(De mi diario, de febrero del 2017)
La tierra lleva meses pidiéndome o aconsejándome que sea paciente
respecto a un tema de mi vida personal, pero no se me ha dado muy bien
seguir su consejo, y a ratos me he hasta enfadado, y mucho, por cómo
iban las cosas. Hasta estuve a punto de terminar con una relación
incipiente porque las cosas no salían como yo esperaba, y estaba
empezando a pensar que eso "significaba" (interpretando "señales" a mi manera) que esa relación no merecía la pena.
Hace tres días, en uno de mis momentos de rabia y agobio por otras
dificultades, me fui de paseo lejos, y me senté en la Tierra, y me
desahogué allí. Luego pedí ayuda para mi ansiedad y agobio. Al poco, la
Tierra me dijo que me fijara en las plantas, las matas que crecían por
ahí. Y me dijo: "Mira, así es la vida. Va creciendo, va buscando caminos
despacito. Hoy las ramas se tuercen un poco hacia allí, mañana hacia
allá...las ra´ces buscan a tientas su espacio, y así van haciendo".
Y luego me dijo, así de sopetón: "Internet os está dañando la mente a
todos. Os estais acostumbrando tanto a la rapidez, a la velocidad en la
obtención de lo que deseais (comprar, hablar, comunicar, buscar
información, etc) que habéis perdido por completo la costumbre de
esperar. Fíjate en ti misma: La mayor parte de la ansiedad que sientes
ahora mismo se debe al contagio que la velocidad de internet (a la que
te has acostumbrado) produce en tu perspectiva de "lo esperable". No
eres consciente de ello, pero quieres resultados, y los quieres ya. No
concibes esperar un año entero para que una planta germine y crezca un
poco. No concibes esperar un año entero a que una relación se empiece a
esbozar. Quieres frutos, y los quieres ya. Como mucho, puedes tolerar
esperar unas semanas, un mes, o dos...no más. Ni siquiera sabes esperar
hasta el verano"
Me quedé KO.
La Tierra guardó silencio. A
mi alrededor no se veía ni un rastro de civilización, porque estaba en
un pequeño valle donde no llegan los tendidos eléctricos, ni los
cultivos, y mi mirada enfocaba el monte salvaje (no veía el camino de
tierra, a mis espaldas) La naturaleza crecía con su lentitud. Se movía
con su lentitud. A mi alrededor, "perezosas" matas de brezo se tomaban
años en crecer un metro, creando raíces nudosas y duras, que se
adentraban en la tierra con "terrible" parsimonia. A lo lejos, una
pareja de corzos me observaban con curiosidad. El macho se tomó su
tiempo para lanzar alguno de sus gritos de advertencia, y luego
siguieron por ahí (porque yo permanecía inmovil, en el suelo) ¿Qué prisa
tenían? Ninguna. ¿Qué planes tenían? Solo vivir tal cual eran.
Tuve por instantes la sensación vívida de que la humanidad estaba a
punto de dejar de ser la humanidad que había sido durante milenios.
Porque en pocs años estábamos perdiendo la acostumbrada manera de sentir
la vida. Empezábamos a vivir la dichosa "aceleración", y nuestra
percepción empezaba a filtrar todo según su rapidez y "eficacia".
Nuestras expectativas de vida ya buscaban resultados rápidos para todo.
Por ejemplo, multitud de relaciones humanas se rompen porque no se
obtienen satisfacciones a corto plazo, o porque no se concibe esperar
años para afianzar una relación, o para solucionar desavenencias en
según qué temas. Una cosa es abandonar a quien te trata mal, o a quien
no tiene interés por tí; otra muy distinta, y que va a más, es el
abandono por impaciencia, porque total "con la de oportunidades que
hay..." para qué esforzarse en cultivar una relación en concreto. Nos
hemos convencido unos a otros que "tenemos derecho" a obtener frutos
importantes en las relaciones, a corto plazo. Y porque ese "corto
plazo", que hace un par de milenios o siglos se concebía como años,
ahora se concibe como semanas. Si en unas semanas (o como mucho, un mes o
dos) algo no da fruto, se desecha.
Se traslada esto a la
agricultura, a la ganadería, al "estudio", a las terapias, a todo. Los
animales se hacen engordar "rápidamente" para optimizar inversión, las
plantas igual. Se promueven y se exigen terapias "rápidas" para poder
"funcionar" cuanto antes con normalidad. Estudios que antes se
consideraban cosa de TODA LA VIDA (como el chamanismo, o como seguir
caminos espirituales por senderos de grandes tradiciones, y otros) se
resumen y sistematizan para ser enseñados en comodos fines de semana,
dando la impresión de que se puede destilar tanto la esencia de estos
conocimientos, que los antiguos debían ser uns inútiles, unos atrasados.
Claro, es que hemos "evolucionado" y ahora somos capaces de comprender
internamente, con coherencia y profundidad, lo que a ellos les llevaba
cuarenta años de su vida. La crianza no se escapa a esto. Ya existe
"estimulación temprana", ya hay artefactos y consejos para que los bebés
empiecen intra-útero a reconocer sonidos, melodías, idiomas. Se
considera que un bebé de cinco meses, o de un año, ya es mayor para
tomar teta, cuando antes los niños se destetaban con 3 y 4 años... Y así
con todo.
El cómputo del tiempo que somos capaces de tolerar
para vivir procesos parece haber cambiado y ya no está armonizado con la
lentitud de la naturaleza. Porque nos frustra esperar lo que hace
siglos, cualquer ser humano esperaba sin plantearse que estuviera "mal"
hacerlo. Es nuestra ideología moderna la que nos reconcome por dentro,
diciendo "esto va muy lento, estás perdiendo tiempo y energía. Seguro
que hay mejores maneras de enfocarlo, o tal vez este camino no es para
tí". Nos trazamos un plan ideal, trabajamos por objetivos que queremos
alcanzar a corto plazo. Nos hacemos proyectos que ni de coña plantean
sembrar para los bisnietos, porque si no obtenemos beneficios rápidos,
creemos que hemos hecho una mala inversión de tiempo, energías o incluso
dinero. Y cuando algo no sale en un plazo de tiempo tolerable según
esta costumbre veloz, lo llamamos fracaso.
Percibí nuestro
mundo contagiada por la mirada de la Tierra y ví que era como si
hubiéramos construido sobre la tierra una red superficial y tecnológica
de velocidades crecientes y fuéramos a toda prisa por sus canales. Con
tanta rapidez, cada vez nos cuesta más percibir los detalles del paisaje
o tener relaciones profundas, porque rara vez les dedicamos suficiente
tiempo ni atención.
La velocidad se ha convertido en un valor
en si mismo. Recordé a los Maestros Arbóreos, las "primeras voces" que
empecé a oir al trasladarme al campo, y su enojo y crítica hacia la
prédica Nueva Era sobre las bondades de la "aceleración planetaria".
Ellos la rehusaban, y me decían que era una ideología y prédica
tramposa, y que la tal "aceleración" solo haría una cosa: que la
humanidad descarrilara, y con su "accidente" el desastre se extendiera a
otros seres inocentes. La receta de los Maestros Arbóreos era la
lentitud, y ahora veía la total coherencia con lo que me mostraba la
Tierra.
De repente mi impaciencia me resultó penosa. Realmente
la ví como un fruto de la costumbre de usar internet y otros
"adelantos". Porque me recordé siendo de niña... y no tenía esta
ansiedad por conseguir resultados. Siempre fui entusiasta y lanzada, y
en este sentido siempre fui bastante rápida para según qué. Pero no me
enfadaba vivir relaciones humanas que "no daban fruto", que no
"producían" "a corto plazo". Simplemente vivía. Simplemente disfrutaba
de la amistad. Hoy parezco haberle puesto un calendario a todo, y marco
con x los tiempos que me parecen excesivos. Pero excesivos ¿respecto a
qué?
-¿Qué prisa tienes?- Me decía la Tierra.
-Cualquier día puedo morirme- le respondí- Y me gustaría haber vivido algunas cosas antes...
- No las vivirás nunca si vas tan deprisa, porque todo resultado rápido
que consigas con esa velocidad, será falso, sin raíces. Entonces ¿qué
más te da morirte mañana con esos falsos frutos a cuestas, o sucedáneos,
que hacerlo simplemente habiendo VIVIDO de manera auténtica y
consciente lo que había, aunque eso sçolo fuera una brizna de hierba?
Más ko me quedé aún. Se me rompió un esquema por ahí. Ya no pude
discutir más. La Tierra me dijo, para terminar, que su consejo y el
camino y práctica espiritual que me recetaba, era ir más al campo, a
sentarme simplemente en la tierra, uniéndome a las cosas que crecen y a
la naturaleza salvaje, simple y...lenta, comparado con el mundo que
estamos creando. Y que no me preocupara si, con ello, sentía que me iba
quedando como fuera de la órbita de muchas personas que vivían
sumergidas en su velocidad y en ese multi-estimulado mundo.
"Un
dia todo esto descarrilará, y alguien tiene que quedar al pie de las
vías para señalar a los aturdidos que no han caído en un horroroso vacío
sin vida, sino en la vida plena de la naturaleza que, hace mucho,
dejaron de percibir, porque su tren iba tan deprisa que veían tan solo
la décima parte de lo que estaba en el paisaje. O ni siquiera eso"
FIN
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