lunes, 11 de marzo de 2013

El buen "mal" y su plan de salvación.

(Pintura de Miguel Tió)

(Continuación del post anterior sobre la "santa" tecnología que nos ha de salvar)

Pero no debemos preocuparnos (ironía), porque se va a hacer lo posible para no perder todo lo que hemos "logrado" como especie. Es decir, según la ideología que afirma que nuestros logros equivalen a nuestra ciencia y tecnología ("¡Mirad adónde hemos llegado! ¡Somos grandes!"), eso es im-perdible. Suena blasfemo decir que tal vez haya que renunciar a ello, o siquiera a una pequeña parte de ese "pack", porque, como ya he dicho, hacerlo equivale, en nuestras mentes subconscientes, a renegar de Dios o decir que éste es malo y vamos a llevarle la contraria. "No, la tecnología que conocemos, nuestros artefactos y cachivaches no constituyen un problema en sí- predica la nueva religión- En todo caso el problema es el uso que se hace de los mismos".

Bien, yo también creía eso hasta que me leí "En Ausencia de lo Sagrado" de Jerry Mander (edit.Olañeta) y algo hizo "clic" en mi bien programada cabeza, destruyendo parte de este sutil programa mental que me conducía a esperar, como todos, que "algo inventarían los científicos para arreglar el mundo". El problema de nuestros artefactos, de la tecnología que conocemos (porque ha habido otras no dañinas, y en esencia es tecnología -beneficiosa- hasta el acto de hacer un pan o moldear una vasija de barro) empieza por lo que se necesita para confeccionar todos esos objetos de los que nos rodeamos. 

 Y es que si para tener todos los "adelantos", todos los "logros", necesitamos una minería terrorífica que deja zonas de la tierra totalmente ko, pisoteando el derecho de muchos pueblos a vivir en tierras limpias de tóxicos; si necesitamos una industria igualmente contaminante; si precisamos de unos medios de transporte que son tres cuartos de lo mismo; y finalmente, y para remate, esta cacharrería no se desintegra ni a la de tres, y se convierte en una basura tóxica e indigerible para la Tierra, ¿Dónde está su bondad, y de qué logros hablamos exactamente? Puede que tú hayas disfrutado un buen rato con todo esto, pero ¿disfruta el planeta con ello? ¿Disfrutarán tus hijos -si los tienes- en un entorno contaminado? A corto plazo tenemos un aumento de "cierto" bienestar físico, ya que estos inventos nos procupran aceleración, inmediatez (eso de conseguir casi instantáneamente un deseo es muy vicioso), comodidad, y en definitiva una creciente sensación de ser poderosos, de poder controlar las cosas, de dirigir el mundo, literalmente, "apretando un botón". ¡Uau! Pero después...

Sea como sea, el discurso de Jerry Mander -y de otros como él- es prácticamente desconocido para la inmensa mayoría de las personas. Y no me extraña que no pueda calar mucho, porque atenta contra nuestras más firmes creencias. LLevamos más de un siglo afirmándonos en esta dirección. Muchos de nuestros abuelos ya claudicaron en su día, y aconsejaron a sus hijos ir a ganarse la vida en las ciudades, alejarse del "estrecho y miserable mundo rural". 

En el caso de Europa, de hecho, hace mucho más que siglos que la consciencia rural ha perdido su luz, su sabiduría, su sensación de ser digna, poderosa y sagrada. Tal vez desde que la palabra "pagano" empezó a ser utilizada como algo peyorativo. Pues para quien no lo sepa, diré que pagano significa en latín, literalmente "habitante de los pueblos o zonas del campo". Los romanos llamaban paganos a las gentes del campo, y luego los cristianos, al subirse al carro del Imperio Romano, asumieron el vocablo, sólo que en ese caso lo tiñeron de connotaciones religiosas y entonces pagano pasó a significar algo así como idólatra, adorador de dioses falsos, o en definitiva "no cristiano". Pero no voy a echar la culpa a los cristianos de la pérdida de la sacralidad en el mundo pagano, porque es anterior. Para cuando llegaron los cristianos, Roma ya llevaba mucho tiempo haciendo de las suyas, y había triturado a muchas tribus autóctonas de las tierras que hoy llamamos Europa. Claro que también los romanos eran autóctonos, sólo que procedían de un pequeño rincón de la hoy llamada Italia. (La pregunta clave es: ¿Qué les hizo pasar de ser una tribu de pastores a convertirse en un Imperio de vocación conquistadora?)

Pero en fin, a lo que iba: que no cunda el pánico (ironía) La humanidad difícilmente perderá sus "logros" porque hay consenso en las élites de poder. Su discurso podría resumirse así: "¡Hay que salvar al mundo civilizado! ¡No se puede permitir un retorno a la barbarie y el salvajismo, por el amor de Dios! ¿Cómo vamos a renunciar a la tecnología médica, que salva tantas vidas y que nos permite tener una expectativa de vida tan larga? ¿Veremos sufrir y morir a nuestros hijos por falta de vacunas, tratamientos hospitalarios, etcétera? ¡NO! ¡Nunca! ¿Y vamos a permitir que San Internet desaparezca, cuando nos ha hecho volvernos más sabios, más conscientes, más comunicados? ¡NO!"

Estas élites no son idiotas. Si algo tienen aparte de dinero a espuertas, es información. La relación entre ambas cosas es o debería ser obvia, puesto que sin información, hoy en día, no puedes ganar tanto dinero. Es así de simple. Por lo tanto, hemos de asumir una cosa: quien más pasta gana (no digo el que ya la tiene acumulada o heredada, sino el que la gana hoy y la sigue ganando mañana) es porque está muy enterado de lo que se cuece globalmente. Y, puestos a asumir esta obviedad, ¿cómo podríamos pensar que las élites que más cortan el bacalao no estuvieran enteradas de la crisis energética o el cambio climático? Pues nada, que lo están. Que lo saben. Y que, como buenos y previsores negociantes, ya tienen sus planes hechos para salvar su culo, léase el modo de vida tecnológico actual. ¡Faltaría más!

Ya hablaré como chamana otro día, porque visto desde el hemisferio derecho, este asunto también tiene su miga, pero hoy seguiré con el hemisferio izquierdo y la apelación a la preclara razón (Oh, Fray Guillermo, que a través de la novela "El Nombre de la Rosa" guías mis intentos de ver la luz en todo esto, ayúdame) Y la razón me dice que hay que aplicar los métodos de la astronomía para detectar las realidades ocultas en nuestra sociedad, en nuestro civilizado mundo. 

¿Y qué hacen los astrónomos? Son detectives del inmenso espacio, y logran deducir, por ejemplo, la existencia de cuerpos o elementos que nunca han visto, todo gracias al estudio comparado de diversas mediciones. Muchos cuerpos celestes se han detectado antes por los efectos o alteraciones que producen en las mediciones, que por la técnica visual. Ver, lo que se dice ver, hay cosas que ni siquiera se verán jamás (como un agujero negro) pero se sabe que están ahí porque, como ya decía Jesucristo: "Por sus frutos los conoceréis". Los detectives del espacio captan las huellas, como el buen Fray Guillermo en "El Nombre de la Rosa" y, si son suficientemente astutos, sabrán lo que hay ahí antes de haberlo visto. También los indios de América eran maravillosos y eficaces rastreadores de huellas. A nosotros, burdos urbanitas que no distinguimos al rastro de una paloma del de un gorrión, nos parece cosa de magia, pero para el que sabe, la cosa está clara y de mágica no tiene nada.

Bien, pues aplicando el asunto detectivesco-astronómico a nuestra situación global, deberíamos saber ya lo que harán las élites. Pongámonos en su piel y hagámoslo desde su ideología, desde su religión económica/científico/tecnológica. Está claro que no van a querer perder su status, ni sus comodidades. Y si, además de querer seguir ganando mucho dinero, son adictos a la tecnología que les brinda el pack de velocidad/comodidad/dinero/poder (y nada nos hace sospechar que hayan escapado a cierto grado de adicción, como el común de los mortales) entonces se debatirán como yonquis por sus dosis. ¡A muerte! Solo que hablamos de yonquis elegantes, y cargados de medios para desviar el curso de los acontecimientos y hacer caer a las cartas de su lado sin que lo parezca. ¿Qué pensarán, entonces? ¿Cuál será la siguiente deducción en su organigrama mental, una vez que sepan que NO es sostenible la industria y la tecnología actual, ni va a ser posible sostener el elevadísimo consumo energético al que la humanidad se está acostumbrando?

O sea, si no quieren perder los "logros" de la humanidad, si no quieren renunciar a los medios tecnológicos actuales para no cambiar su modo de vida e, incluso, aspiran a inventar cosas mucho más sofisticadas aún, que "faciliten" más las cosas al ser humano (por su bien, por supuesto, siempre por su bien) pero matemáticamente es imposible lograr esto porque los recursos de la Tierra necesarios para sostenerlo se están consumiendo, y además, aunque no se consumieran, nunca alcanzarían para que todo el mundo tuviera esos "adelantos" (recordemos la clásica afirmación de que si todos los chinos quisieran tener un vehículo, sería insostenible). ¿Cuál es la solución? ¿Cómo lograr salvar su culo, lo cual implica preservar "la civilización", y al mismo tiempo no perecer todos envueltos en un caos biosférico espectacular? ¿No lo adivináis? ¡Es tan simple...! Se trata, sencillamente, de reducir la población mundial. Y mucho.

Su discurso, propio de salvadores, mecenas y demás, seguramente se parece a éste: "Sabemos que será doloroso para mucha gente quedarse fuera del sistema y morir, pero ¿hay otra alternativa? ¿Qué es mejor, perder la civilización y con ella nuestros logros como ser humano, viéndonos abocados todos a la miserable vida de los salvajes en cuevas y con taparrabos, o que mueran unos cuantos? Es un sacrificio, de acuerdo, pero es algo que se necesita realizar por el bien de la humanidad. Sólo así podremos seguir adelante con nuestro "plan evolutivo", realizar esos logros mayores que estamos a punto de alcanzar, superar nuestros límites y, en definitiva, dar una vida decente a nuestros hijos".

Claro que, para que las cuentas les cuadren, la cantidad de humanos que "sobramos" (¡Ups, yo ya me he incluído en el pack de prescindibles!) es ...hum...una enormidad. No soy matemática, y se me da fatal contar, pero igual se necesita diezmar a la humanidad (O sea, que sobreviva 1 de cada 10). O centesimarla. Lo cual implica una labor ingente, lenta y disimulada, porque claro, las élites estarán pensando: "¿Aceptarán tantos seres humanos ser "despedidos" en masa de la Gran Empresa Civilizada, como trabajadores a los que se les da una patada en el culo y fuera? No, claro. Si se dan cuenta de que "nos sobran", se sublevarán y eso supondrá una pérdida de tiempo y energías. No es que temamos que ganen ellos, porque no tienen ninguna posibilidad, pero nos pueden hacer perder un dinero y una energía que, hoy por hoy, es preciosa. Debemos ser eficaces."

Así que no pasa nada. Lo más probable es que San Internet siga existiendo, y que incluso llegue a mutar dando a lugar algo distnto y nuevo, que entusiasme aún más a la población, a su debido tiempo. Porque además, internet es como el "pan y circo" de los emperadores romanos. Cuanto más enganchada esté la gente al "ocio" y a la red, menos se moverá de sus casas, ¡aunque nos parezca lo contrario! Internet es como las drogas alucinógenas de los hippies en los años 60-70. Parecía que gracias a ellas iban a cambiar el mundo, pero mira tú lo que pasó. Nada. Absolutamente nada. Es más: muchos idealistas bien intencionados acabaron colgados de otras drogas peores que llegaron después, y el inmenso impulso de cambio de aquellos años se diluyó en proyectos que, en su mayoría, naufragaron o no dejaron grandes huellas. ¿Dónde están los hijos de aquellos hippies? ¿Han cambiado a la humanidad, han hecho la revolución? Pues no, y de hecho muchos se han subido al carro del dólar, como tantos otros. 

Donde entra la droga, se acaban las fuerzas de cambiar nada, aunque en un primer momento la adicción, como sucede con los efectos de la cocaína, te suscite la sensación de que gracias a eso vas a ser la ostia, y vas a lograr no se qué. Así que a las élites les interesa muchísimo preservar a San Internet, no sólo porque lo utilizan personalmente para sus negocios, sino porque es útil como arma de control mental, ya que frena el descontento de la población. Cuanto más enganchada esté la gente a lo virtual, mejor. Más sedados estarán y menos deseos tendrán de cambiar su existencia cotidiana. No les hará falta irse al campo y exigir un entorno saludable, porque la tecnología sedante les calmará, la realidad virtual les permitirá disfrutar "a distancia" de muchas cosas o creerse que por el hecho de vomitar en la red su frustración ya estarán haciendo algo para cambiar las cosas. Y si logran que acabemos como en "Matrix", todos enchufados de manera permanente, pues mejor. Para las élites sería lo ideal.

En fin, que su plan es que sigan existiendo las ciudades, y la gente civilizada pueda dar una vida "digna" a sus hijos, con todos los adelantos médicos y muchos más que se van a alcanzar, porque no quieren renunciar a los actuales logros técnicos. Sólo que, en esta inmensa criba planetaria, muchos se quedarán fuera. Pero no quiero decir necesariamente "marginados" o viviendo en la pobreza, o como salvajes. Sino que quiero decir muertos. Lo ideal, el ideal de las élites, es que muera mucha gente, porque es la manera más "limpia" de reordenarlo todo, mientras que contar con enormes "bolsas de pobreza" en medio planeta siempre es un incordio. 

Piensan ellos: "Esa gente exigirá derechos, alguno habrá que concederles para que no parezcamos tan despiadados, y todo ello supone un lastre. Así que mejor que mueran cuantos más, mejor, y con el resto de pobres ya lidiaremos. Siempre que sean una cantidad manejable, no habrá menor problema. Podríamos hacer hasta algo así como "reservas", como se narra en la novela "Un Mundo Feliz" de Huxley. Porque algunos de estos idiotas afirman que quieren volver a la naturaleza, llevar a cabo modos de vida sostenibles y tal. Pues que vuelvan, y así de paso nos cuidan un trozo de campo, al que podremos ir de vacaciones. Pero claro, todos no pueden volver. De ninguna manera. Venga, chicos, hay que empezar a manejar todo esto, a organizarlo desde ya."

Este es el "buen" mal. Es la ideología que exige el sacrificio -involuntario, claro está- de muchos seres humanos, para que unos pocos salven sus bienes y puedan seguir con su "prosperidad". Pero se da la paradoja que, según esta im-piedad (ausencia de piedad, que significa santidad, la cual incluiría compasión o empatía) sacrificar a tanta población mundial, irla reduciendo de manera progresiva pero incesante, parece tener efectos "buenos" según el deseo de la mayoría. Porque permitirá que las "luces" de la civilización sigan brillando (literalmente, además) y que el "sueño del ser humano" (tal como algunos llaman a esta carrera tecnológica actual) se preserve y todo ello sea legado a las siguientes generaciones.

Claro que hay también un mal absoluto, cuya esencia es el odio hacia la humanidad y su deseo de que se extinga, pero éste no anida en el corazón de las tan denostadas élites, sino en el de todos los que, descontentos con la marcha que siguen las cosas, preferirían una extinción masiva de la humanidad "para que el planeta se salvara". O, sencillamente, porque somos tan malos, tan imbéciles, que nos merecemos extinguirnos. Así piensan muchos, pero este mal-total no creo que cuaje (o espero que no) porque el "buen" mal lo va a intentar impedir. ¿No es una situación extrañísima?

¿Y el "bien"? También anida en el corazón de muchos, bajo la forma de un deseo de que todos sobrevivan y se logre un equilibrio que nos permita repartir lo que tenemos, aunque para ello haya que sacrificar algunas cosas y "retroceder" un poco. Decrecer, lo llaman algunos. Pero, tal y como están las cosas, me temo que las próximas batallas las van a perder. 

El "bien" se parece al deseo que tuvieron los indígenas de Norte América de expulsar a los blancos y recuperar su anterior modo de vida. Ellos sabían cómo convivir en el mismo paisaje sin acabar con todos los recursos, pero todo su saber, toda su ciencia, fue pisoteada por las élites codiciosas y ciegas que pusieron el pie en sus tierras, exterminando a los nativos y confinando a los supervivientes y desplazados en míseras reservas. 

Ahora mismo, la cuestión no es si sabemos cómo repartir mejor los recursos y gestionar los paisajes -puesto que intelectualmente ya lo sabemos- sino quién quedará en ese tablero de juego dualista o de lucha de fuerzas contrarias, y quién será borrado del mapa o expulsado fuera de la partida.

Yo, sinceramente, apelando a la "astronomía", hago mis deducciones y dudo mucho que las élites quieran decrecer. Salvo que vivan, por una especie de milagro, una iluminación espiritual masiva, la verdad es que no lo veo. Claro que la esperanza es lo último que se pierde, pero...


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