lunes, 8 de agosto de 2016

Depredación y simbiosis


Un debate polarizado y dualizado es: ¿Cuál es la naturaleza de la naturaleza, valga la redundancia? ¿Se basa la naturaleza en la competencia por los recursos o en la colaboración y cooperatividad?

Llevo años a vueltas con el tema. He pasado de un lado a otro varias veces y al final mis observaciones me van conduciendo a esto: ni una cosa, ni la otra. La naturaleza son las dos. Existe la depredación, existe el parasitismo,. Y existe la cooperación y la simbiosis.

La vida se desarrolla entre las tensiones por ver "quién puede más" y las tensiones del deseo de fusión y colaboración amorosa. Y lo curioso es que al final me parece que, en la naturaleza, ambas cosas no son excluyentes. Sólo en nuestra mente necesitamos dualizar y seccionar la mitad de los comportamientos biológicos para decir: "No, la verdadera naturaleza es colaborativa y amorosa" o para decir: "No, en ella todo es competir por recursos". Es que resulta que cooperar es un modo de acceder mejor a los recursos. Y competir es un modo de entrenarse para fortalecer ciertas características que son útiles a la vida (como cuando los cachorros de león "compiten" en peleas)


La Naturaleza es las dos cosas. Cómo las viva el ser humano es otra cuestión sobre la que no voy a teorizar ahora. Pero de lo otro cada vez tengo menos dudas. Estoy releyendo "Planeta simbiótico" de Lynn Margulis, y al mismo tiempo contrasto con "Contra Natura" del biólogo Arcadi Navarro, y se me están esclareciendo los esquemas de manera total.

También digo: jo, qué nostalgia de cuando empecé la carrera de biología. Si llego a vieja, a lo mejor vuelvo a estudiar y biología estará entre mis favoritas. Sigo emocionándome con la célula y la microbiología. Se me sigue encendiendo el entusiasmo ante las explicaciones de esos micromundos. Recuerdo mi pasión con el microscopio en el instintuto. Esa es una parte de mí que nunca desarrollé, pero que siempre ha quedado ahí, alimentando mi curiosidad por cómo funciona la vida. 
                                  
Y extrapolando la cosa al ámbito de energía psíquica, resumo: me parece que la clave está en distinguir entre lo que nos parasita y lo que, en cambio, puede ser una simbiosis. Fusionarse, juntarse, emparejarse, agregarse...conviene discernir y ver si el resultado es parasitante (del otro u otro, o nuestro, o mutuamente, incluso) o por el contrario se trata de una verdadera cooperación mutua (simbiosis)

                                  

Recuerdo un antiguo amigo medio chamán, que siempre tenía miedo cuando le relataba mis vivencias con la energía espiritual. Le parecía que los "ángeles" eran parásitos mentales que se acercaban a mí o a la humanidad para vivir a nuestra costa. Debatimos mucho sobre eso y al final mi conclusión era: si hay amor y crecimiento por mi parte, no me pueden estar parasitando. Estoy siendo, más bien, alimentada o ayudada. Pero sí podría tratarse de una simbiosis de beneficio mutuo, quién sabe. Y eso es algo sobre lo que meditar.

No hay vuelta atrás en la simbiosis, porque nunca más vuelves a ser el mismo tras una fusión simbiótica. Al mismo tiempo, ese cambio no es limitante ni perjudicial, porque gracias a la simbiosis estás mejor "adaptado" al entorno y te vuelves más "capaz".

"Yo" como escritora, por ejemplo, soy el producto de una simbiosis, porque antes de unir mi ser a otras energías, era incapaz de escribir tanto, ni libros con contenido ordenado (Hay una larga historia ahí, ja ja) La cuestión es que simbioticé por amor, y eso me parece que es lo que nos hace más capaces, más "competentes". También nos permite la experiencia de vivir albergando vida amorosa...o siendo "albergados" por vida amorosa más grande que nosotros. Como la bacteria en las tripas de una vaca, ja ja.

Qué poco romántico ¿eh? Pues así es mi perspectiva. ¡Viva la microbiología!

(La pintura de abajo es de Alex Grey y es un  homenaje a Lynn Margulis y su teoría simbiótica)







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