lunes, 18 de marzo de 2013

Chamanismo y Cientifismo. Lucha de hemisferios.



(Imagen de Sam Hogg) 

En los vídeos que enlacé en la anterior entrada vemos que, gracias a una disminución de la actividad cerebral en el lado izquierdo, el hemisferio derecho le proporcionó a Jill Bolte Taylor una experiencia de unidad con todas las cosas, armonía y felicidad, donde las dificultades de la vida eran vistas como algo lejano o relativo, porque el sentido de la existencia parecía diferente y muy alejado de las mismas. 
 
En cambio, el hemisferio izquierdo, con sus capacidades heridas por un derrame, intentaba hacerla volver a la "cordura", avisándola de que, puesto que estaba sufriendo cierto grado de parálisis física, aquello podía ser un problema médico y necesitaba ayuda. 
 
Jill resumió la actividad del hemisferio izquierdo en una especie de egoísmo y preocupación constante por el "mí, me, conmigo", el marcaje de los límites personales y las fronteras territoriales, la competitividad y la agresividad que pueden resultar de todo ello. En cambio, la actividad del hemisferio derecho quedó resumida como un estado beatífico de "iluminación" o realización, un "darse cuenta" de lo que era en realidad la existencia, todo asociado a sentimientos de amor y unidad hacia todas las cosas. 
 
Comprendió que generalmente funcionaba únicamente bajo las premisas del hemisferio izquierdo, y se asombró al descubrir lo maravillosa que podía ser la vida, si uno la experimentaba desde el derecho. Al final de los vídeos, Jill hacía una pregunta: ¿Qué parte prefieren? ¿Qué versión de la existencia piensan uds. que es mejor?

No sé cómo ha continuado Jill Boyte sus reflexiones, pero yo sí sé cuál es mi respuesta a su pregunta: no hay que elegir. Ninguno de los dos hemisferios resulta prescindible, ni es un engorro. Tenemos dos hemisferios por una razón: porque ambos son "buenos" y útiles para nuestra supervivencia como especie. 
 
También podemos verlo desde otra perspectiva: no hay que preguntarse porqué tenemos dos hemisferios, o no es necesario hacerlo. Basta con darse cuenta de que no podría ser bueno amputarse medio cerebro. Jill Bolte tuvo un derrame cerebral, lo cual catapultó su experiencia mística o visionaria, de acuerdo. Pero le salvó la vida el otro hemisferio, el racional.
 
En cuanto a lo visionario, ¿significa eso que necesitamos que alguien nos dé un fuerte golpe en la cabeza para tener nuestra "experiencia" o que el ideal sería extirparnos la mitad del cerebro? No. Afortunadamente, existen maneras de incentivar la actividad del hemisferio derecho y acallar (o desoír) temporalmente el izquierdo. 
 
Las prácticas chamánicas precisamente tratan acerca de esto, pero sin necesidad de entrar en lo chamánico, muchas otras actividades también ayudan a desarrollar las capacidades del hemisferio derecho, como por ejemplo las relacionadas con el arte. Así que, en primer lugar, no es necesario amputarse "mentalmente" un hemisferio para tener una experiencia de realización-iluminación o experiencia de "Unidad con todo". Y en segundo lugar, NO HAY QUE ELEGIR. Lo que hay que hacer es aprender a escuchar a ambos hemisferios e integrar sus virtudes y habilidades.

Porque veamos: ¿Quién avisaba a Jill de que algo malo le estaba sucediendo en el cuerpo, y la hizo telefonear pidiendo una ayuda imprescindible, pues de otro modo a lo peor hubiera muerto allí mismo? El hemisferio izquierdo. ¿Quién ayudaba a Jill a ganarse la vida, desarrollando diversas actividades prácticas capaces de integrarla en su sociedad y mantener su vida carnal? El hemisferio izquierdo, claro. ¿Y quién le daba a Jill esa habilidad verbal para comunicarse con las otras personas de su mundo y transferirles la riqueza de conocimientos adquirida, o simplemente pedirles ayuda cuando fue necesario? El hemisferio izquierdo otra vez. 
 
Con lo cual, lo siento, pero la pregunta del final del vídeo tiene trampa, porque si nos precipitamos en la tentación obviamente sugerida -elegir el hemisferio derecho con su sensación beatífica, su no violencia, su experiencia de Sagrada Unidad- entonces estamos eligiendo un mundo sin palabras, sin acciones de autoconservación física, sin una vivencia sensata de nuestros límites físicos, y sin transmisión de conocimiento práctico (por resumirlo mucho) Y dudo mucho que pudiéramos sobrevivir como especie sin todo eso. La misma Jill no nos habría podido deleitar con su charla si su hemisferio izquierdo hubiera "desaparecido" del todo. Tampoco nosotros estaríamos aquí, hablando o leyendo acerca de esto.

Esto me recuerda a los tiempos en los que participé en un foro de chamanismo donde se veía siempre ese conflicto entre los dos hemisferios. Dado que nos encontrábamos entre personas aficionadas o hasta apasionadas por el chamanismo, la tendencia dominante era venerar todo lo relacionado con el hemisferio derecho, y despreciar lo que viniera del izquierdo. Y ponerle palabras a las "experiencias chamánicas", narrarlas o dialogar sobre ellas, es de lo más "izquierdoso" que hay. ¡Puaj, pues! 
 
Así que para muchos parecía una aberración el hecho de intentar verbalizar sus vivencias, y no lo hacían. Pero, no contentos con ello, miraban con ojos críticos a quien sí lo hacía, diciendo después que era absurdo intentar verbalizar nada de eso. Que sobre lo chamánico no se podía hablar, que uno estropeaba las vivencias o los sueños al intentar narrarlos, y que además eso implicaba una falta de modestia enorme por parte de quien osaba contar a los demás su experiencia. Porque a fin de cuentas, eso era llamar la atención, cosa feísima que salía del puto ego cabrón, y los "verdaderos chamanes", ya se sabía (o eso aseguraban estas personas críticas), no sólo no tenían ego alguno, sino que eran siempre discretos, hasta el punto de pasar desapercibidos, etc.

En fin. El resultado de aquello era que siempre hablábamos cuatro o cinco personas (me incluyo, pues nunca elegí extirpar mi ego y arrojarlo a la papelera, al pobre) y leían doscientas o así. Las cuatro o cinco que hablábamos enseguida nos dimos cuenta de que nuestras experiencias eran recibidas con un silencio incómodo, cuando no de críticas o rechazo. Pero si lo enfocabas de otra manera y escribías mensajes menos íntimos y de índole más práctica, pidiendo consejo sobre algo que no entendías, o al menos opiniones, lo más que podías cosechar era algún mensaje del tipo "No te comas el coco. La mente es engañosa, el chamanismo consiste en acallar la mente, es el ego quien quiere entender, y ya se sabe que es un hdeputa, lo que cuenta es vivir la experiencia, etc".  
 
Con lo cual te acababas preguntando: ¿Y entonces qué hacemos todos aquí reunidos y mirando la pantalla, somos gilipollas o qué? Al final, los que hablábamos nos terminamos callando, y el foro acabó invadido por los que publicitaban cursos y talleres, quienes, por supuesto, jamás contaban ninguna experiencia personal, y ni siquiera exponían opiniones propias. Tal vez porque no las tenían, o a lo mejor porque no querían "perder el tiempo" comunicándose con miserables aprendices y don-nadies como yo y los otros 4 gatos que de vez en cuando aún decíamos "miau" tímidamente por ahí. Finalmente me fui, y hasta donde sé, al poco aquel lugar se esfumó. Lógico. 

Claro que debe de haber otros foros, y no todos habrán corrido la misma suerte que aquél, pero cuando uno enfoca públicamente el asunto de las experiencias chamánicas del tipo la que narra Jill en su conferencia, las reacciones típicas y más habituales entre los fans del hemisferio derecho son las que he descrito. Así que a veces los foros de chamanismo acaban convertidos en lugares donde se resumen contenidos de libros que haya escrito alguien muy "entendido" y suficientemente cualificado y reconocido por la comunidad académica internacional, y se opina intelectualmente sobre ciertas cuestiones (siempre teniendo la deferencia de citar a los autores en los que uno se basa para afirmar algo, o a los que uno admira). Todo con tal de no contar nada personal, o de no profanar una "experiencia" intentando narrarla. Con lo cual, paradójicamente, al final son foros dominados por el hemisferio izquierdo, pura intelectualidad y elucubración.... o por personas que solo quieren vender cursos y talleres.

Esto no deja de ser curioso, teniendo en cuenta que lo típico de las tribus donde el chamanismo ha estado bien integrado (y celebrado) por sus miembros, era la narración de experiencias místicas, o de esos sueños especiales que de vez en cuando alguien tenía. Es más: a veces se consideraba incluso un deber contarlo (depende), porque no existía ese concepto tan posesivo de los sueños o las experiencias visionarias. Si alguien tenía una de éstas, se pensaba que era para que la compartiera con la tribu, porque todos se iban a beneficiar de algo así. 
 
Se seguía el mismo razonamiento que el que se aplicaba para rastrear la caza: si uno descubría huellas de una manada de animales, era impensable no hacer partícipes a los demás del hallazgo, para ir a cazar juntos y compartir el resultado de la cacería. Los sueños "especiales", las visiones chamánicas, las experiencias místicas, podían ser vistas como un don para la tribu, ¡no para uno solo!. Incluso aunque estas visiones se enfocaran en uno de sus miembros, se percibía esto como una bendición para todos, porque contar con un individuo capaz de conectar con el mundo espiritual de esa manera especial, era visto como una suerte, una bendición y una riqueza innegable, ya que aquél al que los "espíritus" designaban como interlocutor especial o puente entre el mundo visible e invisible, se esperaba que fuera una ayuda para los demás.  
 
Esta concepción del mundo es muy diferente a la nuestra, y por eso cuesta entenderla o situarse en esos parámetros para comprender cómo era la vivencia chamánica genuina, original.

Pero, como nada enseña mejor qué sienten un chamán y la tribu a la que pertenece que una historia verídica y personal, recomiendo el impresionante libro "Alce Negro habla" de John Neihardt (editorial Olañeta), en el que este viejo hombre medicina de los lakota explicó en su día (año 1932) sus experiencias visionarias, cómo se convirtió en chamán a raíz de una experiencia visionaria que tuvo a los 9 años, y de qué manera su iniciación fue compartida y celebrada por toda la tribu. 
 
Ya situados en tiempos más actuales, recomiendo "Cuervo Loco", de Thomas E. Mails (ediciones Obelisco), en el que otro "hombre medicina" narra con sus propias palabras lo que implica aceptar la llamada o desafío de los espíritus, para él y para su tribu. 
 

Pero a lo que iba. Si lo normal en una tribu era contar las propias experiencias e, incluso, celebrarlas y convertirlas en algo festivo y memorable, entonces no es algo deshonroso ni indigno de un aprendiz de chamán (o chamán ya completo, con todas las letras) hacer lo mismo. ¡Lo que falla no es el deseo de compartir lo que uno ha vivido, sino la ausencia o carencia de una tribu genuina
 
Ahí radica, según lo veo yo, el principal problema de los chamanes vocacionales que surgen como flores espontáneas en el mundo occidental: rara vez nacen en el seno de una tribu afín, lo cual conlleva una serie de conflictos. El mayor, tal vez, es que estamos mentalmente un tanto disociados, ya que partimos (la mayoría) de una sociedad que lleva siglos eligiendo el hemisferio izquierdo y ninguneando al derecho. No estamos acostumbrados a vivir utilizando los dos, ni mucho menos a pensar que ambos sean buenos, útiles e iguales en dignidad y riqueza. 
 
Existe un enorme sufrimiento en el mundo debido a la negación de la perspectiva del hemisferio derecho, y por esa razón, muchas personas que intentan rescatarlo como algo sagrado, se pasan al otro extremo y reniegan del derecho. A fin de cuentas, lo sienten como a un verdugo, o un tirano que ha mantenido reprimidas o "atadas" las potencialidades del hemisferio derecho. ¡Así que cualquier cosa es preferible antes que pactar o dialogar con el verdugo, líbrenos Dios! ¡No se debe hablar con el "mal"...!

Pero las cosas no son así. El verdugo no fue el hemisferio izquierdo, sino nuestra elección de preferirlo a él, sofocando a su hermano gemelo como si fuera una peste o algo inútil. De la misma manera, el sobreuso y abuso del hemisferio derecho y la negación o represión del izquierdo, han provocado (y provocan) también mucho sufrimiento en el mundo, así que muchas personas se agarran a lo racional y desdeñan como fieras todo lo que les suene a "pensamiento mágico", "intuición" o cosas que no se puedan "demostrar científicamente". 
 
Y con razón se sienten así, puesto que ha habido muchas crueldades perpetradas en nombre del hemisferio derecho. La historia de algunas sociedades va dando bandazos de un extremo a otro, por la sencilla razón de que intenta remediar los excesos anteriores. Es como un péndulo: cuanto más lo presionas en una dirección, más se rebota hacia el lado contrario. Los siglos en los que, en nombre de la religión y otras creencias (magia inclusive) se desataron guerras, aberraciones sin cuento y persecuciones de brujas, lógicamente iban a traer el rebote del lado contrario, y ahí está el surgimiento de la Ilustración, que condujo a la Revolución Industrial y a la sociedad tal y como la conocemos hoy. ¡Qué alivio fue, para muchos, dejar atrás el "oscurantismo" de las luchas religiosas, de las imposiciones espirituales, o de la negación de lo razonable!

Pero los que reniegan del hemisferio derecho porque produjo cosas como "guerras religiosas" o sacrificios humanos, también se olvidan o se dejan de ver que el racionalismo no se ha quedado corto en perpetrar barbaridades (léase las represiones y exterminios comunistas), o que los inicios de la ciencia están plagados de crueldades defendidas, precisamente, en nombre de la misma.

Entonces, ¿el problema cuál es? El problema es la elección de "sólo un lado" y el rechazo del contrario. El problema es disociar nuestra mente, y tildar de negativo todo lo que sea del otro bando. El problema es decir que el instinto de conservación, con su egoísmo natural asociado, es malo, o que el ego es un cabronazo al que no hay que dejar vivir. El problema es decir que el mundo es violencia y no hay en él ni armonía, ni compasión, ni Unidad, sino sálvese quien pueda, depredación salvaje y poco más. 
 
El problema es, en definitiva, decir: "Si lo que percibo desde un hemisferio es cierto, entonces lo que se percibe el otro es una ilusión, un espejismo". Medio mundo tilda de ilusorio el mundo que ve el hemisferio izquierdo, y otro medio tilda de espejismo todo lo que cuenta el derecho. Y así nos va.

Existen en el mercado numerosos libros en los que se habla de las experiencias de "Iluminación" o similar, y en muchos se nos aconseja renegar del "ego" (sea lo que sea lo que eso signifique) o de la "mente" (idem) porque se les considera los culpables de todos nuestros males. En fin, si uno lee alguno de estos libros, acaba sintiéndose culpable por pensar algo (lo que sea), porque el consejo viene a ser "funcionar" de manera casi automática, sin dar ni una pizca de energía a la mente con sus elucubraciones, preocupaciones y miedos. La cosa se resume en: "todo es Maya (=ilusión), nada existe, por lo tanto no te comas la cabeza, ni te preocupes por nada. Total, como no es real...¿qué mas da?".

En realidad, si existe algo como la llamada "iluminación", no puede consistir en el menosprecio, amputación o atrofia de medio cerebro, porque esto implicaría que uno continúa sumergido en una visión dualista de la existencia (blanco contra negro, o viceversa). ¿Qué clase de ser iluminado siente la necesidad de atacar una parte de nuestras capacidades, o de negar la validez y dignidad de algo como el lenguaje, que es otra cosa que nos convierte específicamente en humanos? Si la iluminación existe de veras, digo yo que ha de consistir en "la luz", o sea la consciencia de todo el ser, léase del cuerpo entero, incluyendo al cerebro con sus tres partes.


¡Pero ya lo he dicho! Y aquí está la clave, por supuesto: No hay dos partes en nuestro cerebro. ¡Hay tres! La solución para la dualidad no consiste en reducir aún más las opciones (cortarse en dos la masa encefálica y tirar a la basura una, para pasar a tener "un" solo lado del alma) sino en ampliar la visión e integrar la tercera fuerza existente en todo el asunto.  
 
Las guerras entre el mundo izquierdoso y el derechista, pues, tienen una solución obvia, pero ésta no consiste en que gane uno de los dos lados, sino en aúpar al tercero. Y no hace falta inventárselo, porque ya existe, ya está ahí, sólo que nunca reparamos en él. Así que me toca anunciarlo: Señoras, y señores, con todos uds....¡El Puente!

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