viernes, 22 de marzo de 2013

Respetar el no-despertar.

Bueno, lo de vomitar queda muy poco romántico y místico, lo admito. Qué desagradable idea, ¿no?. Uno se imagina el "despertar" al estilo de la típica imagen de Buda, bajo un árbol, en quietud maravillosa, rodeado de animalicos mansos, flores y mariposas, y un suave perfume primaveral envolviendo el ambiente...Y bien, esa es una imagen que nos hemos hecho y que resume (y mucho) una faceta del despertar -no lo niego- pero es que parece que hoy en día casi nadie se atreve a hablar de la otra, de la faceta visceral, tan desagradable y poco glamourosa. Y no será porque los budistas no hayan explicado la dureza que implicó el "despertar" para Buda (o que implica para cualquiera), pero es que actualmente hay toda una corriente pro-despertar que se resume en "la vida es maravillosa, medita todos los días y verás".

A muchos les da cosa decir que se pasa mal en el despertar, no sé si porque nunca han despertado y por lo tanto no se enteran de qué va esto, o porque -prefiero creerlo así-, aún sabiendo algunas cosas, temen decir toda la verdad que han visto, para no asustar al personal. Porque aún creen, muchos, que a la gente hay que convencerla para que se despierte. Que hay que venderles la moto, vamos, y animar a todo el mundo a que "abra los ojos" y se dedique a prácticas espirituales x, etc, porque sólo cuando todos nos demos cuenta de la verdadera realidad del mundo, las cosas cambiarán para bien.

Bueno, pues lo siento, pero no estoy de acuerdo. Es decir, sí concuerdo en afirmar que "en general" es mejor saber que no saber, y ver que no ver. Pero cuando hablamos en términos prácticos y realistas, nos encontramos con que, en ocasiones, es necesario para alguien no enterarse de todo lo que sucede, sobretodo si existen en ese todo realidades muy duras o desagradables. 

Oh, sí, ya oigo las prostestas: ¿Cómo puedo estar diciendo algo así? ¿Acaso estoy defendiendo la inconsciencia, es que quiero un mundo de borregos atontados? Pues no, pero vayamos a lo práctico, a lo real: el mecanismo de disociación mental y de negación de lo horrible existe porque lo necesitamos. Es un mecanismo, de hecho, de supervivencia psíquica, para no enloquecer o suicidarse directamente cuando algo nos supera, porque no nos gusta, o porque nos sentimos demasiado amenazados por ello, pero a pesar de todo no sabemos cómo eliminarlo, remediarlo o contrarrestarlo. (Existen estudios que aseguran que, en situaciones muy duras, se suicida mucha gente si piensa que no tiene salida, pero si se les ofrece una vía de escape, aunque ésta implique retos dificílisimos, el ser se enfoca en escapar, y es mucho más probable que sobreviva. Porque ningún organismo vivo tolera la falta de esperanza, o ver todas las puertas cerradas mientras está a merced de algo superior a sus fuerzas)

       (Arriba. imagen de Sandra Bierman)

Es decir, hablando en términos psiquiátricos y científicos, y por poner un ejemplo, si durante la vivencia de una guerra o de malos tratos brutales, los niños no pudieran "negar" en su mente ciertas realidades horribles, probablemente no sobrevivirían. Porque es muy duro, inasumible, sentirte impotente para evitar algo tan horroroso, y un niño realmente es impotente ante los adultos, sobretodo si hablamos de una situación de tragedia colectiva. Así que la mente, muy sabia ella, ¡zas! desconecta ciertos circuitos o hace lo que sea necesario para "borrar" temporalmente de la consciencia ciertas cosas inasumibles, y de esa manera el resto del ser -aunque menguado, o cojo- sigue adelante. Que algo es algo, porque mira, mientras hay vida hay esperanza. 

Entonces, y si más adelante la situación mejora y esa persona encuentra ayuda, sostén, etc, podrá afrontar la realidad que su consciencia quiso olvidar, para sanar su trauma y pasar página. Pero si no se dan esas condiciones de mejora del entorno, ese apoyo o ese sostén emocional, no sólo será inútil zarandear a esa persona para que despierte: es que además podría resultar perjudicial.

Porque ¿qué es el despertar? ¿Qué significa realmente despertar, sino abrir los ojos y darse cuenta de la realidad en la que uno está metido? Y vamos a ver, ¿no es cierto que en esta realidad existen cosas desagradables mezcladas con las agradables? ¿No es cierto que llevamos, como humanidad, milenios intentando salir de patrones de sufrimiento, sin haberlo conseguido, al menos colectivamente, salvo en contados casos? Por lo tanto ha de existir algo muy gordo que, como sociedad, se nos pasa por alto. No nos estamos dando cuenta de algo, es así de simple, o de otro modo ya habríamos despertado, ya estaríamos armonizados, sin guerras, etc.


(Arriba, imagen de la cría de humanos en la peli "Matrix")

El mecanismo natural de la disociación y negación de la parte más desagradable de lo real, también se parece (salvando las distancias) a lo que les sucede a los que están en coma. En este caso, es su cuerpo quien ha sufrido un revés o golpe "inasumible" y, para evitar sufrimiento innecesario, la mente se queda en estado inconsciente, mientras se intenta reparar el cuerpo. Algunos enfermos superan el coma, pero otros no, en parte dependiendo de la gravedad y naturaleza de las heridas. Y aunque este proceso de despertar de un coma sigue siendo misterioso en algunos casos, en general sí se cumple la tendencia de que, cuanto más se cura el cuerpo, más probable es que la "persona" despierte.

Según he aprendido, nuestra consciencia funciona de manera similar para todo, inclusive en términos "espirituales". Así que lo siento, pero reniego del proselitismo, es decir, de pretender que todo el mundo despierte. Y no creo ser la única: la mayor parte de los chamanes tradicionales, los "de siempre", los antiguos, eran totalmente reacios a "animar" a nadie a adentrarse en el camino de la percepción acrecentada de la realidad. 

¿Por qué? Porque no siempre estaba en sus manos (ni en su conocimiento personal) saber si esa persona podría o no podría afrontar el "plato de realidad" que afronta un chamán cuando va "percibiendo" lo que se oculta tras la fachada de algunas cosas. Tradicionalmente se ha considerado, pues, que el acercamiento al camino chamánico no es algo que uno pueda forzar o buscar, ni mucho menos por simple curiosidad, sino que ha de salir de dentro, del propio potencial de esa persona. Hablando en términos chamánicos, y salvo que se heredara esa "facultad", no eran las personas de una comunidad las que elegían a los futuros chamanes, sino "los espíritus". Desde "el Más Allá" se señalaba a los candidatos, porque en la cosmovisión chamánica ese Más Allá sabía muchas más cosas que nuestro Más Acá.

Hay otros caminos, claro está, y algunos ofrecen otros modelos de "despertar" (como la imagen del Buda sentado en un escenario primoroso) Pero ni siquiera en estos casos deberíamos engañarnos. Recuérdese lo que le sucedió a Avalokitesvara, que sufrió tanto viendo las múltiples necesidades y sufrimientos de los seres, que se le rompió la cabeza en pedazos, y menudo lío. Tuvo que ser "reparado", asistido por el mundo espiritual, y así fue como le "dieron" once cabezas y todos esos brazos (a veces le llaman "el de los mil brazos"), todo para que pudiera ayudar a la humanidad sufriente sin volverse majara o desintegrarse mentalmente en el intento.

         (Arriba, Avalokitesvara con sus once cabezas y sus "mil" brazos, ayudando a la humanidad)

Esta leyenda nos enseña que despertar a "lo real" no es tan sencillo, sobretodo si estamos dispuestos a "ver" la verdad de cómo vive el ser humano. Existen cosas suficientemente enormes como para hacer que a alguien le reviente la cabeza por el impacto ante el sufrimiento percibido y la sensación de impotencia ante la magnitud de éste. Así que, sin un apoyo suficiente, sin un sostén adecuado (ya sea del Más Allá o del Más Acá) es un poco loco y hasta suicida intentar abrir los ojos a según qué. Por la misma regla de tres, también es injusto, cruel e insensato intentar abrirle los ojos a la fuerza a quien no quiere ver, o no está preparado para hacerlo. 

¿Y cómo sabemos si alguien está preparado, apoyado y suficientemente sostenido para despertar a una realidad dura? Pues no lo sabemos, ésa es la cuestión. Nuestra pequeña personalidad no puede saberlo, por lo tanto sólo nos queda un camino: respetar lo que el otro elige para sí mismo. Lo cual nos lleva a aceptar (sin juzgar, criticar o maldecir) que, si cienmil personas eligen no despertar, o huyen espantadas de tí cuando sugieres que hay algo doloroso o malo asomando tras una apariencia bonita, es lo que tiene que ser, y amén.

Por la misma regla de tres, tampoco es justo negarse a dar cierto conocimiento a quien lo pide de manera reiterada y honesta porque, aunque nos parezca que no va a poder asumir ciertas cosas, realmente ¿qué sabemos nosotros de su interior, sus capacidades, su fuerza, su sostén? Muy poco. Con lo cual, salvo casos extremos en los que veamos, qué se yo, que alguien está claramente desequilibrado y, más que asomarse al mundo de la percepción, necesita un buen médico, no deberíamos cerrarle la puerta y responder a sus preguntas con honestidad (si es que conocemos las respuestas, que esa ya es otra cuestión)

***

He vivido momentos de "despertar" a ciertas realidades muy, pero que muy duras, y aunque "los espíritus" me han pedido que hable de ellas, también han añadido: "Pero será difícil, llevará su tiempo". Porque es obvio que no puedo meterle con cucharadas esa "sopa" tan especiada y explosiva a quien no quiere comer, o a quien prefiere otra clase de comidas más light y suavecitas. 

Así que escribir libros (o blogs, en su defecto) es un modo de poner a disposición del público ciertas cosas, sin presionar y sin hacer proselitismo. Yo me limito a escribir y publicar lo que he vivido u oído. Soy como una emisora que retransmite contenidos que le llegan. Algunos ni siquiera los comparto del todo, pero los retransmito de todos modos para ser fiel a mi vocación mensajera. Y en fin, luego la gente que haga lo que quiera. Quien guste, que lea, y quien no, que siga su camino y en paz.

Pero a pesar de todo, hay cosas que no es posible transmitirlas escribiendo. Hay umbrales y despertares que nadie puede enseñar, ni fomentar, ni incentivar en los demás. Porque no dependen, para nada, de la propia voluntad, ni de ningún aprendizaje pre establecido, ni de seguir ningún método en especial. Son umbrales de percepción que se cruzan, tal vez, sólo cuando nuestro ser ha madurado y se ha desarrollado de manera natural, si acaso sabemos lo que significa natural. Es un tipo de "despertar" similar al crecimiento de un niño: no está en manos de nadie despertar sus hormonas, la adolescencia ya lo hará de manera natural, y junto con ese "despertar" físico llegarán otros despertares y desarrollos internos, inclusive algunos a los que llamamos "espirituales".

Así que yo, que sólo he vivido despertares parciales tanto del tipo "a" (salir de un coma por heridas, o sanar una pequeña disociación o negación sombría) como del tipo "b" (creces y es como si te salieran ramas que llegan al sol, o alas, etc, sin que hayas hecho nada para que te sucediera, y eso te aporta una perspectiva nueva de las cosas), me puedo imaginar lo que es seguir en escala ascendente de ésto, y me baso en lo que he vivido para decir: no, no se debe presionar a nadie para que "despierte". 

Todo lo más que podemos hacer es apoyarnos mutuamente, intentar ayudar a los demás o siquiera mejorar nuestras relaciones, para que, desde ese sostén y cariño mutuos, la parte de nuestro ser que sigue dormida, en su "coma" particular, o disociada, decida que ya es seguro para ella "volver", emerger en la consciencia y expresar su verdad. Y todo esto, claro, se contradice con sentir rabia o fastidio hacia los que no están tan "despiertos" como nosotros.

A la luz de esta verdad sobre el funcionamiento de la mente humana, actitudes como la de Jesús, que en plena muerte torturada, decía "perdónales, porque no saben lo que hacen", se entienden perfectamente. Jesús no lo dijo por decir, ni porque fuera gilipollas de tan bueno. Está claro, para mí, que "algo sabía". Y desde su saber, veía como algo lógico lo que le estaba sucediendo, pero también veía que maldecir a sus perseguidores hubiera sido lo más contraproducente para el futuro e hipotético despertar global. Porque si algo necesita quien "duerme" todavía y es dominado por las sombras, es compasión y no ser mal juzgado. A un comatoso no lo despiertas a bofetadas, lo siento. A un loco en plena crisis agresiva tampoco lo vas a curar golpeándolo, y a un maltratador no lo vas a hacer ver la verdad a copia de bofetadas, escarnios y venganzas. Solo lo reforzarás más. 

Es difícil asumir esto, claro. Y, de hecho, en ocasiones puntuales nos vemos obligados a defendernos de las agresiones de no-despiertos. Es necesario y justo hacerlo así. Pero desde un punto de vista estrictamente espiritual y "conocedor" de la realidad del ser, las cosas son como son y la curación -y despertar- requiere lo que requiere. 

Así que no es el proselitismo lo que salvará al mundo, ni tampoco una guerra contra los dormidos. Será la aceptación, la escucha, el acoger a los que "dañan", en espacios donde sea seguro hacerlo. Porque, recordémoslo, sólo cuando un ser dañado se siente por fin no amenazado, amado y sostenido, puede sacar a colación sus heridas, sus traumas, expresarlos y resolverlos. Y eso será su primer despertar, su primer renacer.

¡Pero qué difícil va a ser esto...! Yo soy la primera a la que le cuesta, y a veces me pueden la impaciencia o el resentimiento. Sólo me frenan las "voces" de mis Guías, mostrándome una y otra vez el mecanismo inalterable de la mente, la realidad al desnudo: "Las cosas son así, ¿no lo ves? A tí la humanidad te parece complicada, pero para nuestros ojos, es de lo más simple que hay: Lo único que curará al mundo, y por lo tanto lo podrá despertar, es el amor".

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