sábado, 9 de marzo de 2013

El remolino de la bañera. (Ishi, el último de su tribu)




Estamos en tiempos muy revueltos. Puede que esta etapa pase, como pasan todas las etapas históricas, pero ya nada será nunca "como antes". La biosfera (es decir, la capa de Tierra que contiene a los seres vivos) está en estado de emergencia, porque a causa de una sobre explotación de sus recursos y de una penosa "gestión de los paisajes y entornos" (como le gusta decir a la gente entendida de mi sociedad), muchas especies animales se están extinguiendo, inclusive (tal vez) la humana. 

Bien, no estoy segura de que nos vayamos a extinguir, pero lo que veo clarísimo es que vamos a ser diezmados en el estricto sentido de la palabra. Uno de cada diez. No parece que esto vaya a suceder a corto plazo, pero sí a copia de un siglo, o dos... Aunque detuviéramos las industrias contaminantes ahora mismo, hay procesos de destrucción, como los generados por los residuos radioactivos, que ya no tienen vuelta atrás y se prolongarán durante milenios, que se dice pronto. En fin, que no quiero deprimir a nadie, pero se auguran tiempos difíciles.

Si alguien se pregunta qué tiene que decir a esto mi vena "canalizadora" diré que lo que dicen mis Guías es exactamente lo mismo. Es más, ya hace años que las consciencias a las que llamo Maestros Arbóreos me advirtieron que muchos procesos no tenían vuelta atrás y que ciertas destrucciones ya no había modo de impedirlas, lo cual nos abocaba a una especie de gigantesco vórtice de "energías" y acontecimientos en el cual íbamos a ser aspirados y arrastrados, como si fuéramos un trocito de hierba siendo engullida por el remolino de un desagüe enorme.

La imagen visual del remolino de agua tragándoselo todo y los seres humanos pasando por esa...hum...experiencia, se me quedó grabada en la mente. Ellos lo compararon con una bañera: nuestra zona de seguridad mental, nuestras ideas, nuestra percepción, nos han situado como en una bañera artificial donde creíamos tenerlo todo controlado y a salvo. Pero nuestros actos inconscientes han roído el tapón del desagüe (aunque además un tapón artificial nunca sería eterno) y ahora todo se iba al carajo. Progresivamente, claro. 

Pero atención: lo que se va al carajo es "nuestra" bañera, no la Tierra en sí. La Tierra sobrevivirá, aunque quedará muy tocada. Existen posibilidades de que la raza humana sobreviva durante un tiempo (o sea, aún no es el fin del mundo), sólo que no será posible vivir como hasta ahora y, en el impasse, vendrán tiempos duros para todos.

El consejo de los Maestros Arbóreos fue, en su día, aprender lo relativo a las semillas y preservarlas para el futuro. Esto hay que interpretarlo en muchos niveles, no sólo en el físico (por cierto, preservar semillas físicas es algo que muchas personas ya están haciendo) También nuestro saber y nuestra consciencia puede ser conservada y preservada como una semilla que se lega a las futuras generaciones, para que recuerden cómo sucedió todo, qué errores cometimos, pero también qué ideas, actitudes y realidades merece la pena preservar y tener como referente. Somos riqueza, y esta riqueza podemos transferirla hacia el futuro, sea éste como sea.

Por último, hay otra manera de entender lo que significa "preservar las semillas", y se trata de cuidar a nuestros hijos y asegurarse de que lleguen "bien" al futuro, aunque éste nos resulte a nosotros desolador, si lo comparamos con el pasado que conocimos. Ellos no podrán comparar, por lo tanto, mejor sería no retransmitirles la idea de que van a vivir una realidad que se reduce como un embudo, sino dejar que su deseo de vivir, eso tan innato en todos los niños, fluya libremente y se imponga, suceda lo que suceda. Mientras hay vida, hay esperanza: ¡No seguemos la esperanza de nuestras semillas de futuro, de nuestros niños! ¿Qué sabemos acerca de su potencial y de lo que podrán vivir...? Tampoco hay que ocultarles la verdad, pero hay que saber decir las cosas sin retransmitir nuestra sensación de fracaso, o nuestras neuras particulares.

En fin, cuando los Maestros Arbóreos me contaron esto, corría el año 2006 y yo estaba muy lejos de imaginarme esta crisis, ni de tener idea de que ya muchos científicos estaban advirtiendo de que los recursos planetarios eran finitos, y algunos, como el petróleo y otros minerales, tocaban techo, lo cual provocaría una serie de crisis en cascada, etc. Estos temas, para mí, incluso hoy son aún muy complicados, así que realmente no puedo opinar sobre ellos, pero sí constatar que las voces de estas personas coinciden exactamente (o casi) con las de los Maestros Arbóreos y su profecía sobre el "desagüe de nuestra bañera".

Pero decía que, aquel día que escuché a los Maestros Arbóreos, no podía creerme tan terrible noticia. Es decir, la tomé en consideración porque me fiaba mucho de Ellos y su sabiduría, pero me costaba imaginarme qué podría llegar a suceder, si todo parecía ir tan bien y no se veía ningún nubarrón en el horizonte. Siete años después empiezo a entenderlo. 

De hecho, como ahora también tengo un hijo pequeño al que cuidar, recuerdo muy a menudo aquello de "preservar las semillas" y para tomar muchas de mis decisiones, sino todas, me devano los sesos intentando saber qué opción será mejor para preservar la integridad y los potenciales de mi hijo "en el futuro", y no sólo pienso en el presente. Lo cual, sinceramente, aún me resulta una ecuación muy difícil de resolver, porque con la crisis las cosas se han complicado mucho y muchas estrategias de supervivencia material que hasta el momento parecían funcionar, han dejado de hacerlo, y además la crisis también genera una especie de endurecimiento social, de restricción de libertades. Toca pensarlo todo cuidadosamente, y esto lleva su tiempo.

Tal y como sucede con las parábolas dadas por Lo Sagrado, la metáfora de la bañera vaciándose es "eterna" o intemporal y me sigue enseñando mucho. Las semillas pueden pasar por el desagüe, pero realidades muy complejas, no. La imagen es explícita: sólo resumiendo o simplificando mucho podremos atravesar ese umbral entre realidades hacia el que corremos a toda velocidad. Aplicado a las estructuras sociales, por ejemplo, está claro que los grupos muy grandes y muy sofisticados se romperán, porque las fuerzas del remolino son como una gigantesca trituradora. Y si no lo hacen será peor, porque esa gran estructura quedará atascada en el agujerito del desagüe. 

Y ¿qué pasa con un desagüe? Pues que si pasas rápidamente por él, te ahorras sufrimiento y hasta puedes sobrevivir. Será como pasar por la abertura del nacimiento carnal: hay una etapa de mucho movimiento y caos, luego un umbral estrechito y algo duro de atravesar, pero al otro lado está la "otra realidad", donde podrás respirar. Pero si te atascas en el agujero... hummm... eso no es nada recomendable. Ahí es cuando sufres mucho y te ahogas.

Por lo tanto, sólo los grupos humanos pequeños, que se hayan desprendido de su apego por la antigua bañera y su organización y modelo de vida, podrán atravesar el desagüe. Se impone la simplificación, pero también la búsqueda de estar reunidos en base a cosas realmente sólidas. 

También se impone desprenderse cuanto antes de lo que nos deja agarrados a la bañera, o peleando contra el remolino. Si te quedas adherido a las paredes de la bañera, te quedarás seco y sin vida, porque al cabo de un tiempo el agua ya no estará allí (y el agua de esta imagen simboliza la vida) Y si luchas contra el remolino... Qué tontería ¿no? ¿Puede una mota de materia detener algo tan enorme? Habrá quien intente por todos los medios taponar la bañera de nuevo, pero me temo que eso no será posible, porque lo que causa ese destaponamiento es precisamente el deterioro (irreversible a corto plazo) de  la "materia" que tapa el desagüe.

En fin, esta es mi visión de futuro, la visión que "los espíritus" me han dado. Todos los chamanes tienen la suya, y a veces hasta no coinciden. Pero yo os invito a buscar la vuestra, porque las imágenes o señales que cada uno puede percibir son diferentes, por lo menos en las formas, y se adaptan mejor a la comprensión de cada uno. Cada uno debe vivir su sueño.

Recuerdo ahora el sueño que tuvo el indio Ishi (de los yahi de California) el último de su tribu, narrado en el precioso libro "Ishi" de Theodora Kroeber (altamente recomendable) 

Ishi entrevió en un sueño especial, o inspirado, su futuro a largo plazo. En su día el sueño le pareció muy enigmático, pues estaba muy lejos de saber que el hombre blanco había llegado a tierras americanas y que los indios iban a ser no solamente diezmados, sino "centesimados" o algo peor. Pero Ishi recordó siempre su sueño porque sabía que venía del "Gran Espíritu", y este sueño lo guió en los momentos duros, ayudándole a vivir lo que le tocó vivir.

La moraleja es que El Espíritu no concede "sueños" o visiones de futuros porque sí, para pasar el rato. Lo hace para ayudarnos a vivir con consciencia y plenitud lo que va a constituir nuestro futuro, sea éste como sea. Pero no es que nuestro destino esté trazado de antemano al cien por cien, pero sí ciertas tendencias generales que, desde la Gran Perspectiva del Mundo del Espíritu, son perfectamente visibles. 

En el caso de Ishi, él no sabía que el hombre blanco ya estaba conquistando América, pero el Gran Espíritu sí, porque es como el águila que sobrevuela los paisajes y se entera de cosas que la consciencia vulgar del ser humano, metida en su rinconcito de allá abajo, no sabe ver todavía. Así, el Águila del Espíritu sabía que el destino de Ishi y de su pequeña tribu estaba sentenciado, y consistía en extinguirse, porque el hombre blanco no iba a marcharse, sino al contrario. Y dada su manera de "relacionarse" con los indios, era casi una cuestión de 2 x 2 = 4,  que iba a extinguir a la mayoría, adueñándose de ese continente de manera imparable. Era una predicción fácil, tal como lo es augurar que, si te acabas de infectar de amebas al beber agua contaminada, enfermarás.

Entonces ¿qué hizo el Gran Espíritu? Darle un sueño poderoso de supervivencia a uno de los miembros de la tribu, para que tuviera esperanza y para que encontrara fuerzas en su interior en los momentos duros. Con todo esto, Ishi logró cruzar el umbral de aquel cambio sin morirse de depresión, y, lo que es más importante, logró transferir al hombre blanco "semillas" de la conciencia del saber de su tribu, o parte de su legado de conocimiento. Y dio testimonio de cómo era la sencilla vida de su tribu, hasta que llegó la invasión.

Y esto es algo de mucho valor en el mundo espiritual. Para los Maestros Arbóreos, la transmisión de consciencia lo es casi todo. Para Ellos, no existe una muerte "buena" si no se transmite el propio legado de energía y conocimiento a otras personas o seres. Las semillas que dejes atrás posibilitarán el renacimiento, en la Tierra, de otras formas de vida que integren parte de ese saber. De manera que todo lo que uno vive, y todo el legado y conocimiento de cada grupo o colectivo, encuentra un sentido al entregarse como herencia para el futuro. 

En eso consiste el Servicio a la Vida, en parte. La cosa no trata tan sólo de lo que nosotros logremos vivir en nuestro corto espacio de vida, sino de lo que la especie consiga vivir, en parte gracias a nuestros actos. 

Muchas personas aún creen que el sentido de la vida está en lo que ellas vivan individualmente, pero no lo veo exactamente así. Se trata de lo que la Vida logre realizar y culminar gracias a todos, y ahí es donde podemos ser una parte activa y beneficiosa, o un lastre para los demás.

(Ishi y el antropólogo Alfred Kroeber)

¿Quién sabe lo que viviremos? En todo caso, creo que lo mejor es prepararse para el cambio, no luchar contra el remolino y... cuando llegue el momento, soltarse de todo y cruzar...



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