jueves, 4 de agosto de 2016

Tierra, campos electromagnéticos y lluvia.


Estos días, no sé por qué, me viene a la mente el recuerdo de la única vez en que intenté, muy en serio y unida a dos personas más, rezar para que lloviera. En la zona en la que vivíamos había una sequía horrorosa, y sentíamos muy intensamente la necesidad del mundo vivo de recibir agua, así que decidimos salir de la actitud pasiva (de aceptar sin más de lo que sucedía) y entrar en una acción intentando cambiar las cosas. 

A fin de cuentas, ¿no habían hecho eso los chamanes de medio mundo? Si era posible hablar con los elementos (y yo creía que si, porque había tenido experiencias puntuales de ello), ¿por qué no intentar "convencer" a los elementos para que lloviera de una vez...?

Pero me sucedió algo muy distinto a lo que esperaba. Sí, conecté "con los elementos", pero no del modo que pensaba que sucedería. Porque empecé a escuchar a la Tierra, y ésta se desahogó conmigo de su agobio, ya que resulta que era la primera interesada en que lloviera, pero ¡ni Ella lo estaba consiguiendo...!

Ay...yo debiera haber imaginado que, siendo como soy lo más parecido a una ventanilla de reclamaciones, quejas y desahogos, aquello de conectar con la energía para simplemente "decretar" no iba a funcionar ni de chiste conmigo. ¿Conectar? Oh, sí, pero espera un segundito, que te vamos a contar una cosita que debes saber. Te vamos a explicar porqué no llueve justo en esta zona donde vives, y así ya te dejas de sentir culpable, si a pesar de tus ruegos, la lluvia no cae. O dejas de culpar "a Dios" de la sequía.

Yo estaba sentada sobre la tierra, en medio de un paraje natural bastante salvaje, entre bosques, en un alto con bastante perspectiva sobre el horizonte. La Tierra, entonces, me hizo mirar hacia lo lejos y me dijo: "¿Ves todo eso de ahí? ¡Esas cosas son las que están haciendo que no llueva!" 

Y ¿sabéis a qué cosas se refería? Pues a las decenas de torres eólicas, a los dichosos aerogeneradores que, como púas metálicas gigantes, están empezando a aparecer, clavaditos en todos nuestros paisajes.

Pero yo no entendía porqué la Tierra achacaba a esas torres la sequía, hasta que Ella se me empezó a quejar de los tendidos eléctricos, de la exagerada instalación de postes y torres metálicas, y de cómo entre todo junto, (y sobretodo desde la instalación de centenares de generadores eólicos) se estaba alterando el flujo de intercambio electromagnético entre la tierra y el cielo o atmósfera. 

 "Antes aquí había más tormentas, en verano -me dijo la Tierra- Ahora son rarísimas y excepcionales, y es por todo esto. Los rayos ya no caen como debieran, las corrientes magnéticas están alteradas. ¡Y yo estoy harta! Todo esto me daña y me agobia muchísimo. ¡En mala hora la electricidad artificial se inventó y se ha extendido por todas partes, para mí es un sufrimiento!

Me quedé ko. Pero ko. Porque sentía su agobio, y era una desazón tremenda, como si me faltara el aire o el cuerpo estuviera constreñido con algo. Pero también porque... ay, ¿cómo íbamos a renunciar a la electricidad artificial, a los cables, a la luz eléctrica? ¡Dependíamos casi al 100 por 100 de ella!

"Pues me gustaría que se preservaran espacios de Tierra sin ser invadidos de cables. Y me gustaría que, algún día, aunque sea dentro de mucho tiempo, "al menos tú" renunciaras temporalmente a la electricidad artificial por amor a mí. Porque hija mía, si no lo haces tú, que me oyes y me escuchas desde hace tanto tiempo, ¿qué esperanza me queda de que se racionalice esto? Si el amor no puede hacer que alguien evite usar algo que daña al ser amado, ¿entonces qué puede evitarlo?"

Me quedé re-doblemente ko, conmovida porque sentía su dolor, y realmente yo amo a la Tierra, o eso digo. Así que sus palabras me ponían el dedo en la llaga. "Si me amas, "al menos tú", algún día podrías vivir sobre mí sin usar nada de lo que me daña". Uf.

Me oí decir a mí misma que sí. Que lo haría. Mi parte racional pensaba "Tía, tú estás loca", pero mi corazón pensó de otra manera. De acuerdo, ahora me era imposible, porque uno no puede "desconectarse" de la red eléctrica de la noche a la mañana, y menos criando a un niño en mi país, pero me imaginé siendo una vieja y viviendo en una casa de ésas tan, pero tan eco-bio-de-todo, que ni cables tuviera. Hum. Por imaginar que no quede.

Y la Tierra sonrió con resignación y cierta triste espera, pero con cariño, porque es Madre y me conoce y entiende mi situación. 

Luego le pregunté qué podíamos hacer los 3 que estábamos sentados allí en silencio (porque yo no estaba sola, pero este diálogo era interior) para ayudar a que lloviera, y sólo me dijo que "Era muy difícil", porque todo estaba muy desequilibrado. Pero que rezar por ello y enfrentarnos a este tema nos vendría bien para aprender, y luego  ¿quién sabía...?

Y con esto mi diálogo terminó, y no hubo nada más que yo pudiera hacer. Otro de los allí presentes sintió una conexión con los seres de las tormentas, y presintió que llovería al poco. Al cabo de dos dias llovió un poco, pero sólo en una parte de esa zona, y no fue  mucho. La sequía, en general, duró aún un tiempo más. Un tiempo en el que el cielo tenía un color terroso y el bosque crujía al caminar por él,  como si estuviera hecho de patatas chips.

Realmente nos hacía falta aprender aún mucho, no sólo sobre la lluvia, sino acerca de cómo todo está inter relacionado, y las acciones del ser humano sobre la superficie terrestre pueden tener efectos secundarios muy desagradables, incluso aunque se revistan de un aspecto benéfico y ecológico como los aerogeneradores, a los que desde entonces miro con manía. 

Sé que mi postura será anti popular, y sé que contar una anécdota así puede resultar desesperanzador, pero esta es mi vida y lo cuento tal como lo he vivido. Además, tal vez sea mejor confrontar la realidad. La Tierra sufre con la energía eléctrica "artificial" porque genera tendidos de cables, instalación de postes y torres metálicas, etc, actualmente en una cantidad tremenda. Y los aerogeneradores en concreto son como agujas en su espalda, un horror y un obstáculo para que caigan los rayos "donde deberían" y con la frecuencia adecuada, y ya está.

Hay otras causas, sin duda, para sequías y disfunciones climáticas, pero en aquella zona, y en aquellos meses, ésa fue la causa que se me mostró. Una más para la lista que explica cómo estamos jugando a magos con la materia, pero si no la escuchamos podemos cagarla, pero a base de bien, y no darnos cuenta ni siquiera de ello.

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