Ayer recordé una anécdota de hace años, cuando vivía en un pueblo pequeño con un entorno muy natural y salvajote. La voy a contar para compartir lo que aprendí.
Primavera. Cada día paseaba hasta el bosque, y cada día veía escurrirse a toda velocidad, entre las piedras rojas de un muro medio caído, un lagarto grande y de color verde brillante. Yo nunca había visto un lagarto tan grande y con ese color tan vivo, así que tenía curiosidad e intenté acercarme con más cuidado, para lograr mirarlo con calma sin asustarlo. Pero nada. Cada día lo mismo. El lagarto parecía eléctrico, de lo veloz que se escapaba cuando me sentía llegar, y no me daba tiempo de nada más, salvo ver el resplandor verde de su cola, la única parte del cuerpo que, a veces, le quedaba fuera de su escondrijo en las piedras.
Soy muy niña para algunas cosas, y me hacía ilusión ver a ese lagarto. Pensé que tal vez podía comunicarme con él. Si a veces había dialogado desde mi corazón con otros seres y hasta con cosas, ¿por qué no con un lagarto? Así que le saludé mentalmente y le envié mis respetos, y mi petición de poderlo ver tranquilamente, ya que nunca había visto un lagarto color verde esmeralda cara a cara.
Pero no tuve éxito. El lagarto seguía escapando a toda velocidad. Me esforcé en comunicarme varias veces, sin lograrlo y mi niña interior, al final, puso esa carita triste que ponen los niños cuando se quedan desilusionados, mientras decía: "Jo, pues no ha funcionado. A lo peor es que yo NUNCA he dialogado verdaderamente con nada ni con nadie. Tal vez me lo estoy INVENTANDO todo, y ni siquiera existen mis guías". Snif, snif...
Entonces "oí" a mis guías hablándome. Me dijeron esto:
"No llores, niña. Lo que pasa es que no lo
has hecho correctamente. Has hablado con el lagarto como si fuera una
persona, y no funciona así. Si quieres comunicarte con él, has de saber
que los lagartos (y muchos otros animales) no viven en una conciencia de
ser "individuos" separados de su especie, sino que viven una conciencia
colectiva.
La comunicación es clave en la expresión del amor. De una buena comunicación con los otros seres que nos rodean (humanos inclusive) depende que vivamos gozo o frustración y hasta sufrimiento, a causa de no vivir esa "fluidez" de la expresión del amor. Pero claro, resulta que cada ser tiene su modo de funcionar...También los humanos.
"Por eso, si te diriges al lagarto como "individuo animal" separado
de los demás lagartos, él no te entiende, no te capta, y se asusta de ti
porque le resultas extraña. Dirígete más bien al "Pueblo Lagarto" o a
la "nación de Seres Lagartos". Preséntales tus respetos, pídeles permiso
para mirarles, y pregunta a ver si El Pueblo Lagarto quiere mostrarse a
ti".
Me quedé asombrada por la diferente perspectiva que me mostraban mis guías. Pero algo me decía que su mensaje tenía mucho sentido. ¡Siempre teníamos la dichosa manía de "antropomorfizar" a los demás seres, tratándolos como si fueran como nosotros, cuando en realidad cada ser y cada especie es "a su manera"!
Me quedé asombrada por la diferente perspectiva que me mostraban mis guías. Pero algo me decía que su mensaje tenía mucho sentido. ¡Siempre teníamos la dichosa manía de "antropomorfizar" a los demás seres, tratándolos como si fueran como nosotros, cuando en realidad cada ser y cada especie es "a su manera"!
Así que probé lo que
me habían aconsejado. Desde mi corazón, llamé al Pueblo Lagarto y les
expresé todo eso. Lo hice desde casa, ni siquiera tenía un lagarto
delante, o cerca. Y cuál no fue mi sorpresa cuando, al día siguiente, al
realizar mi paseo diario, me encontré con que al lado del camino, medio
oculto por unas zarzas, pero perfectamente visible para mí, estaba el
lagarto verde que tantas veces quise sorprender. Quieto. Completamente
quieto. ¡Y qué bonito era...! Pude ver sus escamitas, su color, la
preciosa línea sinuosa de su cuerpo...
Mi niña interior saltaba de
alegría, y se me cayo una lagrimita. ¡Funcionaba! Me estaba COMUNICANDO con otro tipo de seres.
No me lo había INVENTADO.
El lagarto ladeaba su cabecita y me miraba con sus ojillos negros. Era perfectamente consciente de mi presencia, pero no huía corriendo como las otras veces. Permaneció así todo el tiempo que yo estuve parada allí, contemplándolo. Agradecí mucho al Pueblo Lagarto ese regalo, y luego, cuando mi niña interior ya se cansaba de estar quieta y quería seguir con el paseo, me despedí.
El lagarto ladeaba su cabecita y me miraba con sus ojillos negros. Era perfectamente consciente de mi presencia, pero no huía corriendo como las otras veces. Permaneció así todo el tiempo que yo estuve parada allí, contemplándolo. Agradecí mucho al Pueblo Lagarto ese regalo, y luego, cuando mi niña interior ya se cansaba de estar quieta y quería seguir con el paseo, me despedí.
Entonces el lagarto se escurrió veloz entre las
piedras y... Nunca más lo volví a ver. Quiero decir, "quieto". Pero ya
nos conocíamos, y yo no sentía la necesidad de volver a detenerlo para
verlo otra vez. Además, no quería molestar más a la Nación Lagarto con
mis peticiones infantiles. Tendrán otras cosas que hacer que detenerse para que mire a uno de ellos con detenimiento.
***
La comunicación es clave en la expresión del amor. De una buena comunicación con los otros seres que nos rodean (humanos inclusive) depende que vivamos gozo o frustración y hasta sufrimiento, a causa de no vivir esa "fluidez" de la expresión del amor. Pero claro, resulta que cada ser tiene su modo de funcionar...También los humanos.
Pero si no conoces las "claves" para comunicarte con cada cual, si
no sabes cómo hacerlo, por toda la buena voluntad que tengas, puede que
sientas que el otro se escurre veloz entre las piedras sin que haya
modo de conectar con su alma, ni mucho menos de acercarse a su cuerpo y
admirarlo, quererlo y hasta quién sabe si acariciarlo.
(Si es que eso le
gusta a ese ser, claro. Porque no se debería tocar a nadie sin su deseo ni su permiso)
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