La verdadera radicalidad no es ser furiosamente contudente, ni tampoco
ser fanático, ni intenso. La radicalidad es ir a la raíz de las cosas y
saber ver su origen.
No es posible erradicar una costumbre sin ver su raíz.
No es posible hacer que arraigue otra sin sembrar -cuidando- las nuevas raíces.
Significado etimológico (con raíz) de la palabra radical: que tiene raíz. (Lo contrario de superficial)
Por lo tanto, la verdadera radicalidad, o es profunda, o no pasa de ser
un vendaval que, por mucho que lo menee todo, o destruya formas, no
cambia gran cosa más allá de lo que ya no tenía raíces o eran aspectos
pasajeros de algo. Vendavales que arrastran basurita, hojas muertas o
arrancan ramas débiles o árboles con poca raíz.
Lo radical es otra cosa.
Por eso un cambio verdadero es tan difícil de lograr. Porque sólo
sucede si es radical. Y para que lo sea, hay que haber llegado a la raíz
del asunto. Es decir, hay que profundizar...Lo cual lleva tiempo.
Tiempo, penosa palabra que la modernidad detesta.
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