizar.

Lo mismo sucede, por cierto, con el canto y el sonido. Ningún chamán que se precie lo es sin vivir períodos de absoluto silencio y recogimiento. Uno no canta todo el tiempo, porque el quid del asunto para un chamán es, precisamente, saber alternar, saber pasar de un estado a otro, y en definitiva vivir la máxima variedad posible de estados de consciencia. ¿Y por qué? Porque la percepción de la realidad surgida en cada estado aporta información diferente sobre la realidad. Y, si esta información es correcta, encajará entre sí, con lo cual al final se obtendrá una perspectiva mucho más rica y real de cualquier asunto. El chamán no deja de ser, en el fondo, un investigador, una especie de detective del alma.

Hay otras personas que, cuando hablan de chamanismo, piensan en Carlos Castaneda y todo lo que éste escribió. No utilizan necesariamente drogas, ni siguen unos ritos específicos, y conciben su camino como algo dirigido a la consecución de una "libertad total" -como ellos la llaman- consistente, más o menos, en "escapar de la realidad consensuada" incluso logrando desparecer físicamente de ella, sin una muerte ordinaria. El camino señalado por Castaneda es innegablemente fascinante para muchísimas personas, pero muchas otras pensamos (yo me incluyo) que no es exactamente chamanismo, pues no incluye la que tal vez es la principal faceta del mismo: ayudar a sanar a los demás, o contribuir a disminuir de alguna manera el sufrimiento de una comunidad local o del mundo.

Sí, en general, los chamanes de todo el mundo viven más o menos integrados en comunidades humanas para las cuales realizan sus ritos. Unos se especializan en la sanación con hierbas, otros en la ayuda a los muertos o en tareas espirituales como el "rescate del alma", otros son "personas espirituales" que ayudan a los demás a vivir una mejor conexión con el Gran Espíritu y los seres de la Naturaleza, otros son contadores de historias, etc. Hay muchas variantes de "acción chamánica" específica, pero en general siempre existe esa faceta de volcarse en la ayuda a una comunidad viva, o al mundo de los "espíritus". 

Castaneda, sin embargo, no menciona jamás nada por el estilo. Sus chamanes cuidan fieramente de preservar "su" energía, concibiendo incluso como una guerra feroz el logro de "aumentarla", atrayéndola desde el exterior, captando la ayuda de "aliados", o incluso "robándola", etc. La gente común, con sus problemas habituales y su carga de sufrimiento, es vista más bien como un estorbo, algo sin solución, cuyos problemas no está en las manos de los chamanes remediar. En fin, merece la pena saber de qué habla Castaneda, porque muchos de los conceptos que maneja son interesantes, pero no tiene mucho que ver con el chamanismo tal y como se entiende en otras partes del mundo. De hecho, en los libros de Castaneda nunca se utiliza la palabra chamán, sino brujo, lo cual en parte es comprensible (porque hablamos de una supuesta tradición de indígenas de Centro América, que utilizan como segunda lengua el español), pero en parte obedece a que existe una sutil diferencia entre esa "brujería" y el chamanismo más generalizado.

La palabra chamán, de hecho, procede de Siberia, pero los antropólogos han llegado a la conclusión de que existen unas pautas generales en todas las tribus indigenas del mundo que hacen posible hablar de "chamanes" en general, entendidos como personas que saben entrar en un estado de conciencia diferente al habitual para recabar allí cierta información (o realizar una serie de actos) de manera que esto repercuta favorablemente en otra persona o en una comunidad entera. 

Es decir, las 3 pautas universales son: 
- Ha de ser posible vivir un cambio de estado de consciencia; 
- Este cambio ha de poder provocarse, controlarse y sobrellevarse mínimamente a voluntad (porque de otra manera no puede ser "utilizado", con lo cual ya no hablamos de un chamán capaz de gestionar sus estados, sino de alguien que no sabe dirigir su propia consciencia, o vida); 
- Este cambio se produce para ayudar a otros seres (ya sean vivos, muertos, humanos o de otro tipo).
Las técnicas, las afinidades y los métodos son secundarios. La mitología y los rasgos particulares de las creencias también.

Y aquí viene lo que me gusta más del chamanismo, y que lo distingue (¡y mucho!) de las religiones organizadas. Al tratarse de un camino práctico, basado de manera inexcusable en las experiencias personales de cada practicante, la diversidad de visiones, vivencias y también estilos es casi infinita, y por eso es imposible que el chamanismo se "organice"o que tenga jerarquías (¡ni mucho menos piramidales!) El chamán puede tener un maestro, entendido como alguien más experto que le inicia en el camino y comparte su saber, y puede ser él mismo un aprendiz, pero una vez que adquiere madurez y práctica siempre se independiza

No existen estructuras estables "de poder" en el chamanismo, ni nada parecido a "los que siempre son maestros" o "los superiores a los que uno debe pedir permiso". Todo esto también produce una -interesante- imposibilidad de instituir dogmas irrefutables y universales, ya que a fin de cuentas, cuando uno tiene sus propios "viajes", también tiene sus propias percepciones y su deber es atenerse a ellas. 

Ese es el camino, ni más ni menos: aprender a percibir por uno mismo y saber desenvolverse en otros estados, tal como un niño aprende a andar. El rol del maestro es acompañar en los inicios, pero cuando el niño se convierte en adulto y anda seguro por los caminos, se acabó el rol de maestro y se termina su tutela.

El camino chamánico es, pues, mucho más solitario que cualquier otro, y en él se empuja constantemente a la autonomía personal. Esto es muy diferente de las religiones organizadas, donde se enseña que hay que aceptar lo que otro "vió, oyó o sintió" y que, por lo tanto, es secundaria o casi irrelevante la propia experiencia, salvo que se atenga a las normas, a lo dicho en los libros o lo predicado por los superiores. Es más: si por casualidad tienes tu propia experiencia, en algunos casos puede resultar un inconveniente, sobretodo si tu percepción contradice la de alguna autoridad, porque entonces ¿qué?

Las religiones organizadas en torno a dogmas y verdades indiscutibles, a menudo temen las experiencias místicas o visionarias de sus fieles, porque saben que éstas pueden escaparse a lo pre establecido, y por lo tanto convertirse en elementos descontrolados, capaces de destruir un dogma o al menos modificarlo. Son religiones que fomentan nuestra faceta más gregaria, la cual no es mala. Pero si en un paisaje sólo se desarrolla la manada, o el rebaño, siempre nos faltarán "águilas" solitarias, capaces de elevar su vuelo por encima de la muchedumbre y otear el horizonte, recabar datos "desde arriba" y, en definitiva, ayudar a trascender lo que desde El Mundo Espiritual son problemas solucionables.

Así que el chamanismo se enraíza en una libertad de consciencia casi absoluta (dentro de lo posible), puesto que se trata, en última instancia, de "atreverse" a soltarse de la perspectiva o visión habitual, rutinaria y consensuada, para adentrarse en otra percepción. Y ésta será unica y particular para cada chamán. Aunque, a posteriori, uno encuentre rasgos comunes con las visiones de otros, o incluso con las de otras tradiciones o creencias, en los "viajes del alma no se parte de un camino trazado de antemano. 

Cuando un chamán "se suelta" para adentrarse en la otra percepción, siempre va a hacer "lo que se pueda". Puede tener una idea de lo que quiere lograr, pero no podrá predecir exactamente qué dificultades encontrará, cuán intensas serán (o no) ni qué hallazgos le saldrán al encuentro. ¡Ni siquiera puede garantizar su éxito! Los antropólogos han recogido, incluso, los testimonios de chamanes que han sentido que se jugaban la vida (física y/o psíquica) para intentar ayudar a alguien, o a algo. Y se cuenta el caso de algunos que murieron atacados por "entes", enfermedades o "demonios" contra los que se enfrentaron, pero que no pudieron superar.

El camino chamánico asume la incertidumbre, pues, como parte de la realidad con la que le toca lidiar, lo cual lo convierte, a mi entender, en un camino mucho más pragmático y realista de lo que la gente cree. La caricatura que desde cierto sector se hace del chamán es la de alguien teatral, a veces directamente farsante, que monta un numerito para engatusar a la gente y hacerle creer no se qué. Piensan que el chamán hace prestidigitación para hipnotizar al personal y que así se autoconvenzan del exito del chamán. 

Pero el halo de misterio e impredecibilidad que rodea la figura del chamán no surge del deseo de hacerle trampas a la gente o fascinarla, sino que tiene otro sentido: se debe, ni más ni menos, a que ni el chamán mismo sabe qué puede acontecer, ni qué clase de giros inesperados puede dar la vida (o "los espíritus"), pero vive permanentemente atento a estos cambios, a las señales de los mismos, sin un plan de vida demasiado preconcebido, ni mucho menos fijo a largo plazo.

                                                

(Arriba, "Oración por las cosas salvajes" de Bev Doolittle)

El chamanismo genuino es lo más contrario al "lalaísmo", al falso pensamiento positivo (basado en "fácil, divertido y rápido") que hoy lo impregna casi todo, porque el chamán lidia cada día con las miserias humanas (y no humanas) y con el sufrimiento del mundo. Con lo cual, sabe perfectamente que en la vida hay una de cal y otra de arena, que no todas las historias terminan como nos gustaría, y que ni siquiera la tan mentada "evolución espiritual de la humanidad" existe, o por lo menos no es un proceso lineal. 

El chamanismo se refiere siempre a líneas curvas, irregulares, sinuosas y hasta espirales. Existen ciclos, vueltas de ciclos, círculos, y hasta pescadillas que se muerden la cola, etapas que la humanidad repite porque aún no las ha superado, actuando como una especie de disco rayado. Los chamanes "de siempre" han viajado en el tiempo a través de los cambios de consciencia, y por eso han visto toda clase de cosas, algunas tan extrañas que un ser humano normal no se las puede ni imaginar. Porque además, el auténtico chamán lo es para servir a toda la vida, y por eso no es extraño encontrar chamanes cuya misión es, en parte, ayudar a la naturaleza (animales, plantas, agua, fuego, aire...) Y en esa ayuda, escuchan a veces las historias o problemas de esos seres, asomándose a mundos no humanos con una perspectiva, para nosotros, inclasificable y a veces rompedora.

El chamán es como un átomo cuya vocación es "servir" o ser de ayuda al cosmos. Sabe de su pequeñez, y sabe de la temporalidad de su cáscara atómica, pero también sabe de la eternidad de la energía/consciencia, que nunca desaparece sino que se transforma. El átomo chamánico no duda en mezclarse con otras consciencias, en adentrarse en otros mundos, en asomarse a otros ojos de cualquier ser o especie que uno pueda imaginar.

Pero, por encima de todas las cosas, el chamán ha sido capaz de granjearse la amistad de algunos de estos "seres" (a veces llamados espíritus), y de "viajar" acompañado de ellos, recibiendo su consejo, su apoyo, su sostén. Existe un chamanismo que ha pervertido esto, intentando dominar a esos seres y atarlos a su voluntad, para convertirlos en esclavos, en sirvientes a los que se puede hasta amenazar para que "trabajen" para uno. Pero el auténtico chamanismo, el eterno y universal, es el que transita por el camino del corazón. En el corazón se vive la amistad con los otros seres, y donde entra la amistad, claro está, ya no tiene sentido hablar de esclavitudes ni de dar órdenes. Las cosas se hacen, se viven de otra manera.

Sin embargo, desde nuestra perspectiva habitual y racional cuesta entender qué significa todo esto de "percibir la realidad de otra manera", porque precisamente no partimos de esa experiencia. En general, los chamanes han desdeñado los intentos de traducir o explicar con demasiadas palabras sus estados, aludiendo a que hay que vivirlo para saberlo, y a que el trance no es una cosa que la mente ordinaria pueda entender, definir o diseccionar. Esto los ha hecho convertirse en individuos sospechosos para las personas más amantes del discurso científico. 

De hecho, si observamos las diferentes culturas y "civilizaciones" del mundo, podemos ver cómo actualmente vivimos en una sociedad (la occidental) que no conoce bien la realidad chamánica, ni la reconoce. Es una sociedad volcada en el uso y mitificación del hemisferio izquierdo, del raciocinio. En cambio, en otras sociedades como las indígenas que aun quedan, los parámetros consensuados son distintos.

Algunos creen que el chamán "piensa" que las cosas están vivas y ya está. En realidad, -quiero insistir en ello- lo que sucede es que el chamán a menudo no "piensa" nada de antemano, sino que se lo encuentra cuando empieza a percibir las cosas de manera diferente. Cuando se activa el hemisferio derecho y se acalla o mengua la actividad del izquierdo, es perfectamente posible "ver" o "sentir" que todo lo que nos rodea está vivo, tiene consciencia, y se comunica con nosotros; que estamos unidos, que formamos un todo, y que por lo tanto no es posible -ni bueno- intentar romper esa armonía o defraudar a "lo demás". 

De esta experiencia surge una creencia, claro está, y esta creencia sí es un pensamiento. Pero llamarlo "pensamiento mágico" es pobre e inexacto. Es un pensamiento fruto de potenciar el uso del hemisferio derecho. ¿Mágico? Pues depende de a qué llamemos mágico, pero ya basta de tratar a los indígenas como a tontos porque "creen que todo está vivo o siente". Son humanos que usan mejor que nosotros una parte de nuestro cerebro y de nuestra mente, esa mente común a la humanidad pero que en otros pueblos se ha desarrollado más en otra dirección.

Las sociedades chamánicas no han desarrollado nuestra ciencia y tecnología, en parte, precisamente por ser chamánicas. Es decir, no se han quedado "atrás" porque fueran menos inteligentes, sino porque han sido inteligentes de otra manera. El chamanismo desarrolla y utiliza mucho el hemisferio derecho, el cual es tan digno y útil como el izquierdo. ¡Por algo lo tenemos! Lo que sucede es que a quien solo acostumbra a usar el izquierdo, todo lo que diga el derecho le suena a delirio e insensatez.

Pero hay unos vídeos muy cortitos que circulan por internet que me vienen como anillo al dedo para ilustrar lo que digo y continuar (mañana o más tarde) con lo que quería decir. En ellos, Jill Bolte Taylor, una científica (es decir, alguien habituado a utilizar el hemisferio izquierdo) nos cuenta cómo empezó a percibir la realidad sobretodo con el hemisferio derecho a raíz de un problema vascular cerebral. Es decir, tuvo problemas con la parte del cerebro que regía su raciocinio, y entonces ¡plof! de repente y sin anestesia, entró en un estado de consciencia que no sabía ni que le fuera posible experimentar. Pero vedlo, y luego ya seguiré con esto, porque aún no he terminado. (Sí, ya sé que algunos de mis contactos ya conocéis el vídeo de marras, pero es una manera de ordenar mi discurso y conservar la cita de esta mujer para "la posteridad" ja ja)

Aquí la primera parte, (10 minutos) Aquí la segunda. ¡Veréis qué interesante!

Y aquí la charla entera desde otro enlace con calidad. (Se pueden activar los subtítulos en castellano)



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