domingo, 25 de febrero de 2018

La maternidad y el Apocalipsis.


Embarazarte o convertirte en madre no atenúa ni hace desaparecer nunca lo que está medio suelto, medio sin resolver o medio colgando en tu vida. Esas pequeñas cositas que no molestan demasiado pero que incordian y que sueles apartar. Embarazarte y convertirte en madre, por el contrario, saca del armario toda la porquería y magnifica cualquier realidad "real" que exista en tu vida.

La maternidad es como la prueba de la verdad. Lo que hay, saldrá a la luz, y lo que no, se revelará ilusorio. Y si algo no estaba muy bien en tu hogar, terminará por explotarte en la vista y lo verás tal cual.

Todas las relaciones alrededor de la embarazada y luego, de la madre, pasarán la criba de esa prueba de la verdad, sin que sepan ni siquiera que está sucediendo eso, porque la gente se "retrata" más que nunca ante la realidad de la maternidad y la crianza. Ante un niño nos sale lo que de verdad tenemos por dentro, no lo que creemos tener.

Pero ojo, no me refiero solo a lo más aparente. Jugar con el niño y hacerle monerías, o no, no define gran cosa. Lo que retrata a la gente es cómo se comporta hacia la díada madre bebé, o frente a la realidad de un niño pequeño y lo que necesita, y las dificultades y desafíos que plantea. Mucha gente se cree que es super guay porque hace fiestas a los niños o les hace regalitos, mientras joden a su madre, o destruyen por detrás las oportunidades de ese niño, o generan conflictos en su familia (dejan sin trabajo a sus padres, crean discordia entre ellos intentando separarlos, mal hablan, etc)

El espectáculo de la inocencia y la vulnerabilidad total, de bebes y niños, y su necesidad de ser amparados, de ser cuidados, es un catalizador y detonador de las partes profundas de nuestro ser, lo queramos o no. Porque nos conecta con nuestro Origen. Con el principio de nuestra historia. Con nuestras raíces.

La presencia de una embarazada es como un augurio de todo esto, por eso incomoda a las sombras y hace que se remuevan en la silla, intuyendo la revelación (pues eso es un nacimiento) que viene. Por eso las embarazadas ya suelen empezar a notar (mucho antes de parir) las primeras violencias e inusitados comportamientos de gente de su alrededor. Porque las sombras ocultas en el interior de las personas no las ven a ellas, personas, sino que ven su embarazo. O ven al niño, con su energía tierna, fresca, y se les levanta el instinto depredador.


Rara vez una mujer que se convierte en madre sigue siendo "vista" como ella misma. Pasa a ser "una embarazada" o "una madre". O la madre de x (el hijo o la hija) La maternidad es como la piedra alrededor de la cual discuten las sombras del mundo

Algunos embarazos transcurren en entornos amables y bastante armonizados. Bien. Pero otros embarazos detonan una especie de Apocalipsis en el que se empieza a revelar la porquería más nauseabunda presente en ese contexto. 


Y se desatan guerras entre lo que quiere vivir (el bebé) , la madre, las energías favorables a ese nacimiento (en el relato, esos serían los ángeles) y "la bestia" (dragón de varias cabezas) que devora a los niños. Por eso cuelgo imágenes del Apocalipsis de San Juan. 


La mujer con alas es La Madre (se le dan alas para su huida, antes no las tenía) A su alrededor, ataques, hostilidad, guerra---> el dragón que quiere devorar al niño. Pero por suerte, en este mito la madre y el niño son "salvados" por el poder del Cielo, que envía a un ángel (izda) a pelear contra el dragón, da alas de águila a la madre para que pieda huir a lugar seguro, Dios protege y se lleva al niño "hacia lo alto", etc.

Sí, ya sé que algunas direis que la presencia de una especie de Dios- Padre ayudando, hace que este mito sea muy "patriarcal", pero no existen mitos que gusten a todo el mundo en todos sus detalles. Y a mi me gusta ese fragmento del Apocalipsis de San Juan, el momento en que salvan a la madre... y al hijo. Es más: me gusta porque en esa historia, hasta aparece la Tierra ayudando a la madre, pues cuando el dragón vomita agua para ahogarla a ella y a su bebé, la Tierra "se abre" para tragarse ese río, y así permite la salvación de la madre.

Abajo, una de las muchas representaciones medievales de esta historia. La mujer vestida de rosa con un sol en su cintura y corona con estrellas, es La Madre del relato, cuyo hijo es "llevado a lo alto", mientras el dragón ha intentado (sin éxito) abortar el parto o tragarse a la criatura nada más nacer. 

                                 

No hay comentarios:

Publicar un comentario