lunes, 26 de febrero de 2018

Chamanismo del Fuego y el Silencio.



Chamanismo esencial es encontrar la vía que personalmente se avenga más con tu ser, para aprender a entrar y salir del trance a voluntad y con eficacia. Hay tradiciones que enseñan a hacerlo con sonidos (tambores, maracas, cantos) Otras, a través de acciones en movimiento (danzar) Otras, con sustancias alucinógenas (plantas y hongos sagrados) Otras, con retiros en la naturaleza (búsqueda de visión)...

Yo soy de la tradición del silencio y la eliminación de estímulos. Cuando más callada, quieta y sin fijarme en el exterior, mejor. Cuanta más penumbra, mejor. Porque aprendí a sentir la energía en quietud, silencio y privación de estímulos sensoriales. Soy como un sismógrafo: cuanto más quiero sentir, más quieta y en paz tengo que estar. Aunque voy aprendiendo a percibir a través del ruido y el movimiento, para mí es siempre más difícil.

Ahora -y después de las fuertes experiencias que tuve ayer encendiendo un fueguito sanador en casa ajena, que se han prolongado esta noche, en sueños- puedo decir que sigo la vía del silencio y el fuego. El fuego del hogar, muy especialmente.

No tengo referencias de tribus vivas que estén a la luz pública enseñando esto. No conozco a nadie (libros, charlas, talleres, etc) que enseñe esta vía. Pero según me cuenta la Tierra, fue la vía de mis ancestros de este lugar. La vía de las mujeres-madre de la Tierra del Teleno y más (porque era muchas zonas de estas latitudes donde se daba esto)


Estoy levantando desde la voz de la Tierra enseñanzas antiguas que se habían perdido, pero que pueden servir -adaptadas- en el mundo de hoy. No sé hasta dónde voy a llegar en este descubrimiento. Me siento como una arqueóloga fascinada por lo que encuentra al adentrarse en la Tierra, que se pregunta si podrá rescatarlo "todo" y mostrarlo al mundo adecuadamente, una vez restaurados y ordenados los hallazgos.

Junto con la voz de la Tierra, asciende la de mis ancestros de esta latitud. Su rumor es impresionante, como el de un río que no cesa de crecer mientras se acerca a mí. No son uno, ni dos, son cientos o acaso miles, que se concentran en la distancia y se acercan, se acercan, se acercan clamando al unísono su valor y su fuerza y el deseo de darla a mi generación y las siguientes, porque es una sagrada herencia, y es necesaria, y es sabia y también savia de árbol.

¡Hay tanto por dar voz! ¡No se conoce su historia, no se conoce su final, no se conoce cómo veían el mundo ellos, aquellos, los que fueron reyes y reinas sagrados...! Los austeros de los pies descalzos. Pues así es la vía del Teleno: sobriedad, austeridad y pies desnudos, lo cual es también un símbolo para hoy. Ellos no enseñan a vestirse y adornarse sino a despojarse.

Tanto por contar...

(A la izda. pintura de Virginie  Demont Breton)

Pero sí, soy una chamana que aprende en la vía del silencio...y del fuego. Silencio y Fuego. Y no, no es el camino de Hestia, como algunas dirían, aunque tiene puntos en común. Es otra cosa. Otra perspectiva del hogar y de sus fundamentos, otra perspectiva más tribal, que integra a la pareja sagrada como fundamento, o cimiento, ya que la pareja sagrada es la que "hace" el acto "de concepción", de "gestación" y de posterior protección de la vida. Tanto la particular (hijos) como la colectiva (tribu). (Hestia era célibe)

Poseída por el amor de aquellos ancestros, no puedo sino amar con ellos lo que ellos amaban. Pues soy un brote de sus ramas en el tiempo, una garganta que se abre para cantar lo que ellos no pudieron, porque los estrangularon. ¿Puede elegir la rama no florecer con la savia que las raíces le dan? No tengo libertad para ser otra cosa, soy brote de "eso antiguo" queriendo abrirse en el presente.

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