martes, 16 de agosto de 2016

Rafael y el matrimonio sagrado.

              

(Escrito en otoño 2014)

El ángel Rafael aparece en la Biblia en una historia fascinante. Los ángeles me hablan de la Biblia en ocasiones, cuando alguna de sus historias les resulta útil como mito o símbolo para explicarme algo, y mira por dónde, dicen que en la historia de Rafael (hay que buscarla en el Antiguo Testamento, en el libro de Tobías) hay mucha "verdad".

Tanto es así, que para explicarme lo que es la energía de Rafael, han aludido siempre a esa historia, y me han hecho verla desde diferentes puntos de vista, extrayendo de ella diferentes significados. A mí la historia en sí me ha producido, además, una especie de nostalgia profunda y extraña, porque narra un encuentro con un ángel "con cuerpo", es decir, un encuentro con una persona en la vida real que sólo después descubres que no es persona en absoluto, y que desaparece sin más una vez finalizada su "misión". 

En alguna parte de mi ser existe la memoria de un tiempo en el que estas vivencias eran habituales, o más posibles que ahora: el encuentro no sólo espiritual, sino también material con los ángeles y otros seres, conciencias o entidades que hoy tenemos siempre por "intangibles". Y echo de menos ese tiempo pasado, sí. Para qué negarlo.

Pero al margen de este pequeño "detalle" de la historia, vengo a compartir la última explicación que me han dado sobre la energía de Rafael, o de la parte del Cuerpo Angélico que actúa y es "al modo medicinal" que llamamos Rafael. Siempre me dijeron: Rafael es "relación". La Medicina auténtica se basa fundamentalmente en relacionar correctamente diferentes elementos, personas o situaciones entre sí, y la virtud de Rafael es, básicamente, relacionar adecuadamente a las personas, eventos, elementos y seres que, si se encuentran, van a dar lugar a sanación, resolución, esplendor, plenitud...

La Historia de Tobías lo muestra perfectamente, porque Rafael aparece como un coagulador y catalizador de historias y realidades muy diferentes, uniendo familias y aprovechando el encuentro para realizar 3 resoluciones de problemas de una tacada: un padre ciego, una mujer endemoniada, y un hombre sumergido en el dilema de "Me toca buscar una esposa y no tengo ni idea de cómo hacerlo", además de resolver la pobreza económica de una familia. O sea que, en realidad, se resolvieron 4 problemas, que no es poco. Los diplomáticos y los mediadores de conflictos, no sólo los médicos, debieran tomar ejemplo de Rafael.

Pues bien, esta vez los ángeles me han hablado de las relaciones de pareja y del matrimonio. Recurriendo de nuevo a la historia bíblica, me la han señalado como ejemplo de cuán distintas pueden ser las historias desde la perspectiva de...digamos, "Dios", si la comparamos con nuestro modo de ver las cosas. 

Tenemos la idea de que sólo es válido un matrimonio tras el enamoramiento típico, con una persona que sea "ideal" o que cumpla una serie de parámetros que dependen de nuestro gusto del momento. Sin embargo, la historia de Tobías dinamita todos los tópicos. Porque se realiza una unión entre dos personas que, hasta el momento, no solo eran desconocidas, sino que además no tenían los mejores "números" para triunfar en el amor, ni siquiera para gustarse o encajar. Aparentemente, al menos.

Es casi la única historia mítica que conozco, por otra parte, en la que un hombre no persigue el amor de una mujer "por" deseo sexual, ni de otro tipo, sino que es tan receptivo a la perspectiva del Espíritu que se entrega a la Visión Sagrada para que sea "lo que Dios quiera". Así, acepta realizar un matrimonio con una mujer aparentemente funesta y maldita. Pero Tobías, que ya había visto la sabiduría de Rafael, su acompañante (aún no sabe que es un ángel disfrazado de humano, pero ya tiene muestras de su conocimiento) sigue su consejo, y acepta casarse con la mujer señalada. 


Rafael le explica que existe un único modo o camino para que el matrimonio salga bien. Y es que por lo visto existía un demonio celoso que rodeaba a la mujer y que mataba por la noche a todos y cada uno de los que pretendían acostarse con ella (Ya habían muerto siete hombres), pero según Rafael, existía un modo de evitar esto y era pasar la noche de bodas juntos, pero... en oración, elevándose al sagrado poder de lo Más Alto. Si, en lugar de eso, entraba el deseo sexual en escena y le daban a él las riendas o la prioridad... se acabó. Porque eso detonaría la furia del demonio celoso, y no habría modo de lidiar con él.

Cuál debía ser la situación de Sara, esa mujer, que había rezado a Dios pidiéndole la muerte, por lo desesperada que se sentía. El suicidio lo había descartado para no aumentar el dolor familiar, así que sólo le quedaba rezar pidiendo la muerte a Dios, y eso hacía. Y es que además del sufrimiento que le causaba la presencia demoníaca, en su sociedad una mujer "debía" casarse, o de otro modo se consideraba que su vida se desperdiciaba y no lograba una realización. Pero ¿qué otro hombre hubiera apostado por ella? Los que lo intentaron al principio, murieron, y al final las personas huían de ella, por estar tan deprimida y ser considerada tan "negativa", tan infestada de "energía mala". Pero justo por eso esta historia es tan extrema y al mismo tiempo excepcional.

Sara vio su vida sanada y cambiada porque también confió en el consejo de Rafael, y aceptó la "elección a dedo" de su futuro esposo (al que no conocía previamente) y la condición de pasar la primera noche rezando (claro que esto seguramente le parecería lógico y muy buena idea, teniendo en cuenta lo horribles que debieron ser sus otras noches de bodas)

Pues bien, los novios siguieron el consejo y se pasaron la noche juntos, pero rezando y luego durmiendo, sin hacer nada más. Mientras tanto, Rafael, ahora ya en su forma de "energía", acechó al demonio, que estaba a su vez acechando a la pareja en la nocturnidad (esperando, seguramente, el momento de que surgiera el deseo sexual masculino para matar al hombre) Rafael "ató y encadenó" al demonio y se lo llevó lejos, dicen que a un desierto muy lejano (una manera de decir que lo sacó del mundo de la pareja y que desde allí, ya nunca más pudo volver) Ahí sale a relucir la faceta "fuerte" y contundente de Rafael, que de blando no tiene nada. Atar y encadenar a una entidad asesina de hombres no se hace así como así. A veces para ser médico hace falta ser, también, guerrero.

Al día siguiente, la familia había cavado ya la fosa para enterrar al novio, porque siempre se habían muerto todos los que se habían casado con Sara y no esperaban que hubiera un cambio. Así que se quedaron pasmados al verlos a los dos vivos. 

Me emociona pensar en este momento, en esta escena. Soy una romántica de Dios y una "antigua", no lo puedo evitar... Para la mujer, aquello debió de ser como un  renacimiento. No sólo se había librado de un demonio acosador, sino que, de paso, había encontrado un hombre dispuesto a amarla, pero no solo "desde el deseo" masculino típico, sino también desde la perspectiva de "Dios" o del Espíritu. Un hombre capaz de saber esperar, de saber escuchar para ver qué era lo mejor para su mujer y para ambos. 

Realmente el significado asociado a este "saber esperar" o saber "contenerse" por una noche es muy profundo, y va más allá de lo evidente. Se acababa de producir un matrimonio sagrado entre dos personas de carne y hueso.

Desde aquel momento, la mujer quedó libre de toda angustia y del mal pasado, y el matrimonio resultó ser un éxito. Se conocieron y se encontraron afines y agradables. Pudieron llevar una vida "normal", ya con todos los ingredientes, sexo placentero inclusive, tuvieron hijos, envejecieron juntos... Vivieron lo mejor que podían vivir del acompañarse mutuamente y de por vida, en su contexto, con las limitaciones de aquella sociedad y aquellos tiempos.  


Un matrimonio de este tipo es raro, en cuanto a poco común, al menos hoy en día. Pero parece que en aquellos tiempos también. Muchos matrimonios eran pactados solo en base a acuerdos económicos o intereses políticos entre clanes, solo algunos pocos eran matrimonios por amor "humano" (enamoramiento desde el "yo")  Pero ¿matrimonios realizados desde la entrega a "lo que Dios quiera", y mediados por un ángel? Hummm... déjame que busque... eso es, definitivamente, una rareza. 

Y sin embargo, según me dicen los ángeles, éste es el modelo de matrimonio perfecto. Porque en él no es el "yo pequeño" el que intenta crear un vínculo fuerte y que "dure", sino que el "yo" acepta entrar en la realidad espiritual, en la energía que no solemos ver, para reconocer un vínculo sagrado que ya existe entre dos personas, aunque hasta el momento no se hayan conocido, y acepta amoldarse a esa realidad, al margen de lo que aparenten ser las cosas.

Según los ángeles, solo los matrimonios o uniones que se realizan según la perspectiva de "Lo Más Alto" (entendido como la perspectiva más grande y profunda) tienen posibilidades reales de triunfar en el sentido que ellos le dan al término. 

Para los ángeles, una "unión" con éxito significa una unión total en dos seres humanos, no sólo física sino también de todas sus capas y niveles de energía. La mayor parte de personas, sin embargo, se unen a otras teniendo en cuenta sólo la parte de más abajo, o fragmentos pequeños de su ser. A veces intentan que Lo Alto se doble hacia lo Bajo (y con "Bajo" me refiero al pequeño yo que conocemos, y sus gustos y apetencias del momento) pero teniendo en cuenta que la visión del "yo" siempre es corta de miras, y encima cambiante (porque el "yo" sufre caprichos, cambios, transformaciones, y en una etapa quiere una cosa, y en otra etapa desea otra), esos matrimonios están condenados a una pronta crisis o ruptura, porque la estructura que crearon es como un castillo de arena en la playa, que se deshace con el paso del tiempo. Muy bonita al principio, eso sí, pero demasiado fugaz para que se pueda proyectar en el tiempo y pueda sostener proyectos de mayor envergadura que sólo con continuidad temporal se pueden realizar.

Por más que pretendamos lo contrario, el "yo" no permanece. Por fijo que sea, la vida nos lleva por diferentes etapas y hay alteraciones en el yo, porque las hay hasta en las circunstancias... No se sostiene lo que se afianzó basándose en la expectativa de que las circunstancias permanecieran estables, iguales, o incluso mejoraran. Ni lo que se hizo esperando que ese "yo" que nos enamoró (o que se enamoró de otro) iba a ser estable, o confiable.

La pregunta que debiéramos hacernos, según los ángeles, es tan tremenda como lo son ellos (los ángeles que yo "oigo" no son del tipo rosita-lalalá) : "¿Al lado de qué persona estoy dispuesto/a a morir en mi noche de bodas, o en cualquier otra noche? ¿Me veo transitando-muriendo en brazos de esa persona?" 


Es decir, para sopesar si es buena idea unirse a alguien o no, la receta es: en lugar de proyectar un matrimonio desde el lado del pensamiento"positivo", pensando en que sucederá lo mejor, e imaginando que todo será, por fuerza, un proceso ascendente de felicidades y facilidades y éxitos, los ángeles nos invitan a preguntarnos: "¿Puedo imaginarme viviendo el hambre, la guerra, el exilio o la enfermedad terminal junto a esta persona? ¿Qué pasaría si perdiéramos en un día todo cuanto tenemos? ¿Seguiría estando con él, o con ella? ¿Estaría él o ella conmigo?"

Pero, por encima de todo, nos invitan a abrirnos a la Visión de Lo Más Alto, a la visión del Sagrado Espíritu, como la del Águila que surca los cielos y ve, desde allá arriba, muchas cosas que nosotros no vemos, tanto del presente, como de lo que está detrás de nuestros pasos (pasado) y lo que se encuentra por delante, en el porvenir. Para el Águila, el mundo es un mapa donde todo ya está escrito y trazado. Ella ve los caminos, las encrucijadas con las que vamos a encontrarnos unos km más adelante. Ella sabe. El Espíritu sabe.

Esto no sinifica desdeñar a la parte animal más baja de nuestro ser. La Serpiente es un símbolo de la energía vital, inclusive en su faceta sexual, y está en nosotros y ha de ser plenamente experimentada, integrada. Pero el Águila puede más que la Serpiente y ve mucho más que Ella, porque puede elevarse hasta ver a la Tierra entera en perspectiva, y la Serpiente no. 

La Serpiente y el Águila deben unirse. Según los ángeles, la plenitud humana viene al convertirnos en algo parecido a serpientes aladas, pero existe un orden correcto para esto, y es que sea el Águila quien señale el camino, y la Serpiente quien vaya por él. No a la inversa. No le dejes la Guía total de tu vida a la Serpiente, porque no ve mucho más allá de sus narices. Está demasiado metida en la Tierra como para ver "el mapa global" de lo que acontece, ni mucho menos para pre-ver lo que se está acercando dos valles más allá de donde vives. 

La Serpiente es una maestra para lo cotidiano, para enfocar con lupa lo que nos traemos entre manos, olerlo, manejarlo, desmenuzarlo, y desplazarnos por el interior de la densidad. Pero no esperes de Ella que vuele y atine con lo que está por venir, ni dejes exclusivamente en sus manos la decisión en una encrucijada en la que se dirime gran parte de tu destino (y un matrimonio lo es) Para esa encrucijada, el Águila es imprescindible y ha de estar ahí. Junto a la Serpiente.

La Serpiente no debería tener miedo de no ver satisfechas sus necesidades por el hecho de hacerse a un lado permitir hablar al Águila, porque el Águila sabe perfectamente lo que la Serpiente necesita. No se trata de realizar una unión entre "animales" esclava ni servil, sino de una simbiosis beneficiosa (convertirse en una especie de serpiente alada) Pero la visión a seguir para lograr esto es y ha de ser del Águila. Cuando se invierte este orden y se le da todo el poder a la Serpiente (que muchas veces es casi ciega por su naturaleza subterránea) nos provocarnos un gran sufrimiento a corto o largo plazo. Devolvámosle los ojos, la visión, la guía al Águila...y la capacidad de reptar y moverse por el interior de la Tierra dejémosla para la Serpiente.

"Matrimonios hechos por Lo Alto - dicen los ángeles- ¡Eso son cosas a celebrar verdaderamente! ¡Eso es una fiesta verdadera! ¡Que surjan más, para que se despliegue la plenitud en la Tierra! Porque sólo de la unión total de la energía de dos seres humanos surgen algunos frutos espirituales y materiales, imposibles de ver en la Tierra sin esta condición de totalidad, de sacralidad, de fusión espiritual y material absoluta".

Os dejo con una pintura de Rafael. Las personitas de abajo son el matrimonio de la historia bíblica: Tobías y Sara, la pareja unida por Lo Alto. La cuerdita que los une representa, según me dicen, el vínculo sagrado pre-existente entre ambos, que Rafael, en medio, ayuda a desbrozar y sanar, para que puedan reunirse y "casarse" de verdad, al modo "total", al modo "de Dios". 


Hay que decir que Tobías y Sara vivían muy lejos el uno del otro y se conocieron sólo después de que Tobías realizara un largo viaje a pie para buscar esposa en aquel clan tribal. Los ángees me dicen que el camino o viaje realizado a pie por Tobías simboliza también "andar por el vínculo" que le unía con Sara, sin él saberlo, como si se hubiera desplazado por la Tierra unido a esa cuerda invisible. Rafael acompañó a Tobías durante todo el camino, por eso también su energía se asocia a los peregrinajes, viajes sanadores y de búsqueda sagrada.

La serpiente bajo el pie de Rafael simboliza todo lo dicho anteriormente. No es que se considere mala a la Serpiente, sino que el Águila ha de estar encima, y si la Serpiente, por alguna razón, se vuelve retorcida y agrede a la Vida (como en esta historia se aprecia, pues el demonio celoso que no permitía que la mujer se uniera a ningún hombre se asocia a energías serpentinas enfermas y desubicadas), entonces el Águila (simbolizada aquí por el ángel) la coloca en su lugar. 

Pero incluso cuando la Serpiente está sana y la tenemos bien integrada, su lugar está dentro de la Tierra, acompañándonos siempre bajo nuestros pies, y ascendiendo por nuestro cuerpo desde nuestras raíces más profundas...




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